Por Federica Bordaberry
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Estaba creciendo y, de pronto, se vio fatalmente política. Eso declaró ya alguna vez en prensa. Ahora, que es precandidata a la Presidencia de la República por el Partido Colorado, Carolina Ache Batlle dice que se ve todavía “más fatalmente política que antes”.
“Cada vez más”, sentencia.
En la esquina de Manuel Albo y avenida Italia hay una suerte de proa cubierta de paneles de vidrio. Durante años, ese predio fue una florería gigante, pero ahora es una sede política. Su sede política. De un lado, la rodean los edificios que se van por las calles hacia el norte de la ciudad. Del otro, los árboles del parque Batlle (ex parque de los Aliados).
Entre la calle y el interior de la sede, las gigantografías que recubren los ventanales contienen la imagen de Carolina Ache Batlle, haciendo énfasis en ese segundo apellido, y la propuesta: presidenta.
El tercer Batlle se encuentra adentro, una ilustración de José Batlle y Ordóñez colgado en una de las columnas del predio. Y, a su alrededor, los detalles que aportan la obviedad de la campaña política: un mapa de Uruguay, una bandera nacional, pósters, sillas, mesas, una escalera hacia un piso apenas más privado. Una de las paredes mantiene aún, escrito con lápiz, las anotaciones de algún albañil o algún obrero con mediciones. Un detalle necesario.
—Todavía no está pronta, pero de a poco —dice Ache sobre su propia sede, mientras ingresa, pisando los escalones de la entrada principal.
Afuera, un viento ya frío borra del todo el calor intenso del verano y alardea la llegada del otoño, esos meses que servirán de campaña para las elecciones internas de los partidos políticos en Uruguay, de cara a las elecciones nacionales en octubre.
“Hay que ser realista con la situación en la que está hoy el partido. Más allá de que por supuesto que soy precandidata a la presidencia, en este momento me estoy enfocando en tener un liderazgo adentro de un partido que probablemente no llegue a la Presidencia”, declara Ache, la primera precandidata mujer de la historia del Partido Colorado.
Y que, a partir de eso, ha dicho que será la primera mujer presidenta de Uruguay. Aunque, cuando se le consulta por qué ella y no otras precandidatas en partidos con más votos como Laura Raffo (Partido Nacional) o Carolina Cosse (Frente Amplio), responde que “no estaba hablando de que tenía que ser necesariamente en esta elección”.
Nacer en una familia política no hace, necesariamente, que un hijo se dedique a la política. Pero hay algunos que sí, algunos a los que la experiencia de ser cercano a un partido y a la militancia desde el nacimiento los atraviesa. Para algunos, eso es inevitable.
“Por supuesto que me influyó crecer en una familia donde la política es parte de la mesa diaria, de todas las conversaciones y de la rutina de la familia. Eso no tiene por qué derivar en que uno termine transitando ese camino. Mi hermano, por ejemplo, me da una mano grande, pero él se dedica a otra cosa”, dice la precandidata.
Dentro de aquel crecimiento cercano a la política, lo que Ache recuerda es una tarea hecha con pasión. “Después tuve la posibilidad de vivir afuera, de aprender mucho y uno siempre busca volcarlo en poder ayudar. Es la vocación de servicio, que la podés volcar de muchas formas, no solamente en política, pero creo que ese es un lugar donde vale la pena también”, aclara.
Por qué política, entonces, y por qué una precandidatura en un partido que no solo actualmente logra pocos votos en las elecciones nacionales, sino que una parte no la acompañó en el caso de la entrega de un pasaporte al narco uruguayo Sebastián Marset.
Ella sostiene que es por una vocación de servicio. Pero un servicio que implica una propuesta política extremadamente vinculada a la ideología batllista.
“El batllismo significa vanguardismo, que significa pararse en el Uruguay de hoy, ver sus necesidades y ver qué es lo que se necesita para ir para adelante, un Uruguay moderno, que fue lo que se hizo en aquel momento”, explica. Y agrega que lo que es inamovible del batllismo son postulados como la república, la libertad, la justicia social, la eficiencia del Estado. Porque, dice, “el batllismo dogmático no es batllismo”.
Es que su propuesta se vincula con un Estado que no ponga un bastón para siempre, “pero sí que ayude al que está quedando por fuera del camino a volver al camino. En ese sentido, es una propuesta batllista, pero para eso necesitamos un Estado eficiente”, comenta. Y remarca: “No confundamos el hecho de tener una propuesta social con tener una propuesta de lucha de clases, que nunca fue batllista y que no lo es”.
