Cabildo Abierto (CA) esperaba con ansias el domingo 27 de octubre; no necesariamente con tranquilidad. Mes a mes, el partido vio su intención de voto achicarse a niveles preocupantes. Y para mal de sus militantes, así fue.
El partido liderado por Guido Manini Ríos pasó de 11% y tres senadores en la elección de 2019, a empezar a dudar, luego de que salieran los primeros resultados de proyección de escrutinio cerca de las 20:30 horas, de si llegarían a tener aunque fuera una banca en la Cámara alta.
Ese fue el ambiente que se sintió en el búnker de CA.
Dirigentes, militantes, asesores, pero sobre todo Manini, se habrán preguntado cómo se llegó de ser un actor condicionante en la coalición de gobierno a un partido con apenas un par de puntos porcentuales en las urnas.
La previa
Minutos después de que cerraran los circuitos en todo el país, el clima en el primer piso del Hotel Dazzler era calmo. De no haber sabido qué preveían las encuestadoras antes del domingo, uno podría haber pensado que CA no estaba preocupado por su votación.
Varios minutos pasaron. El candidato fue moviéndose tranquilamente, conversando con distintas personas. Primero con algún periodista, después con su asesor Antonio Romanelli, después con Guillermo Domenech.
Siguieron pasando los minutos. Empezaron a llegar caras conocidas ya cerca de las 20:15 horas. Álvaro Perrone (diputado), Karina Rando (ministra de Salud) y Lorena Quintana, compañera de fórmula de Manini.
Llegaron las 20:30 horas. Varias televisiones encendidas muestran los primeros resultados de boca de urna y las respectivas proyecciones. Los temores del general se hacen realidad. El partido no logra siquiera alcanzar el 3%. Si el ambiente demoró en asentarse, en este momento las caras comenzaron a hablar por sí solas.
Seriedad, mutismo, miradas, muecas. La decepción se volvió inocultable.
La calma y la tormenta
El aire se empezó a hacer cada vez más pesado. Entre quienes aún veían un halo de esperanza para mantener al menos un senador y quienes no podían dejar de pensar en la cantidad de votos que había perdido el partido desde 2019, pasaba algo. El líder cabildante se fue del lugar.
“Se fue al otro cuarto.” El exmilitar, acompañado de unas pocas personas, se mudó por un rato al siguiente habitáculo. Mientras tanto, el ritmo de llegada de personas se aceleraba y, acompañado del malestar por ver que el porcentaje no subía, comenzó a crecer la expectativa. ¿Qué diría entonces el candidato?
Hubo unos minutos de espera. Minutos de calma. La sensación general se homogenizaba, se empezaba a aceptar.
La calma se interrumpió. Manini Ríos entró por la puerta a paso rápido seguido de dirigentes y asesores. Se dirigió a la tarima, decidido a ponerse en el ojo de la tormenta. “Ahí vino Guido”.
El resultado obtenido generaba malestar, pero también signos de interrogación. Los cabildantes se preguntaban por qué habían votado tan mal. Manini planeaba brindar respuestas.
Subido en la tarima, al lado de Perrone, Domenech y Quintana, Manini comenzó con los saludos cordiales de felicitación a Yamandú Orsi y Álvaro Delgado, así como los agradecimientos a “militantes que tanto trabajaron en este tiempo”.
Sin embargo, todos en el salón sabían que ese no sería el tono de sus palabras, pues la realidad dictaba que la reacción debería ser otra. “Sin lugar a dudas nuestra expectativa de votación era superior a la que finalmente logramos”, dijo, en medio de un gran silencio.
“Claramente el escenario de hoy no es el mismo que en 2019. Hace cinco años Cabildo Abierto era la novedad”, y “ser la novedad es un punto a favor”, explicó Manini, nuevamente con un silencio generalizado.
Las palabras siguieron y Manini tomó como uno de los caminos posibles la autocrítica. Quizás era el más oportuno. Aun así, Manini fue sorpresivamente enfático en esto, y entre mención al histórico estratega militar francés y siguiendo cierta lógica de jerarquía militar, puso todo sobre sus hombros.
“Decía Napoleón que las victorias tienen mil padres, pero las derrotas son huérfanas. En este caso, la magra votación de Cabildo Abierto no es huérfana: yo soy el principal responsable de la mala votación en la medida de que soy el principal referente de Cabildo Abierto”, aseguró.
“Sin lugar a dudas he cometido errores políticos personales que han llevado a este descenso de la votación en cinco años”, agregó.
Manini expresó lo que sintió. El silencio absoluto del público que lo escuchaba fue colmado entonces de contenido con sensaciones encontradas, por una mala votación y un líder que apuntó solo hacia sí mismo, a su “responsabilidad”.
“Sin lugar a dudas, no supe evitar o minimizar una división interna basada en muchos cuestionamientos a mi liderazgo que aparecieron en los últimos tiempos”, prosiguió.
Manini habló sin pelos en la lengua y siguió golpeándose: “Soy responsable de eso sin lugar a dudas”.
“Soy responsable también de la franqueza y la dureza con la que muchas veces hemos presentado nuestros planteos, incluso llegando a criticar acciones gubernativas”, dijo.
Parecía que el líder cabildante se estuviera rindiendo ante una realidad abrumadora: “Soy claramente el responsable de la votación que hoy tuvo Cabildo Abierto”.
Tras prometer un “profundo análisis” y una “autocrítica seria”, Manini terminó dando un mensaje de unión y apoyo para con la coalición republicana en el balotaje.
Luego, dejó el micrófono. Aplausos suspendieron el silencio por unos momentos, que fueron breves. El silencio volvió a reinar. El duelo de un resultado electoral es rápido, tiene que serlo. Manini tenía que estar al poco rato en la plaza Varela para animar a los votantes de partidos coalicionistas que gritaron “presidente” a Delgado.
“Bueno, acá estamos”, alcanzó a suspirar una de las figuras de primera línea de CA tras el discurso de Manini, quien aún tenía pendiente realizar rueda de prensa tras el resultado.
Los abrazos que recibió el candidato parecían fúnebres. No murió nadie, tampoco Manini Ríos, pero Cabildo Abierto fue el gran perdedor del domingo 27 de octubre.