El segundo es Justicia Infinita, un programa que logró hacerse su lugar más que respetable en la tarde con una propuesta novedosa principalmente dirigida al público montevideano joven.
- ¿Cuáles fueron las fuentes de los medios que usaste para formarte y trabajar?
- La Rock and Pop es fundamental en mi vida y quien escuche uno de sus programas y Justicia Infinita se dará cuenta. Nosotros nunca lo negamos, sobre todo yo y "Salva" (Salvador Banchero) tenemos una influencia altísima de esa radio. Me pasé dos años escuchando la R&P y se me abrió un mundo de los medios... que yo no sabía que se podía hacer así. De hecho yo no la hago tan bien. Ni cerca conseguimos esos niveles pero si tenemos ese estilo y tenemos esa esencia.
Después la tele, el cable, qué se yo... Sit-coms, Saturday Night Live. Mi hermana me hizo ver muchas cosas. Me traía videos de Cha-cha-cha hace ocho años, más o menos cuando arrancó. Ella viajaba a Argentina y tenía un amigo que le traía videos. Ya con veinte años miraba "Todo por dos pesos" con Capuzzoto y Alberti, todo ese tipo de humor. Me acuerdo un programa yanki que pasaban en Canal 4 muy tarde. Era excelente, había un gag de una familia que se cagaban a tiros todo el tiempo. Todos tenían bufo y cuando alguien discutía con otro se entraban a tirar. Era maravilloso, terriblemente absurdo y con ciertos atisbos de violencia. Como el humor de South Parck y los Simpsons.
Alejandro Dolina también es un tipo del cual absorbí muchísimas cosas, aunque yo estoy en las antípodas de ese estilo de comunicación Es muy lento, pero solo él se puede darse ese lujo, porque cuando hace un silencio de cuatro segundos uno se queda a esperar a ver qué cosa grandiosa va a decir. Si yo hago un silencio de cuatro segundos en la radio, la gente apaga... Los que no tenemos esa capacidad de decir algo interesante cada vez que hablamos tenemos que disfrazarlo con la dinámica. Eso lo aprendí de la R&P que es un golpe atrás de otro.
- Desarrollaste la herramienta del humor y te diste cuenta que podías manejar poder con eso ¿cómo fue esa historia?
En el caso del humor lo desarrollé para contrarrestar todo lo otro. No era un tipo fachero, no era un tipo grandote que me pudiera andar pelando y surtiéndolos a todos, era muy tímido, sigo siendo muy tímido. Lo utilicé a mi favor para estar a salvo físicamente, para que no me cagaran a piñazos.
Más adelante, a los 16 o 17 años, cuando lo estético entra a pesar un poco menos lo empecé a utilizar con las mujeres también. Eso, "voy a hacerte reír y después veo" a ver si por ese lado te entro. En algún momento me pasó que no podía parar de hablar. Como era mi herramienta me excedía... y se aburren, con toda la razón del mundo. Imaginate, un idiota hablándole, haciéndole gracias durante una hora y media, el pibe pasa de ser un simpático a ser un tarado.
La herramienta del humor me entró a servir para todos los ámbitos de mi vida. Abre las puertas de una manera increíble. Es un tormento, porque además la risa tiene algo. Lo que tiene el humor es que vos notás tu eficacia enseguida. Si la gente se ríe fuiste eficaz, si no, no. El humor tiene el contraste ahí, a la vuelta de la esquina, entonces tirás una, llega, tiras dos y se va retroalimentando. La tercera que tirás capaz que no es tan buena, pero ya venías con esa impronta de "este tipo va a decir algo gracioso" y pega.
- ¿Cuándo y cómo te conociste con Salvador y con Gonzalo?
- Conocí primero a Salva, cuando tenía 16 años por medio de su hermano. Soy muy amigo de Leo que jugaba conmigo al basket en Miramar. En un momento nos dimos cuenta que los dos teníamos interés por la radio y armamos un proyecto.
