Seré curioso

Seré Curioso

Chacho Ramos: "Si supiera cómo hacer un hit, buscaría hacerlo todos los días"

De Casupá a Artigas y a Sarandí del Yí, y de ahí a la conquista de todo el país. Amante de la cumbia colombiana, dice que lo suyo es el folclore latinoamericano.

06.06.2019 09:51

Lectura: 18'

2019-06-06T09:51:00-03:00
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Por César Bianchi
@Chechobianchi

Fotos: Juan Manuel López


Si no sabés quién es y te cruzás con Carlos Alberto Ramos (49) por las calles de Montevideo seguramente pienses que es un turista nórdico perdido. Su piel blanquísima, de esas tan sensibles que el frío o el calor lo hacen sonrojar fácilmente, de esos cutis que cuestan tostar en verano, y dueño de ojos claros, bien que parece un danés o noruego llegado a Uruguay por alguna curiosidad como la marihuana legal, pongamos. Pero si uno habla con él, verá que es amante de la cumbia colombiana o la salsa cubana. Es más, es cultor de ese tipo de géneros, pero reversionados "a la uruguaya". Y si uno sabe quién es, nunca le dirá Carlos Alberto, sino Chacho. Y en el interior, Chacho Ramos es Dios, con una popularidad similar a la de Lucas Sugo o Marito Silva, otros intérpretes de la música tropical concebida "en campaña" (y no la electoral).

En un café perdido atrás del Palacio Legislativo, Chacho aceptó esta charla para promocionar su show del jueves 13 de junio en el Teatro Metro, "Canciones bonitas por vos", a beneficio de la Fundación Pérez Scremini. Y terminó contando -haciendo catarsis- sobre los esfuerzos que hizo cargando instrumentos en ómnibus de línea y pidiendo préstamo tras préstamo para pagar la grabación de un disco, comprar un parlante o arreglar una guitarra, todo esto durante años, hasta que grabó una canción que no quería y cuyo título le sonaba absurdo: "Sol negro". Desde ahí, ya nada fue igual para el floridense Chacho Ramos y su grupo Mogambo de Artigas.

Después llegaron los hits -unos cuántos- en Sonido Caracol, y la separación en búsqueda de un perfil propio. Entonces Calipso y ahora Los Amos del Swing, la banda que lidera. Este buen hombre, profesional y disciplinado para trabajar, vio afectada su forma de tocar la guitarra después de un accidente en la ruta hace unos 18 años cuando se durmió tras una larga seguidilla de bailes y desbarrancó. Pero la sensibilidad para componer y advertir melodías en el aire las tiene intactas.

-Hijo de una profesora de música y acordeón piano. ¿Cuál fue el primer contacto con la música? El más primitivo que recuerdes...

-Fue cuando mi madre me regaló una guitarra un 6 de enero, cuando yo tenía 7 años. Claro, yo pensaba que me la habían traído los Reyes Magos, claro. Y después de eso, me puso a estudiar guitarra. "No te cuesta nada, es una vez por semana ir a clases", me dijo mi madre. Ahí empecé, faltaba a algunas clases, concurría a alguna otra, si había algún partido de fútbol faltaba a clase, y después la profesora le decía a mi madre...

-¿Y cuándo se despertó la vocación de la música?

-A medida que fue pasando el tiempo, fui creando un vínculo con el instrumento. Primero con la guitarra, después un poco el piano, pero más que nada la guitarra.

-A los 15 pintabas para crack en Casupá. ¿Qué pasó con aquel puntero derecho goleador prometedor del Estrella América?

-Tengo unos recuerdos extraordinarios de la época del fútbol, de los vestuarios, de los compañeros, de viajar a otros pueblos a jugar. Era una liga de Casupá, regional, con otros equipos de Casupá y zonas cercanas. Y después en selecciones juveniles íbamos a jugar ya más lejos, a otras ciudades del departamento. El hecho de tener un equipo deportivo, un grupo, me enseñó un montón de cosas lindas, porque el deporte, por encima de la competencia, de ganar un partido o perder, maneja tantos valores... Y uno, en esa etapa de niño no se da cuenta que estando dentro de una cancha de fútbol estaba aprendiendo muchas cosas. Cuando vas a ayudar a un compañero que pierde la pelota estás aprendiendo a ser solidario, aprendés a compartir las alegrías cuando vas ganando, pero aprendés a vivir y cómo se viven las tristezas cuando perdés. Es muy similar a lo que la vida te va a mostrar después, en el futuro.

