Armenia tiene casi tantos años de existencia como república independiente que de relaciones diplomáticas con Uruguay. El 26 de diciembre de 1991 declaraba su escisión definitiva de la Unión Soviética (URSS) y el 27 de mayo del año siguiente establecía vínculos diplomáticos con el país que en 1965 se convirtió en el primero en reconocer el Genocidio Armenio.
Más de 31 años después, la república del Cáucaso inauguró, el jueves pasado, su embajada en Montevideo. Uruguay había hecho lo propio en 2022. “En Ereván flamea la bandera de la República Oriental del Uruguay y en Montevideo flamea la bandera de Armenia; es una buena base para el futuro desarrollo de las relaciones”, destacó Ararat Mirzoyan, ministro de Relaciones Exteriores de Armenia, en conversación con Montevideo Portal durante su vista a la capital uruguaya.
“En Armenia todo el mundo conoce a Uruguay, todos saben que ha sido el primer país en reconocer el Genocidio y eso tiene una gran valoración para los armenios. Además, Uruguay se convirtió en un hogar para muchos de los armenios sobrevivientes del Genocidio. Les ha dado no solo refugio, sino posibilidades de educación y de realizar sus negocios. Nos alegra ver que ellos y sus generaciones siguientes han logrado ser ciudadanos plenos de Uruguay y participar de la vida económica, cultural y política”, dijo el canciller armenio, que previo a su carrera política trabajó en el museo que conmemora el llamado “Gran Crimen”.
Además, en un diálogo donde había otros medios, sostuvo que “si bien estuvo un poco demorado” el establecimiento mutuo de misiones diplomáticas, Uruguay y Armenia “siempre han tenido un vínculo cordial y cálido”.
Tras reunirse el jueves 21 con el canciller Omar Paganini y con la senadora Graciela Bianchi —que estaba en ejercicio de la vicepresidencia—, Mirzoyan dijo que el foco de las conversaciones fue cómo “propiciar el desarrollo de las relaciones” entre ambos países.
Consultado sobre si desde Ereván tienen algún producto, materia prima o sector que resulte atractivo como puntapié del vínculo de negocios entre el Cáucaso y el Río de la Plata, respondió: “Estamos tratando de encontrar precisamente esos productos que podrían ser de interés, que pudieran cambiar esta situación”.
“Tenemos que destacar que el siglo XXI hace que no sean tan significativas las distancias geográficas, tanto en el intercambio de productos como de servicios. El factor de la lejanía no tiene la incidencia que tenía hace 20 o 30 años. Eso tiene sobre todo que ver con la alta tecnología, con la informática. En ese ámbito, estoy convencido de que vamos a encontrar formas de cambiar la relación”, sostuvo Mirzoyan.
Al hablar de esto y citando como ejemplo la consecución de la apertura mutua de embajadas, el canciller destacó el rol que pueden tener los descendientes de exiliados armenios en acortar aún más esas distancias. “Acá hay un factor que puede tener su influencia positiva: los comerciantes de origen armenio en Uruguay. Ellos pueden transformarse en el puente que lleva a ese cambio significativo”, afirmó el jefe de la diplomacia del gobierno del primer ministro Nikol Pashinián.
A su vez, dijo que ambos gobiernos están trabajando para lograr cumplir la invitación que hizo en diciembre —durante su visita de Estado— el presidente de Armenia, Vahagn Khachaturyan, a su homólogo uruguayo, Luis Lacalle Pou, para que viaje al país caucásico en el otoño del hemisferio norte. “Nuestros equipos trabajan para afinar esas fechas; yo estoy convencido de que las visitas mutuas contribuyen muchísimo al mejoramiento de las relaciones”, acotó y añadió que él invitó a Paganini, su homólogo, a Ereván.
“Azerbaiyán siempre quiere algo más para iniciar la violencia”
Según dijo Mirzoyan, el principal objetivo de su gobierno es alcanzar un acuerdo de paz con Azerbaiyán, su vecino e histórico adversario, que el año pasado causó el exilio de 100.000 armenios étnicos que vivián en Nagorno Karabaj, en la autoproclamada (y ahora extinta) República de Artsaj.
