Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
Alejandro Balbis (51) es de oficio murguista, de toda la vida. La vocación le pegó cuando apenas tenía diez años. Se bajó del auto de su padre, escuchó un coro de murga -ensayaba La Milonga Nacional, sin caras pintadas, colores estridentes ni parafernalia- y esas voces lo dieron vuelta como la cachetada del pingüino de Hall's. En ese momento -¿10, 11 años?- supo que quería ser eso: murguista. Desoyó entonces los prejuicios paternos y se preparó para llegar lejos en el carnaval, en la música.
Pasó por grandes nombres -Falta y Resto, Contrafarsa, A Contramano, Los Saltimbanquis- entre otros, y empezó a hacerse un nombre en Argentina casi por casualidad. El trabajo llamó al trabajo y por imposición de la realidad, cruzó el charco. Como canta León Gieco en "Los Orozco": tocó con todos, con Adriana Varela y con La Bersuit Vergarabat, con la Falta, con murgas argentas intentando parecerse a las nuestras y con La Vela Puerca. Hasta que tanto le insistieron que tenía que largarse solo con ese vozarrón y esa sensibilidad, que un vez se animó. Grabó El Gran Pez (2009), la rompió, y recién cuatro años después sacó su segundo disco (Sin Remitente). Con el tercero casi en bateas -y Spotify, seguramente-, Balbis ahora está concentrando en dar vuelta un partido difícil: la sanción con quita de 82 puntos que la IM le aplicó a la murga Doña Bastarda por "exceso de guitarra" y por bajarse tarde. Balbis, quien canta en la cuerda, es arreglador y compuso la despedida, levanta la voz para insistir con que "la cláusula de la guitarra" no estaba en el reglamento colgado en la web de la comuna. Afirma: "Si quedáramos afuera de la Liguilla, sería una injusticia".
Y le endilga al Frente Amplio -su Frente Amplio- que no haya hecho de este país uno donde los padres deseen que sus hijos crezcan y vivan toda su vida. Él dice que le encantaría que sus hijos chicos -de 5 y 3 años- vayan a prepararse "afuera de la comarca".
-¿Cuál es el primer recuerdo que tenés de una murga, cuando eras un niño?
-El Club Montevideo, yo tendría 10 u 11 años, fue antes del 80 seguro. Vi a La Milonga Nacional ensayar y quedé enamorado. Cuando bajé del auto de mi padre ya quedé impactado por el sonido del coro. Aparte, cómo sonaban las murgas antes, una cosa que ya no existe más. Antes sonaban a otra cosa...
-¿Y ahora?
-Suenan a murga de hoy. Lo que cambia es en la forma de emitir el sonido, en dónde se coloca la voz. Es otra cosa, absolutamente distinta. Después, con el correr del tiempo se fue entreverando, contaminando, con otros estilos, los cantantes usan vibratos al final de la frase, usan embellecimientos intelectuales que tienen que ver con otros estilos, con otras formas de cantar.
-Y no te convence.
-Absolutamente. El "Canario" Luna no usaba ni vibrato, ni gorjeo, ni ningún embellecimiento que no fuera su propia voz, ni fue a un taller de canto. Ni tampoco dictó uno.
-¿Y qué más te atrajo: los disfraces, los instrumentos, las caras pintadas?
-Como vi un ensayo, no estaban ni pintados ni disfrazados. Pero yo ya cantaba en ese momento, en la escuela. En el colegio Luisa Luisi, que no existe más, me hacían cantar en todas las fiestas de fin de año. Hasta que terminé sexto y entré al liceo público. Y en el liceo también canté en el coro, que lo dirigía (Rúben) Suárez Canoniero, donde se cantaba de una forma estricta y concreta, la forma clásica, entubando la voz y entonando de una forma específica. Pero, te decía, vi ese coro, donde cantaban de la forma que se les ocurría, de manera desfachatada, ¡hasta feo! ¡Y me encantó! Dije: "Estos cantan como se les canta".
-Todo arranca en el Firulete, una murga de niños, tipo Sub 15...
