El anuncio de un Memorándum de entendimiento con el gobierno de Irán para investigar el atentado de la AMIA, enviado al Parlamento por la presidenta argentina Cristina Fernández, desató las críticas de la comunidad judía de ese país.
El documento, que está a estudio del Congreso del vecino país, permitiría que el juez que entiende en la causa, Rodolfo Canicoba Corral, y el representante del Ministerio Público, el fiscal Alberto Nissman, interroguen en Teherán a varios sospechosos de haber actuado en el atentado terrorista del 17 de marzo de 1992 contra la mutual judía argentina. Los ciudadanos iraníes cuentan con una "notificación roja de Interpol", por lo que podrían ser extraditados a Argentina, algo que Irán no ha permitido.
El periodista Gabriel Levinas, autor del libro La ley bajo los escombros, es una de las personas que más ha investigado el caso del atentado a la AMIA. En diálogo con Montevideo Portal, Levinas sostuvo que la "pista iraní" no tiene fundamentos sólidos, y opinó que se trata de un intento de "blanquear" la imagen internacional de Irán.
Levinas, fundador de la revista El Porteño —que en los 80, durante la última dictadura argentina, denunció crímenes de lesa humanidad y el genocidio de pueblos indígenas—, es hoy responsable del sitio plazademayo.com, y participa del programa Lanata Sin Filtro, que conduce el periodista Jorge Lanata. Luego del atentado de la AMIA, se dedicó a recopilar e informatizar todo lo relativo al proceso judicial y hoy dice que el caso está "parado" porque los verdaderos involucrados continúan en sus cargos.
¿En qué está la causa de la AMIA y qué se pretende con este Memorándum de entendimiento?
Una cosa es la causa en sí, y otra cosa es la utilización política de esta causa. Yo, lamentablemente debo ser uno de los pocos que ha leído toda la causa, una causa enorme, de muchísimos cuerpos, llena de chicanas, de cosas que no tienen ningún valor, y, entre ellas, cosas que sí son sustanciales. De ahí puedo decir, de entrada, que toda la gente que estuvo involucrada en la investigación —el juez, la policía, los fiscales, todos ellos— en distintos momentos fue procesada por ocultamiento de pruebas, encubrimiento y demás.
¿Usted fue el encargado de informatizar todos los expedientes?
Sí, hice la informatización porque, en su momento, los judíos de Estados Unidos, que veían que esto estaba saliendo medio raro desde el principio, me pidieron que les hiciera un informe. Yo lo hice, fue publicado por el Congreso de Estados Unidos en setiembre de 1995, y era muy crítico, no sólo de la investigación que debía hacer el Estado sino de la propia comunidad, que no estaba cumpliendo su rol de querellante adecuadamente y no denunciaba los despropósitos que iba cometiendo el Estado, el cual de ningún modo estaba haciendo las cosas bien en la causa.
¿Cómo es que la comunidad judía no actuaba?
El primer asunto es que el único responsable de investigar la causa y agarrar a los culpables de la oreja es el Estado nacional, nadie más. En Argentina existe el querellante, que puede ser un damnificado, y que tiene la posibilidad de intervenir dentro del expediente, pidiendo medidas, intentando recusar jueces, en fin, una persona interesada en la causa con derecho a participar. Pero quienes tienen que llevar a cabo la investigación son las fuerzas de seguridad y la Justicia, y los únicos responsables son ellos.
La gente que se tiró a investigar esto, tanto desde la Justicia como periodistas y otros, siempre salieron a tratar de encontrar de la causa aquellas cosas que servían a su teoría a priori interesada. Quienes querían que fuera Irán, salían a buscar cosas en la causa que justificaran que fuera Irán. Con Siria, lo mismo, y con la conexión local también. Pero ninguna de las teorías existentes resiste la existencia de otro tipo de cosas que hay en la causa. Yo puedo decir que fue Irán si no miro la mitad del expediente.
¿Por qué desestima la teoría oficial?
