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Entrevistas

El lejano y cercano Cáucaso

Armenia, una república con 30 años de independencia y más de 5.000 años de historia

Su cónsul cuenta que en Armenia, a los uruguayos se los recibe "con alfombra roja", por haber sido los primeros en reconocer el Genocidio.

21.09.2021 19:54

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2021-09-21T19:54:00-03:00
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Por Federico Pereira

Los armenios viven en el sur del Caúcaso, donde Europa se transforma en Asia, desde hace más de 5000 años. Allí entre las montañas y valles que conforman su geografía, este pueblo construyó su cultura a lo largo de los siglos, entre periodos en los que ellos fueron sus propios gobernantes y épocas donde respondían los mandatos de las lejanas capitales de las potencias que los dominaban.

La historia de Armenia es precisamente la de un péndulo, oscilando entre libertad y opresión, entre ser independiente o un territorio más de otros reyes. Vio su máximo esplendor bajo el reinado de Tigranes el Grande, entre los años 95 y 66 a.C, cuando Armenia se convirtió, brevemente en un imperio que domino todo el Cáucaso, hasta que las fuerzas de Roma entraron en el territorio.

A su vez, el pueblo armenio vio su hora más oscura cuando, entre 1915 y 1923, el Imperio Otomano, dirigido por los Jóvenes Turcos, cometió el crimen que dejara la cicatriz más profunda en la historia de esta cultura: el Genocidio Armenio.

Armenia celebra este martes sus 30 años de independencia, luego del referéndum celebrado el 21 de septiembre de 1991, que la sacó de la órbita de la Unión Soviética, régimen bajo el que estuvo por 70 años.

“Hoy en 30 años se desarrolló la economía, el arte, la política, después de décadas de opresión, hoy están en una democracia, todo eso por el esfuerzo de los armenios, los que están afuera y la ayuda de la Diáspora”, cuenta a Montevideo Portal Alicia Aprahamian, cónsul honoraria de Armenia en Uruguay.

Ella, nacida en Uruguay, es nieta de los armenios que llegaron al país, huyendo de la limpieza étnica y el exterminio que era moneda corriente en su tierra natal. “La historia demuestra que es un pueblo resiliente, que aprende del pasado, de los problemas y de lo malo saca lo bueno y sigue para adelante y renace como venga”, expresa.

“Con todos los imperios que nos quisieron dominar, con todas las masacres que tuvimos, con el Genocidio, que es una vergüenza para la humanidad, igual, se sigue para adelante”, manifiesta, agregando que es esa misma resiliencia y perseverancia la que hoy hace que Armenia tenga 30 años de desarrollo económico y social, siempre con el respaldo de sus milenios de historia.

“Tenemos nuestro propio alfabeto, mucho antes de que existieran otros. Las bodegas de vino más antiguas del mundo están en Armenia, así como el calzado más antiguo del mundo. Hoy Armenia es uno de los puntos principales del mundo para ir a estudiar arqueología, por lo antiguo de sus yacimientos”, comenta Aprahamian, recordando que el país fue el primero en adoptar como religión oficial del estado el cristianismo, en el año 301.

Fue comulgando con esa historia que la nueva república buscó formarse, dejando atrás el pasado soviético y buscando el ejemplo en la efímera República Democrática de Armenia (1918-1920), de la cual retomó su bandera tricolor, su escudo nacional y su himno, restituidos como símbolos nacionales.

Sin embargo, de aquellos años también sigue latente la herida de lo que los armenios llaman Mec Yele?n (“Gran Crímen”). El Cáucaso es, desde hace milenios, una región conflictiva en la que las distintas etnias, reinos, imperios y estados se han enfrentado a lo largo de la historia, para imponerse unos sobre otros y expandirse por sus montañosos territorios.

El Cáucaso, esa región de conflictos

Esos enfrentamientos no son cosa del pasado remoto, ni un vago recuerdo de las guerras cubiertas por corresponsales en los años 90; el odio sigue latente en el Cáucaso.

En 1991, luego del referéndum de independencia, la joven república armenia fue protagonista de la Guerra de Nagorno Karabaj, que la enfrentó a su vecina Azerbaiyán, también una exrepública soviética, para dominar el territorio que lleva ese nombre.

Nagorno Karabaj o Alto Karabaj, llamado por los armenios Artsaj, es una región que desde la llegada de las fuerzas soviéticas al Cáucaso y con el trazado de los mapas, quedó bajo el dominio de Bakú, aunque su población fuera, hasta el día de hoy, mayoritariamente armenia.

En el enfrentamiento, que se extendió hasta 1994, los armenios lograron dominar y establecer, de facto, la República de Artsaj, que hasta hoy administra la región desde su capital, Stepanakert. 