-Sí, el más grande era Pitufo (Edú Lombardo) que tenía 14, y yo tenía 12. Pero había otros de 9 y 10. Empecé ahí porque cuando vi a La Milonga Nacional quedé muy trastornado, ¿viste? En mi mente de niño dejó de caber otra cosa. Yo sólo quería hacer eso, y mis padres preocupados porque decían que era una manga de borrachos que se juntaban a cantar desafinado, y eran todo lo que sabían de la murga. Otra de las cosas que yo hacía paralelamente era ir todos los domingos al Teatro Circular a ver Canciones Para No Dormir la Siesta. Todos los domingos. Iba antes de que abrieran el teatro y me iba cuando pasaban llave y se iban todos. (Jorge) Lazarroff era profesor mío. Yo les tenía las pelotas infladas con la murga... porque aparte ellos cantaban alguna (canción de) murga en el espectáculo. ¿Cómo entro yo en el Firulete? Porque el Firulete le pide ayuda a Gonzalo Moreira, él ve en eso la oportunidad de sacarse de encima a ese pendejo que rompía los huevos todos los días con la murga... Y así fue, porque desde el momento que arranqué con la murga, no fui nunca más al teatro.
-Has pasado por unas cuantas marcas fuertes del carnaval, y la murga específicamente: Contrafarsa, Falta y Resto, Saltimbanquis, A Contramano, Asaltantes con Patente, Don Timoteo... Si tuvieras que elegir dos carnavales nomás, ¿cuáles serían y por qué?
-1991 y 2001. En el 91, en Contrafarsa, fue el primer año que ganamos. Fue muy importante. Aún éramos chicos, jóvenes, y fue muy importante obtener el primer premio, a todo nivel. En 2001, con la Falta (y Resto), era como mi propia familia, pasé muchos años con la Falta, tengo una relación casi familiar con los Castro Lazaroff. Aparte era el arreglador musical de todo el espectáculo. La murga no ganó, pero después que terminó el carnaval, trabajamos 50 veces más. Fue un carnaval muy importante para todos los que estábamos en ese conjunto. Tanto, que el año pasado hubo un intento de hacer un revival y volver a juntar todo ese cuadro. También debería hablarte de A Contramano 2003, que fue muy importante, tal vez... pero me pediste dos.
-Marcelo Fernández me dijo que te preguntara por tu pasaje por Saltimbanquis. ¿Por qué? ¿Qué tuvo de especial?
-Por el coro que había, y lo que significa la murga Los Saltimbanquis. Tuvo algo de especial que es pasar por ese título, que es como acercarse a un mundo... distinto y complejo. Es un mundo muy competitivo el de Los Saltimbanquis, donde se juntan los mejores cantores que el dinero pueda comprar, siempre es así, siempre es un coro arrollador y asombra por sus cantantes. Haber sido elegido para formar ese coro, que siempre tiene lo mejor de lo mejor, fue como una consagración.
-Tal vez eso de competitivo termina generando rencillas, disputas, duelos de egos...
-Todo en carnaval genera grandes susceptibilidades y competencias de egos, y cosas. Por lo general, siempre me sentí muy por fuera de todo eso. No siento que yo sea parte de esa competencia, de que mi intelecto y mi corazón esté al servicio de esa competencia. Claro que me gusta ganar y no me gusta perder, pero eso no quiere decir que sea el principal motor del asunto.
"Todo en carnaval genera grandes susceptibilidades y competencias de egos, y cosas. No siento que yo sea parte de esa competencia, de que mi intelecto y mi corazón esté al servicio de esa competencia. Aunque me gusta ganar, claro"
-¿Quién era "El Comandante" que tocaba los platillos en Contrafarsa?
-Jajaja, Washington se llamaba. Washington vivía frente a la casa de Edén Iturrioz, cuando éramos niños. Edén es un cantante de murga muy importante, es como mi hermano. Cantamos juntos en la cuerda uno al lado del otro en varias murgas. Nuestras voces maridaban muy bien en la misma cuerda, e íbamos juntos para todos lados: Contrafarsa, Los Saltimbanquis, Los Pierrot, incursionamos en los Asaltantes con Patente. El Comandante vivía en frente a la casa de Edén, en un hogar sustituto, en esos hogares donde el Estado le paga a un tutor para críe a un niño (sin sus padres). Y lo criaban apartado, no integrado a una familia. Comía aparte, estaba sentado en una piedra siempre en el patio, y él nos miraba con gran curiosidad, con sus lentes, mientras nosotros íbamos, volvíamos, nos pintábamos. Y un día empezamos a hablar con él. A él lo llevaban de la mano a la escuela y listo. Nunca había ido a Sayago, no conocía el centro de Montevideo, mucho menos conocía el mar. Era un muchacho con un nivel de inocencia tan enorme, que no conocía más que el patio y el camino a la escuela. Un día lo convencimos de saltar el muro, después de muchos meses. Con un miedo bárbaro, saltó el muro, fue hasta la esquina con nosotros y se volvió corriendo. Al otro día lo convencimos de llevarlo al ensayo de la cooperativa, que era a cuatro cuadras. Conoció la murga, lo integramos, empezó a tocar los platillos y se convirtió en un platillero eximio. Tenía unas condiciones innatas impresionantes. Yo lo bauticé "El Comandante" porque era igualito al comandante Almeida (NdeR: Juan Almeida Bosque, 1927-2009) de la revolución cubana.
