Harold Baker, un bombero voluntario en Nescopeck, Pensilvania, vivió el pasado viernes una verdadera tragedia. Por más acostumbrado que estuviera a luchar contra las llamas y comprobarlos estragos que setas causan, sin duda nunca soñó tener que ocuparse del incendio de la casa de su familia más cercana. Y lo que ese peor: no poder hacer nada para salvarla.

Según informa la televisora local WNEP 16, Baker iba en el primer camión de los varios que se despacharon para combatir un voraz incendio surgido en la madrugada del pasado viernes. El siniestro dejó como triste saldo diez personas muertas. Entre ellas se encontraban el hijo y la hija del bombero y sus tres nietos, de 5, 6 y 7 años.

Baker dijo al periódico local Citizens' Voice que la dirección original del reporte correspondía a una casa vecina era de una casa de al lado. Pero apenas el camión entró en la calle señalada, el infortunado bombero vio que las llamas y el humo salían de la casa de sus familiares.

“Tratamos de entrar, pero no había forma de que pudiéramos”, lamentó Baker. ”No pude salvarlos, es lo pero que me ha pasado”, prosiguió

Desde la policía se informó que las otras tres víctimas mortales también eran familiares de Baker.

“Perdí a mi hijo, mi hija, mi nieto, otros dos nietos allí, mi suegro, mi cuñado y mi cuñada. Todos perdidos”, dijo.

El hombre explicó que no todas las víctimas vivían allí, sino que un parte de su familia se encontraba de visita en casa del resto.

"Los niños que estaban allí y mis dos hijos estaban visitando a sus tíos. Esos eran los dueños de la casa. Estaban allí, jugando y metiéndose en la piscina y todo eso", contó el bombero. En la casa también había trece perros, y todos perecieron.

Una hija de Baker, que no estaba en el lugar del incendio, creó una campaña de recolección de fondos para ayudar a los sobrevivientes de su familia