Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
Bautista pudo haber sido futbolista, como sus dos hermanos. Incluso, llegó a entrenar dos semanas en una sub-15 que dirigió Fabián Coito y pisó el césped del Complejo Celeste. Pero las condiciones no lo acompañaron y dejó. Probó con el rugby y ahí sí le fue bien: llegó a jugar como titular en un Mundial juvenil en África. Pudo haber tenido una carrera, pero dice que “se le cruzó” la música y advirtió que ahí estaba su verdadera pasión. Supo Bauti Mascia (27) que sería eso: músico.
Fue el compositor y guitarrista de Toco para Vos, una de las bandas de cumbia cheta —como se conoció el género— que fue furor hace 12 años. En esa banda se lucía su prima, la conocida cantante Meri Deal. Bauti, ya convencido de su vocación, largó su carrera solista, y ahí, además de componer, empezó a probar con otros géneros y melodías. La música lo llevó al reality show más afamado a nivel mundial. Fue así que, buscando “una audiencia” para sus “inquietudes”, se anotó, al igual que 300.000 personas, en Gran Hermano (Argentina). Pasó un casting, dos, tres, hasta que le avisaron que debía ingresar a la casa.
La invención de impronta orwelliana lo recibió y pasó a tener una vida televisada todas las horas del día, todos los días, durante dos tercios de año. Mientras algunos tramaron cosas, urdieron planes maquiavélicos o explotaron en rabia por nimiedades (precisamente, una chica que se hizo famosa se apoda Furia), Bautista jugó a ser él: un veinteañero de Montevideo, de perfil bajo, de los que prefiere llevarse bien con todos y no protagonizar ningún conflicto, aunque con esa medianía o “tibieza” se prive de titulares en los medios, clics o aplausos fáciles. Cuando cayó en la cuenta, el joven que en el confesionario le transmitió a una psicóloga que no quería hacer nada que “traicionara su esencia”, ganó el certamen. De yapa, se enamoró de Denisse, otra participante del show. Y, ahora, tiene lo que fue a buscar: una audiencia que espera ver qué música se le ocurre.
“Toco la guitarra, fui autodidacta en el piano, pero no me considero ni guitarrista ni pianista. Yo soy compositor. ¿Sé tocar el piano? Sí. ¿Sé tocar la guitarra? Sí. ¿Sé algo de teoría? Sí, pero me considero compositor”
¿Cómo podrías decir que fue tu infancia?
Tuve una infancia muy linda. Siempre estuve rodeado de amigos, de familia, de gente que me quería. Cuando tenía 12 tuve una instancia fuerte cuando se murió mi viejo. Eso me hizo muy fuerte. Pero creo que en términos generales tuve una infancia muy linda.
Estudiaste en el Stella Maris, un colegio privado y cristiano. ¿Cómo podrías decir que tu educación incidió en tu formación como persona?
Yo del colegio me llevo mucho aprendizaje. Me joden mucho con el tema de los “valores”, algo con lo que se insistió en Gran Hermano. Es una frase que quedó como muy chistosa. Yo crecí en un colegio con gente alrededor que me enseñaba mucho de la vida: qué es lo que está bien y qué está mal es muy relativo en la vida, pero... Como que me ha inculcado valores... O cosas que para mí fueron muy lindas, y están buenas para aplicar para la vida.
¿Como qué?
El compañerismo, la honestidad, el buen trato con la gente. Los que son los valores católicos, cristianos, como el cuidar al prójimo, respetar a tu familia, a tus padres. Un montón de cosas que nací con eso constantemente en el oído. Uno en la vida, después, de a poco, lo empieza a aplicar y se da cuenta de que hay muchas cosas que te enseñaron de chico que son formas correctas y que te ayudan mucho a llevar la vida de una manera fácil, liviana y tranquila.
Antes de la música estuvo el deporte en tu vida. Tus hermanos Juan Cruz y Franco son futbolistas profesionales; recuerdo que Juan Cruz llegó a ser delantero en Nacional. El fútbol no te resultó del todo ajeno, de todos modos. Estuviste en una preselección uruguaya sub-15 dirigida por Fabián Coito, según contaste en 100% deporte de Sport 890. ¿Qué pasó?