En esa época de fervor revolucionario, del advenimiento de la democracia, y todo esa politización en la cual estábamos todos sumergidos, en el ámbito de la cooperativa de vivienda, me acuerdo cuando habían cerrado CX 30 y la volvieron a abrir, que se juntó todo el barrio para escuchar cuando Germán Araújo dijo "¿qué tal amigos?" nuevamente, después de un tiempo de prohibición. Son momento que te guardás para toda la vida. Cuenta Marcel (Keoroglian), yo no me acordaba, que veníamos de tocar en un tablado, y Washington se puso a hablar de política y hablaba y hablaba, y le dijimos: "A ver, ¿quién es el presidente de Cuba?" "Nicaragua", dijo Washington, como si fuera un apellido. A Washington le perdí el rastro. Se hizo un platillero increíble, salió con nosotros en el 87, y era tan bueno, que terminó carnaval y Cachete (Espert) se lo llevó para Los Saltimbanquis. Lo seguí viendo en carnaval, hasta que dejó de salir, hace un tiempo.
-Hace 20 años te radicaste en Argentina. ¿Por qué?
-No hubo una decisión concreta de irme de Uruguay y radicarme en Argentina. En el 96 empecé a salir de gira con Argentina con la Falta y Resto, y me empezó a salir un laburo en un lado, después en otro, arreglos para una murga de allá, a laburar con alguna banda de rock, y cuando quise acordar, pensé: "Me conviene alquilarme un apartamento acá, y hago al revé, vivo acá y voy de vez en cuando para allá". Fui atrás de la zanahoria del laburo. Después tuve una novia, bueno, varias, hasta mi pareja actual, con la que estamos hace como 10 años.
-Has producido a muchísimas agrupaciones y bandas: Falta y Resto, La Vela Puerca, NTVG, La Mancha de Rolando, Adriana Varela, la Bersuit, entre otros, pero recién sacaste un disco solista en 2009. El Gran Pez fue un exitazo que rompió todo, demostrando tu sensibilidad para hacer canciones populares y tiernas. ¿Por qué se demoró tanto el debut solista?
-No sentía la necesidad de sacar mi propio material. Estaba muy cómodo en la posición de jugar para otros, trabajaba para muchos. En la suma, vivía de eso bien y cómodamente.
-Pero los aplausos y las ovaciones se las llevaban otros. ¿No es el (otro) salario del artista el reconocimiento?
-(Duda) Sí... Mirá, no lo necesitaba. Y ahora tampoco es que... a ver, es hermoso cuando te aplauden, es lo más lindo cuando a la gente le gusta lo que vos hacés. Pero yo también me sentía reconocido dentro del ámbito artístico.
-¿Y entonces qué te motivó a empezar tu carrera solista?
-Amigos que me empezaron a convencer, de a poco, durante años. Años y años. El primero fue Sebastián (Teysera), después (Gustavo) Cordera, mucho insistió, después toda La Vela Puerca, son todos amigos míos, hasta que un día me dijeron: "No vengas más hasta que no tengas tu disco". Eso fue por el 2000... y pasaron nueve años más. Yo siempre había escrito, todo mi material estaba tirado por todas partes del mundo: pedazos de melodías, versitos, letritas, empecé a juntar, juntar y juntar, y empecé a armar demos. Armé 60 canciones, por lo menos, solo ordenando el material que ya estaba. Y también hice canciones nuevas.
"En La Vela me dijeron: 'No vengas más hasta que no tengas tu disco'. Eso fue por el 2000... y pasaron nueve años más. Todo mi material estaba tirado por todas partes del mundo: pedazos de melodías, versitos, empecé a juntar y a armar demos"
-En 2013 lanzaste tu segundo disco, Sin remitente, y de nuevo un largo impasse hasta tu tercer disco, que no ha llegado. ¿Por qué esos hiatos tan pronunciados? ¿Estás embarcando en muchos proyectos y tu disco solista va quedando en el freezer? ¿O es una cuestión de esperar que llegue la inspiración sin apurarla?
