Contenido creado por Gerardo Carrasco
Curiosidades

Hasta un átomo hace sombra

Cuando el rey más poderoso del planeta murió a causa de las criaturas más insignificantes

Felipe II, monarca de España y Portugal, tuvo una salud débil y en sus últimos tiempos acumuló dolencias.

22.05.2019 11:01

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2019-05-22T11:01:00-03:00
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El rey Felipe II de España y I de Portugal nació en Valladolid el 21 de mayo de 1527, por lo que se cumplieron ayer 492 años de su llegada al mundo. Monarca astuto consciente de su poder, se ganó el apodo de "Rey de los Papeles", por su obsesión por la organización y la correcta documentación de los asuntos del reino.

Hijo de Carlos V e Isabel de Portugal, fue el nieto del rey Manuel I del país luso y candidato natural para suceder al trono, que vino a heredar después de la catástrofe de Alcazarquivir, en la que murió el rey Sebastián de Portugal, transformado luego en una figura legendaria de tintes artúricos.

Hombre inteligente, culto e instruido, fue amante del arte, del coleccionismo y de la arquitectura, Felipe era también un burócrata que pasaba horas encerrado en su gabinte, donde lo escribía todo: anotaba cada detalle de los negocios del imperio, acumulando resma tras resma de papel. Cuando se ponía a escribir nadie podía convencerlo de soltar la pluma, a excepción de la gota, enfermedad que le causaba dolores intensos que a menudo llegaban a impedirle mover las manos.

También sufría de fiebres tercianas, nombre que se daba entonces a unos picos de fiebre que se producían cada tres días, y que con toda probabilidad fueran causadas por la malaria. También padecía de edemas que lo dejaban de cama durante días, y se dice que fue necesario perforar el colchón para dar salida a los fluidos corporales del monarca.

Pese a que sobrellevó estas dolencias durante años, la causa última de su muerte, ocurrida tras una agonía de 52 días, habría sido una enfermedad más "vulgar". Según la publicación Mundo Portugués, el deceso del monarca, ocurrido el 13 de setiembre de 1598, se debió a un caso agudo de pitiriasis, una infección provocada por una invasión masiva de piojos o ladillas.

De acuerdo con las crónicas de la época, en los últimos días de su vida los médicos le prohibieron hasta el simple acto de comulgar, ya que temían que se asfixiara con la hostia.

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