Por Gerardo Carrasco
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A mediados de 2010, el Teniente Coronel Marcelo Bilbao, uno de los comandantes del destacamento uruguayo en la ciudad congolesa de Goma, debió atender a unos curiosos visitantes. Hirsutos y mal entrazados, dos sujetos de inconfundible acento español decían ser periodistas y solicitaban el concurso de las tropas uruguayas para un ambicioso e imprescindible proyecto humanitario. Los solicitantes eran Julio César Alonso y su camarógrafo Iván Durán, ambos de vasta trayectoria en el periodismo de guerra. "De seguro pensaron que éramos espías o estábamos locos", dijo el viernes Alonso en el maragato Teatro Macció, recordando el modo en que comenzó su labor conjunta con las tropas uruguayas.
En la recientemente remozada sala teatral de la ciudad de San José, tuvo lugar el pasado 17 de agosto la parte teórica del denominado "Primer Taller de Periodismo de Conflictos y Emergencias dentro del Ciclo Talleres de Cooperación y Ayuda Humanitaria organizada por el Ejército Nacional y Profesionales Voluntarios Españoles." Los principales expositores del evento fueron el propio Alonso y su pareja, María del Pino Muñoz, también reputada corresponsal de guerra. Por parte del Ejército Nacional, cabe destacar entre otras las ponencias del ya mencionado Teniente Coronel Marcelo Bilbao, y del Coronel Gerardo Fregossi, quienes trabajaron en Congo hasta el año pasado.
La etapa práctica del taller se llevó cabo el sábado 18 en el Batallón "Capitán Manuel Artigas" de Infantería Mecanizada Nº 6, situado en las afueras de la capital maragata y dirigido por Bilbao.
Los viajes de Julio Alonso
Modesto y cultor del perfil bajo, Julio Alonso es un corresponsal de guerra con una hoja de servicio que incluye casi todos los conflictos de los últimos treinta años, y ese currículum vitae sorprende no sólo por su vastedad, sino por la singularidad del modus operandi de su dueño. En el libro "Territorio Comanche", crónica de la cobertura periodística del conflicto balcánico de la década de 1990, Arturo Pérez - Reverte retrata a Alonso y su equipo como unos sujetos que luego de fumarse unos porros del tamaño de un habano y vaciarse una botella de whisky, se metían de lleno en lo más caliente del conflicto para hacer su trabajo.
Además, no le convence el rol del periodista como mero espectador de los hechos, al menos en zonas de crisis. Por el contrario, alienta a sus colegas a llevar material médico, comida u otros artículos de primera necesidad cuando viajan hacia zonas de guerra o catástrofe. Años atrás, en Sudán, la ONU utilizó a Alonso para "escribir derecho con renglones torcidos". Por ello, el reportero español debió meterse ilegalmente al país para sacar de forma igualmente ilegal a dos ciudadanos, que una vez fuera del país debían testificar sobre las matanzas de Muckjar y Bindisi, lo que puso en problemas al gobierno sudanés. Por esa tarea, Alonso y Durán fueron declarados "Enemigos del Islam."
No nos une el amor, sino el espanto
La relación entre Alonso y Uruguay comenzó con ese curioso encuentro señalado líneas arriba, cuando el reportero propuso a los militares uruguayos trabajar juntos en un proyecto para combatir una práctica tan aberrante como común en el país: la violación. Utilizado como arma para minar la moral del oponente, el abuso sexual es tan frecuente en Congo que recientemente un connotado estadista local aseguró que se trataba de su "deporte nacional". Si bien no hay cifras fidedignas, se estima que unas mil mujeres y niñas son violadas diariamente en el país africano. En julio de 2010, un grupo de guerrilleros se dedicó a violar durante cuatro días a las mujeres de la aldea de Luvungi, sita a menos de diez kilómetros de una base de cascos azules de India, quienes no se enteraron de nada. Para evitar que se repitieran semejantes situaciones, Alonso propuso a los militares uruguayos enclavados en la zona la creación de un sistema de alerta temprana. Se trataría de dotar a cada aldea de un aparato de radio con el que se reportaría diariamente. Ante un pedido de auxilio o ausencia de contacto, una nutrida patrulla se dirigiría de inmediato al lugar.
Pese a la buena voluntad del periodista y el apoyo que el Ejército Uruguayo se comprometió a brindar, la iniciativa no prosperó, ya que desde la ONU se optó por un plan diferente, que consistió en dar a cada aldea un celular, "lo que no sirve, porque en muchas zonas no hay señal, y además un celular se roba, se vende, y entonces se convierte en nada", lamentó Alonso, quien se costeó su viaje a Uruguay y participó de ambas jornadas de forma honoraria.
Durante el taller, del que participaron decenas de periodistas de Montevideo y el interior del país, se abordaron temas diversos. Desde el ejército, se hizo énfasis en la necesidad por parte del periodista en Misión de Paz, de cumplir con los adecuados protocolos de seguridad, para evitar correr riesgos innecesarios en zonas de conflicto. En tal sentido, se brindó información práctica acerca de cómo proceder ante diversas situaciones, y se procuró que los periodistas se familiarizaran con equipos y armamentos, y estuvieran preparados para manejarse en sitios tan poco agradables como un campo minado.
En la noche del viernes, la Compañía de Comandos Antiterroristas del Ejército -una de las mejores a nivel continental- realizó un sobrecogedor simulacro de toma de rehenes, del que participaron los periodistas. El mismo se realizó con el mayor celo en la seguridad, dado que los comandos involucrados disparaban con munición real. En la mañana del sábado, los soldados del batallón recrearon la dramática evacuación de Bukavu en 2004, cuando un reducido contingente uruguayo debió hacerse cargo en solitario de poner a resguardo a miles de civiles, amenazados por una fuerza rebelde numerosísima.
Pensando en el mañana
Alonso y Bilbao destacaron de consuno la importancia de este tipo de talleres, ya que contribuyen al mejor entendimiento entre militares y periodistas, lo que puede facilitar la tarea de ambas corporaciones en zonas de conflicto. En el futuro inmediato, el Ejército aspira a duplicar la cantidad periodistas que traslada en cada relevo de las Misiones de Paz, apostando por mayor cantidad y calidad de información, incremento que Alonso también considera vital. Luego de su experiencia en Congo, tanto el reportero español como el militar uruguayo coinciden en que la divulgación sistemática y responsable de las atrocidades que sufre el país africano, es vital para ponerles fin.
Por su parte, Alonso subrayó las diferencias profesionales que existen entre viajar "incrustado" en las tropas de paz, o manejarse por libre. En el primero de los casos, el periodista cuenta con mayor seguridad y protección, pero a su vez se encuentra atado a la suerte y derrotero de ese ejército. Por el contrario, manejarse de forma independiente puede comportar mayor riesgo y hasta cierto desamparo, pero también permite mayor libertad de acción. De optar por la segunda opción, será vital responsabilidad del periodista estudiar a fondo el terreno, la situación sociopolítica y las costumbres del lugar, así como ganarse la confianza de los nativos.
En tal sentido, Alonso destacó que todo el "background" o información previa que el periodista posea, le ayudará a resolver con más tino la permanente disyuntiva que surge a la hora de trabajar en una zona de conflicto, "porque es cierto que el periodista tiene que ir hasta allí para ver lo que pasa, pero también tiene que regresar para poder contarlo". Por ello, si bien no se trata de adoptar una temeridad suicida, el reportero en zona de guerra debe estar dispuesto a apostar fuerte de vez en cuando "porque para hacer periodismo en la guerra, hay que estar donde se mata y se muere", concluyó.
Por Gerardo Carrasco
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