-Mi tercer disco ya está pronto, se va a llamar Balbis, a secas. ¿Por qué volví a demorar? Me tomo mi tiempo para las cosas. Desde que salió El Gran Pez yo toco 200 veces por año. Toditos los años 200 actuaciones. Todas las semanas tengo cuatro toques. ¿Cuándo querés que grabe un disco? Tuve que parar para hacer el disco. Y en 2017 hice la mudanza a Uruguay y la separación de la oficina que me producía, separación de una parte del trabajo, del booking, la producción ejecutiva.
-Recién mencionaste a Gustavo Cordera, con quien te une una amistad. ¿Cómo reaccionaste cuando te enteraste por las noticias que ante un grupo de estudiantes de periodismo había dicho que "algunas mujeres necesitan y merecen ser violadas"?
-Con mucha tristeza... Pensé: "Le erraste mal, Gustavo". "Más allá de lo que dijiste, no podés pensar así, Gustavo", dije para mí. No podés pensar eso, más allá de decirlo. No podés pensar eso... y más siendo padre de dos gurisas. Bueno, él siempre fue un provocador, no es la primera vez que sus declaraciones le traen problemas, nunca tanto. Me parece que se le fue la moto en el rol de provocador. Porque conociéndolo, si vos lo rascás, yo no creo que piense así... ¡Es padre de dos mujeres, ya son grandes, no son niñas! No lo llamé en ese momento, lo vi tiempo después y lo noté muy golpeado y absolutamente arrepentido.
-Sos un contador de historias, un cronista. ¿Qué te inspira para componer?
-Cualquier cosa. Ahora vivo en el campo (en Punta Ballena) con mucha paz y tranquilidad, ocn muchos niños chiquitos. El reposo, la calma, me inspira. ¿De dónde saco las historias? Mirá, no consumo medios, salvo la radio, un poco. De cosas que suceden, de un pájaro que pasa, el otro día llegué a mi casa de tocar a las 6.30 de la mañana y había un tipo que salía de traje a esa hora a trabajar. Y hay uno de los temas del nuevo disco, "Tarareando" se llama el tema, que cuenta eso.
-¿Qué te convenció de Doña Bastarda para sumarte al plantel este año?
-El sonido. El sonido del coro. Y la actitud de cómo se paran. Pisan fuerte. Esa actitud convencida de "acá estamos". Hay gente a la que le cae bien y hay gente a la que le parece soberbia esa actitud. Pero si querés salir a ganar, tenés que pisar fuerte.
-¿"Carnavales eran los de antes"?
-Eran otros.
-Si tomo lo que decías al principio, tengo que pensar que te afiliás a ese pensamiento.
-Lo decía por el sonido del coro, pero después hay muchas otras cosas. Pero hay muchas otras cosas. Los conjuntos se han profesionalizado.
-¿Y qué no se ha profesionalizado y sigue mal?
-Eh... no me hagas meterme en problemas. No todo se profesionalizó. Hay cosas que todavía dejan muchísimo que desear. Algunas organizaciones de tablados, por ejemplo, algunos sistemas de sonido.
"No me hagas meterme en problemas. No todo se profesionalizó. Hay cosas que todavía dejan muchísimo que desear. Algunas organizaciones de tablados, por ejemplo, algunos sistemas de sonido. Y en Teatro de Verano tampoco está todo bien"
-¿Y en el Teatro de Verano está todo bien?
-No, no está todo bien. Está bien, pero no está todo bien. Hay detalles del sistema de amplificación que habría que cambiar. El director, que es el que más tiene que escuchar, no está monitoreado, no tiene monitorización, porque los monitores que están en línea barren hacia el coro y después hay una distancia entre donde se mueve el director y los parlantes barren hacia afuera y el monitoreo hacia adentro. Está sordo el tipo. Es un absurdo increíble, no lo puedo creer. Y no es el único lugar del escenario donde hay un limbo de monitorización. Están los parlantes de costado, que barren hacia el oído del coro, con lo cual vos te corrés un metro y medio para atrás y quedaste sordo. Es el lugar donde se para la batería.
-Ya no es nueva la situación de que las murgas tengan que dedicarles cuplés al oficialismo de izquierda. ¿Crees que son lo suficientemente duras y críticas con el FA?
-(Piensa) Hay algunos conjuntos que pegan donde duele. Por ejemplo, La Mojigata, Metele que son pasteles y Doña Bastarda. Pegamos en lugares donde duelen.
