Tiene apenas 34 años y desde 2015 ocupa el cargo de prosecretario de la Intendencia. A su vez, a lo largo de una militancia que se inició en el movimiento estudiantil, tanto dentro de la Facultad de Economía como en la de Ciencias Sociales -no terminó ninguna-, recorrió una amplia cantidad de sectores dentro de su partido, el Frente Amplio, en un camino que lo llevó desde la Juventud de Asamblea Uruguay hasta Magnolia y Casa Grande. Todo esto, además de militar hasta 2013 dentro del sindicato de la Junta Departamental, del cual llegó a ser secretario.
Últimamente se lo ve cada vez más en los medios de comunicación, tanto escritos, radiales o televisivos, expresando la opinión de la Intendencia sobre diversos temas de agenda. Temas que además siempre tienen como eje, de una u otra manera, la gestión del espacio público (por los que fue tomando notoriedad) y no necesariamente son los más populares, ya que para él "negociar siempre es insatisfacción compartida". Entre estos están, por nombrar algunos, las normativas y cierres de los boliches, que lo tuvieron tan ocupado con la insólita clausura -por Jefatura- de Paullier y Guaná, el trágico suceso que tuvo lugar en la puerta de Coyote, o, hace un tiempo ya, la problemática de los perros y los espacios públicos.
Estamos hablando de Christian Di Candia, al que decidimos visitar en su oficina en la Intendencia para charlar de diversos aspectos de su carrera y de la actualidad política. Hablamos con él, entre otras cosas, de sus estudios, de su interés prematuro por la política, del proceso de normalización en los boliches y sus dificultades, de la renovación en el Frente Amplio, de su relación con Daniel Martínez y del escenario posible de las internas en 2019.
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Estudiaste Ciencia Política pero nunca terminaste, ¿qué pasó?
Primero, cuando terminé el liceo, hice un año de Ciencias Económicas. Pero fue aquél año 2000 y la verdad es que pasaba más tiempo en la ocupación de la facultad y haciendo política en el barcito de enfrente -que ahora hay un Abitab- que estudiando.
Desde el momento que entré, me di cuenta de que no era la carrera para mí. Porque a mí la política me apasionó de chiquito y en realidad fui el único de mi casa que se interesó de forma activa. Y bueno, después entré en Ciencias Sociales. Pero en el año 2004, en los últimos meses de campaña, cuando el Frente estaba por acceder por primera vez al Gobierno, surge una anécdota que hace poco recordábamos con el Fito (Adolfo) Garcé -que increíblemente ahora juega al papi fútbol conmigo- un examen de que yo fui a dar y se lo entregué vacío y le dije: "Loco, me tengo que ir a repartir volantes". Y él me respondió: "Mirá que ni Tabaré dejó de ser doctor ni Astori de ser economista y el país necesita gente formada". Y esos eran mis últimos momentos académicos en la Facultad, la tenía prácticamente terminada.
Y en el 2005 el Frente gana, empiezo a trabajar en el Parlamento con un legislador de Asamblea Uruguay y a partir de allí se complicó seguir.
Entonces no fue un pasaje de la Ciencia Política a la política, sino que más bien fue al revés.
Sí, claro. A mí, en realidad, lo que me apasiona es la política. Como herramienta de transformación de las sociedades, más allá del análisis. Aunque obviamente la Ciencia Política te genera un montón de herramientas e instrumentos para analizar, contextualizar y teorizar, que yo creo que es una de las necesidades que estamos teniendo dentro de la izquierda, pero mi pasión es por la política en sí.
Y, ¿de dónde sale ese interés? Porque decías que ya de chico te gustaba pero no por parte de tu familia.
No lo sé. No tiene un componente racional. No es hereditario. No es tampoco de contagio. Es más, mi familia era de esas que en la mesa no se hablaba de futbol ni política. Ahora con los años ha caído esa costumbre y casi que por imposición mía se ha cambiado. Pero no, no tiene una explicación racional.
Para que te hagas una idea en las elecciones del 84, tenía 3 o 4 años, y pintaba en las paredes de mi casa los logos y eslóganes de todos los partidos, porque por supuesto no tenía preferencias.
Ya en política pasaste por muchos sectores. Estuviste en la secretaría de la J21, por ejemplo.
Sí, mi primer lugar de militancia, después de la estudiantil, fue Asamblea Uruguay. Estuve desde el año 2002 hasta el año 2007. Allí sí mi militancia siempre fue a nivel de juventud y llegué a ser secretario político. Y nos fuimos sobre finales del 2007 la mayoría de los jóvenes que en ese momento estábamos ahí.
