Fotos: Javier Noceti | @javier.noceti
"Tuvimos que aprender otras lógicas, otros tiempos", señala Guillermo Peluffo, vocalista de Trotsky Vengarán. Es que la banda vivió la pandemia de una manera particular, ya que tuvo que "aprender trucos nuevos" y ponerse a producir sus canciones, algo que era impensado antes de esta nueva normalidad.
"Nos gusta mucho tocar eléctrico y vamos a tener una energía arriba del escenario que va a valer la pena verla", asegura el guitarrista de la banda, Hugo Díaz. Los integrantes de la banda, que en 2021 cumple 30 años, conversaron con Montevideo Portal sobre los preparativos para el show del 13 de marzo en el Antel Arena, cómo llevaron la pandemia y qué cambios han experimentado al realizar conciertos en este contexto.
La pandemia hizo que el show en el Antel Arena sea un año después, ¿cómo vivieron ese momento y el 2020 en general?
Guillermo Peluffo: La pandemia cambió todo. Lo primero que sucedió ese 13 de marzo de 2020 fue que se suspendía todo y la producción nos ofreció reprogramar para el 13 de marzo de 2021. Una de nuestras cosas positivas sobre nuestra reacción ante la pandemia fue que leímos rápidamente que esto era para largo. Cuando nos mandaron para casa y empezó a tambalear la fuente laboral, a esta edad en la que estamos nosotros quedar sin trabajo es tan jodido como te lo cuentan. Los apremios económicos, la incertidumbre laboral nos estaba agobiando muchísimo y nos agarramos del ensayo de la banda para ser una isla de seguridad y un mundo que pudiésemos gobernar de alguna manera y empezamos a trabajar haciendo versiones y a proyectar. Nos juntamos a ensayar sin tener un cometido específico, empezamos a hacer de todo un poco. Después cuando comenzó la posibilidad de hacer shows nos enroscamos en reversionar todas nuestras canciones en un formato acústico que cambió toda la dinámica del show y nos llevó muchísimo trabajo. A un año de la pandemia vamos a estar en el Antel Arena con reglas totalmente inesperadas, pero nos pareció que si no cerrábamos este recital ahí se iba a volver como una espada de Damocles, algo que nunca íbamos a terminar. Coincide con nuestros 30 años, queremos tocar este año y nos gusta mucho tocar en vivo en el formato que sea. Le agarramos el gusto a la parte acústica, nos fuimos sintiendo cómodos, hicimos 17 shows, pero obviamente si hay algo que aprendimos con los años es que nada es de un día para el otro, ni de casualidad.
¿Cómo vienen los preparativos para el show del 13 de marzo?
G.P.: De los 17 shows que hicimos, en los últimos cinco ya sabíamos lo que queríamos hacer, ahora, llevar eso a una Arena es diferente y nos falta muchísimo. Damos marcha atrás y empezamos a hacer un espectáculo que va a ser eléctrico, pero estamos enfocados en una dinámica que contemple que la gente que te va a ver y está acostumbrada a saltar desde la primer canción colabore con el espíritu que debe tener el protocolo. Durante este año hemos cambiado de planes 80 veces, lo único que tiene de positivo es que siempre hemos sabido romper y empezar hacia lo que indica el instinto que hay que hacer. Ahora estamos analizando nuestro instinto, ver qué tenemos que hacer para favorecer este show. Hay que generar un ambiente distinto en este show. La gente siempre es protagonista de nuestros shows, nosotros incentivamos eso y en esta ocasión no puede suceder. Los protagonistas esta vez somos nosotros y nuestras canciones, en función de eso queremos ser racionales y detectar las cosas que van a favorecer o no. Vamos a hacer algo más programado y armado, pese a que siempre hemos actuado más instintivamente. El hecho de pararnos los cuatro rodeados en 360 grados es algo que jamás imaginamos en nuestra vida, por ejemplo. (Risas). Para nosotros la sonoridad desde arriba del escenario es todo un misterio, pero estamos tratando de acotar los imprevistos e identificar hacia dónde vamos antes de empezar a caminar. Es algo que hemos aprendido a hacer este año, en vez de ver qué pasa, marcamos objetivos y delimitados el trabajo.
Es muy angustiante trabajar en esta época, hay semanas donde estás trancado. Imagino le debe pasar a todo el mundo. En esta situación de repente cambió algo, no te aceptan un laburo y quedás trancado. No es un mundo de oportunidades, más bien las reglas del juego nos acotan mucho la vida y eso a la larga nos afecta en cuanto a nuestras proyecciones o cómo nos vemos a nosotros mismos. No podemos dejar que nada de eso nos haga corrernos de nuestro camino.
¿En este contexto qué importancia han tenido los ensayos?