Apenas conocí a Camarota quedé subyugado, como toda la gente que conoce a Camarota. Es un tipo que es increíble, es tan inteligente y gracioso a la vez que te deja completamente embelesado. Y si, definitivamente decidimos que tenía que ser con él y nos pusimos a laburar, armamos un piloto que era horrible y se lo llevamos a Karen y Nicole, que son nuestras madrinas y ellas trataron de colocarnos en muchas radios.
Nos hicieron contar el proyecto pero cada vez que íbamos a hablar nos decían "che que bueno está esto, pero en mi radio no, está buenísimo para otra radio (para que sea competencia así les rompemos el culo)".
Pasó el tiempo y como al año apareció un proyecto que era en la 91.9 y ahí había dos cosas para ofrecernos. Un programa de internet y un personaje de entre tres y cinco minutos diarios que iba en la mañana (Darwin). Yo agarré el personaje y Salva iba a conducir el programa. Después negociamos que fueran dos los conductores y yo terminé conduciendo con él Arroba las Manos. Duró quince días y después lo dimos vuelta como una media y ahí metimos a Camarota como personaje. Mientras fui ganando protagonismo con mi participación como personaje.
DARWIN: como si supiera
- ¿Cómo fue la historia de Darwin?
- A mi me llamaron Karen y Nicole y me dijeron: "Están estas dos cosas: una, es un personaje que tiene que hablar tres o cinco minutos diarios y otra, lo que queremos es que comente las noticias de manera ácida". Esas fueron todas las explicaciones.
Tuve una reunión con ellas y con Nacho Álvarez y entré a armar un esquema mental de lo que me parecía que podía ser. Me llevó un par de ensayos y después lo fui armando al aire. Las primeras veces que salí fue con mi voz normal, no impostaba. Y después le busqué un carácter más de viejo refunfuñón que tuviera más que ver con un fracasado. Aunque yo digo que es fracasado pero en general el entorno me decía que no. Para mi era un viejo que desde su fracaso lo único que quería era ver pasar por lo mismo al resto del mundo.
Le fui buscando esa vuelta de veteranía al tipo, porque en realidad, para hablar con autoridad, desde esa cosa categórica no podía ser un guacho de veinte años (tenía 21). Se deschavaba todo el juego porque lo primero que hace cualquiera es decir: "este gil, no tiene la más pálida idea de donde está parado y habla como si supiera". Tenía que hacer como si supiera, con muchos años vividos y eso me fue llevando a ser un tipo viejo más bien negativo. Es un personaje muy estereotipado, a lo mejor por eso funcionó.
Se fue generando un mundo alrededor y fui encontrando ciertos bastones en donde apoyar la dinámica y cierto trillo que es, en principio, estar en contra de lo que la gente está a favor. Por eso empecé una campaña en contra del Gordo Púa. Lo hice en el momento en que dirigía las juveniles, cuando era intocable. El Gordo Púa era "¡Que grande el Gordo Púa, vicecampeón en Malasia!" y yo empecé con que era un desastre, que era un segundón, que había que echarlo. Lo gracioso era eso, ir en contra la corriente. Cuando todos se subieron a darle al Gordo -porque era un desastre de verdad-, yo me bajé.
La cosa era empezar a hablar con una carga de contenido muy similar a la que le vi a las murgas. Esa crítica agresiva y desde una cosa ramplona, sin aires de gran analista ni de tipo que ve cosas de la realidad que el resto no ve. El alma del tachero, el kiosquero, esa cosa... simple, llana y a la mandíbula. Y eso fue lo que traté de generar desde ese personaje. Y ahí buscarle algunas salidas hacia el humor absurdo, a veces desde el histrionismo y lo muy antinatural de un tipo que gritaba a las nueve de la mañana, que salía exaltado a un ritmo que los seres humanos no tienen a esa hora. Que se iba envalentonando y con algo muy efusivo.
