Por César Bianchi
@Chechobianchi
Arrancó dibujando, después pintó, hizo muchas pinturas, hasta que encontró en la escultura su leit motiv: su forma de expresarse mejor, su sino y una manera de ganarse la vida. Tenía 17 cuando hizo su primera escultura en cemento y la llamó Caballo. Para fines de la década de los 70, el joven Pablo había hecho exposiciones en varias grandes ciudades del Cono Sur y se aprestaba a cruzar el Atlántico.
En 1978, en Lecco (Italia) realizó su primera exposición personal europea. Tenía 24. Mucho antes de cumplir 30 había mostrado sus obras en Milán, Copenhague, París, Coira, Bérgamo y Estocolmo. No había llegado la década del 80 cuando el escultor empezó a trabajar la extraordinaria y afamada piedra del mármol de Carrara. Había estudiado y se había perfeccionado en Europa, pero era reconocido acá, en su país. Por eso en 1996 se instaló su pieza Semilla de la Esperanza en lo que era la sede de gobierno, el Edificio Libertad.
Tres años después, en 1999, el artista inauguró el Museo Pablo Atchugarry, con obras creadas durante su profusa carrera, junto a documentos y todo el archivo. Continuó viviendo en Italia, en el Lago di Como, pero hace años que Pablo elige pasar cuatro o cinco meses en su país. Por eso, en 2007 inauguró la Fundación Pablo Atchugarry o “una excusa para mostrar el arte y erigir un lugar de encuentro entre varias disciplinas”. Si acaso el MACA es la frutilla de la torta de la fundación.
El Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) en Manantiales se inauguró en enero: solo en su primer día fue visitado por 9.000 personas, entre ellos el presidente Lacalle Pou (Partido Nacional) y los ex presidentes Julio Sanguinetti (Partido Colorado) y José Mujica (Frente Amplio). Vaya si fue una señal de sana convivencia democrática en momentos urgidos por guiños políticos como ese.
A casi un mes de la inauguración del ambicioso proyecto -que lleva su nombre, pero él le atribuye al arquitecto Carlos Ott-, Pablo Atchugarry (67) conversó sobre sus inicios, su carrera en Europa, la vuelta al pago, la fundación, la búsqueda de la inspiración, el apoyo a su hermano Alejandro en los duros momentos de la crisis económico-financiera de 2002 (le contesta a De Posadas), el apoyo del Estado al arte y qué significa el MACA, para él y para el país.
"Después de haber pasado tantos años en los que podía pasar tan poco tiempo acá, dije: 'Algo tengo que modificar para que esa situación nueva me permita estar más tiempo en mi país'. Ahí empecé con todos estos proyectos"
-¿Cuál es su primer recuerdo vinculado al arte?
-El primer recuerdo es ver pintar a mi padre (Pedro) en la casa donde vivíamos. Yo recuerdo haber empezado a pintar a los 8 años, con él, pero tal vez mis recuerdos sean anteriores. Él fue bastante ecléctico, hacía un collage: me acuerdo que íbamos caminando por el Prado buscando madera y otros materiales… Y él hacía collages en los años 60. Y también hacía pintura al óleo, sobre cartón, sobre papel.
-¿Y en qué momento identificó su vocación artística? ¿Y especialmente el oficio de escultor?
-Yo estudiaba arquitectura y en bachillerato dejé de ir al liceo, y le dije a mis abuelos que yo me iba a dedicar al arte. Quiere decir que yo tendría 17 años. En ese momento, me dedicaba a la pintura, todavía no había empezado con la escultura. Con la escultura empecé a los 20 años. La primera escultura es del 71, tenía 17 años. Fui conviviendo la pintura con la escultura durante muchos años, y después hice una elección y me quedé con la escultura.
-¿Por qué se fue a Europa, en 1977? Especialmente a Italia. ¿Uruguay le quedó chico, o necesitaba aprender determinadas técnicas italianas, in situ?
-Con 23 años llegué a Italia, que fue mi primer destino. Llegué a Roma y luego fui a Milán. En aquellas épocas no había un mercado sólido para el arte acá, y yo estaba en mis primeras aguas, en la parte de aprendizaje. Entonces, por un lado, era la fascinación de Europa, era todavía para mí Europa, no era Nueva York… Era Italia, Francia, España, eran esos lugares los que más me atraían. Por un lado, descubrí lo que era Europa: pasé mucho tiempo en los museos… Yo soy un autodidacta, entonces fui estudiando mientras visitaba los museos. Por otro lado, pensaba que Uruguay tenía… digámoslo así: necesitaba cruzar el gran charco del Atlántico.