Los recuerdos
Nació el 19 de noviembre de 1980 en Montevideo y su primer recuerdo de vida se
instaló cuando tenía tres años. La casa de sus abuelos, padres de su madre, era un apartamento del Centro donde iba a almorzar todos los domingos con el resto
de su familia. La memoria le indica esto: “Es en un corredor, corriendo hacia
los brazos de mi tía Mónica, una hermana de Mamá, que me esperaba como
agachada. Una tía con la que tengo muy linda relación”.
Y, aunque no empezó a militar fuertemente hasta empezar a estudiar Derecho en la Universidad Católica, está llena de recuerdos vinculados a la política.
Uno. Su abuelo Marcos Batlle siendo anfitrión del entonces candidato Jorge Batlle (1927-2016), líder de la lista 15, en su propia casa. Hacía los muebles a un lado y solo dejaba sillas para que los militantes colorados se sentaran a escuchar a su tío abuelo, el hijo de Luis Batlle Berres.
Otro. “Mi abuelo Marcos, que fue una de las mejores personas que conocí en mi vida y era hermano de José Luis [Batlle], que era la mano derecha en política de Jorge [Batlle], así que esas conversaciones de mi abuelo con José Luis las vivía yo con mucha atención”, dice Ache.
Y otro. Los pegotines enormes que se ponían en los parabrisas de los autos, inmensos, que decían Battle-Hierro, una de las fórmulas para la presidencia que consistía en Jorge Batlle y Luis Hierro López, durante aquella campaña.
Uno más. Su tío Eduardo Ache fue a la vicepresidencia con Jorge Pacheco Areco. Había “algunos vasitos de Pacheco Ache Pacheco, y todavía tengo algunos”, comenta Ache. Hay recuerdos, también, de las primeras reuniones militantes de jóvenes en el Partido Colorado, que la llevaba a su madre. Sin embargo, confiesa, que con 14 años no era lo que más le interesaba hacer.
“Es una constante en mi crecimiento, en mi vida”, dice. Atravesada desde siempre, entonces, por ese mundo.
Apenas nació, sus padres se mudaron a un apartamento en bulevar España y Benito Blanco. Esa fue su casa hasta casarse, años más tarde, con Tomás Romay Buero. Creció con El Paquín medio cerca, con la rambla a una cuadra, con un Pocitos mucho más barrio del que es hoy. Pero tuvo también un segundo hogar, que quedaba por Lascano, en Rocha, que fue la casa de su padre una vez que estos se separaron.
En Montevideo, tomaba el 121 para ir al colegio St. Catherine’s. Iba a ver a Nacional con su padre cada fin de semana que hubiera partido. “Si me preguntás por el fútbol, era mucho más un tema de acompañar a mi padre que el fútbol en sí”, comenta. Pero, fuera de la capital, las vacaciones las pasaba más en el campo que en la playa, aunque siempre dando vueltas por Rocha.
“No fui una adolescente fácil, sobre todo para mi madre”, recuerda Ache. Una madre que, en definitiva, cuando le preguntó qué era la política, respondió que era lo que sucedía cuando uno se interesa por lo que le pasa a los demás y quiere ayudar.
De ahí, esa forma de entender a la política como un servicio.
Y, después de haber pasado por una puesto en Cancillería y una salida compleja de aquel ministerio, todavía cree “que, en esencia, y de manera pura, eso es la política”. “Así lo entiendo yo. Mi madre, además de habérmelo dicho, me lo enseñó con su ejemplo de hacer política. Ella no tenía un cargo público, pero era una militante de todas las horas, en todas las elecciones y la veía siempre, de manera silenciosa, ayudar a todo el que podía. Esa fue una enseñanza de vida”, dice.
El consejo de Jorge Batlle y sus inicios como militante
Cuando tuvo que elegir qué estudiar, la duda estuvo entre Derecho y Relaciones
Internacionales. “Siempre tuve curiosidad, o interés, por las diferentes
culturas. Me gustan los idiomas y conocer distintas realidades, que me parece
que es lo que baja los niveles de prejuicios”, declara.
Fue el consejo de Jorge Batlle el que la hizo decidirse por Derecho. En 2005 se recibió como abogada en la Universidad Católica de Uruguay. En 2006, completó una maestría en Derecho Internacional en la Universidad de Bolonia, con una beca del Instituto Italiano de Cultura. Eso le valió una pasantía en la Comisión Europea en Milán y, en 2007, una Tecnicatura en Comercio Exterior en el Instituto Técnico del Mercosur.