“Armenia hoy vive momentos difíciles. En 2020 Azerbaiyán quiso solucionar el conflicto con el uso de la fuerza. El último momento de ese método fue en septiembre de 2023, cuando volvió a utilizarla contra la población de Nagorno Karabaj, como consecuencia, hubo una limpieza étnica. Más de 100.000 personas tuvieron que abandonar su patria para salvar a sus hijos”, repasó Mirzoyan, que añadió que el gobierno del presidente azerí, Ilham Aliyev “no se limitó al Karabaj” ya que “también tuvieron algunas incursiones en territorio soberano de la República de Armenia” y que “hay 200 kilómetros cuadrados que están ocupados por las fuerzas azeríes”
“A pesar de toda la sangre que se ha vertido en nuestro territorio, estamos convencidos de que hay condiciones para establecer la paz. En mi gobierno somos fieles a la firme creencia de que hay una solución pacífica. Estamos en las negociaciones de paz; lamentablemente todavía hay cuestiones esenciales en las que las posturas de las partes son muy diferentes”, afirmó el jerarca.
Para Mirzoyan y su gobierno, hay dos cuestiones esenciales: “la integridad territorial mutua y la posterior delimitación de fronteras”. Para esto, se retrotrae al protocolo de Almá-Atá, uno de los mojones diplomáticos de la caída de la URSS, en la que las exrepúblicas soviéticas delimitaron sus fronteras. “En 1991 varias repúblicas, entre ellas Armenia y Azerbaiyán, reconocían los límites establecidos entre sí. Durante estos [últimos] tres o cuatro años, varias veces los dirigentes de ambos países reafirmaron esta declaración. Ahora, en los proyectos del acuerdo de paz, cada vez que Armenia hace alusión al reconocimiento de esa declaración, Azerbaiyán siempre niega ese punto o lo rechaza”, dijo.
“Esto nos convence de que Azerbaiyán no tiene la disposición de llegar al acuerdo de paz o que tiene pretensiones con respecto a los territorios soberanos de Amenia”, agregó.
Ahora, el punto clave de las negociaciones es el reclamo azerí del establecimiento de una vía de tren que una su territorio principal del enclave de Najicheván, una región que formó parte de Armenia hasta los tiempos del Genocidio, titularidad que luego reafirmó Lenin cuando otorgó este territorio y el de Nagorno Karabaj, a la República Socialista Soviética de Azerbaiyán.
Según el canciller, Armenia no tiene problema en habilitar esa vía de comunicación, pero siempre y cuando tenga potestad de controlar con sus aduanas la mercancía y pasaje que transiten en ese tren. Bakú no acepta eso y además exige que la vía esté controlada por militares rusos, algo que Ereván vería no sólo como una afectación a su soberanía, sino como una nueva perdida de territorio frente a sus vecinos.
“Nosotros no estamos en contra, todo lo contrario, estamos interesados en formar parte de esa comunicación regional. Nos manifestamos a favor de ello y lo denominamos ‘Cruce de la paz’, porque si eso se lleva a la práctica, no solo generaría vínculos económicos en la región, sino que sería garantía de la paz. Pero como dicen, el diablo está en las minucias”, aseguró el ministro armenio, señalando en un mapa el tramo de vía propuesta y afirmando que su país, “está dispuesto a garantizar la seguridad de ese traslado de mercaderías y de gente”.
Sin embargo, mientras ese proceso de negociaciones sigue trancado, la amenaza de guerra sigue presente. La semana pasada el primer ministro armenio Pashinian afirmó que Bakú amenazaba a Ereván con una escalada si no devolvía cuatro aldeas deshabitadas bajo su control que forman parte del territorio azerí.
Consultado sobre esto, Mirzoyan respondió que “no habría ningún problema en devolverlas”, porque “una vez delimitadas o reconocidas esas fronteras, lo que estuviera de un lado sería de Azerbaiyán y del otro, de Armenia”. Esto significaría la renuncia definitiva de Ereván de cualquier aspiración a gobernar Nagorno Karabaj, una vieja voluntad armenia que se convirtió en imposible con el exilio masivo de 2023.
“La posibilidad de inicio de conflicto en la región está todos los días. No sólo hemos visto muchas veces que Azerbaiyán no tiene una postura constructiva de recuperación de la paz, sino que además da pasos para la escalada de la violencia. Esa cuestión de las cuatro aldeas es una de las tantas excusas que puede utilizar Azerbaiyán. Por eso es que permanentemente proponemos la delimitación de las fronteras se haga en base a la declaración de Almá-Atá”, afirmó.
“La impresión que deja Azerbaiyán es que siempre quiere algo más para iniciar la violencia”, sentenció el canciller armenio.