Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
Beatriz Argimón (61) parece relajada. Quizás porque para la entrevista juega de local. La charla se da un mediodía de enero en el balcón de un apartamento que hace años alquila todos los veranos en la parada 23 de la Mansa de Punta del Este. Desde ahí, desde el balcón, se ve la playa, que está a solo cruzar la calle. A un lado y otro de la mesita blanca solo hay un mate y un termo con un pegotín de Futuro Nacional. De eso mismo, de agrupaciones nacionalistas y nuevas miradas no herreristas hablamos ese mediodía.
También del Caso Astesiano, claro. Argimón —escribana de profesión, la primera mujer electa para el cargo de vicepresidenta de la República— cree que la oposición ha exagerado y que no hay tal crisis institucional, como alertan de la vereda de enfrente. Y a propósito, tira una chicana: “Lo bueno de todo esto es que a raíz de este caso nos enteramos de cosas que pasaban en un gobierno que no era de esta coalición de gobierno, donde sí efectivamente sabemos que se dieron pasaportes y que no se había transparentado”.
Por eso, advierte, hay que tener “mucho cuidado” a la hora de hacer categorizaciones. “Es como que yo dijera que hubo un antes y un después de que Morabito se mandó mudar de la cárcel caminando, y eso fue de verdad un tema donde nos tuvo en la mira a nivel internacional”. Ella prefiere dejar trabajar a la Justicia, aunque estima que el caso de corrupción en el que está liado el exjefe de custodios del presidente no tendrá mayor peso en las urnas.
Argimón no se sorprende por la pregunta sobre su posible candidatura a las elecciones nacionales de 2024. Dice que decidió tomarse seis meses para reunirse con un grupo de técnicos, y pasando raya tras esas reuniones, tomará una decisión. “Uno puede querer ser precandidato o precandidata, pero ¿para qué querés serlo? Me parece que tenés que mostrar para qué querés ser precandidata. Entonces, estamos trabajando sobre lo que sería una propuesta, lineamientos para afianzar cosas que se hicieron, o que se están haciendo, y cosas nuevas”, dijo.
Por lo pronto, siente que los sectores del Partido Nacional están “dispersos” y no hay una figura que “aglutine” a los no herreristas o “nuevos herreristas”, como llamó a los seguidores de Lacalle Pou.
“Toda la vida hubo situaciones tensas, pero no existían las redes sociales, que han potenciado y amplificado los debates, los cruces, que forman parte de la vida parlamentaria. Hoy tienen muchísima más amplificación que la que se tenía antes”
¿Qué fue lo que más la ha sorprendido del cargo de vicepresidenta de la República?
Lo que más me sorprendió fue la intensidad. Uno está acostumbrado a ver las improntas que cada persona le pone a los distintos cargos, y yo había seguido muy cerca a los vicepresidentes. Entre otras cosas, porque viví muy de cerca la vicepresidencia de Gonzalo Aguirre, porque yo era de su sector. Al asumir el cargo yo tenía claro que quería tener un Parlamento muy dinámico, abierto a la sociedad. Nos tocó un inicio muy complicado, porque la pandemia significó que el Parlamento tenía que funcionar, pero en esas condiciones, y tuvimos que darnos todas las medidas necesarias. Con un reglamento que, por ejemplo, no prevé el tema de la modalidad por zoom. Tuvimos que adaptarnos a un año atípico, pero todos los partidos contribuyeron y el Parlamento funcionó a full. Pero eso de la apertura a la sociedad estaba debilitado.
Y desde que pudimos abrir, ha sido un Parlamento que no ha parado. La intensidad, que es lo que me interesa, el año pasado la pudimos concretar, ya con una apertura completa. Agregamos también la creación de la Comisión de Futuro, que fue un aporte diferente a las modalidades de las comisiones de la Asamblea General. Y una proyección del Parlamento democrático, fuerte en la unión interparlamentaria.
Hay quienes dicen que es un cargo decorativo en el Ejecutivo, que el vicepresidente no tiene mucho trabajo. ¿Qué les dice?
El vicepresidente se desdobla. Como vicepresidente tú asumís puntualmente los espacios cuando el presidente no está, pero tenés un rol importante en el Parlamento, donde presidís el Senado, presidís la Asamblea General, pero a la vez presidís la comisión administrativa, que es la logística que organiza el Poder Legislativo. Entonces, es mucho más intenso que lo que la gente ve, porque uno piensa que el vicepresidente tiene que ver con el presidente. Pero en realidad, la actividad fundamental es en el Parlamento.
