La crisis por el coronavirus tuvo consecuencias trágicas para la salud y la economía del planeta, pero provocó beneficios colaterales para el medioambiente. La paralización económica provocó una disminución en las emisiones de dióxido de carbono, con efectos muy notorios en China, por ejemplo, donde la calidad del aire mejoró desde que se inició la emergencia sanitaria.
Estos efectos notorios en el ambiente permiten también un replanteo sobre el "después" de la pandemia y abren una oportunidad. ¿Hay una forma de recuperar la economía sin lesionar el medioambiente como viene ocurriendo en forma progresiva? El exdirector de Medioambiente, Alejandro Nario, dijo a Montevideo Portal que este respiro puede ser ilusorio (e incluso tener efectos aún más nocivos) si la economía se reactiva sin que nos planteemos un cambio real, tanto en el mundo como en Uruguay.
No es la primera vez que la paralización económica le da un respiro al medioambiente, aunque sí es la primera ocasión en que lo hace una pandemia. Una gráfica del Global Carbon Project que muestra cómo fue la evolución de las emisiones de 1900 a hoy, revela que las grandes caídas se dieron en la depresión de 1929, la crisis del petróleo en los 70 y la crisis financiera del 2008/2009. Todas tienen una característica común: después de la caída vino un incremento de emisiones con una pendiente aún mayor.
En China la crisis implicó una caída del 25% de las emisiones de dióxido de carbono, entre un 5 y 6% a nivel global, equivalente a todo lo que emite Nueva York en un año.
"Al dejarse de emitir, el cambio en el estado del ambiente es muy rápido, de ahí las imágenes de los satélites europeos sobre China, el norte de Italia y Europa que en general muestran claramente que mejoró la calidad del aire", dijo Nario. Por ejemplo, se ve el Himalaya de algunas ciudades donde no se veía.
Pan para hoy
Sin embargo, "el efecto va a ser corto, porque cuando se prendan los motores de vuelta vas a volver a la misma situación". "Es pan para hoy, hambre para mañana, si volvemos a repetir la misma receta de recuperación económica y no entendemos la señal que dio la naturaleza, porque este tipo de situaciones fue prevista por científicos ambientales y de la salud: que la afectación de los ecosistema iba a traer zoonosis (enfermedad infecciosa transmitida de animales a humanos o viceversa)", señaló. Es decir, si no se cambia el modelo hoy continuará la afectación medioambiental que a su vez es la que propicia brotes como el que estamos viviendo, en un círculo vicioso.
"Si la respuesta es que para recuperar la economía volvemos a hacer lo que hacíamos antes pero aún más, vamos a seguir destruyendo el ambiente, seguir contaminando y no vamos a haber aprendido nada, repitiendo el problema. La gran discusión es repensar esto. Va a haber una inyección para recuperar la economía. Qué dirección le damos a esa iniciativa es clave, y luego cada uno en su país tiene su quehacer", opinó.
El ingeniero químico dijo que para salir de esta crisis "no alcanza con una inyección económica que genere confianza". "No es mandar el avión de los millones que mandó Bush a Batlle, porque hay un problema estructural. Si no entendemos que hay que ir sobre las causas y solo queremos que vuelva a crecer la economía, esto se va a repetir cada vez más", dijo.
¿Por qué? "La zoonosis se genera porque los ecosistemas naturales se ven reducidos y esas enfermedades, que se transmitían entre los animales, la biodiversidad les daba un lugar para circular; al reducirse los ecosistemas, salen por fuera de sus sistemas naturales hacia el hombre. ¿Cómo salen? Por ejemplo, con el tráfico de especies, o a través del contacto con animales en zonas urbanas al no tener espacio vital. Si no nos damos cuenta que ahí está el problema y que se va a repetir, si no lo atacamos -porque será otro virus , no el coronavirus, porque hay cada vez más zoonosis-, vamos a darnos contra la pared", opinó.
A su juicio, el costo posterior lo termina pagando el medioambiente y los que están más complicados, porque "la necesidad de generar valor y tener obras públicas, o mover la economía, hace que no se tengan en cuenta factores ambientales".
