Desde el 30 de junio el país reportó más de 1.000 fallecidos diarios, una cota en la que, con algunos altibajos, se viene manteniendo desde que la sobrepasó por primera vez el 19 de mayo.
El Ministerio de Salud informó en su boletín diario sobre la enfermedad que el número de casos confirmados se ubica ahora en los 1.577.004, tras sumar 37.923 contagios en las últimas 24 horas.
Los fines de semana se suelen registrar cifras menores debido a la menor actividad en los órganos públicos para contabilizar los datos, lo que no ocurrió este sábado.
Brasil es el epicentro latinoamericano de la pandemia y el segundo país del mundo con mayor número de infectados y fallecidos, después de Estados Unidos, aunque científicos estiman que las cifras podrían ser mucho mayores debido a la enorme subnotificación.
Las autoridades investigan además el fallecimiento de otras 3.986 personas que podrían haber sido provocadas por el patógeno, que continúa su expansión por este país de 210 millones de habitantes.
La tasa de mortalidad de la enfermedad en el país se ubica ahora en los 30,6 fallecidos por cada 100.000 habitantes.
Por otro lado, los pacientes recuperados subieron hasta los 876.359, lo que supone un 55,6 % del total de infectados.
Los estados brasileños más azotados por la pandemia son Sao Paulo (312.530 casos confirmados y 15.996 muertes), Ceará (120.952 y 6.411) y Río de Janeiro (120.440 y 10.624).
Los investigadores discrepan sobre cuándo se alcanzará el pico de la curva epidemiológica y los hay incluso que defienden que nunca llegará y que Brasil mantendrá un nivel medio de decesos y contagios durante un largo periodo de tiempo debido a la dimensión continental del país.
La región norte del país presentó en las últimas semanas un descenso en el ritmo de casos y muertes, pero las autoridades brasileñas están ahora preocupadas con la situación en el oeste y el sur del país.
Desde el pasado mes de junio, algunos de los estados y municipios más afectados por la crisis sanitaria, como Sao Paulo y Río de Janeiro, empezaron una desescalada de las medidas de aislamiento social que habían impuesto desde marzo, pese a que la curva aún sigue en fase creciente.
Este sábado, las iglesias de Río de Janeiro volvieron a abrir sus puertas a sus fieles para oficiar misas de forma presencial después de tres meses confinadas por la pandemia en la que se vieron obligadas a realizar la eucaristía a través de las redes sociales.
Con información de EFE