Por cierto, ¿vicepresidente o vicepresidenta?
A mí me dicen de las dos formas. Yo hago cuestión de ser vicepresidenta. Está aceptado por la Real Academia Española (RAE), pero, además, desde que asumí, a la mayor parte de la gente le sale decir “vicepresidenta”. Y me pareció un lindo proceso. Hay quienes militan por decir vicepresidente. Pero es un cargo que no tiene que ver con un ente, sino con un poder del Estado, y creo que habiéndose aceptado por la RAE, está legítimamente asumido, pero me gustó mucho el proceso que se dio en la gente, que le sale naturalmente decir vicepresidenta.
¿Eso tiene que ver con que se considera feminista?
No, tiene que ver con que si yo fui, en mi carrera política, edila, diputada, senadora y presidenta del directorio del Partido Nacional, me parece que vicepresidenta cabe perfectamente.
Usted preside la Asamblea General. Bastante seguido se han visto choques, discusiones a los gritos y discrepancias entre legisladores de distintas bancadas que no siempre se difieren en armonía. Usted misma ha protagonizado algún enfrentamiento (recuerdo uno con la senadora frentista Amanda Della Ventura). ¿No le parece que a veces los propios políticos no contribuyen a acortar la famosa grieta o brecha?
Primero, yo no creo que haya grieta. Creo que en nuestra sociedad hay diferencias, a veces en situaciones muy polarizadas, pero no veo la grieta como sí la he verificado en otras sociedades. Yo estoy muy familiarizada con la vida parlamentaria. Toda la vida hubo situaciones así, pero no existían las redes sociales, que han potenciado y amplificado los debates, los cruces, que forman parte de la vida parlamentaria. Obviamente tienen muchísima más amplificación que la que se tenía antes: porque lo ves al toque, porque surge (en redes), todo eso ha llevado a que se potencien más, pero en la vida parlamentaria eso existió siempre. Forma parte, también, del fragor de la discusión, de la vehemencia, y de la personalidad de cada uno.
“Lo de Astesiano fue un revés que nadie se esperaba. Tiene componentes que preocupan. A raíz de este episodio, que ya de por sí es duro, se empieza a descubrir una trama que viene de gobiernos anteriores”
¿Cuáles han sido los principales logros del gobierno, a mitad del mandato?
Cómo se manejó la pandemia, sin lugar a dudas. Era algo no previsto, obviamente cuando asumimos no podíamos imaginarnos que a los poquitos días teníamos que enfrentar cómo llevar adelante las políticas que habíamos prometido, pero en una situación de pandemia. Creo que la forma cómo se manejó, con lo que significa pasar una pandemia. Se manejó de muy buena manera. Y el haber cumplido —en plena pandemia— con el envío de la Ley de Urgente Consideración (LUC), sancionarla, haber ratificado esa ley por la población, fue también un éxito del gobierno.
El llevar adelante, sin temer costos políticos, la transformación educativa y la reforma de la seguridad social, que ya tiene media sanción, son cosas exitosas. Se sigue llevando adelante, ejecutando lo prometido. Y me parece algo no menor.
Algo que no se dio con la promesa de no aumentar la edad de jubilación…
Bueno, el propio presidente lo ha reconocido y ha dado los motivos. Eso también con cómo los actores políticos tienen que dar la cara. A mí me gusta los políticos que dan la cara. Me pareció muy bien de parte del presidente explicar lo que había cambiado. Y siento que se asumen, en temas como estos, costos políticos, que conllevan la determinación de un actor político, que cuando está en el gobierno tiene que asumir aquello que sabe que puede traerle en lo inmediato algún cuestionamiento, pero está absolutamente seguro de que tiene que hacerlo. Eso me parece un activo importante.
¿Cabildo Abierto es el socio díscolo del gobierno? Usted ha dicho que es el partido “más demandante”...
Sí, sí. En la vida parlamentaria, pero también en el propio relacionamiento es público que es el partido que más ha demandado. De pronto porque es un partido nuevo, y su estrategia para posicionarse es marcar ese perfil, a diferencia del Partido Colorado que tiene una cultura histórica de gobernar, y tiene otros códigos de relacionamiento.
El gobierno ha sufrido algunas bajas en el gabinete: desde el sorpresivo alejamiento de Ernesto Talvi, hasta la salida de Germán Cardoso, quien estaba siendo investigado por eventuales irregularidades en su gestión, o Carolina Ache, tras algunas polémicas por su rol en el Caso Marset. ¿Cómo ha visto estas sangrías, todas del Partido Colorado?
