El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, inauguró este martes la cumbre suramericana con un llamamiento a retomar la integración regional mediante un foro que esté más allá de las ideologías y comience a funcionar de inmediato.
En la apertura de la cumbre, Lula propuso crear un “grupo de alto nivel”, formado por representantes de los presidentes, que prepare en un plazo de 120 días una nueva “hoja de ruta para la integración de Suramérica”.
A la cumbre asistieron, además del mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; Bolivia, Luis Arce; Chile, Gabriel Boric; Colombia, Gustavo Petro; Ecuador, Guillermo Lasso; Guyana, Irfaan Ali; Paraguay, Mario Abdo Benítez; Surinam, Chan Santokhi, y Venezuela, Nicolás Maduro. Perú está representado por el presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola.
Lula hizo un largo repaso de los diversos intentos de Sudamérica por alcanzar una verdadera integración, frustrados desde la década de 1960, y aseguró que la región ya no puede esperar para superar en condiciones de unidad los abismos sociales que persisten “desde el colonialismo”.
“Entendemos que la integración sudamericana es fundamental para el fortalecimiento de la unidad de América Latina y el Caribe. Una América del Sur fuerte, confiada y políticamente organizada amplía las posibilidades de afirmar, en el plano internacional, una verdadera identidad latinoamericana y caribeña”, dijo.
Señaló que “el final del siglo XX vio surgir una serie de iniciativas enfocada en articular acciones y ámbitos regionales”, como la Comunidad Andina de Naciones, el Tratado de Cooperación Amazónica y el Mercosur, pero que fue en el siglo XXI que los países decidieron “unir toda la región sudamericana” tras “esperar casi 200 años de vida política independiente para abandonar la indiferencia”.
“El 23 de mayo de 2008, cuando constituimos la Unasur [Unión de Naciones Suramericanas] hace exacto 15 años, aquí en este mismo Palacio de Itamaraty, avanzamos en la institucionalización de nuestra relación. Por más de 10 años, la Unasur permitió que nos conociésemos mejor, consolidando nuestros lazos”, recordó.
Lula sostuvo que con la Unasur se implementaron iniciativas de cooperación en áreas como salud, infraestructura y defensa, y que permitió “acuerdos comerciales importantes” que formaron “una robusta área de libre comercio”.
“La Unasur fue efectiva como faro de solución de controversias entre países de la región. Nuestra América del Sur dejó de ser apenas una referencia geográfica y se convirtió en una realidad política”, apuntó, y acusó al gobierno de Jair Bolsonaro de interrumpir ese avance y cerrar las puertas de su país a la política externa.
“Señoras y señores, tengo la firme convicción de que precisamos reavivar nuestro compromiso para la integración latinoamericana. Cuando asumí la presidencia, América del Sur volvió al centro de la actuación diplomática brasileña. El elemento que nos une está por encima de la divergencia ideológica”, dijo el inquilino del Palacio de Planalto a sus homólogos.
El presidente brasileño propuso entonces diez primeros puntos para la discusión, en una suerte de decálogo para esa nueva integración que propone.
Planteó “poner el ahorro regional al servicio del desarrollo económico y social”, a través de organismos financieros regionales, y analizar la posibilidad de usar las monedas locales en el comercio suramericano, a fin de reducir la elevada dependencia del dólar.
También propuso discutir iniciativas para homologar regulaciones y reducir la burocracia en el área comercial, ampliar el comercio electrónico y fundamentalmente “actualizar la cartera de proyectos” para la integración física de la región, diseñada hace ya más de dos décadas y en su mayoría totalmente inconclusa.
El “decálogo” de Lula también incluyó la posible creación de un “mercado energético suramericano, que asegure el abastecimiento, el uso eficiente de los recursos, la estabilidad jurídica, los precios justos y la sostenibilidad social y ambiental”.
Tras la intervención de Lula, la transmisión oficial de la cumbre, que se celebra en el Palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería en Brasilia, fue suspendida por el carácter privado de la reunión.
Según el programa oficial, cada mandatario intervendrá en una primera plenaria y luego habrá una segunda, definida como “Diálogo entre los presidentes”.
La clausura está prevista para las 18.00 hora local (igual hora en Uruguay), tras lo cual algunos presidentes regresarán a sus países y otros asistirán a una cena que Lula ofrecerá en el Palacio de la Alvorada, su residencia oficial en Brasilia.
Con información de EFE
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