“Haber hecho abogacía tiene que ver un poco con la política, es una carrera que te da una formación y una manera de pensar muy completa. También después para especializarte, en mi caso, en lo que es internacional”, agrega.
Ese 2007 también fue el año que marcó su ingreso definitivo, aunque de forma bastante tangencial, al Partido Colorado. Compitió por primera vez en las elecciones juveniles coloradas y, hasta los 30 años fue convencional del partido. Aquello fue la génesis de su participación en Vamos Uruguay, el sector que lideró Pedro Bordaberry.
“Era un Partido Colorado que recuerdo con mucha esperanza porque era un Partido Colorado que acababa de tener la peor votación en su historia. Por lo tanto, fue un golpazo. El presidente anterior había sido colorado. Nos había pegado la crisis, que le había pegado al Uruguay, pero el costo político lo había asumido entero el Partido Colorado, más allá de que, como todos reconocen, esa salida de la crisis fue óptima y dejó al país creciendo, lo que le permitió al Frente Amplio capitalizar. Eso lo dijo el propio [Danilo] Astori”, recalca.
Las elecciones nacionales de 2004 las ganó el Frente Amplio con Tabaré Vázquez como candidato, obteniendo un 51,68% del total de los votos en primera vuelta. El Partido Nacional, con Jorge Larrañaga al frente, obtuvo un 35,13% y el Partido Colorado, con Guillermo Stirling como candidato, llegó solamente al 10,61%. Las elecciones de 1999, en cambio, las habían ganado los colorados con Jorge Batlle al mando y un 54,13% de los votos en el balotaje.
En 2005, los colorados contaron con Bordaberry como candidato a la Intendencia de Montevideo, que obtuvo una buena votación, aunque no la suficiente como para valerle el puesto. El Frente Amplio ganó la intendencia, con Ricardo Ehrlich, con prácticamente 516 mil votos. Bordaberry, en segundo puesto, y también compitiendo contra Javier García (actual ministro de Defensa) en el Partido Nacional, se llevó alrededor de 228 mil votos.
“En esas elecciones de 2007 yo me acuerdo de muchos colorados viendo una posibilidad de renovación del partido para volver a encausarlo. Me la acuerdo con mucha alegría a esa militancia”, agrega.
Los referentes
Del 2008 al 2010, trabajó en la sección Legal and Compliance de Santander, en
Ginebra, pero para 2014 ya se había sumado a Vamos Uruguay para las elecciones
internas. De las 140 mil personas que fueron a votar a las internas del Partido
Colorado de aquel entonces, Bordaberry obtuvo 103 mil de los votos, convirtiéndose
en candidato para las elecciones nacionales.
De 2015 a 2019, ejerció como miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado y como Prosecretaria de Derechos Humanos del Partido Colorado, tratando temas como la situación política de Venezuela, la migración, el antisemitismo y la libertad de prensa.
En medio de todo aquello, de ese avance tanto profesional como político, fue madre dos veces: de Lorenzo y de Manuel. “Las primeras elecciones que voy con lista, que son las internas de 2014, yo tenía a mi hijo más chico que había nacido en 2013. Era un bebé, lo llevábamos en cochecito a repartir listas”, recuerda.
Ese 2014, tomó la decisión de ir con una lista para, justamente, empezar a marcar un camino. Aunque, es cierto, siendo madre “estaba la parte personal y, si tenía que demorar más para atenderla, más que nada la maternidad, demoraría más”. “No estaba apurada. La bondad bien entendida viene por casa, como dice el dicho, y uno tiene una responsabilidad muy grande con sus hijos. No hablaría bien de mí si yo la dejara de lado. Obviamente, sí he dejado otras cosas más de lado, quizás la parte más social, pero la parte de la familia, aunque fuera un camino más largo, traté de no dejarlo”, dice, y agrega: “Es tan importante que vayan de la mano, y se puede”.
Durante sus años en el Partido
Colorado de quienes más aprendió fue, por un lado, de Pedro Bordaberry y, por
otro, de Jorge Batlle, al que recuerda como “un grande y un diferente” y quien le
enseñó que, ante un dilema político, eligiera el lugar de mayor libertad. Aunque
no deja de reconocer que hay personas en los partidos cuyos nombres, quizá, no
trasciendan tanto a nivel público, pero que son tan importantes como los que sí
porque “son los que están siempre, los que trabajan sin pedir nada a cambio,
los que se quedan en campañas los fines de semana y dan horas de su vida al
partido”.