-¿Cuáles son esos lugares dolorosos para el oficialismo?
-Educación y seguridad. Pero no necesariamente tienen que ver con la agenda hegemónica, por los lugares donde diariamente se le pega al gobierno. No necesariamente. Hay cosas que sí, y otras que no. "Qué poco dice la izquierda/con tanto muerto en revolución", decimos este año. Duele Nicaragua y duele Venezuela. Y duele el silencio de alguna gente. Creo que no hay sistema perfecto y todos hacemos agua, todos los gobernantes cuando adquieren poder, su actitud no es la misma que cuando lo buscan. Lo tenemos todos los seres humanos: ni los de izquierda, ni los de derecha, todos. Es un asunto que el murguista debe abordar.
-A Agarrate Catalina se la ha criticado este año por "tibia", justo en año electoral. ¿Podría llegar alguien a decir lo mismo de la Bastarda?
-Este año no la escuché, solo la presentación. Pero la Catalina nunca fue tibia. Y a la Bastarda no pueden decirle tibia, absolutamente no.
-"Un mito griego" se llama el espectáculo principal de la murga. ¿Crees que lograron resumir la historia y filosofía griego en los minutos que tienen en escena? ¿Por dónde pasa la receta?
-Algunas cosas sí. Algo que tiene que ver con la retórica, como parte fundamental de la discusión política y la filosófica. Me parece que está muy bien. La alegoría a la caverna, y la despedida de la democracia. Tiene vínculos directos muy interesantes. Y con el tema del machismo también nos metemos, pero tiene una vinculación más estética que conceptual. Estamos hablando del machismo de hoy, y supongo tenían los griegos, cuando la mujer tuvo un rol sumergido. Lo que hacemos en ese cuplé no es hablar de feminismo, ni de las mujeres, sino reírnos de nuestro propio machismo.
-¿Cómo tomaste vos, guitarrista, la sanción de la IM a la murga por "uso excesivo de guitarra"? Les sacaron la friolera de 72 puntos por eso, más 10 más por bajarse tarde. ¿Cuál fue tu reacción?
-De mucho dolor... Tal vez un poco de bronca, pero más bien consternación y dolor. No pensé que estuviéramos pasados. Se tocaron 18 minutos de guitarra, no pensé que la habíamos tocado tantos minutos (aunque creíamos que no había límite), y ahí comimos del tupper, como dicen ahora los gurises. Igual, se tocaron muchos temas, no solo en la despedida, donde toco yo. Lo que pasa que yo quedé expuesto porque toco de frente y me cuelgo la guitarra. Pero de los 18 minutos, toqué cuatro o cinco. Nosotros revisamos de arriba a abajo el reglamento, y lo de los minutos de guitarra no estaba.
-A juzgar por el comunicado de la murga, no es de recibo la sanción, porque sostiene Doña Bastarda que el reglamento 2019 que estaba colgado en la web de la IM, nada decía del uso de guitarras. Pero la Intendencia dice que se les dio un reglamento impreso a cada agrupación donde ahí sí está incluida la modificación reglamentaria...
-Eso es lo que dicen ellos, que es incomprobable. Ellos dicen que "está firmado", no, no, no... Está firmada la asistencia a la reunión. Fuimos a la reunión, y en la carpeta había un dossier del orden del día donde decía que iba a haber unos cambios en el reglamento del desfile, no del reglamento del concurso. El reglamento que estaba en la página web de la Intendencia Municipal de Montevideo tenía ocho páginas de las 32 que debería tener. Yo lo leí y dije: "Qué interesante... Sacaron esa cláusula absurda de la cantidad de minutos de guitarra". Me alegré porque pensé que habían sacado esa cláusula absurda, y no la habían sacado. Los tipos, involuntariamente, nos indujeron a error y andan ahora paseándose por todos los medios, cubriéndose. ¿Por qué? Si tanta razón tienen, ¿por qué andan explicando en los medios?
"El reglamento que estaba en la página web de la IM tenía 8 páginas de 32. Yo lo leí y dije: 'Qué interesante... Sacaron esa cláusula absurda de la cantidad de minutos de guitarra'. Pero resulta que no la habían sacado. Los tipos nos indujeron a error"
-¿No hay una autocrítica de la murga? ¿No fueron descuidados?
