Por The New York Times | Julia Vargas Jones
Este año, el gobierno brasileño ha hecho redadas contra grupos neonazis en 10 estados, parte de una iniciativa del nuevo gobierno de Lula de procesar a extremistas de ultraderecha.
En el sur de Brasil, en julio, Laureano Toscani y João Guilherme Correa fumaban cigarrillos junto a una transitada carretera con el atuendo que se les había proporcionado en la cárcel, pantalones cortos y sandalias, esperando que los recogieran tras siete meses de prisión.
Toscani fue condenado una vez por apuñalar a un grupo de hombres judíos, y Correa ha sido acusado de asesinar a una pareja que salía de una fiesta. Pero esta vez, estuvieron tras las rejas por asistir a lo que ellos dicen fue una parrillada inofensiva.
Las autoridades brasileñas, sin embargo, dicen que fue algo mucho más funesto: una reunión de los Hammerskins, un grupo neonazi fundado en Dallas en 1998 que dicen que recientemente ha llegado miles de kilómetros al sur, a la región más marcadamente conservadora de Brasil, lo que refleja un aumento de los extremistas de ultraderecha en el país más grande de Latinoamérica.
En septiembre de 2022, la policía estatal de Santa Catarina comenzó a seguirle la pista a los Hammerskins mientras sus miembros elaboraban estrategias sobre cómo atraer nuevos reclutas.
Dos meses después, cuando ocho personas estaban reunidas en una granja en las afueras de la ciudad costera de Florianópolis, una unidad de delitos instigados por el odio de la policía irrumpió, y, amparada en las leyes contra la discriminación, los arrestó a todos y los acusó de pertenecer a los Hammerskins. Otros dos miembros acusados fueron arrestados semanas después.
En los teléfonos de los miembros, dijo la policía, encontraron contenido antisemita y racista, incluido un mensaje que uno había enviado en un grupo de chat diciendo que “tienen que morir negros todos los días”. La policía dijo que creían que el grupo tenía ayuda de, por lo menos, dos miembros de Hammerskins de Estados Unidos que habían viajado a Brasil varias veces.
La redada fue parte de un esfuerzo más grande contra grupos neonazis en medio de un aumento de movimientos y expresiones extremistas en Brasil que ha provocado un mayor número de tiroteos en las escuelas y apuñalamientos, incluyendo al menos 11 este año.
En febrero, un muchacho de 17 años que usaba un brazalete con una esvástica fue acusado de lanzar dos explosivos de fabricación casera en una escuela, pero nadie fue herido.
En marzo, las autoridades declararon que un niño de 13 años apuñaló y mató a una profesora mientras usaba una máscara de calavera comúnmente utilizada por un grupo neonazi estadounidense.
Y el mes pasado, un chico de 16 años fue acusado de disparar en una escuela, asesinar a un compañero y herir a otros dos. Otro estudiante resultó herido tratando de huír. El pistolero anteriormente había publicado la fotografía de una esvástica dibujada sobre su rostro, dijeron las autoridades. En los tres casos, todos ocurridos en o en los alrededores de São Paulo, las autoridades arrestaron a los chicos.
Las autoridades dicen que han frustrado cientos de otros ataques.
Muchos de los ataques no apuntaban específicamente a personas judías. Brasil cuenta con alrededor de 100.000 personas que se identifican como judías, según cálculos, es decir, solo una de cada 2000 personas.
Pero los investigadores creen que aquellos que han llevado adelante o planificado esos ataques a veces se vuelven violentos tras consumir contenido extremista o neonazi en línea, que frecuentemente insta a la violencia contra cualquier persona que no sea blanca.
En abril, el nuevo ministro de Justicia, Flávio Dino, ordenó a la policía federal investigar lo que llamó el crecimiento de los “discursos de odio y prácticas de intolerancia de grupos neonazis, neofacistas y extremistas”
“Si alguien habla de nazismo, de neonazismo, amenaza una escuela, dice que va a hacer un ataque, vamos a pedir prisión”, dijo Dino.
En lo que va del año, la policía federal de Brasil ha abierto 21 investigaciones que involucran a neonazis, la misma cantidad que en los tres años anteriores combinados.
Los datos sobre el tamaño del movimiento neonazi en Brasil son escasos, pero la mayoría de investigadores concuerdan en que ha estado creciendo. Una investigadora que le hace seguimiento a grupos neonazis, Adriana Dias, antropóloga de la Universidad Estatal de Campinas, calculó que el número de grupos aumentó de cientos en 2019 a más de 1000 el año pasado.
SaferNet, una organización que ayuda al gobierno brasileño a combatir crímenes en línea, ha estado recogiendo denuncias sobre actividad neonazi en línea desde 2017, cuando registró casi 1200 quejas. Para 2021, las quejas habían aumentado a casi 14.500, pero desde entonces han disminuido porque los grupos neonazis han migrado cada vez más a plataformas de mensajería privada, dijeron los investigadores. Aún así, hubo 945 denuncias en la primera mitad de este año.
Los ataques antisemitas han aumentado en todo el mundo, incluido Brasil, desde el mes pasado, cuando comenzó la guerra entre Israel y Hamás. El mes pasado, la Confederación Israelita de Brasil recibió 467 informes de antisemitismo, comparado con 44 en octubre del año pasado.
Algunos investigadores vinculan el aumento de la actividad neonazi en Brasil a los cuatro años de Jair Bolsonaro como presidente. Al igual que los grupos extremistas estadounidenses ganaron fuerza durante la presidencia de Donald Trump, la extrema derecha se aferró a la retórica incendiaria de Bolsonaro como una aprobación tácita de sus puntos de vista, dijeron los investigadores.
