Por Federico Pereira
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Benedicto XVI, el 265º papa de la Iglesia Católica, falleció este sábado a los 95 años de edad. Fue el sumo pontífice más longevo de la historia, tras haber superado a León XIII (1810–1903).
Joseph Aloisius Ratzinger fue sumo pontífice durante 7 años y 315 días. Por otros nueve años, llevó, junto a su título de papa, el adjetivo “emérito”, dado que el 11 de febrero de 2013 se convirtió en el primer sucesor de San Pedro en renunciar a su cargo en 598 años, luego de que Gregorio XII lo hiciera en 1415.
Ese día, durante la ceremonia de canonización de los mártires de Otranto, pronunció las siguientes palabras que sorprendieron al mundo: “He llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecuan por más tiempo al ejercicio del ministerio petrino. Con total libertad declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma y sucesor de Pedro”.
Su dimisión se hizo efectiva el 28 de febrero, dando inicio a la tempore sede vacante que antecedió al nombramiento quien entonces era su rival ideológico y contra el que compitió en 2005 en la votación del Colegio Cardenalicio: Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y actual papa Francisco.
El papa alemán y su camino al Vaticano
Nació en 1927 en Marktl, Alemania, en el tiempo en que el país era gobernado por la República de Weimar. Ratzinger se crio en su Baviera natal —corazón de la Alemania católica—, mudándose en los siguientes años entre varias localidades de la zona.
El futuro papa inició su camino educativo en el seminario menor de San Miguel en Traunstein, cerca de la casa familiar. Corría 1941 y Alemania era gobernada por Adolf Hitler. Hasta 1939 ningún seminarista había sido obligado a entrar a las Juventudes Hitlerianas, pero, ya con la conscripción obligatoria, a los 14 años Ratzinger debió unirse a la organización nazi.
Dos años más tarde, aún dentro del seminario, el joven fue reclutado en la Luftwaffenhelfer (asistentes de la Fuerza Aérea, en alemán), los cuerpos de artillería antiaérea del Tercer Reich. Permaneció dentro de la infantería alemana hasta 1945, cuando las fuerzas aliadas llegaron a la zona, por lo que desertó y volvió al hogar familiar.
Ese pasado en el aparato nazi le valdría varios artículos de prensa y titulares dedicados a esa época de su vida, tanto en los tiempos de su asunción como a lo largo de su papado.
A mediados de los años cuarenta comienza a manifestar su vocación sacerdotal y entre 1946 y 1951 estudió Teología católica y Filosofía en el seminario de la Universidad de Múnich. Desde ese momento, su carrera académica y su vínculo con el estudio lo acompañarían por el resto de su vida.
El 29 de junio de 1951, él y su hermano Georg recibieron el sacramento del orden sacerdotal en Frisinga, ciudad de la cual fue, junto con Múnich, arzobispo desde el año 1977. Ese mismo año el papa Pablo VI lo proclama cardenal.
En 1981, Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), órgano colegiado de la Santa Sede que tiene como objetivo “mantener y defender la integridad de la fe, examinar y proscribir errores y falsa doctrinas”.
Es durante su tiempo al frente del órgano que, según lo informado por The New York Times, el Vaticano encubrió al sacerdote estadounidense Lawrence C. Murphy, acusado de haber abusado de unos 200 niños sordos y con deficiencias auditivas en Wisconsin entre 1950 y 1974. En 2010, ya con Ratzinger como sumo pontífice, el Vaticano reconoció el encubrimiento, dijo que era porque en su momento Murphy estaba “viejo y enfermo” y denunció el ataque de la prensa al papa.
En 2005, Ratzinger ya sabía que era el favorito a suceder a Juan Pablo II ante su inminente fallecimiento; los medios del mundo lo daban como el candidato ganador en la contienda en la que Bergoglio, considerado un “liberal” en comparación al alemán, quedaría segundo.
Tras dos fumatas negras, el humo blanco finalmente salió de la chimenea de la Capilla Sixtina el 19 de abril de ese año y Ratzinger se convirtió así en el primer papa alemán en 948 años; su coterráneo más cercano en ocupar el cargo fue Víctor II, pontífice entre 1055 y 1057.
Siete años al frente de la Santa Sede
“Queridos hermanos y hermanas: después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones. En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre, estará a nuestro lado. ¡Gracias!”, pronunció en italiano —uno de los diez idiomas que hablaba— al aparecer por primera vez frente al mundo católico desde el balcón central de la basílica de San Pedro como Benedicto XVI.
Ratzinger eligió su nombre papal en honor al último en llevarlo, Benedicto XV (papa entre 1914 y 1922) y de San Benedicto de Nursia (480-548), copatrón del continente europeo. En su primera audiencia ante la Plaza de San Pedro, explicó que homenajeaba al primero por ser un “valiente profeta de la paz que guio a la Iglesia” en los tiempos de la Primera Guerra Mundial y al segundo porque “su vida evoca las raíces cristianas de Europa”.
Durante su pontificado viajó 24 veces fuera del Vaticano e Italia, a destinos de los cinco continentes, incluidos los viajes a Colonia, Alemania (2005), Sídney, Australia (2008) y Madrid, España (2011), lugares a los que fue para presidir la Jornada Mundial de la Juventud, evento organizado por la Iglesia para convocar a los jóvenes católicos de todo el globo.