Y… no era tan bueno, ja. Jugaba de zaguero central, era recio, pero no era tan bueno técnicamente. Tenía buenas condiciones físicas, pero me faltaba un poco de técnica. La vida me deparaba otra cosa.
Te fue mejor en el rugby: jugaste en el Old Christians. Y llegaste a jugar en un Mundial juvenil en Zimbabue, como titular. ¿Creés que podrías haber llegado lejos en el rugby, si te hubieras dedicado a eso?
Creo que sí. Me pude haber dedicado al rugby. De hecho, creo que hoy en día hubiese seguido por un camino muy similar al que siguieron algunos de mis amigos, de mis mejores amigos, que juegan al rugby profesional. O sea, que han jugado en Estados Unidos, en la selección de rugby mayor, en algunos cuadros de Europa. Tengo un gran amigo que juega en la Primera de Francia también. Creo que pude haber seguido ese camino. Pero, bueno, se me cruzó la música, que era otra pasión que yo tenía, que, de hecho, me tiró más.
¿Sos un emprendedor? Digo, porque abriste un negocio de reparación de celulares en Buenos Aires y, antes, una carnicería, acá en Montevideo... Rubros muy distintos, y alejados de la fama.
Sí, obvio. Es que, bueno, la fama y lo que es el mundo del espectáculo requieren una audiencia que no la tenés siempre. Yo tuve Toco para Vos, y tuvimos una época muy buena, y después en un momento todo eso, todo lo que sube, baja. Y hay que tenerlo muy presente. Tuve emprendimientos, más como “empresariales”, donde uno no depende tanto de la fama, sino que es un laburo más “normal”, por así llamarlo. Y sí, yo me considero emprendedor, porque también hacer música o meterme en el mundo del espectáculo, como ahora en un programa [Gran Hermano], todo eso también es emprender. De distintas formas, pero es emprender.
La carnicería que tenemos se llama La Finca, en Pocitos, y la tengo con dos de mis mejores amigos. Es un almacén, en realidad, donde vendemos pizza, congelados, bebidas, vinos, queso, y carne, también. Es un almacén y carnicería, ponele. Tengo una familia que viene del campo, entonces también crecí con eso.
¿Cuál fue tu primer acercamiento a la música? ¿Qué es lo primero que recordás?
A mi viejo tocando la guitarra en mi casa. Tocaba temas de Cat Stevens, de Charly García, de rock nacional argentino. Yo tendría 8 o 9 años, y mi viejo 40 y poco. Él tocaba la guitarra. Yo un día le dije que quería aprender a tocar la guitarra y él me enseñó a tocar. Me acuerdo que el primer tema que toqué fue “El oso” de Fito Páez [N. de R.: en realidad, es de Moris y Antonio Birabent]. La guitarra fue el primer instrumento que aprendí. Después, con el tiempo, por inquietud, un día empecé a tocar el piano. Fui muy autodidacta en el piano. No me considero ni guitarrista ni pianista. Yo soy compositor. ¿Sé tocar el piano? Sí. ¿Sé tocar la guitarra? Sí. ¿Sé algo de teoría? Sí, pero me considero compositor.
En 2013 la pegás con Toco para Vos, junto a Andrés Urioste, Sebastián Muñoz y tu prima, Meri Deal. Era el furor de la cumbia cheta. Nati Ferrero me dijo para este espacio que no le gustaba el rótulo de “cumbia cheta” porque estigmatiza. ¿A vos te molestó?
