Un grupo de científicos detectó en un hombre que vive en las calles de Canadá un caso de fiebre de las trincheras, enfermedad bacteriana muy extendida en la Primera Guerra Mundial y también en la Segunda.
Provocada por la bacteria Bartonella quintana y transmitida por picaduras de piojos, la enfermedad causó estragos en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, donde los combatientes sobrellevaban penosas condiciones de hacinamiento y falta de higiene.
Un artículo publicado en el Canadian Medical Association Journal y recogido por la agencia noticiosa RT, indica que el paciente es un hombre de 48 años, quien se presentó en los servicios de emergencia de un hospital en la provincia de Manitoba.
El hombre se quejaba de dolor en el pecho y dificultades respiratorias, situación por la que había acudido en el hospital en varias ocasiones durante el último año y medio. Además, sentía molestias por las picaduras de piojos que infestaban su cuerpo.
"Nuestro mensaje de salud pública es que esta enfermedad está presente en Canadá y que las personas y los médicos no siempre están al tanto", declaró Carl Boodman, especialista en enfermedades infecciosas y coautor del texto.
Boodman explicó que la fiebre de las trincheras está relacionada con la situación de desamparo que atraviesan las personas que carecen de hogar o familia, por lo que los médicos deben tener presente la enfermedad cuando atienden a pacientes con esas características.
El artículo explica que la enfermedad puede provocar una infección del corazón, conocida como endocarditis, que puede ser fatal si no se trata. Sin embargo, la letalidad de la dolencia es muy baja, y remite en cuestión de semanas si se aplican los cuidados de rigor.
La fiebre de las trincheras es endémica de México, Túnez, Eritrea, Polonia y regiones de la ex Unión Soviética, y está reapareciendo en la población indigente de los Estados Unidos, señala el Manual Merck de Información Médica.