Alejandro Astesiano se define como un hombre desconfiado, virtud que —según él— lo llevó a trabajar con personas tales como Shakira, Ricky Martin o el presidente Luis Lacalle Pou, pasando también por el senador y exministro Luis Alberto Heber.
Cuando habla es “entrador” y amable. Entrelaza sus frases con alguna ironía en forma de pregunta retórica. Desde 2022 su nombre ha sido portada de medios nacionales e internacionales, luego de que fuera detenido y condenado por la causa de los pasaportes apócrifos a ciudadanos rusos, investigada por la exfiscal Gabriela Fossati, hoy integrante del equipo de Andrés Ojeda en el Partido Colorado.
Astesiano estuvo dos años en la cárcel: primero en Punta de Rieles y luego en la unidad de Florida, donde dice que la pasó mejor. El exfuncionario de Presidencia salió tras presentar un recurso de libertad anticipada e instaló en el departamento floridense una distribuidora que lleva el nombre de Fibra Tim, haciéndole honor a su apodo.
Desde que abandonó la celda, sus días se han compuesto de pasar tiempo en familia y dedicarse a su nuevo negocio, que marcha “viento en popa”.
En entrevista con Montevideo Portal, el excustodio habló de sus días en la cárcel y acusó a Álvaro Delgado y a Heber de haber ordenado perjudicarlo cuando estuvo en Punta de Rieles.
¿Cómo ha sido este tiempo desde que salió de la prisión?
Una locura; salí a lo loco a laburar y a emprender el negocio. La familia me bajó un poco lo decibeles porque vieron que estaba [sobregirado]... y ahora hace dos días que estoy en Montevideo, pero ya tengo la camioneta cargada para irme.
¿Qué balance hace de todo lo que pasó?
Lo que tenemos los privados de libertad es que nos cambian el humor y los pensamientos todos los días, y juega mucho cómo está la familia allá afuera. Cuando ellos estaban mal era cuando yo quería hablar y decir de todo. O cosas que me pasaron en la cárcel solo por “ser Astesiano”.
Usted ha dicho públicamente que luego de mencionar a Álvaro Delgado y a Luis Alberto Heber en una entrevista con Radio Universal, cambiaron cosas cuando estaba en Punta de Rieles...
El mismo día de tarde.
¿Realmente se relaciona esto con Delgado y Heber?
Sí, claro, claro que sí. Bueno, sentí decir a Heber que no me conocía, que no fui chofer de él. Se olvida cuando yo le manejaba horas y horas porque él no podía, no estaba en condiciones. Tengo fotos todavía de la Audi con tablero de madera.
¿Mantuvo algún otro contacto con Lacalle o Delgado?
Nadie, no se arrimó nadie.
¿Fueron los que “se lavaron las manos”, según dijo al salir de la cárcel?
En parte sí, en parte creo que creyeron mucha cosa que no era. Para salvar la política dejaron que me enterraran ahí nomás.
De toda la acusación que hizo Fiscalía, ¿hay algo que usted realmente admita haber hecho?
Mirá, se dijeron muchas cosas. Me junté con gente que no me tendría que haber juntado; también hay gente con la que me junté porque tenía que resolver cosas. Parte de ahí viene el tema de la asociación para delinquir.
¿Con quién no debería haberse juntado?
Creo que con el grupo del escribano [Álvaro Fernández], que fue lo que detonó todo.
¿Fue orden de Presidencia?
La primera reunión fue por algo que había que solucionar. La orden venía de arriba, reunirme por algo porque era un grupo, no era solo el escribano. Me reuní por un problema que había y había que arreglarlo, no era algo que implicara al presidente pero sí algo a solucionar. Es más, me reuní y pasé los datos que tenía que pasar.
¿Usted entra en la causa de los pasaportes a raíz de esa reunión?
Sí, yo conocí a una persona y sí.
¿Se puede decir qué fue lo que solucionó?