Por eso el deporte tiene un lugar importante en mi vida: entreno, hago gimnasia, sigo jugando al fútbol, más amateur que antes... Hoy han surgido un montón de ligas para que la gente mayor juegue al fútbol, que veo que han renovado el espíritu de pila de gente que jamás pensó que iba a volver a jugar con más de 50 años. Ahora integran algún equipo y juegan contra otros.

"En una cancha de fútbol estaba aprendiendo cosas. Cuando vas a ayudar a un compañero que pierde la pelota aprendés a ser solidario, aprendés a compartir las alegrías y las tristezas cuando perdés. Es muy similar a lo que la vida te va a mostrar después"

-¿En serio sos tímido?

-Soy tímido, sí, pero no me queda otra que encarar lo que tengo que encarar porque es mi trabajo. Me cuesta mucho asumir la popularidad... yo soy una persona que le gusta la tranquilidad y tratar de vivir como una persona que no es popular. Pero la popularidad te da eso: que te conoce todo el mundo. Soy muy agradecido por las cosas que me pasan, pero reconozco que me genera timidez.

-¿La mayor osadía para vencer esa timidez fue ponerte al frente de una orquesta para cantar?

-Cuando empecé sí, porque era muy niño. Cuando empecé a cantar tenía 16 años. Yo no quería, me costó mucho.

-Contó el periodista Pedro Tristant para El Observador que tuviste un accidente que afectó tu forma de tocar la guitarra. ¿Cómo es eso?

-Me dormí manejando de vuelta a casa, después de una semana de Carnaval que había tocado todos los días. Como había terminado de tocar en los bailes en Maldonado, bastante cerca de casa, decidí venirme para mi casa en Montevideo. Acostumbrado, además, a hacer cientos de kilómetros sin haberme dormido nunca. Y en esta oportunidad influyó mucho la seguidilla de bailes, había tocado 11 días de corrido... Y me dormí a la altura de Parque del Plata, me fui para afuera de la ruta, y tuve muchas fracturas, tuve una triple fractura expuesta en el brazo, más la clavícula, tuve cortes en la cara, unos vidrios me abrieron un poco la garganta y otros en la cabeza. No me maté de casualidad... Fue poco para lo que quedó el auto, que ya no sirvió para más nada.

Me afecta para tocar, porque tengo el brazo izquierdo lleno de chapas y tornillos, entonces a la hora de girar la mano para hacer la postura de la guitarra, no baja del todo. La derecha gira totalmente, la muñeca y el brazo, pero la izquierda no. Queda trancada. Entonces, tengo que inclinarme un poquito hacia abajo para poder tocar con la izquierda. Eso fue hace como 18 años.

-Un trasnochado podría decir que hacés cumbia, pero no es así. ¿Cuál es este género que tanto se canta y baila en el interior? ¿Es charanga, como dice Lucas Sugo?

-La palabra charanga está bien aplicada, porque implica instrumentos de cuerda y piano. Nosotros no tenemos instrumentos de cuerda, pero tenemos piano y guitarra. No tenemos violines ni violonchelo, pero tenemos bajo, guitarra y piano. O sea que el término está bien. Pero yo diría que hacemos parte de folclore colombiano, y por ende, folclore latinoamericano. Así como en Chile se canta una cueca y en Bolivia un carnavalito, en Argentina una zamba, y aquí un candombe o una milonga, en Colombia es la cumbia es parte de su folclore. Al estar haciendo folclore colombiano, estamos haciendo folclore latinoamericano. Además de eso, las letras de nuestras canciones son muy folclóricas: hablan del río, del pescador, de la piragua, de los amores, de nuestra tierra, de la idiosincrasia nuestra, que se ve bastante reflejada en el interior. Obviamente pertenece al género de música tropical, que es muy variado porque está la cumbia, la plena, el merengue, la salsa, la bachata, el bolero, infinidad de ritmos, pero todos ellos son parte del folclore latinoamericano.

"Las letras de nuestras canciones son muy folclóricas: hablan del río, del pescador, de la piragua, de los amores, de nuestra tierra, de la idiosincrasia del interior. Obviamente pertenece al género de música tropical, pero es parte del folclore latinoamericano"

-Parafraseándote: ¿Qué tiene la noche?

