A partir de 2024, Paysandú contará con un escenario multipropósito con capacidad para 5 mil personas, tras una inversión de US$ 4 millones para remodelar el Estadio 8 de Junio de la capital sanducera, construido en 1977.
Días atrás, las autoridades del gobierno departamental encabezadas por el intendente Nicolás Olivera presentaron a los ganadores del concurso para la remodelación del actual escenario deportivo, que será transformado conforme “a los exigentes estándares actuales para la realización de espectáculos”, informó la Intendencia de Paysandú.
El proyecto ganador, liderado por los arquitectos Pablo Kelbauskas, Paula Lafranconi y Diego Secco, demandará un año de ejecución y comenzará a ser construido en la segunda quincena de enero de 2023, tras la licencia de la construcción.
El nuevo Estadio 8 de Junio contará con 5000 butacas, pantallas LED y pisos desmontables. Se cambiará su acústica y se le instalarán sistemas y equipos de sonido nuevos. También serán renovadas las instalaciones eléctricas y sanitarias, contará con dos cafeterías, palcos vip y zona de prensa.
En lo que tiene que ver con los requerimientos de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) para ser considerado un estadio apto para ser sede de torneos internacionales, contará con una cancha con las medidas reglamentarias, un piso especial desmontable, iluminación acorde, cuatro vestuarios y una zona mixta.
Olivera explicó que la obra abarcará no solamente la fachada, sino también el interior del estadio, con el objetivo de elevar los estándares para cumplir con las normas de la FIBA y para que sea “validada por organismos y organizaciones internacionales”.
Una de las condiciones que establecían las bases era que hubiera al menos un arquitecto local dentro del grupo que se presentó.
En representación del equipo de arquitectos ganadores del concurso, Pablo Kelbauskas explicó que el proyecto tiende a responder a las demandas que se planteaban en el concurso, como la mejora en cuanto a lo térmico, lo acústico y la accesibilidad.
“Nos propusimos que la intervención tuviera un carácter propio, que se leyera como un elemento independiente y ajeno al original para respetar el edificio, y que entre los dos construyeran un diálogo tenso e interesante”, dijo Kelbauskas.
La propuesta ganadora planteó “que el edificio tenga un carácter menos introvertido para comunicar hacia afuera, sobre todo en los laterales, con un espacio vibrante, activo, con mucha actividad”.