Estados Unidos encabeza la triste lista de bajas por COVID-19. Al momento de redactarse la presente, el país acumula más de 34.000 fallecidos.
Las cifras en los geriátricos son pasmosas: más de 3,600 habitantes de residencias de ancianos y centros de atención a largo plazo han fallecido debido a infecciones con la COVID-19, y una gran parte de esos fallecimientos ocurrieron en las dos últimas semanas.
Las historias son trágicas. Por ejemplo, un hogar de ancianos de California en que más de un tercio de los residentes estaban infectados con la COVID-19 tuvo que ser evacuado cuando un personal aterrorizado no acudió a trabajar.
En un residencial de Nueva Jersey, una llamada anónima dio la alerta. Un anciano había aparecido muerto en un galpón de un geriátrico en la localidad de Andover. La policía llegó rápidamente al lugar y al final encontraron los cuerpos de 17 ancianos apilados en la pequeña morgue del lugar, con capacidad para sólo cuatro personas. El terrible drama no finalizó ahí.
En el hogar Andover Subacute and Rehabilitation Center esos fallecidos de las últimas horas se suman a otras 51 muertes que ya habían sido documentadas en días anteriores. Así, en un sólo geriátrico murieron 68 personas. En primer momento, 26 de esas muertes tienen confirmación de coronavirus positivo.
Incluso, dos enfermeras del lugar, que también fallecieron, según publicara la agencia noticiosa EFE.
Mientras tanto, casi nueve de cada 10 habitantes de una residencia de ancianos de Massachusetts tienen infecciones con la COVID-19.
Asimismo, se estima que en una residencia de ancianos de Pensilvania, todos sus 450 residentes, y su personal, se han infectado con el virus.
En la ya mencionada Nueva Jersey, la Guardia Nacional debió dirigirse a dos residencias de ancianos, donde la situación - ya fuera por el numero de muertes o por la falta de personal- requería ayuda urgente.
¿Qué sucede en las residencias de ancianos y los centros de atención a largo plazo que los hace tan susceptibles?
El Dr. Richard Baron, presidente de la Junta Americana de Medicina Interna (American Board of Internal Medicine), dijo que "hay múltiples motivos. El primero es que son efectivamente comunidades cerradas, parecidas a un crucero".
"Hay dos pacientes en cada habitación, el personal pasa de un paciente a otro, y los residentes comparten las comidas y el entretenimiento. Practicar el distanciamiento social es difícil en este ámbito, y este virus se propaga de una persona a otra con cierta facilidad", explicó en declaraciones recogidas por la reportera especializada Serena Gordon, en un artículo que publica HealthDay News.
Otro motivo importante es que el sistema inmunitario en las personas mayores simplemente no es igual de "vigoroso o efectivo", apuntó Baron.
Las personas mayores tampoco tienen las mismas reservas que las más jóvenes. "A medida que envejecemos, perdemos las reservas de nuestros órganos. Si uno simplemente está sentado y respirando, no usa mucha capacidad pulmonar. Pero en alguien con neumonía, el pulmón está infectado y lleno de fluido, lo que reduce la capacidad pulmonar hasta cierto punto. Si la reserva ya es baja, quizá sea una demanda que el cuerpo no puede satisfacer, como tener un sobregiro en el banco", explicó Baron.
Dada la vulnerabilidad de las personas mayores, prevenir las infecciones es incluso más importante.
Con ese fin, los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid tomaron medidas agresivas para intentar limitar la propagación en las residencias de ancianos, al recomendar a los centros el 13 de marzo que restringieran a los visitantes y a los trabajadores no esenciales. Se prevé que la agencia recomiende a las residencias de ancianos que anuncien cualquier infección en el centro a los seres queridos o residentes, reporta Associated Press.
Escasez de personal y equipo de protección
Pero un problema más importante al que se enfrentan ahora mismo las residencias de ancianos y los centros de atención a largo plazo es la escasez de equipo de protección personal (EPP) y de suficiente personal. El EPP incluye las máscaras faciales, las batas desechables y los guantes.
"Necesitamos desesperadamente más EPP en las residencias de ancianos y en las comunidades de vivienda asistida, pruebas prioritarias para nuestros trabajadores de atención de la salud y residentes, y la capacidad de reclutar y contratar a más personal rápidamente", planteó en una declaración la Asociación Americana de Atención de la Salud (American Health Care Association)/Centro Nacional de Vivienda Asistida (National Center for Assisted Living), (AHCA/NCAL).
