Es extraño esto de entrevistarme a mi mismo, pienso, y miro el reloj de la computadora. Faltan dos minutos para la hora pactada conmigo mismo. Estoy un poco nervioso. Llego al lugar de nuestra cita. Ahí estoy, con esos bigotes estrafalarios, sentado frente a la computadora, como si fuera un tipo normal. Pienso que hay que estar medio loco para ser yo mismo, pero de inmediato me concentro en dejar del lado mis prejuicios para poder cumplir con mi labor de entrevistador. Sé que es imposible, no solo en este caso, donde el entrevistador y el entrevistado son el mismo, sino en todos los casos. Nos saludamos con una leve inclinación de cabeza.
Disculpá, antes que nada, si querés lo pongo off the record, ¿no te parece que esos bigotes que tenés son una ridiculez absoluta?
Sí, es cierto, mis bigotes te pueden parecer muy ridículos. Pero en todo caso eso habla de vos, y no de mí. Vos ves mis bigotes y pensás: qué ridículos. Es tu juicio, tu opinión. Tu juicio no habla de mí, habla de vos. Lo único que expresa tu juicio es que vos pensás que unos bigotes como los míos son ridículos. Es tu problema. Ahora, si lo que querés saber es qué pienso yo de mis bigotes, te diría que son ridículos en el sentido de cómicos. Los llevo así, porque no me gusta que me tomen muy en serio. Son una máscara. Una fachada que invita a la risa. Una fachada que quiere decir: ¡ey!, esto que ves es la máscara de mi personalidad. Es así, medio cómica, pero es una máscara. Mi verdadero yo es mucho más que mi cara o mi cuerpo, y contiene toda la tragedia, toda la comedia del mundo, y mucho más. Con la mascarita te hago una guiñada. O sea que al final, tan errado no estás, porque mis bigotes son cómicos, y hasta un poco ridículos, como lo son todas las personalidades, todas las máscaras.
Te voy a preguntar algo que se preguntan muchos, sobre todo, aquellos que te leen: ¿por qué escribís?
Muy chistosa la pregunta. A ver. Yo escribo porque me encanta contar cosas, porque no puedo evitar compartir lo que descubro, lo que vivo, lo que soy. Me gusta la comunicación y desde siempre me fascinaron las buenas historias. Una buena historia, una historia bien contada, te hace cambiar de plano, hace que te olvides de las letras, te lleva a otro mundo, te hace experimentar emociones, te cambia, no sos el mismo después de haber conocido esa historia. Escribo para construir castillos de palabras que muestren y manifiesten lo que no tiene palabras, los infinitos matices del rojo del amanecer, la infinita ternura de una madre amamantando a su hijo, la interminable cadena de emociones que manifiestan la vida de las mujeres y los hombres. Escribo para enseñarme a mí mismo el sentido exacto de la creación, para aprender, para conocerme. En mi caso, la escritura es una consecuencia de lo que soy. Yo no soy el escritor CHolo Gómez. Yo soy CHolo Gómez, y eso quiere decir, que de a ratos soy escritor, y de a ratos soy otras cosas, y que finalmente todo confluirá en lo que escribo. Así vivo el arte. No hay arte mayor que la vida. Hacer de la vida una obra de arte, ese es el verdadero desafío de todo artista, esa es la gran búsqueda.
¿Cuáles son esas otras cosas que sos cuando no sos escritor?
Soy muchas otras cosas. A modo de ejemplo: soy esposo, soy padre, soy chofer, soy hacedor de camas, lavador de platos, coordinador de talleres literarios, amante, lector, transeúnte, cliente de la feria de los jueves, buscador de mí mismo. Más o menos lo que se cuenta de mí en la solapa de mi libro Montevideo Versión 1.527.277-7.
Antes de entrar en el libro. ¿Cómo son los talleres literarios que coordinás?
Disculpá, pero viniendo de vos, la pregunta me parece tendenciosa. Es como si me dieras pie a que me explaye en una de mis principales actividades y parece que me estuviera haciendo publicidad. Así que prefiero no entrar en eso.
Bueno, está bien, pero un par de palabras... con ese criterio tampoco te puedo preguntar sobre el libro.
Eso es distinto, porque María Noel Domínguez, que es la editora de este portal, nos obligó a preguntar sobre el libro so pena de inventar ella pregunta y respuesta si no tocábamos el tema.
Sí, es verdad, pero puede haber personas a las que de verdad les interese...
