La acusada, Gaiyathiri Murugayan, de 41 años, ya se había declarado culpable en febrero de los 28 cargos que se le imputaban, entre ellos el de homicidio, por el fallecimiento en 2016 de su empleada, Piang Ngai Don.

El juez, que describió el caso como "uno de los peores" que recuerda, consideró probado que Murugayan sometió a Piang a abusos físicos prácticamente diarios durante los 14 meses en los que trabajó para ella. Así, la empleada sufría golpes y quemaduras y se alimentaba básicamente de pan y agua.

Durante los últimos doce días de vida, pasaba la noche atada a una ventana, obligada a dormir en el suelo, según medios locales.

La Fiscalía había pedido para la acusada la cadena perpetua, después de considerar que podía imputársele un delito de asesinato, mientras que la defensa reclamaba únicamente nueve años, alegando que Murugayan no tenía antecedentes y que culpaba a Piang de la enfermedad de sus hijos.

Singapur es un destino recurrente para migrantes que ven en el servicio doméstico una vía de escapa a situaciones precarias. Unos 250.000 inmigrantes trabajan en este sector, mientras que en términos generales una cuarta parte de los habitantes de Singapur son de origen extranjero.

Con información de Europa Press