"Los centros de cuidados a largo plazo tomaron medidas a principios de la pandemia sobre las cosas que podemos controlar, como limitar las visitas antes de que muchos estados implementaran medidas de contención como el distanciamiento social. Hacemos todo lo que podemos con los recursos que nos han dado para ralentizar la aceleración del virus entre nuestros residentes más vulnerables, pero sin EPP, pruebas y [una] fuerza laboral sana, vencer a este virus será muy difícil", lamentó el grupo comercial.
Una situación 'extrema' en las residencias de ancianos
Matthew Yarnell, presidente de Service Employees International Union (SEIU) Healthcare Pennsylvania, dijo que la situación en las residencias de ancianos y centros de atención a largo plazo es extrema.
"El sistema de vivienda con atención a largo plazo ha recibido fondos insuficientes durante muchos años, y el virus está resaltando los tipos de problemas sistémicos a largo plazo que tenemos. Como sociedad, de verdad no cuidamos bien a nuestros adultos mayores", lamentó.
Ahora mismo, Yarnell dijo que hay una "una escasez total de EPP y una crisis de personal".
Comentó que muchas personas están trabajando turnos adicionales para intentar ayudar, pero que muchas están enfermando. Y no todos tienen licencias por enfermedad pagas.
Baron apuntó que las personas que trabajan en centros de atención a largo plazo con frecuencia tienen unos ingresos más bajos, quizá tomen el transporte público para ir al trabajo, podrían vivir en hogares más densamente poblados y podrían vivir con personas que tienen trabajos como dependientes de supermercados y conductores de envíos que los exponen a muchas personas. Eso significa que los trabajadores de la atención de la salud podrían propagar las infecciones en la comunidad, y podrían llevar infecciones a la comunidad desde las residencias de ancianos, sobre todo si no cuentan con licencias por enfermedad pagas.
"La fuerza laboral que tiende a hacer este trabajo con frecuencia tiene unos salarios bajos, con frecuencia son mujeres, y con frecuencia son personas de color. Esos son los soldados que enviamos a lo que es, en esencia, una zona de guerra. Tenemos que hacer un compromiso con ellos: si enferman, los apoyaremos", planteó Yarnell.
Y añadió que las personas que trabajan en centros de atención a largo plazo deberían estar recibiendo un pago de complemento de peligrosidad.
"El foco ha estado en los hospitales, pero todos los sectores de la atención deberían contar con un personal y unos suministros adecuados. Las personas deben sentirse respaldadas en este momento", enfatizó Yarnell.
"Es una cuestión de valores para nuestra sociedad. Ahora mismo, nuestras instituciones de atención de la salud están motivadas por unos presupuestos limitados que significan que no tenemos los suministros que necesitamos para luchar contra este enemigo invisible", advirtió.
AHCA/NCAL se mostró de acuerdo. "Necesitamos EPP y pruebas prioritarias desesperadamente. Estamos en un punto en que pedimos donaciones de EPP al público para los proveedores de atención a largo plazo", dijeron.
A pesar de que están haciendo todo lo posible por conservar el EPP, los proveedores siguen teniendo dificultades para obtener suministros. AHCA/NCAL dijo que le preocupa que los suministros de EPP se agoten en algunos centros.
"Por eso estamos pidiéndole ayuda a todo el mundo, incluyendo a los socios en otras industrias y al público, para que hagan todo lo que puedan por ayudarnos en este momento. No podemos enfrentar a este virus solos, y agradecemos todo lo que la administración, el Congreso, los estados, nuestros socios fabricantes y los miembros del público puedan hacer ahora mismo", enfatizó la organización.
¿Sus seres queridos deberían volver a casa?
Todos esos problemas han dejado a las familias en una situación difícil. ¿Deberían sacar a sus seres queridos de las residencias de ancianos para mantenerlos seguros?
"Es una pregunta muy difícil", señaló Baron. "Presumiblemente, están en una residencia de ancianos en primer lugar por un motivo. Es probable que sus necesidades de atención sobrepasaran a la familia. Si fue por motivos específicos de atención de la salud que probablemente no hayan mejorado, la residencia de ancianos podría seguir siendo el lugar más seguro donde pueden estar".
Pero anotó que si el motivo fue que no había nadie en casa que los atendiera, y ahora las personas no están trabajando, quizá sea una opción.
"Cada situación es individual. Es importante recordar los riesgos implicados en mudar a alguien de un ambiente a otro", añadió Baron.