Nah, que lo llamen como quieran. Acá cada uno lo llama de la manera que quiera. ¿Quieren ponerle “cumbia cheta”? Está perfecto. A otros le dicen cumbia pop, o cachengue. Es un tema de libertad, que cada uno puede denominar las cosas como quiera. Si se armó una opinión de la masa y le quieren poner “cumbia cheta” por equis motivo, porque está más vinculado también al rugby, que es un deporte, por lo menos en Uruguay, elitista, o por los boliches en los que tocábamos, está bien. La gente tiene el derecho de hacerlo. Para mí, los que hacemos la cumbia pop, de cheto, poco y nada, en general. Yo vengo de una familia en la que nunca sobró la plata, ni tuve grandes lujos de casa, ni auto, ni viajes, nada de eso. Y creo que todo el mundo que acompañó el movimiento tampoco.
Eras el compositor de la banda. El hit “Hasta la luna” tiene millones de reproducciones. ¿Sobre qué buscabas escribir o a quién le cantaban?
Uff, una banda de reproducciones. Escribía sobre cosas con las que mucha gente se pudiera sentir identificada, como un desamor, por ejemplo. Las relaciones amorosas son algo mundial. Seas católico, judío, musulmán, es transversal a todo. Todos se enamoran —o la mayoría tiene esa oportunidad—, todos alguna vez tuvimos problemas amorosos.
La cumbia pop ¿fue una moda pasajera o un género que será recordado y que hoy o mañana puede llegar a volver con éxito?
Las dos. Fue algo pasajero en su momento. Pero el año pasado tuvo como un rebrote la cumbia pop. Por eso ya hice el tema que saqué antes de entrar a la casa [de Gran Hermano]: “Ya no me duele”, que es muy cachengue, porque también ya venía sonando como venía, y estaba volviendo a sonar la cumbia esa. La música es un poco como la moda: es cíclica. Hoy en día lo retro, la ropa que se usaba en los 80, se usa un montón, y la música es lo mismo. Hay un momento en que algo pasa de moda, y después de repente, unos años después, decís: “Ah, mirá, la música que hacía en aquel momento está buena, hagámosla”, y vuelve.
En Algo contigo contaste que hubo algún roce con Meri Deal, a propósito de las composiciones, porque ella escribía poco, pero cuestionaba tus letras. ¿Cómo fue eso?
No es que cuestionaba mis letras y no es que yo crea que ella sea más vaga para componer. Es que yo estaba acostumbrado a componer solo y venía como en un rol de compositor y por una línea muy clara, y generalmente cuando metés otra cabeza, sea Meri o sea quien sea, vos ahí tenés que incorporar a una persona que tiene su propio pensamiento y su propia creatividad, donde en una de esas puede ser más difícil. Tenés que salir de la zona de confort en la que yo estaba de componer solo, a componer con otra persona. Entonces no es que tuve un problema con ella, pero por momentos tuvimos un cambio de modalidad de composición que, bueno, hubo que adaptarse a lo nuevo. Y siempre adaptarse te incomoda en algún aspecto. Nada más.
¿En qué momento decidiste animarte a encarar tu carrera solista? ¿Qué te motivó a salir a escena con tu nombre?
Inquietudes artísticas de hacer otra cosa que no sea cachengue o cumbia pop. Yo sabía que tenía ganas de hacer alguna otra cosa. Un día antes de que cayera la pandemia compuse el tema “Terapia”, que es un tema que es medio balada trap-pop, ponele. Y ahí me di cuenta de que estaba componiendo otros temas y me di cuenta de que tenía un montón para sacar. Vi que tenía algo como... no quiero decir “reprimido”, que estaba como ignorando por el tema de ser siempre cachengue (que tengo ganas de hacerlo también). Y ahí Meri estaba haciendo su carrera solista, y la banda ya no estaba tan de moda como antes y, bueno, yo como que empecé a mover mis hilos para decir: “Che, yo también quiero hacer otras cosas, tengo otras inquietudes y ganas de hacer otras cosas”. Y ahí es cuando arranco en 2020… Saqué un EP y después empecé a laburar y así estuve laburando dos años y medio o tres hasta que nada, sigo laburando en realidad…
“Yo estaba acostumbrado a componer solo y por una línea muy clara, y cuando metés otra cabeza, sea Meri o sea quien sea, vos ahí tenés que incorporar a una persona que tiene su propio pensamiento y su propia creatividad”
¿Y qué te impulsó a anotarte para entrar en la casa de Gran Hermano? ¿Cuál fue tu interés?