Al principio ponía mucha carga horaria pero después terminó siendo algo bastante fácil de hacer. Me resultaba sencillo, porque la gente no se cansa de las repeticiones, es una cosa muy extraña. Yo sí, en un momento estaba muy cansado con ese personaje.
- Ahora Darwin sólo escribe ¿Cómo te relacionás con ese Darwin?
- No es mucho. Darwin, soy yo. Porque también el personaje tenía mucha cosa mía, era yo exacerbado. Soy así naturalmente, incluso como conductor a veces. Pero ese personaje era como una extralimitación total de mi personalidad.
En las columnas soy yo, porque además lo escrito no tiene lo histriónico atrás, cosa en la que me apoyaba para ser el personaje. La columna es de Darwin Desbocatti porque es una marca que a la gente todavía le resulta simpática, aunque una gran cantidad ya no debe saber ni lo que es. Quedó esa marca pero escribo como yo. Cuando empecé a hacerlo trataba de ponerme en el personaje pero no funcionaba por escrito.
JUSTICIA INFINITA: para la Comunidad Colifa
Aunque a Tanco no le rinde hacer un programa de culto, está claro que hay un culto alrededor de su programa. El proyecto, que empezó con "dos colgaditos" que querían hacer radio, se transformó en un nido de graffitis radiales diarios que marcan un punto de inflexión en la FM uruguaya, por lo menos para los más compenetrados. También para Océano FM, que se autoproclama en sus piques institucionales como "La FM que cambió la FM". La receta parece sencilla pero (mmmmm) la historia puede hablar por si misma...
- ¿Cómo salió el nombre Justicia Infinita?
- ¿No refleja también el sentimiento, la esencia del programa?
Nos gustaba el hecho de que tenía algo de Vengador Anónimo. Esa cosa de salir con la Itaca a disparar unos tiros, eso de "vamos a ajusticiar" pero siempre en un tono muy ridículo. Eso era lo bueno que tenía, lo absurdo, lo que lo transforma en algo imposible de llevar a la práctica.
- ¿Cómo fue evolucionando el producto?
- Arrancó de una manera muy caótica y vacilante. Al principio duraba dos horas que nos parecían eternas y teníamos grandes discusiones de formato. Lentamente fuimos transitando rumbo a lo que considerábamos era un equilibrio entre el magazine típico -pero con cierto estilo-, nuestro gusto por la música -el rock específicamente- y el humor.
- En su método de trabajo ¿Cómo estimulan y cómo administran la creatividad?
- Tenemos una forma de laburo que arranca por el tema de los guiones. Cada uno hace dos o tres por semana. Después hay un espacio previo al programa de dos horas, de once a una donde nos dedicamos a revisar los diarios a ver que nos dispara eso, para buscar actings, algún contacto telefónico... Si encontramos algo que nos seduzca le entramos a buscar la vuelta y tiramos los parámetros. Cuando aparece el disparador de la idea lo empezamos a moldear y de alguna manera sentamos tres o cuatro bases y después lo vamos llevando improvisadamente.
Después hay guiones que son colectivos. Ahora son menos, el único que tenemos actualmente es La Vuelta Ciclista, donde yo escribo el Gauchito, Salva escribe a Roberto "Tuerca" Pichamusi, que es el comentarista y el Gonza hace alguna semblanza. Y así...
Con las radioseries definimos la trama y los personajes los tres juntos. Después escribimos un capítulo cada uno. Y ahí es medio bravo porque a veces la historia uno la va torciendo y el otro lo hace hacia el otro lado. Pero tratamos de estar coordinados en eso. Los personajes tienen ciertas características que definimos en común y en base a eso intentamos sostener una trama coherente.
- ¿Cómo manejan la relación con la audiencia?