-Somos autocríticos, sí. Pecamos de ingenuos, pudimos haber desconfiado de que el reglamento que estaba subido a las web era demasiado corto, y haberlo chequeado. Esa cláusula estaba, yo siempre supe que no se podía tocar la guitarra más de 15 minutos, pero como no estaba en el reglamento que vimos en la web, nos quedamos tranquilos... El día antes (de ir al Teatro de Verano a concursar) el director (Camilo Abellá) me dijo: "Mirá que estamos leyendo el reglamento a full y eso no está, te lo paso", me lo pasó y efectivamente no estaba. Si no, lo hubiéramos cortado antes, obviamente.
-Fue la murga revelación del año pasado, y este año peligra no entrar a la Liguilla por la enorme quita de 82 puntos. ¿Se puede remontar este partido?
-Para mí sí. Sí, por los coeficientes. En una segunda rueda, el que puntúa máximo entre la primera y la segunda queda con 1.700 puntos. Ochenta en 1.700 no es tanto. Capaz que no estamos definiendo... Entran 10 murgas a la Liguilla, hay que ver. Si pasa una murga que no está tan buena y no pasamos nosotros, bueno, ahí se confirmaría la injusticia.
-Lo de "estar buena" es subjetivo. ¿Quién lo determina?
-El público, el aplauso del público, y la gente lo sabe. La gente no es estúpida. Y está el puntaje...
-Exacto: el que define es el jurado, no la gente con la buena crítica.
-Pero el mismo jurado va a confirmar su propia injusticia (si no llegáramos a clasificar). Si no llega a entrar la murga, cosa que dudo -para mí vamos a clasificar, le tengo fe a la murga-, pero si no clasificáramos, bueno, ahí comparemos nuestra actuación con las que sí hayan clasificado. Pero si no llegamos a clasificar sería una verdadera injusticia. Absolutamente.
-Y a sabiendas de que será muy complicada la clasificación, ¿cuál es la motivación?
-Redoblar el esfuerzo, mejorar en coordinación y en exactitud. Meter el doble.
-Aquello de La Vela: "Cuando todo parece jodido, es cuando hay que poner".
-Eso mismo. Es hoy, y ahora.
-Sos un reconocido artista de izquierda. ¿Estás conforme con este tercer gobierno del FA?
-Yo nunca estoy conforme con nada, eso primero. Yo la conformidad la veo en otros, yo nunca la tuve. Y respeto a la acción de gobierno, yo me siento responsable porque milité toda mi vida para que el Frente Amplio esté en el gobierno. No desde una militancia orgánica, sino desde mi lugar de músico. ¡Desde que soy niño voy a cantar a los comités de base! Canté en las campañas electorales, en todas...
-¿Y entonces cuál es la crítica? Christian Di Candia, prosecretario de la Intendencia de Montevideo, me decía para este espacio que este gobierno se ha dedicado a "administrar" la realidad, más que a "transformarla". ¿Coincidís?
-Lo que pasa que es sentir que se está flotando, que se está gobernando para flotar en un mundo que se hunde. Y a veces gobernar es hacer lo que se puede, no lo que se quiere. Y ahí está mi crítica: yo quiero otra cosa. Creo que no se fue a fondo con algunas cosas.
"Se está gobernando para flotar en un mundo que se hunde. Gobernar es hacer lo que se puede, no lo que se quiere. Y ahí está mi crítica: yo quiero otra cosa. Creo que no se fue a fondo con algunas cosas. Con la distribución de la riqueza, por ejemplo"
-¿Con qué?
-Con la distribución de la riqueza, por ejemplo. Le pasó al kirchnerismo, más allá de los temas de corrupción. Cuando quisieron acordar, se vieron superados por las mismas fuerzas de siempre, que aparentemente estaban controladas, pero no, no lo estaban.
-Sos padre de Bruno, de 22 años, Abril de 5 y Manuel de apenas 3. ¿Cómo te imaginás a Abril y Manuel dentro de 20 años?
-No sé cómo van a ser... Lo que yo desearía es que se fueran a estudiar al exterior. Que forjaran su vida viviendo en otro lado. Hay que salir de la comarca para entender que el mundo es enorme y variado. Si no salís de acá, aunque sea un tiempo de tu vida... Es divino el Uruguay para criarse y para criar niños, pero para forjarse una vida hay que irse a otro lado. Y esa crítica se la achaco al FA: no construyeron un lugar donde yo quisiera que sus hijos se queden a vivir toda su vida. Lo que voy a recomendarle a mis hijos es que se vayan.
-¿Sos feliz?
-Mmmm... Estoy contento.