Yo quería buscar una audiencia que me siguiera, y qué mejor lugar que Gran Hermano, donde te conocen en profundidad, ¿no? La particularidad que tiene Gran Hermano es esa, de que la gente que te sigue te conoce, porque te conoce de verdad, o sea, vio todo lo que hiciste en el programa, tus reflexiones íntimas, vio lo que pensabas, lo que no, lo que hiciste en público, o sea, te conocen de verdad.
¿Sí? ¿Te conocen realmente?
Te conocen, te conocen… Yo creo que en Gran Hermano uno juega como hace en la vida. Estoy hablando de mí, en realidad. Por ahí otro te dice que no, que nadie lo conoció realmente. Por lo que he visto afuera y adentro, creo que todos, más o menos, son lo que son. Aparte Santi [N. de R.: el conductor del programa, Santiago del Moro] lo dice también, que uno no puede correr o dejar de ser quien es ahí adentro. ¡Son muchos meses, boludo! Podés disimular algo una semana, dos, un mes, dos meses, pero en total son siete meses. Tendría que ser un actor de la puta madre para actuar como un personaje durante siete meses.
¿Cómo fue el proceso para ingresar al reality show?
Yo me anoté en Gran Hermano en abril del año pasado. Mandé el formulario completo y un video. A los seis meses me mandan un mensaje diciendo que habían visto mi casting, y les interesaba hacer uno presencial. Empecé a ir uno por uno a Argentina y entre medio seguía grabando canciones, hasta que quedé. Me dijeron: “Bueno, quedaste, entrás en dos semanas”. Fue todo muy rápido. Haber quedado ya fue un gol. Haber entrado fue un logro increíble; no sé, 300.000 personas mandaron su formulario y su video. Después entramos 22, y ser el ganador es una locura.
Y tu interés, decías, fue ganar una audiencia para tu carrera artística…
Dije: “Yo quiero tener la audiencia para después hacer cosas que a mí me gustan”. Para mi carrera, ya sea musical o si se presenta a la oportunidad, otra cosa. Aparte de eso, me interesaba mucho la experiencia. O sea, el experimento de Gran Hermano me parece que es una cosa de locos, comparable con nada. Cuando me preguntan: “¿A qué se parece Gran Hermano?”... A nada, a Gran Hermano.
“Uno no puede dejar de ser quien es ahí adentro. ¡Son muchos meses, boludo! Podés disimular algo una semana, dos, un mes, dos meses, pero en total son siete meses. Tendría que ser un actor de la puta madre para actuar siete meses”
¿Por qué creés que, 23 años después de su primera edición, un reality como Gran Hermano volvió a tener éxito y rompió ratings de audiencias en el Río de la Plata? Porque la primera vez fue toda una novedad el experimento social. Pero ¿por qué creés que a la gente le interesa ver cómo conviven un puñado de desconocidos en una casa?
No sé por qué a la gente le gusta esta cuestión de ver qué está haciendo otra persona. O sea, como que le genera algo… No sé qué le genera poder ver todo lo que hace otra persona. Es como que vos estés en un celular y te digan que podés espiar a una persona 24-7, aunque sea una persona equis… Si a mí me lo das ahora, y… probablemente que, cada tanto, entre a ver qué está haciendo.
¿Por identificarte o empatizar con esa persona?
Y yo qué sé; sí, podés empatizar, decir: “Mirá lo que hizo”. Encima, estamos en la tele, en una casa, que son todas personalidades —por algo las eligieron y están ahí—, y tener la posibilidad de verlos 24-7 a la gente le genera algo. Y aparte, siento que cada temporada se renueva. O sea, sí, es el mismo formato, pero los personajes son otros. Es más, yo creo que este año arrancó y la gente estaba un poco como agarrada de la edición anterior, y de repente se dieron cuenta de que esta casa es una casa de locos. En el momento que vos entendés que por algo están ahí y empezás a buscar a ver qué tiene el otro, se vuelve muy interesante el programa.
