El caso de Nadia, una niña con una enfermedad rara, conmocionó la sociedad española a finales de 2016 cuando se descubrió que su progenitor Fernando Blanco, de 53 años, hasta entonces considerado un padre heroico, la había utilizado para su enriquecimiento personal.
Además de condenar a Blanco, el tribunal de Lérida (noreste) que juzgó el caso también decretó tres años y medio de prisión para la madre de la niña, Margarita Garau, de 46 años, señaló en un comunicado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Los magistrados los condenan por "estafa continuada" por "utilizar la enfermedad de la hija como engaño para conseguir dinero de terceros en concepto de donaciones", y consideran "acreditado que ambos se enriquecieron en 402.232,65 euros" entre 2014 y 2016, añadió.
Entre 2010 y 2016, los progenitores desplegaron una campaña de recaudación para su hija, enferma de tricotiodistrofia, una enfermedad genética rara que no tiene cura y con síntomas muy variados.
El padre, acompañado de su hija que en 2016 tenía 11 años, recorrió los medios españoles pidiendo ayuda para evitar la muerte de la niña con un tratamiento muy costoso en Estados Unidos.
A finales de 2016, dos medios descubrieron que el tratamiento, el hospital y el doctor estadounidense que iba a tratarla no existían y la niña no estaba en peligro de muerte.
El padre fue detenido tras saltarse un control policial en dirección a Francia con dinero en efectivo, una pistola de fogueo y relojes y artilugios electrónicos de gama alta.
Según los investigadores, de los 422.000 euros recaudados por su fundación entre 2014 y 2016, solo 20.000 habían sido destinados a la niña. El resto se dedicó a alquilar viviendas, locales, comprar vehículos o relojes o pagar hoteles.
La justicia bloqueó también las cuentas de la fundación con un saldo de 314.000 euros que se destinarán a indemnizar a los afectados.
El caso provocó un gran escándalo y también puso en tela de juicio a los muchos medios que difundieron la heroica pero inverosímil historia del padre, que incluso aseguró haber visitado a un genetista escondido en una cueva en Afganistán.
AFP