Un tema, un temita (se ríe). Pero no era nada grave, eh, mirá que solucionás muchas cosas. Desde un tipo que se va a encadenar frente a Torre Ejecutiva y tenés que convencerlo, llevarlo a la casa, coordinar con el Mides.
¿Cree que hay gente que tiene miedo por la información personal que usted tiene?
No sé, la verdad. Mirá, el sufrimiento personal y familiar que pasé no tiene precio. Si yo me moría ahí adentro estaban todos contentos y aguanté todo, todas las judiadas que me hicieron eran para matarme o dejarme loco. Me iban a ver médicos para empastillarme y yo no tomé nada.
¿Hubo un plan, entonces?
Sí, claro, hubo una operación.
¿Se lo diría a Delgado o a Lacalle?
Se lo digo a cualquiera, se lo digo a Heber y a Delgado. Me encantaría estar con ellos; es más, en breve voy a ir a un acto de Delgado y se lo voy a decir delante de todo el mundo. Que me mire a los ojos y me diga las cosas que yo le quiero preguntar, pero que me mire de frente.
¿Por qué Delgado tuvo tanta relevancia, según usted?
Porque hizo los mandados para que me fuera mal. Lo dije adentro, cuando nadie me escuchaba, y lo digo ahora que salí. Y si se lo tengo que decir a él, también.
¿Por qué va a ir a un acto y no le propone en cambio un encuentro privado?
Porque me gustaría que hubiera gente adelante, porque los actos son públicos. Y tampoco le pediría permiso a Delgado; yo, si voy, voy a un lado público. Que me diga adelante de todos sería el respaldo mío ante la prensa de que yo no mentí. Porque si están buscando votos, está bueno ir con la verdad a la gente. Porque un acto político es tratar de convencer a la gente. Bueno, convencela con la verdad.
¿Tiene fecha para ir al acto?
No lo sé, pero lo tengo pensado. La Policía no me puede decir nada; a los seguridad de él los conozco y no me pueden decir nada porque yo vaya a un acto público. Pero me gustaría que él me conteste algunas cosas. Tengo seis cosas para que me responda.
¿Por ejemplo?
Seis cosas para que me conteste.
¿Se puede adelantar algo de eso?
No, pero va a ser bueno que me escuche.
¿Relacionado a temas que han sido públicos?
Claro, todo lo que me han ensuciado. ¿Vos te creés que yo tengo el poder para firmar un papel para que entre alguien al país? Pero ¿quién soy? Jugaron mucho a defender y se olvidaron del Fibra, y Luis [Lacalle Pou] se dejó llevar por todo eso.
¿Por qué cree que hicieron esa operación que usted acusa?
No sé, para mí fue por un tema político. Acordate de cuando dijeron que yo había traído 600 kilos de pescado con droga a mi nombre... mirá que fue fuerte que la familia escuchara, nietos, hijos y todo.
Hay un par de investigaciones que se desprenden de la causa madre, por ejemplo, el presunto espionaje a Charles Carrera y Mario Bergara. ¿Ahí qué fue lo que pasó?
Mirá, a mí me llegan los mensajes diciendo que precisaban datos de ellos por una denuncia que habían hecho. Pero nunca se tocó un botón y eso se pudo comprobar. Nada, no le di corte.
¿Fue Marcelo Acuña el que pidió los datos?
Sí, Acuña, pero no hay nada. Fue una bulla más grande que otra cosa.
Usted ha denunciado públicamente a la exfiscal Gabriela Fossati por la negociación del acuerdo abreviado. ¿Por qué considera que no fue prolijo?
Nada del proceso fue prolijo. A mí me bajaban en las audiencias esposado de pies y manos, me hacían pasar por encima de los asientos, se me bajaban los pantalones y tenía a toda la prensa filmándome con los pantalones bajos. ¿Esto no es presión?
¿Se apuró para cerrar la causa?
