El pasado 7 de octubre, la uruguaya Shani Goren, así como otras 240 israelíes, fue secuestrada por el grupo islamista palestino Hamás, que atacó territorio israelí y está en guerra con ese país desde entonces.
El nombre de Goren resonó cuando el Gobierno uruguayo pidió a Israel interceder por la “inmediata liberación” de la joven israelí-uruguaya, quien es nieta de uruguayos. Fuentes del Ministerio de Relaciones exteriores indicaron a Montevideo Portal que “es probable” que este jueves Goren sea liberada. De todos modos, la fuente reparó en que esto siempre depende de la voluntad que tenga el grupo terrorista, pero todo indica que la mujer será otra de las personas liberadas.
Ese día, rememoró la madre, en Beerseba, donde ella estaba, hubo una alarma. Primero prendió la televisión, después usó su teléfono celular para hablar con sus hijos, que son tres. La madre quería saber qué sucedía con ellos, cómo estaban.
“Al principio hablé por teléfono; con el tiempo entendí que era mejor no hablar, porque es mejor que no suene el teléfono para que los árabes no oigan que hay alguien”, expresó. De todas maneras, se comunicó cada media hora para que le contaran lo que estaba ocurriendo en el lugar durante el ataque.
El 7 de octubre, Shani le dijo a su madre que no la llamara porque quería dormir. Pero no pudo, por lo que se comunicó con su cuñada, quien iba a contraer matrimonio con su hermano el viernes de esa semana. Ante la tensa situación que se vivía, la cuñada intentó calmar a Shani, que tenía “mucho miedo”, “ansiedad” y “temor”, dijo su madre.
“Yo no supe qué había pasado, si la habían llevado, si estaba muerta en su cama”, contó su madre. Pasó una hora, pasaron dos, pasaron tres, hasta que hubo silencio y una mujer entró a la casa de Shani. “Esa señora vio que no estaba, pero que no había sangre, que salió bien y no estaba herida”, dijo su madre.
Más tarde, Tamer detectó a su hija en un video que el grupo Hamás había enviado. En esa captura estaba Shani con más gente, con una mujer, un hombre y niños, “todos en la misma carreta”.
“Lo único que me hace no estar peor es que no se fue sola, que hay otra gente del kibutz con ella. Yo sé que de acá no puedo hacer nada para que mi hija se sienta mejor”, agregó.
Tamer señaló que quiere ver a su hija y que, si fuera por ella, hubiese sido “ayer”; lo “más pronto que pueda ser”. Desea que esté bien y no quiere oír que le puedan hacer algo “malo”.
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