Por The New York Times | Anatoly Kurmanaev and David Bolaños
Politics and Government Sexual Harassment World Bank Chaves, Rodrigo Figueres, Jose Maria Costa Rica La votación, que enfrenta a un expresidente con un economista advenedizo en política, pone en entredicho un sistema político que convirtió al país en modelo de estabilidad.
Los costarricenses eligen el domingo a su próximo presidente en unas elecciones consideradas como un referéndum sobre el futuro del sistema político de 70 años de la nación más estable y próspera de Centroamérica.
La elección, una segunda vuelta, enfrenta a José María Figueres, expresidente y vástago de la familia política más prominente de Costa Rica, con Rodrigo Chaves, un ex alto funcionario del Banco Mundial que saltó a la fama presentándose como alguien al margen del sistema político en medio del creciente descontento popular con la clase política latinoamericana dominante.
Ambos candidatos se han visto perjudicados por escándalos, lo que contribuyó a que la primera vuelta de las elecciones, realizada en febrero, registrase la menor participación desde la década de 1940. Solo uno de cada cuatro electores inscritos votó por uno de los dos candidatos que se presentan el domingo, lo que ha fragmentado el sistema de partidos que ha mantenido a Costa Rica al margen de las convulsiones políticas de Centroamérica, pero que ha llegado a ser considerado por la mayoría de los ciudadanos como corrupto y alejado de los problemas cotidianos de la gente.
Chaves se ha visto envuelto en un escándalo de financiamiento de la campaña, y ha luchado por minimizar y tergiversar una investigación del Banco Mundial sobre acoso sexual en su contra. Figueres ha tenido dificultades para librarse de las acusaciones de corrupción que se remontan a su primera presidencia en la década de 1990.
“Los costarricenses se están alejando de sus partidos políticos”, dijo James Bosworth, fundador de la consultora política Hxagon, centrada en América Latina. El país, dijo, “va a tener dificultades para resolver sus desafíos sin ese sistema político fuerte”.
Esos desafíos incluyen la financiación del gran sector público de Costa Rica así como los compromisos de gasto social del país, la reactivación tras la pandemia de su economía dependiente de los servicios y la protección de su prístino medio ambiente frente a los efectos del cambio climático.
La votación comienza a las 6 a.m., hora local, y las autoridades electorales dijeron que esperaban dar a conocer los resultados preliminares dos horas después del cierre de las urnas, que será a las 6 p.m. Los sondeos de opinión muestran una contienda reñida.
La Universidad de Costa Rica, administrada por el estado, ha encontrado que Chaves tenía una estrecha ventaja sobre Figueres previo a la votación. En una encuesta realizada por la universidad entre poco más de 1000 votantes entre el 24 y el 28 de marzo, Chaves aventajaba a Figueres por 3,4 puntos porcentuales, ligeramente por encima del margen de error de la encuesta (3,1 por ciento).
Chaves, un economista formado en Estados Unidos, ha pasado del relativo anonimato a la posición de favorito en los últimos meses, presentándose como alguien al margen del sistema político que se enfrentará a las élites del país eludiendo las instituciones democráticas tradicionales. Ha prometido “devolver el poder a los ciudadanos” mediante la celebración de consultas populares en torno a temas políticos urgentes.
Para enfatizar su imagen de hombre común, Chaves ha repetido en la campaña que su padre fue guardaespaldas del padre de Figueres, José Figueres Ferrer, una figura que marcó al país y que construyó el mayor partido político de Costa Rica tras liderar la facción ganadora en la breve guerra civil del país en la década de 1940. Figueres dijo el viernes que el padre de Chaves “nunca” trabajó para su familia.
Chaves, de 60 años, regresó a Costa Rica en 2019 después de 27 años en el Banco Mundial, donde ascendió al rango de director como representante principal del banco en Indonesia, una importante economía en desarrollo. Dejó el banco pocos días después de ser rebajado de su cargo por mala conducta tras una denuncia de acoso sexual presentada contra él por dos empleadas.
Chaves le restó importancia a las acusaciones al alegar que los investigadores nunca probaron que hubiera habido acoso sexual, una afirmación refutada por el veredicto del tribunal interno del Banco Mundial en junio, emitido casi dos años después de que Chaves dejara el banco.
Y en las últimas semanas, Chaves se vio perjudicado por una investigación iniciada por el Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica sobre los pagos irregulares que un grupo de empresarios aliados canalizó hacia su campaña. Chaves dijo que no sabía de la existencia de esos fondos.
Figueres ha centrado su campaña en atacar la relativa falta de experiencia política de Chaves, alegando que el país necesita una administración probada después de años de trastornos provocados por la pandemia.
Pero Figueres ha sido incapaz de distanciarse de sus propias acusaciones de corrupción, relacionadas con los honorarios de consultoría que recibió de una empresa francesa de telecomunicaciones tras finalizar su primer mandato presidencial en 1998.
Figueres negó haber dado un trato preferente a la empresa durante su presidencia, y los fiscales que investigaron los pagos, que se produjeron entre 2000 y 2003, no presentaron cargos. Sin embargo, la decisión de Figueres de esperar los resultados de la investigación en Europa, donde vivía en ese momento, dejó una impresión duradera de mala conducta entre muchos costarricenses.
Ambos candidatos se negaron a ser entrevistados para este artículo.
Gane quien gane, el Congreso dividido del país y la pesada carga de la deuda dificultarán que cualquiera de los dos candidatos gobierne con eficacia y cumpla sus promesas de impulsar el gasto social y frenar el aumento de la desigualdad y la delincuencia, señaló Bosworth, el analista.
“Se va a producir un ciclo en el que la gente se desilusiona cada vez más con el sistema político”, opinó. “Ninguno de los dos tiene una plataforma popular capaz de satisfacer las expectativas”.
Anatoly Kurmanaev es un corresponsal radicado en Ciudad de México, desde donde cubre México, Centroamérica y el Caribe. Antes de integrarse a la corresponsalía de México en 2021, pasó ocho años reportando desde Caracas sobre Venezuela y la región vecina. @akurmanaev