Por The New York Times | Katie Rogers
United States Politics and Government State of the Union Message (US) Stuttering Presidents and Presidency (US) Biden, Joseph R Jr Donilon, Mike Reed, Bruce N Dunn, Anita Ricchetti, Steven Reddy, Vinay Meacham, Jon Bedingfield, Kate Psaki, Jennifer R Harrington, Brayden Sus asesores describen un proceso en el que el presidente pasa semanas leyendo borradores en voz alta y descartando todo lo que suena a jerga de Washington.
WASHINGTON — Al prepararse para dar uno de los principales discursos de su mandato, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió con un círculo cercano de ayudantes en la Casa Blanca y leyó en voz alta borradores de principio a fin. Practicó en Camp David frente a teleapuntadores, asegurándose de que el vocabulario sea cercano y claro.
Y, en los momentos de calma previos a su discurso del Estado de la Unión de la noche del martes, hizo apuntes con líneas sutiles y guiones que usa desde hace mucho para indicar que es preciso tomar aliento, pausar entre palabras o manejar una transición complicada.
Biden es el primer presidente moderno que sufre de tartamudez, algo que ha manejado desde su infancia y de lo que todavía habla con emoción. Según siete colaboradores actuales, y del pasado, que lo han ayudado a prepararse para los discursos de alto perfil en su carrera, la taquigrafía del presidente le ayudará cuando dé su discurso de más de una hora en el que tendrá que argumentar enfáticamente a favor de sus logros legislativos e instar a republicanos y demócratas a colaborar.
Las ideas principales del discurso serán fieles a los temas que Biden ha apoyado en su carrera: trabajar en conjunto, afirmar el liderazgo de EE. UU. en el mundo y ayudar a las clases media y trabajadora, una prolongación de la filosofía de “desde abajo hacia arriba y desde el centro hacia afuera” que ha perfeccionado en su último medio siglo en la política.
“Este es un tipo que ha sido notablemente consistente a lo largo de una carrera muy prolongada tanto en los valores que aporta al trabajo y a la forma en que articula esos valores”, dijo Jeff Nussbaum, quien solía escribir discursos para la Casa Blanca de Biden. “Cuando escribes para Joe Biden, eres un músico de sesión para una banda que ya lanzó 20 discos”.
Pero, añadió Nussbaum, hay un motivo detrás de la consistencia, que dijo que había liderado la lista de logros legislativos del presidente: “Joe Biden ha dicho la misma cosa miles de veces antes de que el mundo le alcanza el paso”.
Los preparativos para los discursos del Estado de la Unión de Biden empiezan con semanas te antelación. Varios colaboradores describieron un proceso en el que el mandatario exige que las oraciones se escriban claramente —¡sin acrónimos!— y que ilustren sus logros legislativos de manera que las personas comunes puedan entenderlas. Pasa semanas trabajando en cada discurso con sus redactores y los lee una y otra vez, de principio a fin, en voz alta.
El fin de semana pasado, en Camp David, el grupo que ayudó a Biden con los últimos preparativos incluyó a varios integrantes de su círculo cercano: Mike Donilon, Bruce Reed, Anita Dunn y Steven J. Ricchetti, así como Vinay Reddy, el principal redactor de discursos de la Casa Blanca, y al historiador Jon Meacham, a quien se le consulta para añadir peso histórico, por lo general en la recta final del proceso.
Pero Donilon, Reed y Reddy, junto con el presidente, son el motor inicial, según varios funcionarios de la Casa Blanca. Los primeros borradores empezaron a producirse alrededor de noviembre. (En coherencia con el actuar del círculo íntimo del presidente, los cuatro declinaron ofrecer comentarios).
Reed, el jefe adjunto de gabinete de la Casa Blanca, ha ayudado a guiar los añadidos relacionados con las políticas al discurso. Originario de Idaho, y cuya carrera como autor de discursos se remonta a la campaña para el Senado de Al Gore, es descrito por un antiguo colega como un escritor dotado. Reed, de 62 años, estuvo a cargo de la oficina de la vicepresidencia de Biden de 2011 a 2013 y dirigió el Consejo de Política Nacional del presidente Bill Clinton. Algunas de las expresiones más elocuentes de Biden se le deben a Reed.
Donilon, de 64 años, a menudo es reconocido como el colaborador que mejor conoce la voz de Biden y el interés del presidente en reiterar constantemente sus orígenes humildes. Fue Donilon quien ayudó a configurar el mensaje de la campaña de Biden para 2020 como una batalla por el alma de la nación. David Axelrod, el principal estratega de Obama, elogió el talento de Donilon y lo describió como el “guardián del relato” cuando Biden lo ascendió a un cargo de asesor sénior.