-Un amor que sueña deshojando margaritas...

-La noche, los toques y las giras en la madrugada suelen venir acompañados de tentaciones: las mujeres, el alcohol, las drogas. ¿Alguna de ellas pudo contigo?

-Para nosotros la noche trae el trabajo los fines de semana, porque siempre desde un comienzo encaré mi trabajo, la música, con responsabilidad. El trabajo y la disciplina a la hora de grabar, de vestirnos, de llegar en hora a un baile, y de cumplirlo de la mejor manera. No tomarlo como una salida a pachanguear. Nunca faltó algún allegado que nos dijera: "Pero ustedes, ¿de qué van a trabajar?". "De músicos", le decíamos nosotros. Yo decía que amaba esto, que quería dedicarme a esto. Así como otros trabajan de día, nosotros trabajamos de noche.

-¿Nunca te ofrecieron drogas?

-Jamás. Nunca. En Uruguay no. Una vez sola pero afuera del país, no acá.

-Un vino con amigos te lo permitís...

-Sí, claro, si estoy en un asado, sí. Claro que sí. Como cualquiera: un vino o un whisky, tomo encantado.

-Ya con grupo Mogambo, de Artigas, metiste tu primer gran éxito: "Sol negro", algo así como tu "Cinco minutos". ¿Te diste cuenta que estabas grabando un hit?

-No. Es más: yo no lo quería grabar. Me parecía que era un tema que no iba a funcionar. ¡Qué visión comercial tenía! Jaja... Pero había un montón de amigos que insistía que teníamos que grabarla. El grupo previo a Mogambo era La Flota, que era un grupo inspirado en la nueva trova cubana, con mucha armonía, mucho acorde, mucha cosa, y fuimos a Artigas con la idea de hacer temas mucho más trabajados profesionalmente. Y bueno, cuando tuve que grabar "Sol negro", un tema muy simple desde lo musical y cuya letra no me convencía, iba contrario a toda la idea que llevábamos... Tuve que bajar mis pretensiones musicales, y el tema fue un suceso.

-Eso supuso radicarte en Artigas: escuchar hablar portuñol, ver la Globo en la tele, hinchar por el Inter o Gremio, ir a un carrito y pedir una "xis" y no una hamburguesa...

-Exacto. Todo eso. Implicó todo eso, pero me adapté sin problemas y me gusta tomar las cosas lindas de cada pueblo. Miré el campeonato brasileño con mucho gusto, además da gusto mirarlo...

-Sonido Mackenzie en tu pueblo, Cenizas -una orquesta de Sarandí del Yí-, grupo Mogambo, pero en 1995 nace Sonido Caracol, banda de Sarandí del Yí que te catapulta a la fama. ¿Qué ha significado Caracol en tu vida?

-Ahí despegamos, pero después de muchos años de trabajar y de pelearla con mucho sacrificio. Siempre destaco los viajes desde el interior a Montevideo a grabar en los ómnibus de línea (no teníamos vehículo nuestro), entonces uno subía con el bajo, otro con las tumbadoras, otro con el piano, otro con la guitarra, llegábamos aquí e iba uno a la casa de un primo, otro a lo de un amigo, otro a lo de un familiar, pagábamos cifras astronómicas para poder grabar un disco, grabábamos ese disco y no metíamos ningún tema, y al año siguiente, cuando juntábamos unos pesos de nuevo, volvíamos en las mismas circunstancias. Además, pagábamos préstamos de los bancos, algunos amigos nos salieron de garantía para que pudiéramos sacar un préstamo para poder comprar parte de la equipamiento. Pagábamos ese préstamo y renovábamos otro préstamo. Siempre estábamos debiendo y siempre estábamos pagando. Y los pocos pesos que se juntaban eran para comprar parlantes, arreglar las cosas que se iban rompiendo, comprarse un traje, pagar la grabación.

Cuando la orquesta explotó en 2002, más o menos, se dio la particularidad de que grabamos un disco -Convivencias, de Caracol- que tenía 14 o 15 temas, de los cuales 10 entraron todos. Ahí la orquesta explotó. Y los discos anteriores, que habían pasado desapercibidos, se empezaron a escuchar también.