-Usted trabajaba con gran prestigio artístico en Italia. ¿Por qué decidió volver al país, hace 15 años?
-Yo siempre volví, pero me sigo quedando la mayor cantidad del tiempo del año en Italia. Sigo viviendo en Italia (en el Lago di Como). Paso tres o cuatro meses todos los años en Uruguay.
-¿Por qué decidió volver? ¿Extrañaba? ¿Querer estar en contacto con la familia? ¿Querer aplicar sus conocimientos acá en su país?
-Creo que fue todo eso junto. Todo eso que mencionás. Me gustaba volver a las raíces, nuestra gente, nuestras costumbres, y por otro lado, traer un poco lo que uno había aprendido en esos años. Así como yo tuve la suerte de que mis padres me ayudaron mucho, bueno, traté de crear una fundación para que pudiera ayudar a manifestarse y a imponer a otros artistas.
Hace 15 años decidí volver y quedarme más tiempo en Uruguay porque era el momento justo en mi vida. Después de haber pasado tantos años en los que podía pasar tan poco tiempo acá, dije: “Algo tengo que modificar para que esa situación nueva me permita estar más tiempo en mi país”. Ahí empecé con todos estos proyectos. Creo que era el momento de madurez artística y personal, tenía 52 años y vi que tenía fuerzas para emprender un proyecto así, que me demandaba mucha energía. Hay que hacerlo cuando uno todavía tiene fuerzas.
"Uno va buscando cuál es su huella digital, su ADN, su parte que es única. Todos nos parecemos, pero todos somos únicos los seres humanos. Cuando encontramos eso, ahí se produce que la obra sea única"
-¿Cómo podría definir su arte?
-Diría que voy siguiendo el camino de la piedra y el camino personal, y los dos caminos en determinado se encuentran. Y cuando se encuentran esos dos caminos, ahí aparece la obra de arte.
-¿Qué esfuerzos ha hecho por sacar al arte de un sitio elitista, por popularizarlo, o hacerlo accesible para más gente? Por lo pronto, que el MACA sea de entrada gratuita va en ese sentido...
-Yo pienso que el arte es una ventana abierta, a los sueños, a nuestra parte más íntima, entonces mayor es el número de personas que tienen la posibilidad de acercarse al arte, mayor es la gente que descubrirá que tiene una sensibilidad. De repente, son personas que nunca tuvieron la posibilidad de acercarse al arte. Sin embargo, empiezan a hacerlo, y empiezan a descubrir que hay algo que los motiva, que pueden seguir aprendiendo… Si la base es más amplia, es integradora. Yo siempre he luchado para que el arte sea un lugar de integración. Y por eso, sí, entre otras cosas, que el MACA sea de entrada libre y gratuita, es fundamental.
Y hacer sentir a las personas que es su casa. No es mi casa, es la casa de todos. Que lo sientan como algo propio, una experiencia para volver. No es “ya fui, ya está”, no, que vuelvan, porque es su casa. No cobrar entrada ayuda a que sea un paseo muy disfrutable, y no tenga ningún costo. Estamos recibiendo miles de personas diariamente, ha habido una respuesta extraordinaria. Es lindo poder compartirlo, y ver que hay señales de interés en toda la población.
-¿De qué se nutre para crear? Me refiero a elementos (mármol, bronce, acero, madera, por nombrar algunos que sé que usa), como a ideas.
-Por un lado, está lo que nos va influenciando: vamos viendo cosas, vamos aprendiendo, y por otro lado, está el viaje interior, buscar hacia adentro. Hay también ahí ese encuentro entre la materia (el mármol, el bronce, la madera), ese encuentro con algo exterior, que se necesita como elemento para la expresión. Y por otro, como decía, el viaje interior. Uno va buscando cuál es su huella digital, su ADN, su parte que es única. Todos nos parecemos, pero todos somos únicos los seres humanos. Cuando encontramos eso, ahí se produce que la obra sea única.
¿Ideas? Muchas ideas vienen cuando yo veo los bloques. Se dice que la formación del mármol está entre 15 y 45 millones de años atrás. Cuando uno encuentra un bloque, ves las venas, el color, el formato, todo eso me va dando ideas de cómo trabajarlo.