Previo a su papado y aún al frente de la CDF, Ratzinger convenció a Juan Pablo II de que ese órgano de la Iglesia sea el que investigara las acusaciones de abuso sexual dentro de la Iglesia, tema que se convertiría en uno de los preponderantes durante su tiempo al frente del Vaticano. Según reportara en 2010 The Irish Independent, en esos años Ratzinger también presionó a su predecesor que investigara a Hans Hermann Groër, cardenal austríaco amigo del papa polaco que fue acusado de abusar sexualmente de niños, lo que derivó en su renuncia como arzobispo de Viena.
En 2006, Benedicto XVI ordenó a Marcial Maciel, sacerdote mexicano y fundador de la congregación Legión de Cristo, a que renuncie a su ministerio religioso y se dedicara a la “oración y penitencia”, tras ser acusado formalmente de abusar de más de 60 niños, que luego fue reconocida por la orden religiosa fundada por él en 2010, dos años después del fallecimiento.
Luego de que trascendieran casos de abuso sexual a niños por parte de sacerdotes católicos en Irlanda, el pontífice envió una carta a los fieles de esa fe en el país expresando su preocupación y prometiendo cambios en la forma en la que se tratarían dentro de la Iglesia las acusaciones de este tipo, con el objetivo de “llevar a la justicia” a los religiosos que cometiesen estos actos.
Sin embargo, el más grande de los escándalos que envolvieron a la figura de Benedicto fue el caso “Vatileaks”, una filtración de documentos secretos que comenzó en 2012 con una investigación del periodista italiano Gianluigi Nuzzi —autor de Su Santidad: los papeles secretos de Benedicto XVI— que señalaba chantajes dentro del aparato ecleciástico a obispos homosexuales, así como las finanzas personales del papa y el sistema de sobornos existente para alcanzar una audiencia papal.
El libro reproducía cartas confidenciales entre Benedicto XVI y su secretario personal, el sacerdote alemán Georg Gänswein. La filtración original a Nuzzi fue realizada por Paolo Gabriele, mayordomo del papa entre 2006 y 2012, año en que fue arrestado por la Gendarmería Vaticana tras encontrarse los documentos confidenciales en su departamento. Gabriele falleció en 2020 a los 54 años.
El papa emérito
El día que se hizo efectiva su renuncia, a la que muchos adjudicaron al escándalo de corrupción vivido el año anterior, Benedicto abandonó la Ciudad del Vaticano en helicóptero rumbo al Palacio Pontificio de Castel Gandolfo, en las afueras de Roma, donde vivió por unos meses.
En mayo de ese año se mudó al monasterio Mater Ecclesiae, donde vivió hasta su muerte. Debido a que este edificio se encuentra dentro de los muros del Vaticano, los nueve años como papa emérito fueron un tiempo único en la historia reciente de la Iglesia, con dos papas viviendo al mismo tiempo en la Santa Sede.
En ese lugar vivió junto a Gänswein, quien se mantuvo como su secretario personal y con cuatro laicas consagradas de la comunidad Memores Domini, que ayudaban a los sacerdotes con las labores domésticas. Allí también contaba con una habitación para su hermano Georg, que falleció en 2020.
Durante su tiempo como emérito Benedicto se mantuvo alejado de la esfera pública, siendo visto en 10 ocasiones durante los dos años inmediatos a su renuncia y otras tantas en los posteriores. En 2020 se anunció que sufría de erispela en la cara, patología infecciosa que tiene como síntomas hinchazón, marcas rojizas, picazón y dolores agudos.
Meses antes de su fallecimiento el Vaticano anunció que Ratzinger tenía problemas respiratorios que afectaron sus cuerdas vocales, por lo que el exobispo de Roma ya no podía hablar.
En enero de 2022, un informe de la firma legal alemana Westpfahl Spiljer Wastl, comisionado por la Iglesia Católica, señaló que el papa emérito no actuó para dar a conocer cuatro casos de abuso sexual cuando ostentaba el cargo de arzobispo de Múnich y Frisinga (1977-1982), tal como informara la BBC. A pesar de que durante años el expontífice rechazó las acusaciones sobre encubrimientos en su tiempo al frente de la iglesia bávara, en febrero reconoció que se habían cometido errores en el tratamiento de esos casos durante su arzobispado.
En una carta difundida por el Vaticano pidió perdón por cualquier “falta grave” pero negando negligencia o mala fe personal. “He tenido grandes responsabilidades en la Iglesia Católica. La más grande es mi pena por los abusos y los errores que ocurrieron en esos diferentes lugares durante el tiempo de mi mandato”, rezaba la misiva del expontífice.
Tras casi ocho años al frente de la Iglesia y otros nueve tras bambalinas, Benedicto XVI dejó su marca en la historia eclesiástica, así como una particularidad por la que quizá también sea recordado: fue el segundo papa en la historia en grabar un álbum musical, después de los tres que hizo Juan Pablo II.
Pianista destacado desde siempre, nunca se despegó de ese instrumento —tal como se puede ver en la película Los Dos Papas (2019) —, que siguió tocando durante sus años en Mater Ecclesiae. En 2009, aun siendo pontífice, Benedicto publicó Alma Mater, música desde el Vaticano, un disco de música sacra donde se puede oír su voz cantando y recitando oraciones.
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