“80 minutos de violencia a un ritmo descontrolado”, así describe Lucas Vivo García Lagos a su película Franklin, historia de un billete y agrega que “toca muy de frente la marginalidad con mucha verosimilitud”.
La ópera prima del director uruguayo, que preparó mirando “noticieros” para estar “en el tono”, trata sobre Correa (Germán Palacios), exboxeador que trabaja para Bernal (Daniel Aráoz), un mafioso a cargo de una red de prostitución, narcotráfico y apuestas clandestinas. Correa tiene una relación con Rosita (Sofía Gala), una prostituta que trabaja en el burdel de Bernal. Juntos intentan desligarse de la organización criminal y escapar a Uruguay, pero necesitan dinero. Ambos deberán sortear contratiempos que involucrarán a Yelmo (Joaquín Ferreira), un joven dedicado al narcomenudeo, y a Inés (Isabel Macedo), una millonaria esposa de un corrupto doctor involucrado con la política.
Al leer el guion de los “hermanos Slavich” -Marcelo y Walter Slavich-, Lucas pensó en Germán Palacios para personalizar a Correa. “Yo lo quería a Germán, sabía de la energía, el tono que él tenía. Lo conozco, seguía sus laburos, me gustaba ese tono, ese clima que tiene que es como un poco más introspectivo, un poco más taimado, habla más pausado, tiene una energía un poco cansina”, describe.
Para el resto del cast, el realizador también había pensado en algunos nombres. “Entre los nombres que me interesaban estaba Daniel, estaba Sofía y me junté con ellos. Cuando me junté con Daniel, igual que con Sofía, con los dos me pasó lo mismo: en una charla de dos horas tomando un café me di cuenta de la sensibilidad que tenían y la lectura sensible que habían hecho del guion”, relata.
Uno de los “grandes descubrimientos” de la película fue Joaquín Ferreira, que encarna a Yelmo. El actor venía de trabajar en México. Integró el reparto de Club de Cuervos y su spin off Yo, potro.
“Cuando el productor de elencos me lo presenta como opción, yo dije ‘no, este pibe no puede ser porque es muy galán, es muy buen mozo’. Y yo tenía otro nombre para ese papel que me gustaba mucho, pero se agarró covid, no pudo venir y vino solo Joaquín, pero vino caracterizado, ya era el personaje, se había convertido ya en su interpretación del personaje y estaba bárbaro lo que hacía. Lo dirigí para ver cómo respondía a las indicaciones, leímos diferentes textos y me di cuenta de que era un hallazgo, que era un tipo que venía de México y de hacer comedia”, cuenta.
Franklin, de acuerdo con el director, es una historia “difícil de contar y de abordar”: “Mucha acción, muchos personajes, una producción bastante grande”.
“En general en una ópera prima tenés cuatro actores en una casa. Yo me mandé a hacer una película de acción, tomé mucho riesgo al asumir el desafío ese y estoy sumamente feliz con el resultado. Ahora lo que quiero es que la gente vaya y tenga la experiencia de verla en el cine y esos 80 minutos no esté pensando en los problemas que tiene cotidianamente en sus vidas”, narra.
Boredom proof
Según el cineasta, su película “entretiene” y es “muy divertida”. “Quizás más adelante busque una película reflexiva, filosófica o que cuestione algunas cosas”, sostiene, a la vez que afirma que Franklin no es una película “pretenciosa”.
Se puede decir entonces que no es una película para la crítica…
A la película, dentro de todo, le fue bien en Argentina. Fue bastante bien criticada. Un 75 % de las críticas fueron buenas. Pero mi trabajo no es para la crítica, es para el espectador. Para quien va al cine y paga la entrada y que salga del cine satisfecho de haber visto una película de acción rioplatense con la dramaturgia muy bien cuidada, muy bien trabajada por estos monstros que tengo de elenco y eso me parece que es lo principal, no es fácil filmar acción en Argentina, esto no es los presupuestos de Hollywood. Si el día estaba solar y al otro día estaba nublado, yo tengo que filmar. Tengo que ver cómo voy a manejar la cámara si tengo un día solar y por continuidad tengo que filmar al otro día la otra parte de la secuencia y tengo el día nublado; tengo que resolverlo con la cámara, tengo que resolverlo con creatividad, tengo que buscar soluciones.
Decís que es una película para un espectador que va al cine. Ahora que se habla de esta “disputa” entre el cine y las plataformas, ¿de qué lado te posicionás?
Yo creo que la experiencia de ir al cine es irremplazable. Me crié adentro de un cine, me di cuenta de que quería ser director a los 13 años y me rateaba del colegio para ir al cine. Para mí el cine es una experiencia única, te mete adentro de la película, te concentrás en la película, la escuchás con buen sonido, con pantalla grande y durante una hora y media, dos horas, estás concentrado prestándole atención solo a eso y eso para mí siempre es un alivio. Es muy diferente ver una película en plataformas, le ponés pausa, te vas, te distraés, te cocinás algo, fuiste a agarrar agua, fuiste al baño, es otra experiencia, pero para mí es irremplazable la experiencia de ir al cine.
¿Quedaste conforme con el producto final o le harías algún tipo de cambio?
No. La película está muy redonda, muy completa, no creo que la hubiese filmado de otra manera. A ver, si tuviese el presupuesto que tuvo Guy Ritchie para hacer Snatch, probablemente algunas de las tomas las hubiese hecho distintas, pero no es nuestra realidad. Lo que nosotros hacemos en la película son tres canciones que pone Guy Ritchie en la película de él, trabajamos con ese nivel de distancia, y si después vos mirás los dos productos y comparás el uno con el otro, no tenemos mucho que envidiarle.