Toda la teoría oficial está basada en una cosa que es absurda. Carlos Alberto Telleldín, que estuvo preso por casi 10 años, era un reducidor de autos robados. Su trabajo concreto era ir a la compañía de seguros, comprar un vehículo siniestrado, sin ningún valor, para quedarse con los papeles. Después mandaba robar un coche igual y con eso él hacía un coche nuevo, con papeles y todo. Por lo que investigué en su momento, cuando alguien le venía a Telleldín con un negocio trucho, agarraba el Código Penal, y si el delito que le ofrecían cometer no era excarcelable, no se metía. Era bastante prudente, muy inteligente, y conocía bien su oficio. Entonces la teoría oficial se basa en un hecho que es absurdo: viene un señor de Irán, se presenta, le explica a Telleldín que es un terrorista, y le dice que necesita que le venda un coche. Telleldín, hombre solícito que quiere cumplir con su cliente, le dice ‘Mirá, tengo uno buenísimo que está a nombre mío’. Y le entrega un coche que efectivamente estaba a nombre de él. No era trucho ni nada. Era un coche que había comprado en una compañía de seguros bastante roto y lo arregló. El vehículo seguía siendo el mismo, y estaba a su nombre. El tipo sabe que van a poner una bomba en este coche, y sabe que cuando encuentren los pedazos van a ver el número del motor, lo van a agarrar de las pestañas y lo van a llevar preso. No puede ser tan idiota el tipo. Aparte, el iraní no le va a andar diciendo qué es lo que va a hacer con el coche que va a comprar. La teoría oficial sólo se sostiene sobre la base de ese absurdo.
Lo otro que involucra a Irán es que el agregado cultural de la Embajada, Moshé Rabbani, un año y tres meses antes del atentado quiso comprar una camioneta Traffic. No es que la compró: la quiso comprar. Entonces, un tipo, un año y tres meses antes, intenta comprar un vehículo utilitario, que además era el único que se fabricaba en Argentina; vos no podías comprar otro vehículo utilitario en ese momento. Si querías comprar una van para poder llevar cosas adentro, lo que fuera, tenías que comprarte una Traffic, o un Mercedes Benz, que costaba tres veces más, y era más grande. Era un vehículo que compraba todo el mundo para el transporte de cosas, y, además, todos eran blancos. No resulta ninguna evidencia interesante que un tipo iraní haya querido comprar un vehículo un año y tres meses antes.
Después se basan en testimonios de lo que se llama ‘testigo C’ y otros más, que, en realidad, son disidentes iraníes que pertenecían al Servicio de Inteligencia, pero según dijo el propio embajador de los Estados Unidos en Argentina, James Cheek, el encargo del FBI de investigar a Hezbollá aseguró que ninguno de ellos estaba en el momento y en posición de importancia suficiente como para tener acceso a la información que decían tener. Al punto tal esto es así que cuando logran que se detenga a una persona en Inglaterra, Hadi Soleimanpour, cuando el juez británico ve lo que había de evidencia para mandarlo a Buenos Aires, se da cuenta de que era todo muy endeble y que no servía para nada. Las pruebas que hoy existen contra Irán no son las que en su momento (2003) mandaron a Inglaterra. No hubo nada nuevo en el expediente, no se le agregó ningún elemento más. Sí se agregaron informes de Inteligencia, que no sirven para condenar a nadie, y menos en Argentina, donde se necesitan pruebas sólidas para eso.
¿Y por qué entonces se apunta contra Irán?
Existe una fuerte presión de Estados Unidos y de Israel para demonizar a Irán, que es un demonio, pero no por esto. Sí existe una enorme cantidad de elementos, pruebas y pistas que no se han investigado, y que llevarían hacia, primero, una enorme conexión local, y, eventualmente, algún financiamiento o deseo de gente que podría haber sido de Siria o de algún otro lado. En eso sí hay evidencia más sólida que la que involucra a Irán.
En su momento, Cristina Fernández de Kirchner trabajó en la Comisión bicameral de seguimiento de la causa AMIA, y era la única que estaba en contra de la teoría de Irán, y pensaba que tendría que haber sido ‘la conexión siria’ junto a la conexión local. Después, cuando a Héctor Timerman lo nombran cónsul en Nueva York, él ‘les vende’ [al gobierno] la idea de que tenía muchas conexiones en Estados Unidos, que podían conseguir que el lobby de los judíos pudiera ayudar a Argentina en ese momento [2004], que no conseguía apoyo de nadie. A cambio, esta gente le pidió que atacase a Irán. Al mismo tiempo, acá nadie quería investigar lo que sería la conexión local, así que les venía bárbaro, porque de ese modo podían no tocar a nadie, no entrar en conflicto con ninguna fuerza de seguridad, ni con la Policía, ni con la SIDE [Inteligencia], ni con nadie. Salían a gritar contra Irán y se sacaban el problema de encima. Pero resulta que el lobby judío no sirvió para nada. Hoy hay una relación de Estados Unidos con Argentina que no necesita ser cultivada porque no nos dan pelota, y Argentina quiere mostrarse como un país del Tercer Mundo, liderando no sé qué cosa, cuando ninguna de sus políticas internas indica progresismo, pero el discurso está. Por otro lado, Irán tiene dinero, Argentina le vende bastante, además de ser precursora en Irán del Plan Nuclear, porque quien lo arma en épocas del Shá fue presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, y esa relación argentino-iraní en el plano nuclear nunca se cerró enteramente. Hoy seguramente deben querer incrementarla. Además, Irán compra y no vende nada, es un comercio bilateral de lo más lindo. Entonces la idea es que con Estados Unidos no tenemos nada, y, con este quilombo de la AMIA, nos estamos perdiendo un cliente fabuloso que nos puede hacer crecer mucho más. Sabemos que Hugo Chávez está en una situación muy difícil, y si se va, puede ser que Venezuela se pierda para el ‘progresismo’. ¿A quién le vamos a manguear petróleo? No está mal ir abriendo el juego por el otro lado.
