El pasado jueves la Justicia procesó con prisión por homicidio muy especialmente agravado al principal sospechoso del asesinato de Lola Chomnalez, ocurrido el 28 de diciembre de 2014 en Valizas.
La segunda prueba de ADN realizada al hombre coincidió con el ADN hallado en las pertenencias de la adolescente de 15 años. El procesado tenía antecedentes penales.
En los fundamentos de la sentencia judicial, a la que accedió Montevideo Portal, el juez Juan Giménez Vera señaló que el procesado declaró que nunca mató a nadie y que encontró la mochila de Lola “tres o cuatro días” luego de que se informara sobre la noticia de su desaparición.
“No. Nunca he matado a nadie. Ni una mosca”, dijo el procesado en la audiencia. Con respecto a la presencia de su sangre en la toalla y en el documento de identidad de Lola sostuvo: “En 2014, ayer no dije por miedo, por nervios. Quizás estuve mal todo este tiempo por no haber hablado. No maté a esa chiquilina. Nunca la vi, ni hablé. Trabajaba en [el supermercado] “333” en Valizas, en la entrada principal y bajaba todos los días a la playa (...)”.
El procesado señaló que su empleadora “permitía a los trabajadores interrumpir la jornada laboral por un lapso de una hora”, yendo él, todos los días a la playa a tomar mate, en alguna oportunidad con una compañera de trabajo, viendo la mochila “solamente cuando la tomó” y agarró el dinero.
El hombre, de 39 años, expresó que un día “estibando casilleros de cerveza, cayó uno que provocó la ruptura de una botella de vidrio, y al recoger los restos, se lastimó (cree) que el dedo índice de la mano izquierda, por lo que le pidió a una compañera de trabajo dos curitas, que se colocó en la herida”. Seguidamente completó el termo con agua caliente y se retiró del supermercado caminando rumbo a la playa, vistiendo “(…) de bermuda y sin remera creo. Bermuda, chancletas, termo y mate. (...)” llegando y tomando hacia la izquierda, en donde a “dos cuadras”, encontró la mochila, todo lo que le llevó 20 minutos, señala la sentencia judicial.
Ahí abrió la mochila, que contenía una toalla, un monedero, un par de chinelas y otros objetos. Respecto al monedero aseguró: “abrí con la derecha. Tomé el monedero con la mano izquierda, tomé la plata, me la puse en el bolsillo y cerré y me fui. (…)”, y ante la repregunta dijo que, tras sacar el monedero desde el interior de la mochila con la mano izquierda, “(…) abrí [el monedero] con la derecha y tomé la plata con la izquierda. (...)”. No vio documentos de identidad ni un libro, y la mochila la dejó en el mismo sitio que la encontró, no la trasladó a ningún lado, explicó.
Sin embargo, dijo que no vio el documento de identidad de Chomnalez. “Quizás al abrir. No lo saqué al documento ni lo toqué. Yo abrí el monedero”, relató. El hombre dijo no conocer a nadie apodado “El Cachila”, quien fue procesado por coautoría de homicidio agravado por alevosía.
Contradicciones
La sentencia señala que “la evidencia científica colectada, permite concluir” que el hombre “participó en la muerte de la adolescente, no siendo posible admitir la versión que aportó al ser indagado, en virtud que significaría la existencia de una serie de coincidencias que no cuentan con lógica ni respaldo en la evidencia agregada a autos”.
La Fiscalía, transcribió la explicación que el hombre dio respecto de su mencionado hallazgo de la mochila y el lugar donde con posterioridad la policía la encontró, distante al menos 2 kilómetros, la que califica como inverosímil, porque “(…) no se logra explicar que su sangre esté mezclada con la de la víctima, el que esté en la toalla que se encontraba en su mochila, el que la mochila haya aparecido a kms del lugar donde presuntamente la vio después de días de intenso rastrillaje y búsqueda por parte de particulares y funcionarios policiales, por el contrario, la versión aportada carece de todo respaldo probatorio”.
La fiscal Letrada Departamental de Rocha 2º turno, Jessica Pereira, que pidió el procesamiento del indagado, señaló que “la mochila no la encontró nadie ni antes ni después de la fecha en que presuntamente el imputado la halló”.
Pereira señala que el procesado “dio muerte a Chomnalez y luego le hurtó el dinero que traía consigo, enterrando la mochila a unos metros del lugar, lo que llevó a que su hallazgo se produjera el 14 de enero de 2015”.
“La única explicación razonable, para el Ministerio Público, es que el ADN del hombre fue ubicado en el DNI de Chomnalez y en su toalla, porque es uno de los autores del homicidio”, señala la sentencia.
Por otro lado, la fiscal cuestionó la explicación que dio el hombre sobre la herida cortante que le produjo una botella y que explicaba su sangre en la toalla y el monedero de la víctima. “Es obvio que, frente a la herida, debió higienizar la zona, tras lo cual menciona dos factores: el primero dado por la compresión del dedo mediante la instalación de dos curitas, y luego, el transcurso de 20 minutos hasta que llegó a la playa y caminó, según él, dos cuadras por la arena”, comentó.
Pereira recordó que el indagado “dijo haberse lesionado la mano izquierda, que a sus efectos es la inhábil dada su condición de diestro, no haciendo alusión a ningún tipo de acto violento que provocara que luego de 20 minutos y de cubrir la herida con dos curitas, esta, por algún tipo de mecanismo que no describió, quedara a la intemperie y se produjera un nuevo sangrado, justo en el momento en que toma contacto con el DNI y la toalla de Lola”.
“¿Es lógica la descripción que realiza sobre el depósito de su sangre en los objetos premencionados? No. No lo es. Y tal versión del suceso no puede más que calificarse como apartada de los límites de la verosimilitud”, sostuvo la fiscal del caso.
Por otra parte, el hombre dijo que cuando bajó a la playa caminó “una cuadra y algo” y notó “a lo lejos que había algo”. “La gente iba y venía, pero me senté al lado de la mochila. La abrí, cuando vi que no había nadie, vi el monedero, tomé el monedero, saqué la plata”, relató. “¿Por qué de la nada y a través de las dos curitas que cubrían su dedo índice de la mano izquierda, comenzó a fluir sangre? Esto tampoco parece haber ocurrido”, aseveró la fiscal.
“¿Por qué en el DNI de Lola está presente su genoma y el del procesado en una sola mancha? No puede considerarse lógicamente que la fallecida depositó su sangre en su documento de identidad, el que transportaba en el interior de un monedero que, a su vez, llevaba en su mochila”, añade la sentencia.
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