Sin embargo, el segundo capitulo de esa guerra llegaría el 27 de septiembre de 2020, extendiéndose durante 44 días en los cuales los azeríes, intentaron volver a controlar la región. Aprahamian comenta que a pesar del “alto al fuego” la guerra allí no terminó y que aún hay prisioneros civiles y militares armenios en Azerbaiyán, al que define como “una sucursal de Turquía”, al ser ambos países de mayoría étnica túrquica y religión musulmana, además de sus estrechos vínculos culturales, económicos y políticos.

La cónsul cuenta que la situación cambió en 2020 porque ahora los azeríes “tienen plata” para financiar la guerra, gracias a la reciente explotación de gas natural en ese país, además del apoyo de Ankara. “Atrás de Azerbaiyán está Turquía, eso se sabe, y hoy en día hasta hacen público que militarmente se unieron”, explica.

“Armenia aguanta, porque aguantó en la guerra, gracias a que sabía lo que era la zona y porque tenía estrategia, pero claro ellos tenían los drones”, manifiesta Aprahamian.

La cónsul explica que detrás de Armenia está Rusia, su principal aliada política y militar, cuyas fuerzas hoy controlan la frontera entre los territorios del Artsaj dominado por los armenios y los que ganaron los azeríes.

Apoyos

Durante la guerra, fueron muchas las voces que se pronunciaron a favor de unos y otros, mientras otras, dice Aprahamian, quedan calladas.

“El gobierno de Israel, por ejemplo, no reconoce el Genocidio, por sus intereses económicos en el mundo y por su relación con Turquía; cabe recordar que mucho del dinero que necesitaba Azerbaiyán para los drones fue dado por los israelíes. Su gobierno no reconoce el Genocidio a pesar de que es el antecesor del Holocausto, pero el pueblo si. Durante esta última guerra muchas instituciones de la colectividad judía en todo el mundo mandaron sus condolencias y su apoyo. Una cosa es el pueblo y otra los gobiernos del mundo”.

Aprahamian dice que lo mismo sucede en países como Estados Unidos, donde aunque la población en su mayoría reconoce el Genocidio, “hay mucha presión y lobby político” para que el gobierno federal lo haga. “Alemania pudo reconocer y eso que allí viven seis o siete millones de turcos y Francia en la guerra públicamente hizo el apoyo a Armenia y a la semana (Emmanuel) Macron nada, desapareció”, afirmó.

Armenia y Uruguay, una relación con historia y futuro

El primer país en el mundo en haber reconocido el Genocidio Armenio oficialmente fue Uruguay, en 1965, cosa por la cual, según cuenta la cónsul, los armenios están agradecidos.

“Nosotros (los uruguayos) vamos al mundo entero y nos conocen sólo por el futbol. Vos vas a Armenia y es el único lugar en el mundo donde saben perfectamente quienes somos, donde estamos, cómo vivimos, porque fuimos los primeros en reconocerlo. Vas allá y decís 'Uruguay' y te ponen la alfombra roja. Es increíble el respeto y el honor que nos dan a los uruguayos”, manifiesta Aprahamian.

La diáspora armenia tiene una fuerte presencia en Uruguay, lo que ha posibilitado por ejemplo que hoy se enseñe su idioma materno no sólo en instituciones de la comunidad como el Colegio Nubarián, sino en la UTU y en la Udelar.

También esa relación cercana parece estar acortando distancias entre Montevideo y Ereván, lo que se vio con el anuncio de los gobiernos de ambos países de ahondar en sus vínculos diplomáticos y establecer embajadas en las respectivas capitales. “Uruguay ya tiene un consulado en Ereván y Armenia tiene embajada y consulado en Buenos Aires, y ahora como Uruguay va a desarrollar más las relaciones diplomáticas con Armenia, le corresponde hacer lo mismo, por lo que van a empezar a armar una embajada acá”, explica la cónsul honoraria.

Aprahamian ve en esto una oportunidad para seguir fortaleciendo los lazos que unen a los dos países, aunque advierte que en materia comercial, las cosas son un poco más difíciles que en lo político. “El problema es la lejanía. Armenia está bloqueada y no tiene salida al mar, le cortaron los víveres por todos lados. Entonces traer algo es muy complicado, por el costo de la parte terrestre para la salida al mar, que es carísima y después el flete marítimo hasta Uruguay”, explica, aunque asegura que en el último tiempo hay empresas uruguayas que han buscado importar a forma de prueba, productos gourmet de Armenia como café, té, cerveza y vodka, buscando “imponer la marca armenia como sinónimo de calidad”.

La cónsul recuerda no hay apuro, porque la República de Armenia es joven y por tanto recién está “saliendo al mundo, desarrollándose y construyendo su futuro”.

Por Federico Pereira