-La Fundación Pablo Atchugarry ya tiene 15 años. "Es un proyecto en movimiento", dijo usted hace poco en entrevista con Jaime Clara en radio Sarandí. ¿Por qué lo califica así?
-Porque empezó con una cosa muy chiquita, que hace más de 40 años, y quería pasar más tiempo acá en Uruguay. Empieza como eso: un lugar donde yo pudiera trabajar, pudiera expresarme, y un lugar para vivir. Y ya enseguida empieza a crecer, a modificarse: un lugar para exposiciones de otros artistas, un lugar de esculturas, un anfiteatro donde se pudieran hacer espectáculos al aire libre, un auditorio, un salón didáctico, y así. Es como si fuera un pequeño pueblo, se van haciendo construcciones y cosas, que tienen un sentido social, digamos.
"Es de arte contemporáneo porque hay un dicho: “'que mucho abarca, poco aprieta”' Había que acotarlo, de algún modo. No está limitado por estilos. Y realmente los ves: está presente la figuración, el arte abstracto, el arte informal, el arte cinético"
-¿Cuál era su sueño a lograr, cuando se empezó a imaginar lo que hoy es el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA)?
-El sueño era crear una base sólida en Uruguay para que también se conociera el arte uruguayo fuera de fronteras. Estoy en Manantiales, y Punta del Este, el departamento de Maldonado, es una de las zonas con mayor turismo, va mucha gente, empiezan a conocer, a ver… Y también para adentro: no es que todos conozcamos a tantos artistas nuestros. Entonces, es una ocasión más para el conocimiento, para conocer la obra de muchos creadores uruguayos.
-¿Cuánto tiempo le insumió armar la colección de obras que hoy exhibe en el museo?
-Años, años… No toda la colección está expuesta en el museo, hay una parte. Hay dos salas muy importantes, y van a albergar exposiciones temporarias, o sea que no son de mi colección. Son muestras de otros autores. Hay dos salas de exposición permanente, y dos de exposiciones temporarias. Actualmente hay obras muy importantes, algunas son de las colecciones del museo, pero otras son en préstamo, de privados, o de galerías, incluso internacionales. Y es la ocasión para que el público pueda ver ciertos artistas muy importantes de la historia del arte, que gracias a estos préstamos se pueden ver.
Como autor hay obras de la primera parte, cuando yo hacía escultura, eran hechos en arena y portland, materiales pobres que encontraba más accesible. Y después hay tres mármoles expuestos, tres obras en mármol, una de ellas es la primera escultura que yo realicé en mármol. Acaba de ser donada por el coleccionista que era propietario de la obra. No hay muchas obras mías, de mi autoría. Lo interesante es ver obras de muchos autores.
-¿Cuántas obras de arte hay en exposición? Hay algunas suyas, de su autoría. ¿Y de su propiedad? ¿Y de otros en préstamo?
-De mi propiedad son el 90% de las obras. Hay 50 piezas de la colección de Christo y Jeanne-Claude en Uruguay, y luego hay obras del argentino León Ferrari, otras 50 obras. Ahí hay unas 100 obras. Y de la colección del museo -todavía no las he contado- estimo que hay unas 100 obras más… Quien venga a ver la muestra, verá unas 200 obras de arte.
-¿A qué le llaman arte contemporáneo? ¿El arte de la posguerra?
-Exactamente. Por convención lo que se entiende es que son las obras realizadas después de 1945, cuando termina la Segunda Guerra Mundial. Es algo cronológico, es el último período de la humanidad, digamos.
-¿Y por qué esa decisión artística, a la hora de abrir su museo? La de exhibir arte contemporáneo, y no clásico…
-Hay un dicho: “el que mucho abarca, poco aprieta”. Había que acotarlo, de algún modo. No está limitado por estilos. Y realmente los ves: está presente la figuración, el arte abstracto, el arte informal, el arte cinético…
-¿El cubismo de Picasso?
-El cubismo de Picasso es lo que se llama arte moderno, anterior al 45. Las obras que conocemos de Les demoiselles D’Avignon, o el Guernica, son anteriores a 1945.