Ta, no sigas. Voy a ser simple y escueto. El taller se centra en la narrativa, o sea, el oficio y el arte de contar historias. El oficio se puede aprender y enseñar. El arte, es un camino, es una búsqueda, es una puerta que todos llevamos dentro, pero que nadie puede abrir por nosotros. En el taller, se trabaja sobre los textos producidos por quienes concurren, y se intenta enseñar y reflexionar sobre el oficio, e impulsar el camino del arte. Es un fueguito que siempre está prendido y que impulsa a los otros a encender o hacer crecer el propio. ¿Tas contento? No digo más.
Gracias. Ahora sí. ¿Por qué Montevideo Versión 1.527.277-7? Es un título largo, casi diría que digno de Les Luthiers. Y encima esa cantidad infernal de números...
El libro se titula así, porque recoge 91 textos, que bajo ese título y con el formato de una columna en principio semanal y luego quincenal, se publicaron (y se siguen publicando) en el portal Montevideo COMM. Ese número largo es mi número de cédula. Desde el título digo que cuento mi versión de Montevideo, pero una de las tantas de los millones de versiones que se pueden contar de la vida en la ciudad. No existe una única versión de la ciudad. La ciudad se reconstruye ante cada mirada que se posa sobre ella, y en todo caso existe como la sumatoria de todas esas miradas. Y creo que todas son igual de importantes. No hay ninguna que lo sea en mayor o menor medida.
Creo que el título alude directamente al contenido de esos textos, donde se cuenta el peregrinar cotidiano de un hombre cualquiera que vive en la ciudad. Se cuenta una vida real, en el sentido de que no existe otra vida que nuestra vida cotidiana. No importa cuan encumbrada o simple o miserable sea la vida de un hombre, al final siempre se reduce o se coagula en acciones simples, como ir al baño a hacer pichí, o pasear al perro, o hablar con el vecino, o besar a la mujer amada.
Pero en este caso, en donde contás cosas que pasan, ¿dónde está el arte?, ¿dónde está la creación?
El arte, si está, y te aclaro que intento que esté, aparece en lo que elijo contar. Aparece en la anécdota o la historia elegida, en el punto de vista que se expresa, en la vibración que hay escondida entre las palabras que cuentan episodios simples. En la saga de Jean Auel, Los Hijos de la Tierra, que transcurre en la prehistoria, en un período de las glaciaciones, aparece un hombre que pinta en las cuevas. ¿Qué hacía el hombre? Miraba las paredes de rocas, como quien mira las nubes, y descubría figuras de animales y formas variadas. Entonces pintaba la zona de la roca que semejaba la cara de un bisonte, o el cuerpo de un caballo. Es decir, que remarcaba la obra que ya estaba allí. De alguna forma es lo que pretendo con esos textos simples, remarcar la belleza que hay en nuestras vidas, y que normalmente queda aplastada por eso que damos en llamar de mala manera "la realidad", y que no es otra cosa que la conciencia social que, hoy en día, se alimenta y se propaga a través de los medios de comunicación que son los encargados de contárnosla. En uno de los textos escribo que un hombre que contempla una flor en su jardín nunca será noticia, ni titular de diarios o noticieros. Sin embargo eso existe, y tiene belleza, y es mucho más real para ese hombre que cualquiera de los temas coyunturales del mundo; incluso porque es capaz de contemplar la belleza de una flor, a pesar de la realidad del mundo.
Para terminar, porque esto se nos fue muy largo, ¿qué estás leyendo?
Típica pregunta que se le hace a un escritor. Estoy leyendo El doceavo planeta, de Zecharia Sitchin, El libro Azul del maestro Ramtha el iluminado, La totalidad y el órden implicado de David Bohm, y me esperan un libro de cuentos inéditos de Daniela Petito y La Zona Muerta y Apocalípsis de Stephen King.
Muchas gracias, me gustó entrevistarte.
No, por favor, gracias a vos, y espero que nos sigamos viendo.
Sí, bueno, ahora puedo volver a ser el de siempre, decíme una cosa, ¿No tenés que preparar esa reunión que tenés a la una y media en Ciudad Vieja.
Sí, me acuerdo, ya voy. ¿No te dije que primero teníamos que terminar esto?
Sí, pero vas medio atrasadito, ¿no te parece?
Ufff... y yo que pensaba que si me entrevistabas formalmente no me ibas a hacer preguntas por un buen rato.
Montevideo Versión, de CHolo Gómez, puede adquirirse en la tienda del portal.