Franklin, como señala su director, tiene una impronta similar a algunas de las obras del cineasta británico, Guy Ritchie, “no porque sea un director de los que más me gustan, pero la película ya venía con ese gusto y acompañó un poco esa lógica que tenían los autores”, argumenta.
En cuanto a referencias, asegura que su gran mentor es Martin Scorsese. “Yo soy de la escuela de Martin Scorsese, de Brian De Palma, de Quentin Tarantino”. Con respecto a este último, comentó que en la película le dedicó algunos “planitos” en homenaje.
“Con Aráoz hago uno donde él mira a cámara -en realidad está mirando a una pared, pero está mirando a cámara- que es como cuando Bruce Willis mira adonde está puesta la espada que levanta en la escena de Pulp Fiction y mira a cámara. Ese es un pequeño homenaje a Tarantino porque yo soy muy seguidor de su trabajo”, ilustró.
La escena en la que el personaje de Germán toma un vaso de leche me hizo acordar a Leon: El Professional…
Me encanta la referencia que hacés y me encanta esa película, pero no me acordé de ella hasta que me la nombraste. Lo que yo trato de hacer a veces es romper un poco con los clichés o con las convenciones. En el guion él tomaba ginebra, pero nosotros hablamos con Germán y yo cambié eso, el personaje de él era siempre alcohólico en la película. El loco cuando sale de la cárcel hace una promesa y deja de tomar alcohol. Entonces me interesaba conocerlo de las dos maneras. Lo quería conocer alcohólico, lo presento alcohólico y después te lo doy en el proceso de convertirse en esta nueva persona en la que se tiene que convertir si es que pretende salir de donde estaba. Es un poco ese juego.
Lucas’s way
Asimismo, el cineasta cuenta que se permite ciertas licencias como parte del proceso creativo y que para él guion no es inalterable, sino que se va “trabajando sobre la marcha”.
“Para mí el guion no es sagrado ni es una Biblia. Si hay algún diálogo que veo que no encaja o que no está entrando o que no le está quedando cómodo al actor, encuentro la forma de decir lo mismo de otra manera”, sostiene.
¿Cómo vivís este proceso?
¿En cuanto a dirección o en cuanto a escribir?
¿Querés hablar un poquito de las dos?
Mi proceso de escritura es el oficio de escribir: saber que tenés que sentarte a escribir, aunque no se te ocurra nada. Cualquier proceso creativo al principio tiene una cosa como un poco más de inconexa porque de repente no te viene nada o te viene algo, lo pescás, empezás a escribir un poco y llegás a tener una síntesis y con esa síntesis ya empezás a trabajar un poco más en ampliar y transformarlo en un argumento más largo.
A la hora de escribir, Lucas se inspira en muchas cosas que vivió: conflictos, sorpresas. “Hay mucho de mis propias vivencias adentro de todos los proyectos que hago”, confiesa.
"En el proceso creativo de dirigir, de alguna manera hay mucho de mi vida ahí. En el proceso creativo hay que ser libre. Hay que ser lo más libre posible, por suerte me he ganado con los años tener más libertad para poder tomar las decisiones sin estar reportándole a nadie o filmar las películas que yo quiero filmar de la forma en que las quiero filmar. Estoy en esto desde que tengo 18 años, ahora tengo 40, o sea que pasé más de la mitad de mi vida haciendo esto. Cuando empezás, de repente en los primeros proyectos intentás defender algunas cosas del guion; ante los clientes que tenía yo siempre las defendía con la misma pasión, con la misma tenacidad con la que te defiendo cualquier cosa al día de hoy también, pero también asumiendo que, al ser más chico, tenés que pagar a veces un poco de derecho de piso, tenés que ceder en algunas cosas"
¿Ahora sentís que no es así?
Ahora… siempre tenés que ceder en algunas cosas porque siempre hay alguien que pone la plata y si el que pone la plata tiene alguna duda con alguna cosa, tenés que encontrar una solución creativa que me deje satisfecho a mí y que deje satisfecho a mi cliente.
Además de escribir y filmar, Lucas también tiene productoras, pero duda en llamarse a sí mismo “productor”.
“Te diría que soy productor porque sé encontrar buenos proyectos y sé ponerle las fichas adecuadas a los proyectos adecuados y después los vendo, entonces en ese punto sí soy productor, ahora me decís a mí de ponerme a producir y yo no te sé abrir un Excel”, bromea y afirma: “Yo soy guionista y director, mi pasión está en escribir y filmar, principalmente filmar”.
Aunque Franklin se filmó en Argentina, porque según el realizador “estaba escrita para el conurbano bonaerense”, filmar en Uruguay para él es un “placer” porque los técnicos “son de calidad”.
“Soy uruguayo y tengo un amor por esta tierra tremendo y poder venir a traer trabajo, dar trabajo en Uruguay, a mí me llena el corazón”, expresa.
Sin embargo, sostiene que filmar en su país es un “30 % más caro que filmar en Argentina”, y, pese a que no es el caso de Franklin, “a veces el tema del presupuesto te limita la posibilidad de venir para acá”, explica.
L-Gante tiene un cameo en la película…¿fue tu decisión?
Eso es curioso. Mi compañera, Camila, lo seguía a L-Gante y me dijo “tenés que mirar a este pibe, me parece que puede estar muy bien para este personaje que te falta en tu película”. Me lo presentó, lo miré por Instagram, después lo miré en un noticiero y me encantó. Se lo propuse a los productores de tenerlo en un cameo ahí y usar una de las canciones de él. Está sonando muchísimo en todos lados y se copó con el proyecto. Vino a filmar un día y fue un placer dirigirlo. Un loco muy capaz, muy inteligente, con buena memoria, muy prolijo. Vino, hizo su trabajo y se fue acompañado por todo un séquito de toda la Villa 31, que se fue detrás de él como si fuese un Mesías.