Sentíamos que teníamos que tratar de buscar otro tipo de construcción. Eran también tiempos en que los jóvenes empezamos a usar las redes y otros tipos de instrumentos y herramientas. Fueron también los principios de las redes frenteamplistas que incluso formó un enfrentamiento dentro del Frente, de si debía apoyar ese formato o no. Hasta que en un momento formamos Magnolia.
Es que para una persona que lo mira de afuera puede parecer raro el hecho de pasar de Asamblea Uruguay a Magnolia ya que, de alguna forma, por lo menos en el imaginario colectivo, Asamblea Uruguay representa una parte más hacia la derecha del FA y en cambio Magnolia y Casa Grande están más a la izquierda.
Sí, siempre depende qué es lo que estés contextualizando. Uno puede decir de izquierda o derecha relativo a economía, a la política militar. Depende en qué.
Pero uno cuando es joven va haciendo sus caminos y esos caminos tienen búsquedas. Y también tienen desencuentros. Y los últimos años en Asamblea Uruguay había más desencuentros que encuentros. Teníamos dos opciones en ese momento: o quedarnos en una actitud insurgente y casi que revolucionaria interna o buscar nuestros propios caminos, sabiendo además que eso la "rational choice" de la política no haría. Nosotros optamos por ir a construir nuestro sector, con nuestra lista, con nuestros colores, con nuestros logos. Desde el nombre pensamos que fuera un nombre que generara algo diferente en el conceptual, que sea de mujer.
La magnolia es en realidad la flor que resurge en la era cretácica luego de los dinosaurios. La lectura esa de que venimos después de los dinosaurios poéticamente nos parecía muy buena.
Decías nombre de mujer, el género y la diversidad son temas que siempre manejaron mucho. De hecho está la publicidad esa donde aparecías vestido de mujer...
Sí, sí, otra piel (se ríe). Es que para nosotros la agenda de derechos, en el relato de construcción de nuestra generación, es muy importante. Si uno mira lo que fue la lucha por poner estos temas arriba de la mesa, nuestra generación lo intenta primero dentro del FA, pero luego para lograr meterlos en agenda pública y generar logros, lo hace a partir de introducirlos por fuera de las estructuras partidarias. Fue por medio de organizaciones sociales y la fuerza de la sociedad civil, aunque muchas veces estaban militadas por gente que también estaba dentro de la estructura partidaria. Y después tiene mucho que ver con la renovación.
Claro, eso es algo que se repite en lo que decís. ¿Ser joven en política cuesta? ¿genera peajes que quizás otros más grandes no tienen?
Lo primero que hice cuando llegué acá (señala su oficina) fue cambiar ese cuadro de Artigas por el de estos adolescentes tirando piedras en los 70. Y lo primero que tuvimos claro con el equipo fue que a los jóvenes y a las mujeres siempre se los mide mucho más. Y que acá había que dar 120 % durante todo el día.
Yo igual creo que más allá de las personas jóvenes o la renovación de individuos, hay procesos que son renovadores.
Y vuelvo al recuento de Magnolia, porque yo también así como te dije que en un momento empecé a hacer política, un día dije este mundo no es para mí y me abrí. Del 2010 al 2013 yo no hice nada. Hice política sí, pero en la actividad sindical; me abrí de la política partidaria. Estuve en el sindicato de la Junta Departamental y fui secretario del mismo.
Pero en 2013 surgió la posibilidad de la candidatura de Constanza (Moreira) que, de alguna manera, es la que me genera volver a retomar con Magnolia todo nuestro proyecto; el hecho de que existiera una candidatura que enfrentara, en ese momento, dos visiones sobre muchos temas que había en el FA: agenda de derechos, igualdad de género, política militar. Eso genera renovación. Gracias a esos procesos es que hoy estoy yo acá o Santiago Brum en Comunicación, que tiene 34 años.
Viniendo a eso: ¿en el 2015 esperabas la Prosecretaría?
No. A ver, primero me sorprendió la posibilidad de ser uno de los suplentes de Daniel, porque en realidad el proceso empieza ahí. Y luego cuando se comienzan a armar los equipos, lo cierto es que lo único que yo les marqué a Daniel y Constanza es que no estaba de acuerdo con estar en cualquier lugar con el que yo payara a disgusto.
Y la verdad que el lugar que me quedaba más cómodo, por los diez años en la Junta Departamental, era en algún área de la secretaría general. Y bueno, Daniel me la propone y acá estamos.
La Intendencia vive como institución siempre una pugna entre lo político y lo técnico, ¿vos por qué lado pensás que te eligieron?
Yo creo que sin duda es por lo político. Sin duda.