A mí me pasa algo que vos lo vas a entender… Hace muchos años que estoy en esto, y me tocó ser primero edila, después directora de un organismo desconcentrado, diputada y presidenta del directorio del partido. He visto todo desde distintos lugares. Y todos los partidos que han pasado por el poder han tenido bajas en su staff o los presidentes deciden remover a alguien en determinado momento. Esto yo no lo viví de forma dramática, la verdad que no. Creo que forma parte de lo que implica ejercer el gobierno.
¿Cuál es su opinión sobre el Caso Astesiano?
Fue un revés que nadie se esperaba. Creo que el primer sorprendido fue el presidente de la República. Tiene componentes que preocupan, como el propio presidente lo dijo. Pero, además, aspectos que parecen increíbles, porque a raíz de este episodio —que es una traición de una persona de confianza del presidente—, que ya de por sí es duro, se empieza a descubrir una trama que viene de gobiernos anteriores. Que se trató de investigar, se archivó la causa, y por esto empieza otra vez un hilo conductor a un episodio obviamente preocupante.
A mí me gusta decir —porque además presido otro poder del Estado—- que antes de dar mi opinión y hablar mucho del tema, me gusta dejar que la Justicia avance.
¿Se equivocó el presidente?
Él lo asumió como un error.
“Hay que tener cuidado cuando uno categoriza. Especialmente cuando somos actores de responsabilidad política, y la adjetivación que se hace públicamente está siendo escuchada por actores nacionales e internacionales”
Ahora, supongamos que desconocía que tenía antecedentes penales. ¿No desoyó las recomendaciones de no contratar a Astesiano, cuando sí sabía que tenía unas cuántas anotaciones policiales y episodios irregulares que lindaban con lo delictivo? El senador Manini Ríos me dijo para Montevideo Portal que solo con la veintena de anotaciones policiales ya no se le debió haber permitido “ni acercarse a Torre Ejecutiva”.
Te doy mi opinión personal: creo que él creyó que a él no le iba a fallar. Se basó en el vínculo personal, en la confianza personal. Esto visto de afuera.
La intendenta Carolina Cosse me dijo, también para este espacio, que le parecía “gravísimo” el caso, y que era “un papelón para Uruguay”. Agregó: “Uruguay está quedando pegado a nivel internacional. Hay un prestigio de seriedad que tenía Uruguay que está siendo cuestionado”, me dijo. “Era una asociación para delinquir operando en Torre Ejecutiva”, añadió.
Yo te voy a hablar genéricamente de lo que pienso sobre todo lo que se está diciendo. A mí me parece que lo preocupante de todo esto ha sido la traición de alguien que falló en esa confianza que se le depositó. Lo bueno de todo esto es que a raíz de este caso nos enteramos de cosas que pasaban en un gobierno que no era de esta coalición de gobierno, donde sí efectivamente sabemos que se dieron pasaportes y que no se había transparentado. Y como te decía hoy, increíblemente por esto, esta otra vez esa trama y hay una investigación en curso.
Entonces, hay que tener mucho cuidado cuando uno categoriza. Muy especialmente cuando somos actores de responsabilidad política, y obviamente la adjetivación que se hace públicamente está siendo escuchada por actores nacionales e internacionales. Es como que yo dijera que hubo un antes y un después de que [el mafioso italiano Rocco] Morabito se mandó mudar de la cárcel caminando, y eso fue de verdad un tema donde nos tuvo en la mira a nivel internacional. Obviamente, fue un hecho muy grave, que repercutió a nivel internacional, y de todos modos, esos episodios nos sirven para tener mucho más cuidado en un país que tiene que fortalecer sus políticas, por haber cambiado también el entorno de lo que tiene que ver con el narcotráfico… Yo soy muy cuidadosa cuando adjetivo.
¿Se está exagerando, entonces, cuando se habla de “crisis institucional”?
Totalmente. La imagen de Uruguay a nivel internacional la da la estabilidad democrática, el respeto al estado de derecho y a la vida contractual, y por sobre todas las cosas, la cultura del pueblo uruguayo. Esa es la imagen internacional de un país serio como Uruguay. Estos son episodios puntuales, que deben servirnos fundamentalmente, para saber qué cosas, además, debemos cuidar y fortalecer desde el punto de vista institucional. No son la norma, por lo que sabemos. Me parece que cuando tenemos responsabilidades tenemos que ser cuidadosos en lo que decimos.
A dos años para que termine la administración, y un año de que empiece fuerte la campaña electoral, ¿cree que este episodio tendrá peso en las urnas?