Y creo que es eso: son personalidades que se eligen, después de un casting larguísimo. Las eligen gente que sabe del tema. El formato es interesante y el formato, más la gente VB genera algo que no sé qué es…
Algunos de los personajes, como Furia Scaglione, arrastraron una legión de fanáticos. Otros hinchaban por otros, como por vos mismo. ¿Por qué?
Para mí ella es un gran personaje, lo mismo: ahí adentro y afuera; para mí, Furia es bastante similar en todo. Sí hacía cosas por el juego, obviamente, pero es muy particular. Yo no he conocido mucha gente parecida a Furia. Es muy volada, es muy extrovertida, tiene presencia en cámara, parece una actriz. Yo tuve muy buena relación con ella durante el reality, después dijo mil cosas sobre mí. Ta, es Furia, yo ya sé cómo es, no me lo tomo personal, está todo bien. De hecho, ella dice que es la ganadora de Gran Hermano y yo me cago de risa. Capaz que fue la más mediática, es muy agresiva y tiene carácter, es lo que trascendía: que se calentaba, se calentaba y después, de repente, si quería ser amorosa con alguien, lo era. Tiene su lado sensible también, no es todo oscuridad.
Y volvemos a por qué la gente se cuelga: yo creo que la gente se cuelga por eso, porque es como que estaba súper plantada en ella. Y es ella con lo bueno y lo malo. Había una palabra que usábamos para ella que no me sale ahora… “Histriónica”, eso: es histriónica. La gente está aburrida de las copias, la gente que se parece a esto o a lo otro. O del que es “normal”, ¿entendés? Si vos me hablás de mi persona y yo te digo “no soy nada extraordinario”, ¿me entendés?
Al principio somos 22, capaz que me dicen que en los primeros meses estuve tranqui. Sí, porque soy una persona muy normal. Siento que tengo mis cosas que son buenas, ya sea la música, tengo buen trato, pero nada que no se haya visto antes. En cambio, hay personajes que son cosas tipo: “Che, yo nunca conocí a alguien así”, y entonces la gente se fanatiza con alguien que es como muy auténtico.
Yo no vi el programa. ¿Por qué ganaste? ¿Utilizaste alguna estrategia exitosa para triunfar?
Creo que siempre tuve muy buena relación con todos dentro de la casa, que también eso me lo criticaron en su momento. Decían: “¿Cómo puede ser que se lleve bien con todos?”. Y, bueno, yo me llevo bien con todos. Ahora, la que tenía la posibilidad de darme la derecha o la negativa era la gente. Yo estaba tranquilo porque son todos buenos personajes, todos tienen algo y todos son interesantes de conocer. Por algo estaban ahí. Yo no soy conflictivo, entonces, si me buscaban, no me encontraban. Yo no generaba conflicto, trataba de nunca hacer sentir mal al otro. De hecho, yo cuando salí de la casa festejé con todos, y eso para mí fue buenísimo.
Pero cuando hubo que jugar a nivel estratégico, jugué. Teníamos un equipo de juego también. Creo que la unión hace la fuerza ahí adentro; armamos lo que se llamaba “Los Bro”, que fuimos tres (al principio éramos cinco, terminamos siendo tres, de los cuales dos llegamos a la final). Pudimos armar placas...
¿Qué es armar placas?
Ir a placa es cuando, de todos los participantes, algunos van a votación del público, para sacarlos. O sea, estamos todos acá y de repente hay cuatro o cinco que los ponen en un paredón y la gente elige a quién dispara. Y nosotros, al ir jugando e ir avanzando, teníamos la posibilidad de construir alianzas, sumar votos y decir: “Bueno, si votamos acá, este no entra”. Hay una cuota de inteligencia. Lo que quiero decir es que cuando tuve que jugar, jugué. Y también era muy honesto con lo que sentía, yo creo que tuve mucha coherencia. A otros les costó; por ejemplo, a Furia se lo criticaron bastante. Se contradecía, era como: “Me decís algo, pero hacés otra cosa. No te entiendo. Me gusta tu personaje, lo que hacés, pero no hay una lógica”.