"Yo tuve la idea de hacerlo, quise hacerlo, y después hay detalles, pero el proyecto es de Carlos Ott. Él le dedicó muchísima atención, le puso mucho cariño, mucho amor y mucho profesionalismo"
-Sólo el sábado 8 de enero, el día de su inauguración, asistieron 9.000 personas. Fue una verdadera fiesta, como dijo usted. ¿Cómo evalúa ese primer fin de semana, ahora que pasaron unos cuántos días?
-Fue algo tremendo… La presencia, la gente que tuvo que venir muchas horas antes, gente que se quedó hasta tarde. Noté mucha alegría en la gente, fue muy bien recibido este proyecto.
-Usted dijo que la arquitectura de Carlos Ott en el MACA es "una escultura más". ¿Ott también es un escultor, dice usted?
-Sí, sí. Prevalece en su arquitectura la forma. La escultura y la arquitectura se ocupan de la forma, sólo que la arquitectura tiene que habitarla el ser humano. Pero la parte formal, él hace cosas donde no hay una necesidad funcional, él tiene preocupaciones estéticas. Eso le da ese vuelo tan extraordinario que tiene la obra.
-¿Cómo resultó esa sociedad creativa? ¿Es un proyecto 50/50?
-No, es 100% de Carlos (Ott).
-¡Pero lleva su nombre!
-Porque yo tuve la idea de hacerlo, quise hacerlo, y después hay detalles, pero el proyecto es de él. Él le dedicó muchísima atención, le puso mucho cariño, mucho amor y mucho profesionalismo.
-El MACA es un proyecto muy ambicioso, que busca la excelencia, pero también es un emprendimiento familiar, ¿no?
-Lo construyó la empresa de mis sobrinos, donde está la obra, la empresa, está dirigida por Gastón (Atchugarry) y luego está Mariana (Atchugarry), y Federico (Atchugarry), que es el ingeniero, que llevó a tierra todo el proyecto arquitectónico de Carlos Ott. Lleva mi nombre, sí, y mi esposa Silvana, me da una mano…
-Volviendo a lo ambicioso, usted dijo que el MACA será "emblema y referencia del país en el mundo". ¿Cree que puede ser un atractivo para el arribo de turistas extranjeros al país? ¿O se refiere a exhibir obras internacionales a los ojos del público uruguayo?
-Yo creo que será doble la cosa. Uno, como en el caso de esta muestra inaugural de Christo y Jeanne-Claude, es la primera retrospectiva después del a muerte de estos artistas, de este dúo, y esa primera retrospectiva se da en Uruguay. La muestra anterior se hizo en el Museo de Arte Moderno de París, el Centro Pompidou, o sea, eso quiere decir que hay una idea de traer a Uruguay exposiciones de nivel internacional. Es doble: por un lado, se hace conocer el país a nivel internacional. Porque si alguien se pregunta: “¿Dónde está esta muestra?” “En Uruguay”. “¿Por qué está ahí?” Empieza a suscitar la curiosidad y el interés en otras partes del mundo.
Y por otro lado, le damos la posibilidad al público nuestro de ver una exposición que si no, tendrían que irse a Nueva York, a París, o a Madrid, para verla. Eso fomenta el crecimiento de la sociedad.
"El Estado apoya a los artistas y la cultura, pero siempre se puede hacer más. Siempre se puede hacer más, con proyectos de becas, con proyectos de hacer cosas en el terreno nacional, o sea, fomentar a todo nivel"
-La foto que se viralizó de usted cortando la cinta, acompañado por el presidente Lacalle Pou y los expresidentes José Mujica y Julio Sanguinetti fue exhibida como "una muestra más" de la saludable convivencia democrática entre líderes de distintos partidos, dos ex presidentes y el mandatario actual. ¿Usted qué lectura hace de esas ilustres visitas?
-Es una cosa muy linda, muy democrática. Digo que el proyecto cultural está por encima de lo que es un sector partidario. Estos grandes representantes de diferentes partidos estén presentes es una señal, que a su vez tuvo una fuerza enorme en los partidos limítrofes, ya sea en Argentina o Brasil. Los comentarios eran: “Esto no pasa en nuestro país, y en Uruguay sí pasa”. Eso fue una muy linda alegría.
-¿El Estado uruguayo le da el apoyo necesario al arte en este país? ¿O cree que falta apoyo?
-El Estado apoya a los artistas y la cultura, pero creo que se puede hacer más, siempre se puede hacer más. Los artistas en todos los sectores: la danza, el teatro, la escritura, todo, siempre se puede hacer más, con proyectos de becas, con proyectos de hacer cosas en el terreno nacional, o sea, fomentar a todo nivel… Es algo que siempre es muy positiva porque Uruguay siempre tuvo artistas de nivel internacional, en todas las épocas.
