El 14 de enero de 2009 Alejandro Novo salió temprano en la mañana a repartir los productos de la avícola de su familia. La exsenadora del Frente Amplio y expresidenta de Asociación de Familiares y Víctimas de la Delincuencia (Asfavide), Graciela Barrera, recuerda las últimas palabras que le dijo su hijo: “Vieja, ¿me cerrás el portón?”.
Sobre las 14:00 horas, personal de Policía Caminera llegó hasta la avícola ubicada en Camino Maldonado y Ciliar Libia para comunicarle a la familia que Novo había tenido un “accidente” en la ruta 8.
Barrera y su esposo, Hugo, se dirigieron al lugar y allí se enteraron de que su hijo ya había sido trasladado a un centro asistencial. La exlegisladora confiesa, ahora, que recuerda el momento como si fuera la escena de una película porque hasta hoy la vive en una especie de tercera persona. En el momento estaba abrumada por la confusión.
Al llegar adonde estaba internado Novo, las caras de los médicos “lo decían todo” y a Hugo le dio un pico de presión, por lo que Barrera tuvo que ir hasta donde estaba el nylon que cubría el cuerpo de su hijo para reconocerlo. Barrera tiene el recuerdo vívido de cuando abrió el cierre y encontró la cara de su hijo. Cerró los ojos y le anunció: “Voy a encontrar a quienes te mataron”.
Quince años después y con una sentencia de primera instancia que condenó a dos hombres por “el crimen del pollero”, como se conoció la causa en su momento, Barrera siente que cerró una etapa. Reconoce, asimismo, que cuando a su hijo lo mataron “tocó fondo”.
“Después de esos meses que toqué fondo y que la cosa se iba acomodando, me empecé a hacer una serie de preguntas: ‘¿Qué me devuelve a Alejandro?’, y la respuesta era que nada podía volver el tiempo atrás y cambiar lo que sucedió”, agrega Barrera en diálogo con Montevideo Portal.
A partir del crimen, luego de los meses de luto, Barrera logró utilizar el dolor de la pérdida para ayudar a otros. En varios momentos de la conversación, la exsenadora deja en claro que ella no tiene “rencor ni odio” porque sabe que “matar a los que mataron” a su hijo no es la solución.
“Yo no los odio. Obviamente quería que el caso no quedara impune, pero creo que una vez que la persona ingresa a la cárcel a cumplir una condena y lo hace, ya pagó por el error”, considera.
El surgimiento de Asfavide
En ese trayecto por ayudar a las familias que perdieron a alguien en un homicidio y también a los que “le erraron en el camino”, Barrera fundó Asfavide, que ha sido una herramienta fundamental para ayudar a las víctimas de delitos y sus familias.
“En aquel momento la víctima no valía nada. Vos ibas a un juzgado para saber en qué estaba la causa de alguien cercano que habían matado y te decían que tenías que llevar un abogado. ¡Como si no valieras nada!”, dice la madre de Novo.
Desde 2012 Barrera visita con regularidad varias cárceles del Uruguay y en diversas entrevistas que dio en ese momento decía que “al preso y a la víctima” había que “darles herramientas” porque si no se hundían.
Asfavide surge, también, gracias al apoyo de otras familias víctimas de homicidios, con el objetivo de que las personas no sean “objetos de derecho, sino sujetos de derecho”. La asociación acompaña a la familia en todo el proceso desde que se genera la pérdida a manos de la delincuencia.
En una nota con Infobae, en 2019, Barrera decía: “Somos una sala de emergencia de un hospital, no una asociación. La gente viene con mucho dolor, bronca, ansiedad. Primero busca un abrazo solidario”.
En ese peregrinaje por las cárceles, se encontró de todo. Recuerda que vio cosas que nunca pensó ver, como cuando los reclusos de la cárcel de Canelones sacaban las manos por las ventanas de las celdas y le gritaban: “¡Ayúdeme, señora!”.
Entre el crimen de Novo y la sentencia pasó mucha agua debajo del río. El hijo de Barrera dejó una nena chica, cuya madre y pareja falleció producto de un cáncer, por lo que sus abuelos comenzaron a cumplir el rol de padres.
—¿Qué les dirías a los que asesinaron a tu hijo?
—La verdad que nada. Es una etapa cerrada para mí y no tengo rencores ni odio contra ellos. Lo único que necesitaba saber, ahora ya lo sé: ellos fueron los ojos que vio Alejandro por última vez.