Y también hay una cuota de cómo se dan las cosas, no sé si llamarlo suerte, pero es: este se peleó con aquel, se dio una placa así, asá, y se dio que toda esa combinación, hasta llegar a la instancia final donde la gente vota y premia a alguien. Y bueno, la gente por suerte me premió.
“Tengo mis cosas que son buenas, ya sea la música, tengo buen trato, pero nada que no se haya visto antes. En cambio, hay personajes que son cosas tipo: ‘Che, yo nunca conocí a alguien así’, y entonces la gente se fanatiza”
El semiólogo Fernando Andacht es un gran estudioso de los reality shows y de Gran Hermano en particular. Hace poco me dijo, para este mismo espacio: “Si te fijás, todos entran diciendo que van a ser ellos mismos, y cuando salen, dicen: ‘Ese que vieron no era yo’. Esa ironía revela una verdad: que la razón por la que un espectador lo ve es buscar fragmentos del alma. Y el alma sería revelada a través del cuerpo más que de la palabra”. ¿Coincidís?
Me encantaría charlar con él… Se hacen una fiesta con Gran Hermano, seguro. Mirá, justo en mi caso, eso no aplica. El tema es cuando salís de la casa y decís que “ese que vieron, no era yo”. Yo habré jugado, habré armado estrategias, pero la esencia de la persona era yo. Entonces eso aplica para otros, a los que dijeron que era un personaje. Cuando a mí me viste enojado, era porque estaba enojado; cuando tuve buena onda, es porque la tenía, y cuando no compartí algo con alguien, era así. Pero comparto eso que dice, solo que no aplica para todos. Y lo de buscar fragmentos del alma va a la esencia, que el cuerpo habla más de lo que uno cree. En la casa pasa un montón. Si vos sos observador, en la casa ves gestos, miradas, y ahí ves lo que cree cada uno.
Te escuché decir que los últimos cuatro meses fue “puro aguante” y un gran estrés mental. ¿Tuviste que tolerar faltas de respeto y alguna humillación?
Sí, una banda… Un montón. Pero mi pensamiento fue: “Si yo estoy recibiendo una falta de respeto, o una humillación, el que se está cargando todo eso al hombro es la persona que me lo hace, no yo”. La gente después lo va a juzgar. Yo trataba de aplicar eso del libro Los cuatro acuerdos [de Miguel Ruiz Macías], un libro que habla de cuatro principios que está bueno mantener para la vida en general: no hagas suposiciones; no te tomes nada personal (eso para la casa es la vida); sé impecable con tus palabras, o sea, ojo con lo que decís porque te puede jugar en contra, y, finalmente, hacé siempre lo mejor que puedas. La clave es no tomarte nada personal, y decir: “Ok, listo, vos hacé lo que quieras, después caerá por su propio peso, y caerá en vos, no en mí”. Por maltratar a alguien, no te va a hacer más picante, ¿viste?
Yo no fumaba al entrar en la casa, y, después, adentro, empecé a fumar, un poco por aburrimiento, pero muchas veces me servía para bajar, como meditación. Yo me iba a una esquina, y fumaba un pucho y pensaba: “Está pasando esto. Bueno, vos tranquilo, le jugará mal a la otra persona, no a mí”.
¿Cuánto te importaba ganar? ¿Llegaste a traicionar tu esencia con tal de ganar, en algún momento?
La única charla que tuve con un psicólogo ahí adentro (eso no se televisa, es confidencial) fue de 10 minutos y le dije a la psicóloga que tenía miedo de tener que hacer algo que traicionara mi ser, mi esencia, que el juego me llevara a hacer algo que no tenía nada que ver conmigo. Porque había momentos en la casa donde decías: “Acá, o piso o me pisan”. Yo pensaba: “Yo no voy a ser quilombo, porque no soy así. Para eso están Furia, Ema, Cata, hay otros. Yo no soy así. A mí me gustaba divertir al resto cuando todo era aburrido, yo tenía charlas con varios, me gustaba escuchar, tenía buena onda con todo el mundo…
¿Qué cosas aprendiste en la casa de Gran Hermano?