Fuera del Partido Colorado, hoy siente como referencia a Jorge Larrañaga, con “esa guapeza que iba en ir para adelante, en jugársela toda. Fue uno de esos políticos que son referentes de la buena política, de una política dedicada, sacrificada, comprometida”.
Ache estuvo en la génesis de Vamos Uruguay y, también, en la de Ciudadanos, posiblemente, las dos agrupaciones que trajeron más oxígeno al Partido Colorado en los últimos años. De Ernesto Talvi, fundador de Ciudadanos y Canciller durante el primer año de la gestión de Luis Lacalle Pou, le interesó “eso de hacer énfasis en los liceos y en la educación. Él logró enamorar con esa propuesta que es fundamental para para tener un Uruguay de oportunidades, así que eso me parece un gran acierto”.
De Bordaberry, en cambio, dice que “tiene ese plus que tiene que tener un político que, lo tenés o no lo tenés. Y él lo tiene. Es ese liderazgo, ese algo más que tenía Jorge Batlle, que tiene Sanguinetti, que tiene José Mujica, que tiene el presidente Lacalle Pou”.
La política y sus sacudones
En 2018, entonces, se convirtió en miembro fundador de Ciudadanos y, de hecho,
la primera reunión de la agrupación fue en casa de la propia Ache. En 2019, fue
reelecta como integrante del Comité Ejecutivo Nacional y se convirtió en la
mujer más votada del Partido Colorado.
Para las últimas elecciones, apoyó la fórmula de Luis Lacalle Pou y Beatriz Argimón del Partido Nacional, transformándose en integrante de la Coalición Multicolor que logró llegar al gobierno, terminando con quince años de administraciones del Frente Amplio, con dos presidencias de Tabaré Vázquez y una de José Mujica.
Y, gracias a esa Coalición Multicolor, en la que se unieron el Partido Nacional, el Partido Colorado, el Partido Independiente, Cabildo Abierto, y el Partido de la Gente, fue que Ernesto Talvi fue elegido como ministro de Relaciones Exteriores, designando a Ache como subsecretaria de Cancillería. Se convirtió en la segunda mujer en desempeñar el cargo, después de Belela Herrera, referente en la lucha por los derechos humanos del Frente Amplio.
“Siempre se está abriendo paso a otras mujeres y es algo que, en lo personal, me entusiasma. Esto es un camino de largo plazo. Haber sido la primera mujer que se animó a ser precandidata por el Partido Colorado, en un partido en que era ridículo que nunca hubiese tenido una mujer, es parte también de lo que a una le da satisfacción”, dice.
Ni el feminismo radical, ni la negación de la desigualdad que padecen las mujeres en sociedad. Ni una cosa, ni la otra. Carolina Ache, dice, se para en el medio. “A veces, pararse en el medio te puede jugar en contra, te pegan de los dos extremos. Pero entiendo que ninguna postura radical es positiva en la vida”. Y aclara: “Tampoco podemos reducir todos los males al género, pero que hay que reconocer que muchas veces el hecho de ser mujer en los ámbitos de poder te deja con un camino más empinado”.
Ache se ha posicionado públicamente a favor de políticas como las cuotas porque, afirma, tienden a acelerar la corrección de una situación injusta. Y, sobre todo, en un partido tradicional como el Partido Colorado, cree que es deseable que haya una mujer en la fórmula. Eso, en un contexto político en el que el propio presidente Lacalle Pou ha declarado que muchas decisiones se toman en asados a los que asisten solamente hombres.
El 2020 significó no solamente el primer año de gobierno de la gestión de Lacalle Pou y el año en que llegó la pandemia del covid-19 a Uruguay, sino que además el año en que Ernesto Talvi abandonó su puesto. En su lugar, ingresó el blanco Francisco Bustillo.
Ese 2020, entonces, significó, según Ache, una pérdida de inocencia con respecto a la política que, hasta el momento, no había experimentado.
“Yo siempre digo que tuve mucha suerte porque me tocó militar o acompañar a Jorge Batlle, después a Pedro Bordaberry y después a Ernesto Talvi que, en su momento, cuando estuvo en política, tenía intenciones re nobles. No conocía la otra parte más fea de la política. Sabía que existía, porque uno la ve o lo sabe, pero a mí en lo personal no me había tocado verlo, o no me había pasado. Es cuando Ernesto Talvi se va de la política. Lo que queda no es ni cerca aquello que él había intentado construir con intenciones nobles. Ahí puede ser que haya sido el sacudón más grande”, dice Ache.