Hugo Díaz: Cuando venís en carrera, sacaste un disco y las cosas se están dando de manera natural de repente los ensayos son un ayuda memoria. En 2019 tocamos tanto que prácticamente ensayábamos algún día como quien necesita entrenar para un partido de fútbol, por una cuestión física, ya que llegamos a tocar 9 días seguidos en México en 2019, por ejemplo. Ahora los ensayos se convirtieron en algo mucho más conversado y discutido en cuanto a ver cómo hacemos las cosas. A veces estás hablando media hora para tocar una canción hasta la mitad y darte cuenta que lo que hablaste no cuaja y ahí parás. Hubo un reubique de los elementos que constituye la música nuestra, es decir, qué lugar ocupa la batería, la guitarra o los coros. Versionar de forma diferente canciones como "Tormenta de mar", que es vieja, implica una salida de la zona de confort que en nuestro caso era muy poco frecuente. Una vez que uno caminó por ese túnel y se da cuenta de dónde está el fuerte y qué no conviene seguir haciendo, ahí al llegar al final mirás para atrás y decís: "pah". Sentís como que descubriste una faceta nueva que tenías como músico.
G.P.: No nos gusta analizarnos, no nos gusta intelectualizar sobre lo que hacemos. Preferimos tirarnos al agua. En esta situación eso no funciona, porque nuestro objetivo se contrastaba con el show en vivo. Teníamos una canción nueva y la tocábamos en un show y eso ya no es así. Nos obligó a verbalizar un montón de cosas, aprender otra dinámica de funcionamiento totalmente distinta. Cambió muchísimo, pero es lo mismo al final, son las mismas canciones. Nos pusimos a producir nuestras canciones, cosa que nunca habíamos hecho.
H.D.: Sin shows en el horizonte, como pasó durante un gran trecho del 2020, ensayábamos muchas horas. Queríamos estar prontos para cuando se abriera el portón e increíblemente nos salió bien. Fue una de esas pocas veces en las que mirás para atrás y decís: "La vimos, la pensamos, la hicimos y funcionó". En ese sentido, los ensayos fueron sesiones de mucho trabajo, de sentarse, pensar, analizar y a veces tocar o cantar incómodo, pero sabiendo que estabas llegando a algún lugar. Funcionó y estamos contentos de la lectura que hicimos de la situación. En abril o mayo de 2020, cuando no se sabía qué iba a pasar, pensamos en empezar a preparar algo. No había ejemplos, ya que esto era a nivel mundial. Yo sigo a muchas bandas de otros países y veíamos que las giras se posponían, no podíamos decir "hay que hacer lo que hizo fulano en tal país".
¿Cómo se hace para no perder la esencia de la banda con los cambios que han experimentado y en este contexto?
H.D.: La esencia de la banda para nosotros de repente es una cosa y no necesariamente sea la misma para la gente que te va a ver. La esencia de la banda es tocar, pararse en un escenario y hacer. Es grabar, componer, nosotros somos probablemente de los artistas más prolíficos de nuestra generación. Tenemos un montón de discos, porque nosotros no podemos esperar tres años de un disco al otro, las veces que ha pasado han sido las menos. Cuando teníamos nuestra época más efervescente a nivel composición metimos tres discos en tres años, lo mismo con los shows. No servimos para guardarnos y generar expectativa para un show. Hay una fe en las canciones que nosotros tenemos. Sabíamos que hay gente que este show no le iba a gustar, porque considera que Trotsky es para cantar, gritar, sacarse la remera y darse contra todo. En este caso no podemos dejar feliz a todo el mundo, yo creo que nunca se puede dejar feliz a todo el mundo, pero vamos a estar felices si salimos a tocar. Hay un montón de gente que va a tener la posibilidad de verte desde otro lugar y otra gente te va a poder redescubrir o descubrir. Hay que tener mucho respeto porque juntar de repente 200 personas en Uruguay es difícil y para bandas con historia. Hay gente que hace muchos años está tocando y se le complica vender boletos.
G.P.: Hay un fuerte que comprendimos en algún momento que es que cuando uno se sube a tocar está dando un show, al igual que el mago hace un show para un cumpleaños para niños. Eso de aprender a ser showman, quieras o no quieras, te lo dan las tablas, el oficio y los años, pero a esa parte le teníamos fe de manera instintiva. Sabíamos que si teníamos nuestras canciones y estábamos nosotros íbamos a encontrar una manera. Tuvimos que aprender otras lógicas, otros tiempos. Descubrimos que de repente hacer silencios de cinco segundos antes de contar y concentrarse es muy importante y lo incorporás al show. Ahí empezás a convivir con silencios y cosas que antes no estábamos dispuestos. Aprendimos trucos nuevos.