Por su parte, a Irán le viene bárbaro, porque si aparece una comisión de cinco tipos que dice ‘Este país no tiene nada que ver con el ataque, vieron que Estados Unidos miente, que Israel miente, que nosotros somos inocentes’, termina teniendo una especie de chapa nueva otorgada gratuitamente por Argentina a cambio de esta historia. Ese es el panorama.
¿Por qué, con esa evidencia, la comunidad judía acepta la teoría oficial?
La comunidad judía le cree al Estado de Israel, que sostiene que fue Irán. Entonces, como los tipos dicen que el Holocausto no existió, donde murieron 6 millones de judíos, los judíos dicen que no van a aceptar que mataron a 85.
¿Cómo cayeron las recientes declaraciones del canciller Héctor Timerman, que apuntó que en la AMIA no murió ningún ciudadano de Israel?
Es cierto que no murió ningún ciudadano israelí. Estoy de acuerdo con que Israel no tiene que intervenir en los asuntos internos de Argentina, y que esta fue una bomba en Argentina donde murieron argentinos. Esa cosa de andar pidiéndole permiso a Israel o a los paisanos míos tampoco está bien. Esto nos afecta a todos por igual, no es que los judíos tienen coronita y tienen más derecho a opinar que otros. Sin embargo, esto funciona así, y la gente dice ‘Ah, los judíos están enojados’... ¿y a mí qué carajo me importa? Yo soy judío, y no me interesa. Acá lo que hace falta es encontrar justicia, y la justicia se busca a como dé lugar, le guste o no le guste a los judíos. El problema, creo, es que van a usar toda esta situación para determinar que no hay pruebas suficientes para condenar a Irán, y la causa se va a ir a la mierda, sin investigar la conexión local, porque los tipos que están involucrados en esto están todavía en actividad, a cargo del Servicio de Inteligencia del país.
¿Hay alguna prueba sustentable contra los ciudadanos iraníes a los que se piensa interrogar?
Para mí, no hay pruebas. Por otro lado, el juez, ahora, es Rodolfo Canicoba Corral, un tipo de lo más corrupto. Hay una escena muy divertida. Yo estaba en el programa de Lanata, entrevistando a Guillermo Borger, el presidente de la AMIA, y le dije: ‘Supóngase que usted vive en París, su hijo tiene una situación con la Justicia argentina, y tiene que ser juzgado por Canicoba Corral o por el juez Norberto Oyarbide... ¿usted permitiría que lo manden a la Argentina para que lo juzguen?’, y respondió: ‘No, no lo mandaría’. Entonces... ¿por qué Irán va a mandar acá a alguien a que lo juzguen? Con el nivel de corrupción de los jueces de acá, sobre todo Canicoba Corral, ¿por qué voy a mandar a un ciudadano mío a ser juzgado por ese corrupto?
La causa, entonces, sólo sigue la pista iraní...
Hasta ahora sigue la pista iraní. Creo que la idea de Cristina Fernández, que conoce bien que no es sólida, debe ser, por lo menos, sacar a Irán del asunto, y, en todo caso, insistir por otro lado, la pista siria u otra, pero, básicamente, lavarse las manos.
Usted investigó exhaustivamente el caso... ¿lo sigue haciendo?
Lo seguí bastante tiempo, pero ahora ya no. No hay nada nuevo como para que siga estudiando. Aparecen cada tanto informes del FBI, la KGB y qué se yo, pero son estupideces.