- Es terriblemente especial. Creo que los más fieles y los más fundamentalistas entienden muy bien el juego, que somos tres tipos, que si bien hablamos categóricamente de todo, no estamos subidos a un pedestal. Nos parece que estamos al mismo nivel que el tipo que nos está escuchando y por ende los temas los tratamos con la misma liviandad y naturalidad con que los trataría cualquier persona que esté en su casa hablando con alguien. El mensaje emitido es ese: nosotros somos tres idiotas, partamos de esa base y desde ahí nos vamos a reír de otros idiotas que andan pululando y que son muchos también.
Pero no le ganamos a nadie y creo que eso se entiende rápidamente en el oyente. Te digo porque los mails que recibimos están todos encabezados "Che, trío de onanistas", "Manga de idiotas", "Enfermos", todo ese tipo de cosas. Y obviamente no salimos a hacer la Gran Sarandi Sport, eso de " nosotros los tratamos con respeto a ustedes, le pedimos lo mismo...". Le faltamos el respeto los oyentes también. Cuando tenemos ganas de sacar a uno del aire porque nos aburrió lo pelamos para afuera.
- ¿Cuánto cambió el programa con el cambio de la 91.9 a Océano?
- Pudimos dedicarnos más a hacer el programa y menos a cuestiones de producción. Con lo precario de la 91.9, por ejemplo, yo me quedaba dos veces por semana a editar cinco horas. Acá (en Océano) hay un editor que es excelente, el Pelu Pereira. Además tenemos un gran operador que estuvo todo este año y medio con nosotros. En la 91.9 cambiamos cuatro veces de operador.
Nos liberamos de un montón de cosas y pudimos vestir un poco más el programa en cuanto a lo sonoro, que a nosotros nos interesaba muchísimo. Y después no cambió nada más... a lo mejor éramos un poquito más bestias en la 91.9. Éramos más animales.
Pero bueno, es un trayecto natural el que nos fuéramos aplacando. Uno cuando tiene el chiche nuevo prueba a ver hasta donde puede llegar. Creo que éramos más radicales y con menos recaudos a la hora de decir los disparates que solemos decir. Igual seguimos manteniendo la cuota esencial de eso, como para no perder la identidad, y está bien que nos hayamos amilanado. Eso le permite a otra gente acercarse al producto.
Es un medio de comunicación masiva, uno tiene que tratar de que lo escuche la mayor cantidad de gente. Es mentira que esté bárbaro hacer un programa de culto. A mí no me rinde, yo quiero que me escuche mucha gente. Por eso no voy a cambiar la forma que tengo de hacer las cosas. Pero si puedo atenuar ciertas cuestiones que no hacen específicamente a la identidad y a la esencia ¿por qué no lo voy a hacer? De lo contrario sería un necio.
- En Justicia Infinita hay mucho lenguaje generacional y también una actitud sistemática hacia los "adultos mayores" ¿cómo se vive eso?
- Es un chiste, en principio es en joda. Yo no tengo nada contra los viejos, tengo abuelos a los que quiero muchísimo. Mi abuela por parte de madre escucha el programa todos los días, no se lo pierde nunca. No tengo nada contra los viejos, pero si aparece uno abrazado por Talamás en una propaganda, yo me tengo que cagar de risa.
Es mucho más fuerte la animosidad contra la generación de nuestros padres que contra los viejos. Es un chiste típico nuestro, es sobrar a los perdedores. Quisieron cambiar el mundo y toda la boludez del flower power y no hicieron nada. Tenían como ídolo a Bob Dylan, del que hace se supo hace un mes y medio que tiene armas y odia a los hippies.
Tengo, por otro lado, una gran valoración de esa generación. Me parece increíble por la convicción que tenían y por el esfuerzo que ponían. Eran tipos que leían mucho, que se consustanciaban con la realidad y con el material que tenían a mano de una manera muy fuerte y con un esfuerzo muy grande. Me parece una generación magnífica, pero que perdió y por lo tanto está expuesta a cualquier tipo de sorna.
Primera parte: Liso, llano y a la mandíbula
Montevideo COMM / Portal / Ricardo Leiva