H.D.: Es bravo. Siendo veterano ponerte a aprender trucos nuevos; es difícil. El primer show que hicimos después de que empezaron los recitales fue un show acústico en la Sala del Museo y yo no estaba tan asustado desde los primeros shows de la banda en los años 90. La palabra era miedo, susto. Nosotros mismos bromeamos con esa cosa básica que tiene nuestra música de ir a una cosa visceral y no ser muy delicada o producida. Mi miedo era no hacerles justicia a las canciones. Somos músicos competentes que nos conectamos muy bien y hacemos canciones que de repente en la gente logran algo. Esa es nuestra ventaja o talento si se quiere. En los primeros shows había cierto susto, y estaba eso de ver cómo reaccionaba la gente. Estábamos muy pendientes de eso y cómo encontrarle el swing a la canción. El acento, que no es solo llegar a la nota, sino encontrarle la gracia. Fue todo un viaje para nosotros.
¿Cómo surgió la posibilidad de tocar en el Antel Arena?
G.P.: La propuesta surgió de la gente del Antel Arena, ellos querían que tocáramos a finales del 2019 y nosotros con gran criterio dijimos no: 2020 (risas). Se nos cagó todo como a tanta gente, no nos vamos a victimizar. Nos dimos cuenta de que ahora, si queríamos suspender este show de nuevo, en estas condiciones, nos parecía un insulto. Porque había muchas entradas que estaban vendidas, en una industria que no se puede mover como la del entretenimiento. Estamos hablando de shows, tickets, sonidistas, iluminadores, gente que graba en la sala, por lo que devolver entradas porque "no puedo hacer el show como yo quiero" nos parecía un insulto. Teníamos que hacer todo lo posible por llevarlo adelante. Tenemos un montón de compañeros de trabajo que están pasando muy mal económicamente, porque todos los que vivimos en el mundo del entretenimiento nunca sabemos qué hay mañana, pero siempre vamos flotando. Esta vez se cerró una canilla. Nos parece que una actitud responsable era que había que salir al ruedo. Como artistas estamos tratando de hacer todo lo posible para generar un show que respete totalmente la historia de Trotsky Vengarán y que se adapte a las características del protocolo sanitario, que incide totalmente en la dinámica del show. En vez de batallar contra eso vamos a abrazar ese dilema y estamos manipulando, ordenando, para tratar de con canciones de Trotsky generar una dinámica de show donde invitemos a la gente a que lo mire y disfrute y no sea tanto protagonista del show que es a lo que invitamos siempre.
¿Qué se puede esperar del repertorio para este show?
G.P.: Estamos afinando el repertorio, pero es inevitable que hay canciones de todos los discos. No porque sean los 30 años, pero si va a ser un show masivo funciona. Nosotros tenemos un público que te sigue fielmente. Alguno se renueva, otros te dejan, vuelven después, de repente aparecen cinco años después. Hay un núcleo de Trotsky Vengarán, pero Trotsky es una de esas bandas que tiene la suerte de que muchas canciones las conoce mucha gente. No estamos hablando solo de festivales de rock, una banda como nosotros toca en una plaza donde hay un espectáculo de folclore, toca una murga y después Trotsky. Te das cuenta cuando te contratan de ciudades donde todo el pueblo está en el recital. Nos han llegado grabaciones, por ejemplo, de que más allá o más acá la cantan grupos parroquiales en misas. Eso trasciende, nosotros queríamos hacer canciones para que la gente cantara. Inclusive las cantan personas que no siguen a la banda. No somos una banda que tiene la suerte de varios artistas nacionales que han demostrado tener una fuerza impresionante de moverse por el continente. Pero tampoco es que no tenemos nada, tenemos otra realidad y hay un montón de lugares donde nuestras canciones funcionan muy bien. Si vamos a dejar de cantar alguna canción popular es porque tenemos miedo de que el protocolo se venga abajo (risas).
¿Cuál es el mensaje para sus seguidores previo al show y en el marco de esta situación que vivimos?
H.D.: Este es un show al que le estamos poniendo un cariño y más que nunca una cabeza tremenda. Tenemos un set de reglas que tenemos que cumplir y vamos a cumplirlas a rajatabla, pero dentro de eso vamos a tratar de hacer un show para que la gente no extrañe la vieja normalidad. Cuando hicimos los shows acústicos teníamos un poco esa imagen de que había mucha gente que podía sentir que estábamos tocando en una sobremesa de un asado. Invitamos a que vean cómo sería ver un show de Trotsky eléctrico y disfruten de las canciones. Podemos sacarle o poner ruido, pero somos una banda que hace canciones que tratan de tener un mensaje y eso se disfruta sentado o parado. Nos gusta mucho tocar eléctrico y vamos a tener una energía arriba del escenario que va a valer la pena verla. El Antel Arena es una buena oportunidad para volver a hacerlo y ojalá salga todo fantástico.
G.P.: Les diría que se pongan en ese lugar de que van a ver algo que es único, eso seguro. Con canciones de Trotsky para escuchar, ver y disfrutar en una tranqui. Un tema importante para quienes tenían entrada es que deben reasignarse los asientos. Los que compraron cancha van a estar sentados, deben tener una silla. Se debe reasignar porque se dispone el escenario de forma distinta por el protocolo. Recordamos que se comuniquen con Tickantel para reclamar la reasignación de la entrada antes de empezar el show.