"Pagábamos préstamos, algunos amigos salieron de garantía para que pudiéramos sacar un préstamo. Pagábamos ese y renovábamos otro. Siempre debiendo y siempre pagando. Y los pesos que se juntaban eran para comprar parlantes, comprarse un traje, pagar una grabación"

-Llegaron a coincidir con el auge del pop latino: Chocolate, Mayonesa, Monterrojo, Los Nietos del Futuro... ¿Y ustedes siguieron haciendo lo mismo?

-El auge del pop latino fue un suceso impresionante. Yo personalmente dudé, me hizo dudar de si nosotros íbamos en el camino correcto. Pero no nos apartamos del camino y seguimos en la misma línea. Pensamos que lo nuestro era una música tradicional, que siempre estaba, independiente de las modas o grandes movimientos. Ahí entró Convivencias y entraron los discos anteriores también y los sucesivos ni que hablar.

-Metieron unos cuántos hits: "Temporal de amor", "Una copa de más", "Llamada urbana", "Qué tiene la noche", la mayoría compuestas por vos mismo... ¿Qué tienen en común estas canciones que se transformaron en éxitos?

-No lo sé... No hay una explicación, porque si la tuviera... todos los días buscaría hacer lo mismo. Todos los días buscaría el gol. Se dan las cosas... Se alinean los astros.

La mayoría de esos hits no eran canciones mías, eran canciones de otros interpretadas por nosotros. Yo grabé en Caracol un disco que se llama Inédito, donde ahí sí, todos los temas eran compuestos por mí.

-¿Qué te inspira para escribir?

-Muchas cosas. Me puede inspirar una melodía, porque lo que me entusiasma es la música... Se me vienen melodías a la cabeza que las voy grabando en el celular -ahora me gustaría comprarme un grabador como el tuyo para grabar las melodías-, y después le pongo una letra que me parezca coherente con esa melodía. ¿Y sobre qué escribo? Cualquier cosa, de repente algo que vi... pero no es algo puntual, puede ser de miles de forma. Incluso me pasa que tengo todos temas románticos y preciso un tema más pachanguero, entonces me siento y me propongo escribir un tema pachanguero. Y lo saco.

-Después de 13 años, en 2007 dejás Sonido Caracol. ¿Por qué?

-Porque entendí que tenía que tomar una idea que pasar enteramente por mi cabeza y no sólo la parte artística, que era de lo que me encargaba en Caracol. Quería poder tomar las determinaciones que uno toma cuando decide por sí y ante sí. Pero tuve y tengo una relación bárbara con Guillermo (Píriz), quien era mi socio, nos hablamos continuamente, y los dos entendimos que podía ser una buena cosa mi separación.

-¿Cuándo fue la última vez que suspendiste un show por algún motivo?

-No recuerdo. Quizás cuando tuve el accidente y me quebré, pero no, porque igual salí a tocar quebrado, enyesado. Yo no recuerdo cuándo fue la última vez... Si suspendí un show no lo recuerdo, así que el porcentaje de suspensiones es mínimo o no existe. He tocado hasta con fiebre y mal de la garganta, muchas veces. Yo no me cuidaba la garganta, ahora me cuido un poco más. Pero siempre fui de no cuidarme, tomar cosas frías y agua con hielo, salía de los bailes transpirando y no me cambiaba de ropa... Ahora, con 49 años, sí me cuido un poco más. Pero te decía que no suspendo shows, porque una persona que está promocionando durante un mes mi actuación, y tiene todo armado, le resultaría fatal que yo le avise un día antes que no puedo ir a tocar.

"Cuando tuve el accidente y me quebré, igual salí a tocar enyesado. He tocado hasta con fiebre y mal de la garganta, muchas veces. Yo no me cuidaba la garganta, ahora me cuido un poco más, porque tengo casi 50"

-La cumbia colombiana ha sido una inspiración, me decías. Has viajado mucho a Colombia, a escuchar de cerca el vallenato y la cumbia caribeña...

-Sí, por eso siempre voy a la costa, cuando voy. Santa Marta, Cartagena, Barranquilla, Valledupar. Soy un fanático de cómo se expresa cada pueblo, del folclore de los pueblos, de cómo se expresa cada pueblo a través de su música. Viviría escuchando las manifestaciones de los diferentes países, de cómo lo hacen sus propios músicos. Y de Colombia me gustan sus armonías y sus expresiones en la forma de cantar, muy parecida al interior nuestro. "Me contaron loh abueloh" y dicen "loh abueloh"....

