Por The New York Times | William J. Broad, Chris Buckley and Jonathan Corum
En el desierto remoto donde China detonó su primera bomba atómica hace casi 60 años, una plataforma de perforación abrió hace poco un pozo vertical profundo que se estima llegará hasta al menos unos 530 metros. Hasta el momento, es la prueba más contundente de que Pekín está sopesando la posibilidad de probar una nueva generación de armas nucleares que podrían aumentar la letalidad de su potencia misilística en rápida expansión.
Durante años, informes del gobierno estadounidense y de expertos independientes han expresado vagas preocupaciones sobre la antigua base, Lop Nur. Los informes apuntan a posibles preparativos para operaciones durante todo el año y a una “falta de transparencia”.
Pero actualmente, olas de imágenes satelitales han revelado que en la base militar hay pozos perforados hace poco —ideales para contener tormentas de radiación mortal provenientes de grandes explosiones nucleares— así como cientos de otras mejoras y ampliaciones.
“Todas las pruebas apuntan a que China está haciendo preparativos que le permitirían reanudar las pruebas nucleares”, dijo Tong Zhao, experto nuclear del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.
Siegfried S. Hecker, exdirector del laboratorio de armas de Los Álamos en Nuevo México, describió la reconstrucción de Lop Nur como inusual. “Los rusos y los estadounidenses han continuado la actividad en sus sitios de prueba”, señaló, “pero nada como esto”.
Los analistas afirman que la actividad en Lop Nur evidencia una amplia modernización del sistema nuclear de China, y advierten que podría desencadenar una nueva era de rivalidad atómica.
Las medidas de China, junto con las de otras potencias nucleares, podrían socavar la prohibición mundial de los ensayos nucleares que comenzó en 1996, según explican los analistas. Las potencias atómicas del mundo la firmaron después de la Guerra Fría como una manera de frenar una costosa carrera armamentista nuclear.
La nueva evidencia en Lop Nur fue descubierta por Renny Babiarz, exanalista de la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial, perteneciente al Pentágono. Babiarz, experto en reconocimiento por satélite y del programa nuclear de Pekín, dice que las detonaciones en los pozos profundos podrían acelerar un intento por perfeccionar nuevos tipos de armas nucleares para el arsenal en rápido crecimiento del país. Los expertos independientes que han examinado las imágenes satelitales y los análisis de Babiarz comparten sus preocupaciones.
La actividad en Lop Nur se produce en uno de los momentos más sensibles de las relaciones entre Estados Unidos y China. El presidente Joe Biden ha dicho que está tratando de “estabilizar” una relación cada vez más conflictiva y, en una reunión de una cumbre el mes pasado con Xi Jinping, el líder de China, buscó una medida de acuerdo.
Los funcionarios de inteligencia estadounidenses dicen que han seguido el resurgimiento de Lop Nur durante años. Si bien la construcción es obvia, afirman, su propósito no lo es. Admiten que China podría estar preparándose para una prueba nuclear. Pero añaden que es posible que Xi no tenga la intención de avanzar a menos que Estados Unidos o Rusia lo hagan primero. Los funcionarios dicen que Xi podría estar reduciendo sus riesgos sin perder la oportunidad de avanzar, perforando pozos verticales profundos para que, de ser necesario, China pueda actuar rápidamente.
El lunes, a través de una declaración, el Ministerio de Relaciones Exteriores en Pekín desestimó las preguntas sobre las mejoras en Lop Nur y dijo que estaban “persiguiendo sombras, y fomentando una ‘amenaza nuclear de China’ sin fundamentos”. Calificó tales afirmaciones de “completamente irresponsables”.
El ministerio también destacó el compromiso de Pekín de respetar la prohibición de los ensayos nucleares. China, afirmó, “no escatimará esfuerzos para hacer realidad la noble aspiración de prohibir y erradicar por completo las armas nucleares”.
?Lop Nur es una enorme base militar, con una superficie terrestre similar a la de Virginia, en la árida región de Sinkiang, en el extremo occidental de China. Los testimonios chinos dicen que el área fue elegida para las pruebas nucleares porque era muy árida y aislada, sin residentes permanentes. Pero la región más amplia de Sinkiang alberga a los uigures, un grupo étnico mayoritariamente musulmán que en fechas recientes ha sufrido detenciones masivas y controles de seguridad generalizados.
Los uigures han protestado durante mucho tiempo contra las amenazas a la salud derivadas de las pruebas nucleares en el sitio, que comenzaron en 1964 después de que Mao Zedong decidiera construir la bomba. Las primeras pruebas estuvieron coronadas por nubes en forma de hongo y lluvia radioactiva. China realizó su primera prueba nuclear subterránea en 1969.
Al principio, China utilizó túneles horizontales poco profundos. Llegó relativamente tarde a la perforación de pozos verticales que fueran lo suficientemente profundos como para contener de manera confiable la radiación mortal, sobre todo de grandes explosiones. La primera prueba de este tipo se realizó en 1978.
Después de la Guerra Fría, el sitio de pruebas de Lop Nur puso fin a sus grandes explosiones y se convirtió en un relativo remanso.
Eso empezó a cambiar después de 2012, cuando Xi llegó al poder. El líder chino vio la Rocket Force, que creó a finales de 2015, como una de sus glorias. La organización de élite, custodia de las armas nucleares de China, encarnaba las ambiciones de Xi de elevar a su país como una gran potencia lista para enfrentarse a Estados Unidos.
Resultó que el ascenso político de Xi coincidió con el renacimiento de Lop Nur.
Los expertos nucleares afirman que no ven señales de una prueba china inminente y sostienen que es posible que Pekín no haga nada. La reconstrucción de la base militar podría ser simplemente una advertencia para Occidente, afirman. Los expertos chinos así lo han sugerido.
Otros analistas no están de acuerdo, y alegan que las flotas chinas de nuevos bombarderos, submarinos y silos misilísticos presagian un impulso para obtener nuevos armamentos.
China podría desplegar 1500 ojivas nucleares para 2035 si mantiene su ritmo actual de expansión de fuerzas, según ha proyectado el Pentágono. Esa cifra quintuplicaría el “disuasivo mínimo” que China poseyó durante más de medio siglo.
Los expertos estadounidenses afirman que en este momento los científicos chinos están planificando la obtención de armas particulares que consideran las más adecuadas para esa expansión y que podrían aprender mucho de las explosiones de prueba.
Lo que China más quiere, dicen los expertos, es la miniaturización. Con misiles nuevos y más precisos que localizan objetivos, sus científicos pueden reducir la potencia, el tamaño y el costo de las ojivas.
Los expertos dicen que la miniaturización podría hacer que los misiles submarinos de China sean más letales. La miniaturización también podría ayudar al desarrollo chino de ojivas hipersónicas que tengan la capacidad de zigzaguear para evadir las defensas estadounidenses.
Los expertos estadounidenses ven la modernización de Lop Nur como una señal de hasta dónde podrían estar dispuestos a llegar los chinos.
“Tenemos que entender que tenían una postura conservadora”, señaló Terry C. Wallace, exdirector de Los Álamos que ha estudiado durante mucho tiempo el programa de experimentación nuclear de China. “Eso está cambiando”.
La evidencia sugiere que Pekín está sopesando la posibilidad de probar una nueva generación de armas nucleares. Fotografía comentada de una instalación de alta seguridad, posiblemente para almacenamiento de explosivos o preparación de dispositivos nucleares.
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