-Dos años y ocho meses, más otro año más de proyección, demandó la concepción del museo. ¿Con qué se va a encontrar la gente que visite el museo?
-Se va a encontrar con una estructura que ya lleva 15 años, los otros edificios que están presentes están “dialogando” con el museo. A la prueba está que se pasa del edificio donde se expusieron hasta el día de hoy las obras, ese espacio ya está casi anexado por el nuevo museo. Contando ese edificio se encuentran con salas remozadas, y de allí se pasa a otro edificio que es el hall de distribución, un edificio que une el viejo edificio con el nuevo edificio, que hace parte también del proyecto de Carlos Ott. Esa zona tiene mucho vidrio, y tiene un gran mirador, uno está viendo todo el campo uruguayo, y desde allí hay una especie de caracol y se entra al museo, donde está la mayor parte de las salas, estas cuatro salas que están allí presentes. Después hay una tienda de libros, y una cafetería también, y un cine, un auditorio donde ya se realizó un festival de cine.
Y verán obras de Lucio Fontana, una obra que vino expresamente para la exposición de este gran artista ítalo-argentino. Hay obras de (Wilfredo) Díaz Valdez, de (Gonzalo) Fonseca, otro gran artista uruguayo, también hay presentes dos Torres García, hay obras de (Roberto Sebastián) Matta, de muchos artistas no sólo latinoamericanos, y del panorama contemporáneo internacional. Y claro, las exposiciones de las que te hablé, de Christo y Jeanne-Claude, hasta los primeros días de abril, y una segunda colección, que son las obras de León Ferrari, un artista argentino, que también es una exposición interesante para ver.
-El museo está sobre la ruta 104, que lleva el nombre de su extinto hermano Alejandro Atchugarry, lo que le agrega otro tinte especial a esta obra. ¿Cómo lo recuerda a su hermano?
-Yo lo recuerdo siempre con mucho cariño, con mucho amor, como alguien muy cercano. Hace 5 años que falleció. Esto que le hayan puesto su nombre a la ruta 104 me lo hace tenerlo más presente, como lo tuve presente en vida.
-En diciembre entrevisté para este espacio a Ignacio De Posadas, quien en su libro ¿Te acordás, hermano? Anécdotas de una vida inesperada dijo que su hermano, Alejandro Atchugarry (ex ministro de Economía), “no hizo pie” en la crisis, a pesar de lo que creía el imaginario colectivo. Me dijo: “El cuento favorece a Alejandro, que era muy buena persona, pero el hecho es que Alejandro no fue el salvador de la crisis, ni lejos. La ola lo pasó. Tanto así que terminó renunciando, cosa que Jorge nunca le perdonó”. “Cuando reventó la cosa, no hizo pie”, me dijo. ¿Cómo toma esto?
-Yo, lo que sé, es el coraje que tuvo, la dedicación que tuvo… él pasaba 20 horas por día en el Ministerio de Economía. Iba con su camionetita roja y pasaba las 20 horas. Yo me vine desde Italia solo para hacerle compañía moral, cuando ese período que termina con el default en Argentina. Ya estaba previsto el default en Uruguay, que tenía enormes problemas financieros. Cada uno puede contar la historia como la piensa y cómo la vivió. No voy a polemizar con De Posadas. Lo que yo noto es el amor de toda la sociedad uruguaya, y al final, la sociedad uruguaya, en este lugar tan pequeño, donde todos nos conocemos, por algo es que dice eso. La gente le tuvo mucho reconocimiento, desde todos los partidos políticos, y eso es el fruto de su acción desinteresada. Y en una acción de gran generosidad y capacidad.
-El día tiene 24 horas. Exageró al decir 20 horas diarias…
-No exageré. Iba a su casa a dormir tres horas y algo, y volvía al ministerio.
-¿Qué cree que diría él si hoy viera este museo terminado?
-Me diría: “¡Sos un loco!”
-¿Es feliz?
-La felicidad es una palabra muy grande, enorme… Digamos que son momentos, como una gran onda. Esta apertura (del museo) y cuando veo la cantidad de gente que está disfrutando el museo, eso me ayuda a ser feliz.
Por César Bianchi
@Chechobianchi
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