No. Me parece que son episodios que la gente sigue, pero los encuadra en el marco general cuando tiene que decidir.
“Hay situaciones mundiales que muestran que no solo hay golpes de Estado al estilo de los que hubo en América Latina hace 50 años, si no asonadas, o situaciones que tienen que llamarnos a reflexión”
¿Cuáles son sus objetivos en lo que resta de este mandato? ¿Qué metas tiene por delante?
Este año decididamente quiero tener un año muy ágil en el Parlamento. Pero no solo en leyes. Además, presido la comisión de los 100 años del Parlamento, dado que se cumplen en 2025. Yo soy de la generación del 83, la generación del quiebre, y este año será aniversario del golpe [N. de R.: el 27 de junio se cumplirán 50 años del golpe de Estado], uno observa, además, que tiene un legado de dejarle a las nuevas generaciones sobre lo que implica el cuidado de la democracia. Hay situaciones mundiales que muestran que no solo hay golpes de Estado al estilo de los que hubo en América Latina hace 50 años, si no asonadas, o situaciones que tienen que llamarnos a reflexión.
Y especialmente saber que uno va recibiendo legados históricos, y las nuevas generaciones tienen que saber que episodios que nos pasaron tal vez no vuelvan a pasar tal como fueron, pero que la democracia hay que cuidarla todos los días. Entonces, me parece muy importante tener algunas jornadas de reflexión sobre el tema. Hablar de la democracia en época de tecnología, me parece que es un desafío que el Parlamento, a través de la Comisión de Futuro, tiene que llevar adelante. El Parlamento habló del futuro del trabajo, habló de la importancia de la ciencia y la tecnología, pero tendrá que seguir tratando temas este año que tienen que ver con puntos en la agenda que todos los partidos tendremos que ver en la próxima elección. Es decir, adelantarnos al debate, cosa que esto ya tenga alguna suerte de intercambio en el Parlamento previo a la campaña.
Respecto a los 100 años del Palacio Legislativo, empezamos el año pasado a hacer refacciones, limpiezas, pinturas, todo para ir dejando impecable el Palacio, que cumplirá 100 años cuando este gobierno ya se haya ido. Se cumplirán el 25 de agosto de 2025. Este año pondremos el pie en el acelerador, se nos votó poder empezar el museo que tiene que ver con esto. Un país de alta adhesión democrática tiene que mostrarle no sólo al país, sino al mundo, lo que es esta historia que tenemos para contar. Viene a cuento de lo que te decía: uno tiene la obligación de dejarle estos valores democráticos a las nuevas generaciones, mucho más en épocas muy diferentes a las que nos tocó vivir.
“Uno puede querer ser precandidato o precandidata, pero ¿para qué querés serlo? Yo me estoy reuniendo semanalmente con un grupo de técnicos y de acuerdo a lo que salga de nuestro trabajo vamos a tomar la decisión de si somos o no candidatos”
¿Será precandidata de cara a 2024?
En principio, me tomé estos seis primeros meses para apoyarme en un grupo de técnicos. Porque está bien que me preguntes si quiero ser precandidata. Uno puede querer ser precandidato o precandidata, pero ¿para qué querés serlo? Me parece que tenés que mostrar para qué querés ser precandidata. Entonces, estamos trabajando sobre lo que sería una propuesta, lineamientos para afianzar cosas que se hicieron, o que se están haciendo, y cosas nuevas… Yo me estoy reuniendo semanalmente con un grupo de técnicos y de acuerdo a lo que salga de nuestro trabajo vamos a tomar la decisión de si somos o no candidatos.
Muchas veces se dice que falta una pata wilsonista, o que falta una sensibilidad distinta dentro de las opciones nacionalistas. ¿Cómo podríamos ilustrar esta sensibilidad que hoy no estaría representada dentro del Partido Nacional?
Yo comparto que, a veces, es difícil trasladar públicamente qué sentís que falta. Hoy por hoy, todos [los blancos] tenemos algo de wilsonistas y algo de herreristas. Yo me considero wilsonista. El wilsonismo no es solo una corriente ideológica dentro del partido, que marcó una etapa, sino también una forma de militancia. El partido de la apertura, el partido de acercamiento en el territorio, todos esos postulados wilsonistas están vigentes. Cuando yo reclamo una mayor apertura del Partido Nacional es porque siento que está faltando parte de lo que el wilsonismo nos legó. Lo que no significa que esto no lo sientan wilsonistas y también herreristas, o herreristas de la nueva ola. Y el otro tema es el marcado fuerte de que estén las distintas zonas del país, las distintas formas de ver el país en lo local, bien representadas. La importancia del interior, ese equilibrio entre Montevideo, Canelones y el interior. Me parece que hay que fortalecer todo eso.