Pero por otro lado, tenés todo el conocimiento de tu trabajo en la Junta.
Claro, eso sin duda te genera también un conocimiento, pero acá desde el primer momento Daniel me pide elegir algunos procesos que había definido en la campaña, generar un equipo de trabajo y transversalizarlos para ejecutar la política lo más rápido posible. Y después todo lo que pasa por la Prosecretaría tiene que ver con la convivencia y con los espacios públicos.
El cargo también te genera otra exposición mediática que quizas antes no tenías, ¿cómo la vivís?
Yo no me doy mucho cuenta. Eso es bueno. Me entero porque mi hijo me dice "Papá, me dicen los compañeros que te vieron en la tele". Pero en realidad a mí no me ha cambiado la vida.
Me refiero también a todo el tema de los boliches, porque de alguna forma sos el que da la cara por la Intendencia. ¿Sentís un estigma?
Ah bueno, eso sí me cambió la vida. Pero hay algo increíble sobre ese tema que tiene que ver con esto: el joven viene y te dice "sos un aguafiesta, me cerraste el boliche", el empresario te dice "me estás persiguiendo el boliche" y el vecino te dice "no me estás dejando dormir". Entonces hay como una línea que uno intenta que sea de convivencia común que es muy difícil de acercar. Y yo resalto que cuando se habla de convivencia uno habla de negociación también. Y negociar siempre es insatisfacción compartida. En ese sentido, sí me ha cambiado. Sobre todo porque es más difícil que pueda ir a un boliche hoy en día (se ríe). Y todavía soy una persona relativamente joven para poder hacerlo.
¿Y cuál es el arquetipo de boliche que promueven con la Intendencia? Porque las medidas van hacia algún lado.
Lo que importa acá no es que sea un boliche. Ojalá existan boliches y centros culturales de todo tipo y de diversas formas. El problema que tenemos es la falta de calidad y de certezas. Si vos sabés que el local a las tres de la mañana cierra, tenés claridad de que por lo menos es así. Pero lo cierto es que hoy no hay esa claridad. Y después tenemos que avanzar en la territorialidad, desarrollar estímulos y desestímulos para la colocación de ciertos tipos de emprendimientos.
De ahí sale algo que puede chocar: por ejemplo, que el complejo W haya cerrado, que era un lugar que estaba lejos de todo, también implicó que mucha gente no tuviera adónde ir.
Cuando uno toma decisiones siempre genera consecuencias. No solo en el lugar que tomó la decisión sino también más globales. Nos pasó cuando se cerró durante algún tiempo el Interbailable por ruidos molestos que eso también generó ciertas consecuencias de movida en la Ciudad Vieja. Algunas positivas y otras negativas.
Nosotros, teniendo en cuenta la falta de ofertas para una demanda de jóvenes que iban a W, fue que permitimos la instalación de la carpa en el Faro de Punta Carretas. Esa misma carpa se permitió que se instalara luego en las canteras del Parque Rodó, donde tuvo aquél hecho desgraciado del accidente del muchacho que lo tiraron. Y luego estuvo en el local que era Don Trigo.
Es decir, nosotros siempre estamos tratando de estudiar y tener en cuenta cuáles son los niveles de oferta y demanda de determinadas movidas. Primero porque entendemos que debe haber un acceso democrático a la cultura en general, al ocio y a la recreación, pero además porque el hecho que esa demanda no esté cubierta genera consecuencias en el espacio público. Jóvenes que no tienen que salir, que se quedan hasta altas horas de la madrugada en el espacio público y aunque para nosotros es un lugar de encuentro y convivencia y nunca los vamos a echar, también hay que tener en cuenta que lo comparten con vecinos que necesitan descansar.
Hablabas de las normativas que generen certezas, pero se me viene a la cabeza el caso de Paullier y Guaná, con el que hicieron un trabajo codo a codo bastante fuerte e igual se clausuró. ¿Qué pasó?
En el caso de Paullier y Guaná nosotros no entendemos qué pasó. Lo hemos dicho claramente, para nosotros el local contaba con todas las habilitaciones que solicitamos nosotros, las de Bomberos y más. Y allí fue alguna dificultad con la Jefatura que todavía están solucionándola. Pero lo cierto es que para la Intendencia no tenía ningún tipo de problemática.
Pasando a nivel nacional, ¿qué pensás de las medidas anti-tabaco que expuso Tabaré hace poco, de que no se pueda fumar en vehículos privados o en puertas de liceos, entre otros lugares?
A ver, yo creo que la normativa nacional de tabaco en el primer gobierno de Tabaré Vázquez ha generado un cambio cultural en la sociedad uruguaya impresionante. Creo que debe haber sido el cambio cultural generado más rápidamente en la historia del Uruguay sin dudas.