El cómo
¿Cómo puede reactivarse la economía sin producir la misma distorsión pre-crisis? "Un ejemplo: los gobiernos departamentales suelen hacer cordón cuneta, que favorece eventos de precipitaciones extremas. Generemos estructuras resilientes al cambio climático. O si vamos a hacer un puerto, hagámoslo con un metro más teniendo en cuenta el aumento del nivel del agua. Tiene sobrecostos, claro", acoró Nario.
"Si necesito más energía, puedo apostar a energías renovables o poner una central de carbón. U otro ejemplo: ¿vamos a vender commodities al mundo o aprovechar la ocasión para vender alimentos de alto valor agregado que incluyan lo ambiental y que contaminan menos en Uruguay?", se preguntó.
"A mí me gustaría que los que piensan en el día después, a nivel internacional y nacional, tuvieran un cruce de la dimensión ambiental. A veces se ven los sobrecostos, pero no se tiene en cuenta lo que sale cuando hay inundaciones, por ejemplo, y uno no contempló los efectos ambientales", dijo.
"También hay que pensar que no podemos seguir con la economía lineal, donde yo fabrico, consumo y tiro. Tratamos al mundo como si tuviera recursos infinitos y no los tiene. Hay que pasar a la lógica de consumir lo necesario y de usar las cosas muchas veces. Esa crisis nos enseñó que se puede consumir menos. Podemos como sociedad vivir distintos", reflexionó Nario.
El ejemplo de las áreas protegidas
Alejandro Nario dijo que una señal de preocupación de esta falta de cambio de actitud él la ve en la inclusión de dos artículos sobre las áreas protegidas en la Ley de Urgente Consideración. "El artículo 501 me preocupa mucho porque cambia totalmente la creación de áreas. Hoy en día, si uno va a delimitar un área protegida, porque hace estudios y ve que hay que protegerla, no necesita pedir consentimiento al propietario. Lo que hace este artículo, es que si uno quiere generar o ampliar un área protegida, deba tener el consentimiento del propietario. Eso es matar al sistema de áreas protegidas", consideró.
"Si los ecosistemas son importantes, no importa la opinión del propietario, hay que protegerlos. Hay cuestiones de interés general que no pueden depender de que el propietario lo quiera hacer. El ambiente, ¿es de interés general o no? Si lo es, no puede tener su consentimiento", afirmó.
Nario explicó que de haber existido esta disposición antes, hubiera sido muy difícil establecer áreas protegidas en Uruguay. Contó que la Ley de Áreas Protegidas es del 2000 e incluía esto mismo, que hubiera consentimiento explícito de los propietarios. "Hasta el 2005 hubo cero metro de área protegida. Ese año se cambia y se elimina la necesidad del consentimiento. A partir de ahí empieza a desarrollarse el SNAP", dijo.
"En la ciudad nadie lo cuestiona. Si vas a un barrio residencial, te dicen que podés construir a determinada altura, que tenés que tener una superficie de ocupación de tantos metros cuadrados. Pero cuando uno va a lo rural no pasa lo mismo. No se habla de sacar el campo, sino de respetar ciertas normas, respetar vegetación y especies animales, o no producir en algunas zonas. Lo que hace ese artículo es, en los hechos, es decir que el ambiente no es de interés general porque depende de la voluntad del propietario", dijo Nario, que detalló también los problemas prácticos de conseguir los consentimientos de cientos o miles de propietarios.
"Por la vía práctica y conceptual termina eliminando el sistema de áreas protegidas, cuando lo que aprendimos es que hay que tener mayor cantidad de especies nativas en sus ecosistemas. Es un contrasentido", agregó, advirtiendo sobre las consecuencias medioambientales de lo que tildó de "gran retroceso".
El exresponsable de la Dinama aclaró además que problemas como el que vivimos no se generan solamente en los mercados de animales vivos de China, sino que la zoonosis puede producirse por animales comprados ilegalmente, lo que nos interpela también a nosotros, no solo a la cultura asiática.
"Estoy convencido de que hay que aprovechar la ocasión para una nueva normalidad, que no es esta de no ver a mis padres o no ir con los amigos a la esquina. Que sea una normalidad distinta de cómo nos vinculamos con la naturaleza, cómo consumimos y cómo fabricamos. Esa sería una buena nueva normalidad", concluyó.
Sobre este mismo tema, ver la columna de Eduardo Gudynas.