-¿Qué cambió de Sonido Caracol a Calipso y de Calipso a Los Amos del Swing, tu nueva agrupación?

-En lo musical, nada. Es lo mismo. Que cuando me fui de Caracol pasé a tomar todas las decisiones yo, pero eso fue durante un tiempo nomás, porque después ya nos repartimos los trabajos con mis socios. Desde hace siete años a esta parte más bien funcionamos como una cooperativa, tenemos divididas las responsabilidades. Pero cuando me fui de Caracol era porque quería dedicarme más a lo mío, pero siempre teniendo la posibilidad de decidir yo.

-¿Te ves cantando y haciendo giras por el interior mucho tiempo más?

-No lo sé. Lo que sí sé es que voy a hacer música hasta el día que me muera, porque es lo que amo y es mi vocación. Es la cosa más maravillosa que me puede pasar: hacer música. Lo que trae consigo la música: los viajes, las esperas, no sé cuánto tiempo más voy a poder, porque eso ya me está cansando. Pero el ida y vuelta con la gente es impagable. El otro día se le rompió el auto a un amigo en José Pedro Varela y como sabe que yo ando por todos lados y toco ahí, me dice: "¿Tenés algún amigo en Varela?". Y le dije: "Claro que tengo". Llamé a un amigo de ahí, fue, le dio una mano y él siguió.

-Si ahora te digo Baltasar Brum o Tranqueras, también tenés amigos...

-También, también.

-¿Qué música escuchás cuando estás en tu casa o en el auto?

-Me gusta mucho la salsa. En casa no tengo un aparato para escuchar música, en casa escucho fútbol, noticias del acontecer nacional, de actualidad, hago mucho deporte (entreno todos los días), tengo una hija de 14 años, Lucía, que quiero ver todos los días.... Cuando escucho música, escucho cumbia colombiana o salsa cubana, me gusta la salsa como la tocan en Cuba, porque viste que la salsa tiene muchas raíces. Me gusta la mezcla de la guaracha con el jazz latino.

-Naciste y creciste en el interior, donde tocás todos los fines de semana, pero de lunes a jueves vivís en Montevideo. ¿Notás el centralismo montevideano que cantaba Pablo Estramín, aquello de "morir en la capital"?

-Sí, eso pasa, pero ahora hay una tendencia hacia la descentralización. Ya hay dependencias de la Universidad de la República en el interior, está la Universidad Tecnológica, creo que hay hospitales en el interior que son un ejemplo, como el de Tacuarembó. Quizás cuando Pablo escribió eso, la centralización estaba más marcada. Creo que ahora afortunadamente hay una tendencia a no centralizar todo en la capital.

-Tu agenda tiene fechas reservadas, ¿hasta...?

-Hasta fin de año, pero no es que toquemos todos los días, te hablo de los sábados y algún viernes. Te hablo de bailes. Porque casamientos y cumpleaños de 15 sí tengo agendados en 2020, porque una persona que sabe que se va a casar el año que viene, o cumple su hija 15 el año que viene, ya te llama y agenda. Y yo voy reservando. Nosotros perdemos de tocar en decenas de fiestas porque me quieren contratar muy cerca de la fecha, y ya tengo agendado.

"Tengo compromisos agendados hasta fin de año, pero no es que toquemos todos los días, sino sábados y algún viernes. Te hablo de bailes. Porque casamientos y cumpleaños de 15 sí tengo algunos agendados para 2020".

-Tan popular, sobre todo en el interior del país, tan exitoso, tan ovacionado las noches de viernes y sábados, vos que vivís solo, ¿en algún momento de la semana te sentís solo?

-No, no me siento solo. Quien tiene hijos nunca está solo, nunca te sentís solo. Siempre estás pendiente de lo que hace tu hijo o hija.

-¿Sos feliz?

-La felicidad no es un estado permanente. No creo en la felicidad las 24 horas del día. Creo que aparece por lapso, por momentos aparece una pena o una preocupación. Lo que sí estoy es tranquilo y valoro la tranquilidad: cumplir con las responsabilidades, y disfrutar los encuentros con los amigos, con las personas que quiero, con mi familia, y en esos momentos vivo quizás una sensación lo más cercana a la felicidad. Pero la felicidad como una sensación estable para mí no existe.