Entonces, en ese sentido, cualquier norma que apoye un cambio cultural en pos de la salud de la gente hay que ayudarla. Lo que sí personalmente no comparto mucho es el ingreso a la vida privada de las personas, que creo que es un factor que siempre hay que defender.
Te lo pregunto porque de alguna forma son medidas que están emparentadas con las de los boliches.
Es que incluso el tabaco tuvo una consecuencia en los locales con lo que fue la salida a fumar a la puerta. Eso generó muchísimo ruido social. Por eso dentro de nuestra normativa se va a exigir que haya sala de fumadores adentro de los locales, si funcionan hasta altas horas de la mañana.
¿Qué dirías a una persona que te dice que le estás limitando la libertad?
Pero eso es como que vayas a doscientos kilómetros por la rambla y me digas que me estás limitando la libertad.
En el fondo, es una visión normativa de lo que está bien y lo que está mal, de lo que se puede y lo que no.
No es si es lo que está bien o está mal. Lo que hacés es ordenar los horarios del día para que todo funcione.
Pero según unos valores determinados por la Intendencia, en el caso de los boliches.
Los horarios siempre son discrecionales. Pero la idea es llegar a acuerdos de convivencia: los boliches qué dicen, los jóvenes qué dicen. Lo primero que planteamos fue reducir los horarios de salida y tuvimos marcha atrás. Los propios jóvenes fueron los que dijeron "no, no podemos", pero "no podemos porque salimos de facultad a las 11 de la noche o salimos de trabajar". El Uruguay no estaba preparado para un cambio de ese tipo. Pero, ¿cuál era la solución? Los propios jóvenes dijeron que cortemos el horario de ingreso, porque el problema es la puerta. Porque si cortás el horario de ingreso, llega un momento en el que tenés que entrar. O sea, si querés bailar hasta las diez de la mañana, podés, pero dentro del local.
Hay que intentar encontrar líneas comunes, porque se gobierna para todos y todas. Hay algo muy importante: nosotros podemos tener nuestras subjetividades, nuestras razones de peso, pero gobernamos de acuerdo a la objetividad de las leyes.
Cambiando de tema, ¿cómo es trabajar con Daniel Martínez?
Yo encontré a un tipo extremadamente cercano. Uno de los primeros encuentros que tuve con él me presenta haciendo un chiste que a mí me pareció malísimo y me bajé de la lista, no quise hablar, como buen calentón. Y después le dije: "Yo, botijeos, no". Y me dice: "No, yo hago ese tipo de chistes, soy así". Y la verdad es que es cierto. Es un tipo absolutamente cercano, de buen humor, con un energía positiva increíble.
Y creo, además, que le va a dejar a Montevideo un legado con cosas que van a ser muy importantes. Unas se verán en este período pero otras las veremos en más años.
En la última encuesta de Interconsult, Daniel Martínez aparecía primero en intención de voto dentro de los candidatos del Frente a la Presidencia, ¿qué pensás de eso?
Es que Daniel está haciendo sin dudas un gran trabajo como intendente. Sí me preguntás egoístamente me gustaría que siga acá. Porque creo que todos nos enamoramos de su proyecto de Montevideo. Ahora también si mañana define ser candidato voy a ser el primero en darle el apoyo porque veo de cerca lo que labura y es increíble.
Y vos al trabajar cerca de él, ¿pensás que te genera alguna oportunidad política a nivel nacional?
Ahhh, no sé. Yo soy muy kamikaze, nunca calculo nada. Realmente, así como un día me fui de Asamblea Uruguay y otro día dije mi rol está en la fuerza sindical y social u otro día salí con Constanza a dar vuelta el país. Y hoy estoy acá. Pero no suelo generar cálculos y mucho menos de un punto de vista electoral. Trabajo en base a enamorarme de proyectos y que esos proyectos me convenzan. Y puede parecer algo armado, pero por suerte tengo un archivo que me ampara en que siempre he actuado así.
Ya para terminar: en un hipótetico escenario en 2019 donde Daniel Martinez y Constanza Moreira se enfrenten en las internas del Frente, ¿a quién apoyarías?
No, yo creo que Daniel y Constanza, sean cual sean las candidaturas, van a ir juntos. Eso casi que te lo podría afirmar. Vienen trabajando juntos hace tiempo, en organizaciones que vienen teniendo cosas en conjunto. Y Constanza fue la primera cuando salieron las candidaturas en apoyar al proyecto de Daniel. Y si fue así para la Intendencia, imaginá que será lo mismo para la Presidencia.
Manuel Serra | @serra_sur
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