Querían terminar ahí, conmigo. El techo era yo, y mirá que me dijeron: “Sos el techo”. Me lo dijeron en Fiscalía, pero nunca voy a decir quién me lo dijo. Tenían para seguir para arriba, pero yo era el techo. Así nomás y delante de mi abogado, que en ese momento era Marcos Prieto.
¿Pero por fuera de ese techo había gente de Presidencia involucrada?
No, gente del Estado en general, te diría.
¿Jefes de policías?
No, la fuerza policial es una señora fuerza. Son señores policías, menos [Claudio] Correa.
¿Fossati lo presionó para firmar el acuerdo?
Eso sí, me dijo que me iba a dar años como arroz. Me decía que conmigo iba a “educar al Estado”. ¿Conmigo? Después le dijo a mi abogado que en mi celular había fotos comprometedores, personales, que podían usarse en mi contra en caso de que eso se filtrara. Además, cuando dice que entraba con el equipo, eso es mentira: hay cámaras y entraba sola. Cuando se fue al Partido Nacional me cerró todo, porque era más que evidente todo.
¿Cómo entra el exdirector de Inteligencia Claudio Correa en la ecuación?
A Claudio Correa le faltaron huevos, porque a mí cuando me llevaron había una funcionaria de policía que se puso a llorar y me dijo que pusiera un abogado. Yo había puesto un abogado de oficio, pero ella insistía y decía que no le gustaban las injusticias. Esto ya estaba armado, porque no me quería la cúpula policial porque era el que llevaba la batuta. Resurgieron el tema pasaporte para matarme a mí, porque el tema venía desde antes.
Pero ¿por qué?
Por temas policiales.
Explique más, por favor.
Por ejemplo, yo descubrí un comisario mayor queriendo llegar a la oficina del presidente para ver algo y poner micrófonos para investigar. Un comisario mayor de seguridad del Estado trabajaba con [Álvaro] Garcé y me lo negaba. Lo busqué al tipo por las cámaras y se bajó en 18 de Julio. Y después había comisarios mayores que tenían prohibido subir al piso 11, porque escuchaban detrás de la puerta. Mirá que es jodido.
¿Y en todo esto en qué lugar usted coloca a Lacalle?
Todos los que tenía alrededor de él le hablaron y le comieron la cabeza. De verdad, creo que fue lo que pasó.
¿Quedó con miedo de andar en la calle?
No, pero siempre fui desconfiado. A mí me pagaban para desconfiar y siempre fui igual. Yo fui el jefe de la seguridad de Ricky Martin en Uruguay, fui cocinero de Shakira en una casa en Punta del Este y terminé siendo parte de la seguridad. Por eso te digo: desconfío.
¿Incursionará en política?
No, no me llama. ¿Sabés qué pasa? Las conozco todas porque las vi todas. Estuve adentro. A mí de frente nadie me puede decir nada, porque sé lo de todos. Sé quién lloró asustado por algo, sé quién estuvo en una partuza, sé quién estuvo en una joda de un edificio de Punta del Este con minas, sé todo.
¿Va a salir a contar?
Yo quiero demostrar y mostrar quiénes se portaron mal. Y si alguno tiene algún muertito en el ropero, que se sepa. Me acuerdo de todo, no me olvido de nada yo (se ríe). Pero ellos saben que yo sé todo. Todo y todito, como digo yo. Yo ya pagué y sé que no soy creíble por todo lo que dijeron, pero capaz que tengo algo guardadito: un mensajecito, una fotito, un audito... viste cómo es.
¿Cómo fue volver a estar en libertad?
Fue cerrar una etapa. Lo primero que hice fue ir a ver a mi hijo más chico y después al resto de mi familia. Estando preso no sabés si al otro día estás vivo y entonces la cabeza de uno va al mango. Y no solo yo, sino todos los privados de libertad. Mirá, yo creo que hay gente que cometió cosas aberrantes, gente que se arrepintió, pero también hay mucha gente inocente dentro de las cárceles.