Montevideo Portal
Esta semana reaparecieron carteles con la firma de la JUP, la Juventud Uruguaya de Pie, una agrupación insignia de la extrema derecha durante los gobiernos de los colorados Jorge Pacheco Areco y Juan María Bordaberry.
Primero apareció el martes una pancarta frente al liceo Dámaso que decía: "La JUP está de vuelta. No al referéndum de la LUC. Fuera comunistas". Luego se colgó otra frente al Instituto de Oncología con frases similares.
Por este motivo, Montevideo Portal dialogó con el historiador Gabriel Bucheli, quien estudió la vida de la JUP y escribió el libro O se está con la patria o se está contra ella, de la editorial Fin de Siglo, en el que se narra la historia del grupo surgido en 1970.
Bucheli explicó que la JUP estaba "formada por un conjunto de agrupaciones que se autodenominaban demócratas" y que "demócrata" en ese momento "era un sinónimo de anticomunista", y que ser "anticomunista" abarcaba estar en contra de "un abanico muy amplio de todo lo que se opusiera en aquel momento al gobierno de Pacheco y sus aliados".
Concretamente, "la JUP nace de un embrión que es la Juventud Salteña de Pie". "Eso que yo llamo en mi libro 'movimiento juvenil de pie' primero se forma en Salto en torno a cuestiones puntuales de Salto y ahí aparece la figura de Hugo Manini Ríos, el hermano mayor de Guido. Él es de Montevideo, pero convoca a agrupaciones demócratas de muchas partes del país y hacen un congreso fundacional en Salto en octubre del 70 sobre la semilla de la Juventud Salteña de Pie, y ahí adquieren cuerpo nacional como Juventud Uruguaya de Pie".
Bucheli dijo tener "la certeza" de que la JUP "surge como inquietud de jóvenes de un espacio conservador, preocupados, alarmados por lo que veían como la presencia desmedida y preocupante del comunismo en la juventud, comunismo en un sentido amplio. Todo eso que veían como irreverencia juvenil los convoca e incluso una consigna convocante inicial es que se cree una Universidad del Norte en Salto, una universidad del norte independiente de la Universidad de la República, a la que veían como contaminada por el comunismo".
"Por otro lado, también se enfrentaban en el liceo de Salto, y crecientemente en los liceos de todo el país, con las agrupaciones de izquierda, que tenían mucho activismo desde el 68", apuntó el historiador.
Consultado sobre si estos jóvenes tenían respaldo económico o de otro tipo, dijo que en realidad "había una carnadura social proclive a movimientos como ese" entre la juventud, aunque "también tenían apoyos del mundo adulto".
"No es que fueran jovencitos organizados, había notoriamente de lo que en la época se llamaban las fuerzas vivas, agrupaciones empresariales del interior, locales, grupos a veces llamados sociedades patrióticas, nacionalistas, grupos de padres demócratas, todo eso los rodeaba. Vinculación partidaria, por lo menos, pretendían no tener. El logo, la bandera que usaban, era un rectángulo mitad blanco y mitad rojo expresando que las raíces de este país son blancas y coloradas, 'pero no somos ninguna de las dos'", explicó. Además, "a la sigla JUP la rodeaba un círculo verde que reflejaba al ruralismo de Benito Nardone".
"Es como una búsqueda de raíces múltiples, lo blanco, lo colorado y lo ruralista de Nardone, como referencias históricas para ellos", continuó.
"Si los bancaba alguien (económicamente) o no, es muy difícil de descifrar. Algunos de ellos eran de familias que tenían recursos, tenían plata para bancar el proceso, y hay algunas referencias en archivos policiales de que algunas figuras importantes les daban plata, los ayudaban. Parece confirmarse que en algunos viajes al interior usaban aviones de la Fuerza Aérea, que es una forma indirecta de financiarse. Para algunas actividades también AFE les daba pasajes", apuntó.
Según explicó, la consigna era salvar al país de lo que entendían como la amenaza comunista. Con este objetivo, en el marco de "un escenario de violencia bastante general en el país", recurrieron a la violencia.
Bucheli explicó que en aquella época había "sectores de izquierda armados, que usaban el recurso de la violencia armada y esta era explícita". Señaló que "cuando los tupamaros u otros grupos hacían atentados firmaban, se sabían quiénes eran, lo hacían como una propaganda armada". Sin embargo, "lo que ocurría con la violencia de derecha que existió es que solía ser anónima, quedaba en la oscuridad quiénes eran los responsables finales".
Por este motivo, "desde el punto de vista de la prueba definitiva es muy difícil determinar" qué crímenes de esa época pueden atribuirse a la JUP, aunque "por lo menos provocan una muerte en un liceo de Montevideo, donde matan a Nelson Santiago Rodríguez Muela, un estudiante al que le dan un tiro en el medio de una asamblea".
Rodríguez Muela tenía 24 años, era estudiante del Liceo Nocturno Nº 8, maquinista de ANCAP y militaba en el Partido Comunista Revolucionario (PCR). Lo mataron el 11 de agosto de 1972 en el liceo en el que estudiaba, ubicado en 8 de Octubre.
En esa época hubo más episodios violentos vinculados a grupos de extrema derecha, pero no todos son atribuibles a la JUP, afirmó Bucheli, por falta de pruebas. "Ahora, más allá de si es la JUP o no, la JUP era portadora de un discurso que hacía un llamamiento belicoso, de derramar hasta la última gota de sangre por los valores nacionalistas".
"Ellos generaron un discurso que favoreció acciones criminales o violentas, eso es indudable", expresó.
Golpista
Bucheli explicó que la JUP empezó a tener una "declaración pro golpista" a partir de 1972, ya con el gobierno de Bordaberry. "El nexo con Bordaberry pasa a ser de simpatía recíproca", dijo y explicó que el entonces presidente elogiaba a la JUP en algunas de sus declaraciones y la JUP, mediante su semanario, el Nuevo Amanecer, hablaba "muy bien" de Bordaberry.
El discurso de la JUP, explicó el historiador, comenzó a centrarse en que Bordaberry era un buen presidente pero no podía hacer todo lo necesario debido a problemas inherentes a la política, por lo que los mensajes se hacen "proclives a la intervención de las Fuerzas Armadas".
"Llaman al Golpe de Estado. Ahora, los militares no dieron un Golpe de Estado porque se los pidió la JUP. Son parte de un entramado social que quiere que haya un Golpe de Estado", señaló.
En definitiva, a lo largo de sus cuatro años de historia, la JUP se volcó inicialmente a "los partidos tradicionales como lo que es bueno", y a partir del 72, cuando "la tensión política ya es mayor y las Fuerzas Armadas empiezan a intervenir más directamente, ellos ya dicen que el camino es el Golpe".
Bucheli dijo no haber encontrado "ninguna evidencia" de que la JUP haya resurgido luego del 74, cuando se disolvió. "De hecho el semanario que sacaban lo clausura la dictadura. Esto para mí tiene una explicación y es que la dictadura no quería que nadie hiciera política, solamente el gobierno estaba llamado a eso y no precisaba que ningún grupito les hiciera activismo".
"Clausuran el semanario y ellos desaparecen, y yo no encontré nunca más evidencia de la existencia de la JUP", añadió.
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