Aprendí un montón de cada uno. Vos tirás un tema sobre la mesa y las cabezas disparan para todos lados. Ves las diferencias de cabeza en cada uno. Aprendés a plantarte más, a ser paciente, a saber callar: no tenés que hablar siempre en todos lados. Había gente que, con tal de tener el foco sobre ella, hablaba todo el tiempo, y buscaba llamar la atención.
Y encontraste el amor en la casa, no es poco...
Sí, encontré a Denisse [González], que es una cosa de locos. Estoy muy contento. Denisse me contuvo… no, me contuvo no: nos acompañamos en la casa. Ella se fue, la extrañé mucho, volvió a entrar por repechaje, y se fue por “fulminante”, y la extrañé de vuelta. Es una persona muy linda y hoy la estoy conociendo fuera de la casa. Ahora en Buenos Aires estamos viviendo juntos.
“La clave es no tomarte nada personal, y decir: ‘Ok, listo, vos hacé lo que quieras, después caerá por su propio peso, y caerá en vos, no en mí’. Por maltratar a alguien, no te va a hacer más picante”
Con la mano en el corazón, ¿te cambió en algo la fama?
Creo que me dio más confianza en mí mismo. No creo que me cambie en mis maneras, en mi forma de ser, en el trato con la gente… Me da más confianza, en general.
¿Cómo harás para no creértela?
Es que hay cosas que sí me las tengo que creer. Antes de entrar a la casa, una gran amiga, que cree mucho en mi potencial como músico, me dijo: “Mascia, haceme un favor: creétela un poco”. Y “creétela” no es necesariamente negativo, es “confiá en vos, tenete fe”. Y así me lo voy a tomar. Yo muchas veces fui tímido, o tenía miedo a pedir cosas, bueno: es no tener miedo a pedir algo. Pero en el sentido de creérmela negativamente, tené en cuenta que la banda en la que yo estuve (Toco para Vos) tuvo un boom, y hoy sé que la fama es efímera. Hoy estás arriba, y mañana estás abajo. Hoy estoy arriba, todos los medios me quieren entrevistar, las marcas quieren trabajar conmigo, pero mañana no va a ser así. Y, bueno, tengo que aprovecharlo. Disfruto, laburo, descanso poco, ya habrá tiempo para descansar. El día de mañana recordaré esta época.
¿Qué se puede esperar de vos como artista? Sé que estás por firmar un contrato con la Warner, para un nuevo material. ¿Qué música te vamos a escuchar hacer?
Mañana [hoy] tengo una reunión con la disquera, no sé exactamente qué me van a ofrecer. Sé que quieren laburar conmigo, es una nueva oportunidad. ¿Qué voy a hacer? Voy a ver qué me pide mi ser, qué inquietud tengo. La música que venía haciendo como solista, que eran más baladas, más pop o retro, no tiene nada que ver con el último tema que saqué (“Ya no me duele”), que tiene 15 millones de reproducciones, que es un tema que salió cuando ya estaba dentro de la casa —yo entré un lunes y salió un jueves—, que era más cumbia pop o cachengue. Cuando entre a un estudio, veré qué me nace hacer.
¿Cómo te imaginás dentro de 10 años, en 2034?
Mmm… Me imagino establecido. Relacionado a los medios voy a seguir, me gustaría tener una carrera musical consolidada, una buena relación con los medios. Quizás, alguna inquietud mía desarrollada, como algo actoral. En algún momento algo va a pasar, no sé cuándo. Me gustaría grabar una serie, una película, en teatro no me veo, pero quién te dice… Y probablemente, algo de emprendimiento, algo emprenderé.
¿Sos feliz?
Sí, soy feliz, con lo bueno y lo malo de la vida.