Después de una visita de Estado a Israel en 2019, el primer año de su presidencia, Bolsonaro dijo que los nazis eran de izquierda y que “podemos perdonar, pero no olvidar” el Holocausto, suscitando críticas de su homólogo israelí.
En 2020, el secretario de Cultura de Bolsonaro fue obligado a renunciar después de dar un discurso que fue tan parecido a uno de Joseph Goebbels, el jefe propagandista del partido nazi, que algunas partes parecían haber sido copiadas.
Y en una conferencia de prensa en 2021, uno de los antiguos ayudantes del presidente hizo un gesto de OK con la mano frente a las cámaras, un signo que ha sido apropiado para significar “poder blanco” en los círculos de los supremacistas blancos. Fue acusado de crímenes de odio, pero el caso fue desestimado más tarde.
El “gesto comenzó a aparecer en la extrema derecha brasileña, incluso entre grupos que no se identifican explícitamente como neonazis”, dijo Odilon Caldeira Neto, profesor de historia contemporánea que estudia la extrema derecha en la Universidad Federal de Juiz de Fora. Eso, agregó, ayuda a que los grupos neonazis “sean llevados al centro político”.
Aunque en el gobierno de Bolsonaro se investigaba a grupos neonazis, el tema se ha convertido en una prioridad durante la presidencia del politico de izquierda que derrotó a Bolsonaro el año pasado, Luiz Inácio Lula da Silva. Se han realizado redadas a grupos neonazis en por lo menos 10 estados este año.
En julio, la policía brasileña llevó a cabo una operación en cuatro estados contra 15 personas conectadas a un grupo neonazi llamado la Nueva SS de Santa Catarina, que usaba impresoras 3D para fabricar pistolas.
En una redada, la policía fue recibida con disparos mientras entraban en una casa rural en Nova Petrópolis, un pintoresco pueblo de montaña de unos 20.000 habitantes, muchos de los cuales son descendientes de inmigrantes alemanes.
La persona que le disparaba a la policía fue una mujer que estaba sola con un niño pequeño y un bebé. Nadie fue herido y la policía dijo que encontró dos pistolas, 96 cartuchos de munición y un montón de material nazi, incluyendo un brazalete con una esvástica, reliquias alemanes de la Segunda Guerra Mundial, la bandera de un grupo neonazi internacional y suministros para producir mercancías para un grupo neonazi local.
La mujer fue arrestada tras dispararle a la policía, pero horas después fue puesta en libertad bajo fianza.
Más tarde esa noche, las pertenencias seguían esparcidas en la casa y la puerta principal estaba rota. La mujer que había sido arrestada dijo que los artículos que la policía se había llevado eran pertenencias personales compradas durante viajes.
Muchas investigaciones han estado concentradas en el sur de Brasil, donde el 73 por ciento de la población se identifica como blanca y el 62 por ciento votó por Bolsonaro el año pasado, en contraste con el 49 por ciento a nivel nacional. Algunos investigadores creen que los grupos neonazis son atraídos por la historia alemana de la región.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, de 1928 a 1938, Brasil tenía el partido nazi más grande fuera de Alemania, con 2900 miembros en 17 estados, según académicos brasileños. Tras la guerra, Brasil, como otros países sudamericanos, se convirtió en un refugio para nazis que huyeron para no ser procesados.
En 2020, la ciudad de Porto Alegre, una capital estatal del sur con una población de 1,5 millones de personas, renovó un parque para incluir un diseño original de la década de 1930 en el pavimento. El diseño parecía una esvástica, y los residentes de la ciudad se quejaron. Una investigación del municipio concluyo que no había relación entre el diseño y el símbolo nazi. Desde entonces, el diseño ha sido objeto de vandalismo.
Según la legislación brasileña, es un delito discriminar por motivos de raza, religión o nacionalidad, así como exhibir una esvástica con el propósito de difundir ideología nazi. Ambos crímenes pueden dar lugar a penas de cárcel de años de duración. Las 10 personas acusadas de ser miembros de Hammerskin han sido puestas en libertad con tobilleras electrónicas mientras esperan las audiencias judiciales.
Mientras esperaba a que lo recogieran de la cárcel en julio, Toscani dijo que no habían hecho nada malo. “Nos arrestaron por hacer una parrillada”, dijo. “¿Sabes lo que encontraron cuando nos arrestaron? Un machete y un libro”.
El libro era Los diarios de Turner, un clásico del canon extremista que Timothy McVeigh dijo que había inspirado su atentando con bombas en 1995 al edificio federal en Oklahoma City que mató a 168 personas.
Arthur Lopes, jefe de la unidad policial de delitos instigados por el odio en Santa Catarina, quien arrestó a los miembros de Hammerskin acusados, dijo que algunos estaban cubiertos por tatuajes extremistas. “De todo menos esvásticas”, dijo.
Jack Nicas colaboró con reportería desde Río de Janeiro. Objetos incautados durante redadas policiales destinadas a desmantelar grupos neonazis se exhiben en Nova Petrópolis el verano pasado. (Victor Moriyama/The New York Times) Laureano Toscani, quien en una oportunidad fue condenado por apuñalar a un grupo de hombres judíos, es uno de los objetivos de las autoridades brasileñas que buscan tomar medidas enérgicas contra los grupos neonazis. (Victor Moriyama/The New York Times)
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