El refrán popular dice que en dos segundos la vida de las personas puede cambiar rotundamente, para bien o para mal. En el caso de Shirley y su pareja, ese abrir y cerrar de ojos crucial duró dos minutos. En ese lapso vio sobre la ruta perimetral un cúmulo de autos con las balizas puestas: algo había pasado.

En el minuto tres, Shirley se enteró de que su hijo de 4 años, Dylan, había sido atropellado tras salir de su casa luego de una serie de fatalidades concatenadas: un vecino dejó un portón abierto, el niño padecía trastorno del espectro autista y no solía acatar las órdenes, el terreno de la casa es grande, por lo que los lugares para esconderse podían ser muchos.

En el minuto cuatro, la Policía les dijo que lo debían llevar a un hospital, por lo que Shirley se quedó en su casa para cuidar a sus otras dos hijas, y el padre se fue con Dylan en la ambulancia. La advertencia en ese entonces era durísima: “Va a quedar vegetal”, pero Shirley respondió: “Mientras esté vivo, el resto lo vemos”.

Las siguientes horas fueron de una cierta tranquilidad, porque todo daba a entender que el niño estaba estable y nada parecía fuera de lo normal, dentro de un cuadro que presentaba varias lesiones de entidad. Sin embargo, en determinado momento, el estado de salud empeoró y los médicos les comunicaron a los padres que su hijo Dylan había muerto.

“Yo creo que caés después. En ese momento no, por el impacto mismo de la noticia, pero todo lo que vino luego fue horrible. Hasta que te toca, nunca lo podés entender”, comenta Shirley en diálogo con Montevideo Portal.

La muerte del pequeño no solo afectó por su ausencia, sino que el padre de Dylan tuvo un brote psicótico y hasta ahora no ha podido enfrentar el suceso. “Camina por la ruta, dice que no murió y que el cajón lo enterraron sin nadie adentro”, describe Shirley, quien pidió a los médicos —sin éxito— que lo internaran.

Delante de la casa hay un desarmadero de autos de la familia. Las cámaras de seguridad de la casa muestran que el día que Dylan escapó, corrió lo más rápido que pudo hacia la puerta. Cruzó la calle, llegó al primer paño de la ruta y dos autos entrepararon —se ven claramente las luces de frenos encendidas—: lo vieron, pero siguieron su marcha.

Foto: cedida a Montevideo Portal

Foto: cedida a Montevideo Portal

La familia, como es obvio, quiere justicia, pero “la más justa de ellas”. “No queremos hacerle mal a alguien, porque sabemos que los accidentes pasan”, considera Shirley, y enfatiza que si cualquiera de esos dos conductores hubieran parado, su hijo estaría vivo.

Las cosas que se dijeron 

Cuando el caso se dio a conocer, la información que circuló era confusa y plagada de hechos que nunca sucedieron. Uno de ellos fue que el niño estaba descalzo y con pañales, algo que luego no se constató porque al ser trasladado tenía su ropa.

“Nos estábamos por acostar, estaba lloviendo y yo hacía las camas. ¿Cómo voy a tener a mi hijo desnudo?”, se pregunta Shirley, y recuerda que por ese entonces prefería no leer las noticias, porque sabía de las imprecisiones.

La Fiscalía abrió una investigación en contra de los padres de Dylan, que son representados por el penalista Rafael Silva. La semana pasada, tras el pedido del abogado, la Justicia archivó las actuaciones al no encontrar elementos que pudieran arrojar responsabilidad en el fallecimiento del niño.

Silva indicó a Montevideo Portal que la investigación se dividía en tres partes: sobre los padres de Dylan, los autos que no prestaron asistencia, y el chofer que atropelló al niño ese día.

La Fiscalía ahora deberá ordenar la investigación en contra de las personas que manejaban los dos autos que no prestaron asistencia. “Era una muerte evitable, por eso se tiene que instruir la investigación sobre ellos. Después, lo que pase ya es otro tema, pero no podemos no investigar a quienes indirectamente tuvieron responsabilidad en el hecho”, agregó.

Conocidos y un testigo clave que no se animó

Por la Perimetral suelen pasar cientos de autos, y justo el que atropelló a Dylan era conducido por un hombre que había comprado repuestos en el desarmadero de la familia del niño. No tenían una relación de amigos, pero sí lo conocían, e incluso la abuela de Dylan había tenido trato con él.

El día que se dio el siniestro, el hombre viajaba junto a su esposa e hijos. La mujer, que estaba en el asiento del acompañante, dijo haber visto “algo” y advertirle al conductor: “Cuidado con el perro”.

En un comienzo, el hombre dio la misma versión, pero en boca de uno de sus hijos, aunque luego la cambió. Lo cierto es que las pericias arrojaron lo que muchos especulaban: el auto circulaba a más de 100 kilómetros por hora en una zona en la que se debe circular a menos de 60.

Los exámenes también determinaron que el auto, un Mercedes Benz de los 90, tenía fallos en los frenos y los discos delanteros con varios escalones producto de que estaban desgastados. 

Un mecánico que había reparado el auto en algunas ocasiones, y que suele comprar accesorios en el desarmadero familiar, le comentó a la abuela de Dylan que el vehículo tenía algunos problemas en el frenado cuando se conducía en cuarta velocidad.

Es decir, cuando el vehículo circulaba en cuarta, el ABS no respondía en tiempo y forma, por lo que al apretar el freno bruscamente las ruedas delanteras se bloqueaban. El día en que Dylan murió había llovido y estaba húmedo, por lo que el auto llegó a frenar, pero pasó por arriba al menor y se detuvo 20 metros después.

Foto: cedida a Montevideo Portal

Foto: cedida a Montevideo Portal

La familia de Dylan le pidió al mecánico que declarara como testigo en la causa, pero el hombre respondió que no porque no quería “tener problemas” con el conductor que mató al niño.

El conductor, que está imputado en la causa, no mantuvo comunicación con la familia de Dylan salvo el día en que se dio el siniestro. Shirley cuenta que hubo “un ida y vuelta” con ellos, porque su suegra comenzó a realizar posteos en Facebook pidiendo justicia.

“La respuesta de ellos fue que los dejáramos quietos porque sus hijos también se habían lastimado”, cuenta Shirley, y agrega: “Nosotros les dijimos que no fue culpa nuestra y que ellos estaban vivos. Dylan no”.