Dos años más tarde, en 2022, renunciaron a sus lugares en Cancillería la propia Carolina Ache y Francisco Bustillo, debido a sus vinculaciones con el caso Marset. Un caso que, además, significó la renuncia del ministro del Interior Luis Alberto Heber, el Director General de la Secretaría de ese ministerio Guillermo Maciel y Roberto Lafluf, uno de los integrantes del equipo de asesores del presidente Luis Lacalle Pou.
Fue consultada incontables veces por los audios de WhatsApp de Maciel, por las llamadas telefónicas que grabó con Bustillo, la reunión en Torre Ejecutiva con Lafluf y la posible participación del presidente Lacalle Pou, si fue negligencia o corrupción, cuánto se escondió y cuándo tuvo que empezar a protegerse ella. A todo aquello nunca responde porque, dice, el caso aún está en Fiscalía y prefiere respetar los tiempos judiciales.
“Es cierto que después de todo el episodio que me tocó vivir, y quizás
en los meses posteriores, estuve muy desencantada. Pero después me di cuenta
que el desencanto fue más con determinadas actitudes de personas y no con la
política en sí”, sostiene.
“Es levantarse, sacudirse el polvo y seguir”, agrega, como preludio de su precandidatura a la Presidencia de la República por el Partido Colorado, que anunció el 7 de marzo de 2024 bajo el lema “Vamos con la justa”.
Un Partido Colorado que, en las últimas elecciones nacionales, obtuvo el 12,8% de los votos con Ernesto Talvi como candidato, y no llegó ni si quiera al balotaje de noviembre, en el que se disputaron la presidencia Luis Lacalle Pou del Partido Nacional, que obtuvo un 50,79% de los votos frente a Daniel Martínez, con el Frente Amplio, que logró el 49,21%.
Un Partido Colorado que, en las elecciones internas de 2019, contó con solamente 181 mil votos, frente al Frente Amplio con 255 mil y el Partido Nacional con 448 mil. De aquellas urnas, Ernesto Talvi, al mando de Ciudadanos, obtuvo 97 mil votos, llegando a las elecciones nacionales.
Un Partido Colorado que es la primera vez que tiene una precandidata mujer en sus elecciones internas y que nunca tuvo una en su fórmula electoral para las nacionales. “No tenés precandidatas, pero sí mujeres coloradas que para mí son referentes. Por ejemplo, Adela Reta, Marta Montaner. Hay grandes coloradas a las que quizás el partido no les ha dado la relevancia que merecen”, opina Ache.
Un Partido Colorado que es parte de una escena política que aporta a aquello de que para las mujeres “es más difícil que para los hombres. Más, en mi caso, que soy la que está liderando el grupo. No hay un hombre por arriba mío que me esté apadrinando, pero por eso sigue siendo un rompehielo”.
Un Partido Colorado con un Adrián Peña recientemente fallecido, con un Julio María Sanguinetti que cesó su cargo como secretario general del Partido Colorado a finales de febrero de este año, que cuenta con precandidaturas tan diversas como la de Andrés Ojeda o la de Robert Silva.
Un Partido Colorado que no encuentra un liderazgo claro todavía y que, quizá, por eso cuente con seis precandidaturas además de la suya de cara a las elecciones internas el 30 de junio.
En todo eso se perfila la precandidatura de Ache, que ha declarado que viene a proyectar el batllismo de los próximos años, que cree que “el desarrollo y crecimiento del Uruguay depende de su inserción en el mundo y para eso nos falta una institucionalidad en Comercio, como existe en otros países. Tenemos tres ministerios que se ocupan del área productiva, pero no existe una verdadera coordinación estratégica en lo que refiere a la estrategia comercial del país. Necesitamos ser mucho más eficientes en esa área”.
Que, por eso, propone la creación de un Ministerio de Industria, Comercio y Servicios que abarque al Ministerio de Turismo y al de Industria enfocado en la estrategia comercial mientras que el Ministerio de Economía sea el que controle.
Que cree que el Estado tiene demasiados funcionarios públicos y que para mejorar la eficiencia hay que dejar de llenar vacantes, salvo en servicios esenciales. “El Uruguay tiene que mejorar su eficiencia como Estado, para poder dejar de ser un país tan caro. El Uruguay también tiene que aprender a hacer acuerdos donde no importe quién se lleve el rédito político, sino que lo que importe sea lo que es mejor para el país” y, para eso, “hay que acordar con todos” los partidos.
Por Federica Bordaberry
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