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El Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) divulgó este jueves su informe bimestral cuyo objetivo es hacer un análisis de la situación regional en general, pero en particular el evento que organizó el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva con el objetivo de unir a los presidentes de América del Sur.
Para Ceres, Lula “desaprovechó” una gran ocasión para encauzar la “fallida integración sudamericana” y demostrarle a la comunidad que es el líder con la voz adecuada para la defensa de intereses superiores de la región, en un contexto mundial “supeditado a la rivalidad entre China y Estados Unidos”, que dibujan una “nueva bipolaridad amenazante para la perdurabilidad de la democracia”.
El contexto se planteó descontracturado, con equipos representantes reducidos, buscando llegar más fácilmente a esos encuentros, que tenían tres objetivos: el primero, retomar el diálogo entre los líderes sudamericanos, ya que desde el 2014 no había un encuentro de estas características; el segundo, buscar un punto en común y acordar una agenda de cooperación en diferentes temas, y el tercero encontrar un camino para un nuevo mecanismo de integración regional.
“Es incomprensible que un experimentado político como Lula —de 77 años, tercera presidencia, luego de haber gobernado entre 2003 a 2010 y haberse convertido en el líder con más influencia de su generación—, no se haya dado cuenta de que encaminar por lo menos los puntos 2 y 3, hubiese requerido una mayor preparación diplomática de lo que se observó en la reunión en Itamaraty para evitar un encuentro deslucido hasta en aspectos simbólicos”, señala Ceres en su análisis.
Para el centro de estudios, el primer desatino fue la “ceremonia con honores” con la que Lula recibió a Nicolás Maduro, un día antes de que el resto de los mandatarios llegaran a Brasil. Según destaca Ceres, el objetivo era inaugurar una “nueva época” en las relaciones de ambos países después de la ruptura con Bolsonaro.
“Lula le extendió la alfombra roja al dictador Maduro y le obsequió un discurso lleno de flores, indignante para los defensores de la democracia u organismos internacionales que han realizado investigaciones pormenorizadas sobre las violaciones a los derechos humanos y al Estado de derecho bajo el mando del heredero de Hugo Chávez. Y qué decir acerca del significado que pudo haber tenido para los 4,6 millones de venezolanos refugiados o desplazados en el extranjero, de un país de menos de 30 millones de habitantes”, dice Ceres en el análisis.
Para el organismo, el trato de Lula para con el presidente de Venezuela, “que se extendió más allá del buen decir de la diplomacia”, en realidad “contaminó” la reunión de los países y “marchitaron” las expectativas en torno a la cumbre sudamericana, que servía también para comprobar que Brasil “estaba de vuelta” en el escenario internacional.
Sin embargo, a Ceres no le pareció el mejor modo porque podría interpretarse desde el punto de vista de dos presidentes sudamericanos que lograron “eclipsar” el relato de Lula: la del presidente de Chile, Gabriel Boric, y la del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou. Ceres menciona que el último mandatario mencionado “no ocultó su asombro” por la versión de Brasil sobre Venezuela. Una sensación similar expresó Boric, pero cuando ya estaba afuera del palacio Itamaraty, donde fueron recibidos los mandatarios.
Ceres expresa que la visión de Lula sobre Venezuela es “divisiva”, aún con la “marea rosa” de la región, y “daña la reputación de Lula” para “capitanear” la región. “Incluso algunas de sus ideas, como la creación de una moneda regional común, o rehacer la fracasada Unasur, o ‘poner el ahorro regional al servicio del desarrollo económico y social’, recogen indiferencia o directamente rechazo”, agrega Ceres.
En este sentido, destacan que hubo temas que no fueron abordados en el camino de “encauzar el camino” de la unión: cómo profundizar la integración y el libre comercio de bienes y servicio de la región para competir con otros mercados, la atracción de las inversiones, el aprovechamiento de los procesos de reshoring y nearshoring en el comercio, el papel de América Latina en torno a la nueva realidad geopolítica que traza la creciente rivalidad bipolar o la defensa de la democracia, entre otros asuntos.
“La cumbre sudamericana desnudó la falta de un liderazgo conducente de la potente agenda que necesita la región, que no brota de la política espontánea o del talento en la improvisación. Un progreso en común requiere una conducción esforzada en la precisión conceptual puesta al servicio de la democracia, los derechos humanos, la defensa del medio ambiente y reglas transparentes de comercio, además de capacidad para articular un programa de integración que aúna diferentes realidades”, señala el informe.
“‘Debemos negarnos a pasar otros 500 años en la periferia’, dijo Lula al final de su discurso, una cita del diplomático brasileño Samuel Pinheiro Guimarães. Para que ello ocurra, es necesario pensar un nuevo rumbo, que permita arribar al mejor puerto para la integración de Sudamérica”, concluyó.
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