Mirando el panorama del partido, uno ve que hay un sector que se fortaleció, que es el Herrerismo histórico y el nuevo Herrerismo, un Herrerismo diferente… pero es el Herrerismo. De hecho, cuando hubo que completar la fórmula se buscó a alguien que tuviera una mirada distinta. ¿Por qué? Porque interpretás que el partido no sólo está cautivado por el sector hoy mayoritario. La pérdida de Jorge [Larrañaga] significó, sin lugar a dudas, la pérdida de la representación de parte de esa otra mirada, que también la tuvo o la tiene el que se llamó “el grupo de los intendentes”.
Estamos dispersos. Yo misma no tenía sector, por eso los sectores me aceptaron, pero reconociendo que yo era una pata complementaria. ¿Qué pasa hoy? Está todo como muy… disgregado. Hay una suerte de dispersión, porque no hay una figura que aglutine todo ese espacio. ¿Por qué? Porque la pérdida de Jorge fue un golpe muy duro, porque, además, los liderazgos no se crean de un día para el otro, y porque así como hay un nuevo Herrerismo, también siento que se está gestando, dentro de la nueva mirada, nuevos agrupamientos. Y a mí eso me interesa muchísimo, porque creo que va a fortalecer al Partido Nacional.
¿Y le interesa liderar esos nuevos agrupamientos?
Más que quien lidere, me preocupa ver cuál va a ser la propuesta. No puede ser: “Esta es mi propuesta, a ver si tengo senadores”. A mí no me interesan las propuestas exclusivamente electorales. Lo que me interesa es: qué proyecto de país tengo desde la mirada que quiero tener. Y creo que hay figuras muy interesantes dentro del partido. Tanto a nivel del Herrerismo, como de la otra parte, veo figuras interesantes. Veo a [el ministro de Desarrollo Social, Martín] Lema como una persona interesante, es impresionante la fuerza de Nicolás Olivera [intendente de Paysandú], o [José] Yurramendi en Cerro Largo, creo que realmente hay que estar atentos a esos espacios que reclama la propia dirigencia y los propios militantes.
Cuando se habla de precandidaturas, hay compañeros que tienen muy claro que van a ser precandidatos. Yo siento que nosotros vamos por otro camino. No solo nosotros, Futuro Nacional. Para mí hubiera sido mucho más fácil no salir a generar un nuevo espacio.
¿Laura Raffo?
Ah, yo creo que tiene mucho potencial. Está recién acercándose a la estructura, porque una cosa es la estructura montevideana y otra cosa es la estructura nacional. Pero tiene mucho potencial.
¿Cree que el Frente Amplio está haciendo una oposición responsable?
Yo esperaba otro tipo de oposición, especialmente el primer año de gobierno. Sinceramente, al poco tiempo de asumir con la pandemia aparecieron los “cacerolazos”, la forma con que tenían que hacer videos algunos gremios para hablar de la pandemia, donde se hablaba de una irresponsabilidad porque no estábamos encerrando obligatoriamente a la población… De ahí en más, uno sintió que le costaba mucho al FA adaptarse a ser oposición. Y eso que hizo que, especialmente en los momentos difíciles, no fueran la oposición que yo sentí que teníamos que tener.
Manifestó durante muchos años en Mujeres de Negro, y era una figura repetida en la marcha del 8M. Se reconoce feminista. Sin embargo, no asistió la pasada marcha del 8 de marzo. ¿Por qué?
Porque se había decretado un paro general para el mismo día, y me parece que eso desdibujaba un momento en que las mujeres sentíamos que era importante marcar nuestra agenda. Y que se desnaturalizaba, de esa manera, el 8 de marzo. Fue una posición personal.
¿Va a estar presente en esa marcha este año, dentro de dos meses?
Todavía no me lo planteé. Ni siquiera sé si voy a estar en Montevideo o no. Pero marchando o no, yo voy a estar presente ese 8 de marzo.
¿Qué hace en su tiempo libre? ¿Cómo lo aprovecha?
Tengo poco tiempo libre. Leo mucho, si puedo me escapo a los museos, y trato de tener espacios para mi relacionamiento con la cultura: teatro, que me encanta, y el espacio con mis amigos es muy importante. ¡Y mis nietos! Tiempo que tengo es para mis nietos.
¿Es feliz?
Soy. Soy una agradecida a Dios.