Según varios funcionarios y exfuncionarios, Reddy es el colaborador que tiene la tarea de escribir las primeras versiones, anotar las ideas de cada quien y luego redactar un borrador final claro que agrade a todos los participantes, una tarea que no es fácil, según varios de sus excolegas. Reddy, de 44 años, fue contratado durante la vicepresidencia de Biden. Antes de volverse a integrar a la campaña de Biden en 2020, trabajó para Adam Silver, comisionado de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA). Es el primer asiáticoestadounidense en fungir como director de discursos de la Casa Blanca.
Si Biden nota que una frase no suena como algo que él diría, lo dice con franqueza y luego ofrecerá ideas sobre cómo proceder. Un antiguo redactor de discursos dijo que esta fase es un ejercicio para tratar de captar los pensamientos extemporáneos de Biden y ponerlos en la página.
Biden no hace anotaciones para sortear su tartamudeo en todas sus participaciones públicas, pero lo ha hecho en algunos de sus discursos y reuniones más importantes con líderes extranjeros en el Despacho Oval. En una ocasión, le comentó a un antiguo asistente que una de las cosas más difíciles para un tartamudo es ofrecer comentarios mientras está de pie, lo cual, señaló esa persona, es su trabajo diario. Otros dicen que parece que Biden está dirigiendo una pieza musical cuando se prepara.
A menudo, el mandatario enmarca su lucha con el tartamudeo como algo del pasado, pero también sugiere que sus primeros años —en los que fue intimidado por compañeros de clase y un maestro, hasta que su madre intervino— fueron formativos para su resiliencia y empatía, aspectos que conforman la marca política que lo llevó a la presidencia a los 77 años.
“Aprendí mucho al tener que lidiar con el tartamudeo”, dijo Biden en un discurso de 2016 en una gala del Instituto Estadounidense para la Tartamudez. “Me dio una idea del dolor de otras personas”.
En la campaña electoral de 2020, Biden conoció a un niño llamado Brayden Harrington. Cuando le dijeron que el niño tartamudeaba, de inmediato lo invitó a conversar. Biden le recomendó que leyera un libro de uno de sus poetas irlandeses favoritos, William Butler Yeats, para ayudarlo a visualizar el habla como un poema. También le mostró los apuntes que usó para el discurso de ese día.
“Después de cada par de líneas o palabras, dibujaba una línea hacia abajo, un espacio en blanco entre las palabras, y eso le indicaba que tomara un respiro”, dijo Brayden, de 15 años, en una entrevista. Y agregó que cuando se conocieron por primera vez, Biden lo miró “directamente a los ojos y le dijo: ‘Ay, hombre, tus imperfecciones son tus dones’”.
Como presidente, Biden suele referirse a su tartamudeo como parte de un pasado doloroso al que no volverá. “No te puede definir. No te definirá. Punto”, dijo, en un evento de campaña en noviembre en California, después de ver a una persona en la audiencia sosteniendo un cartel que decía: “Gracias por tartamudear”.
Como la mayoría de las tradiciones de la Casa Blanca, el discurso del Estado de la Unión adopta la personalidad del hombre que da el discurso. Así que los preparativos son importantes.
La mayoría de los presidentes modernos toman notas en sus discursos significativos. El presidente Ronald Reagan hizo anotaciones para dividir sus discursos en fragmentos de 30 segundos. George W. Bush, que no era conocido por ser un gran orador en público, practicaba con pequeñas tarjetas de notas y palabras subrayadas para dar énfasis. El presidente Barack Obama trabajaba con escritores —incluido uno al que había bautizado con el apodo de “Hemingway”— y luego reescribía todo el discurso con su puño y letra. El presidente Donald Trump afirma que escribió todos sus discursos (pero no lo hizo) y solía garabatear algunos cambios con un marcador.
Cuando ya se elaborado un borrador útil del Estado de la Unión, después de varias rondas de preparación entre el mandatario y su equipo, un grupo más grande de asistentes se involucra en el proceso. El año pasado, un video publicado por la Casa Blanca mostró a varios de los asistentes más cercanos de Biden como Anita Dunn; Kate Bedingfield, directora de comunicaciones de la Casa Blanca; y Jen Psaki, exsecretaria de prensa de la Casa Blanca, revisando el material y tomando notas.
Otra toma mostraba a Biden sentado frente a Donilon durante una sesión de preparación vespertina y, más tarde, practicando detrás de un atril en el Comedor de Estado. Se paró frente a un gran retrato del presidente Lincoln y leyó desde un teleprónter, con varias tazas de café cerca.
Mientras se preparaba para pronunciar su discurso en marzo pasado, Biden estaba leyendo un borrador final hasta poco antes de iniciar el acto, dijeron dos personas familiarizadas con el cronograma. Sus notas taquigráficas finales no se transfirieron a los teleprónteres, dijeron esas personas.
Biden confió en su memoria y en el borrador que tenía en las manos.
Katie Rogers es corresponsal de la Casa Blanca y cubre la administración Biden, la cultura de Washington y la política interna. Se unió al Times en 2014. @katierogers
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