En las últimas horas de produjo un avance en la causa que investiga la muerte del maragato Marcel Xavier González Jorge, caso que generó suspicacias y cuya carátula fue recientemente modificada de suicidio a homicidio.
Marisel Pili Solís, la mujer de 47 que era entonces pareja de Marcel y propietaria del establecimiento donde se encontró su cadáver, fue detenida por la policía local y está imputada por “homicidio calificado por el vínculo”, un delito que tiene como única pena posible la prisión perpetua.
El arresto se produjo luego de que la Cámara de Apelaciones de San Nicolás rechazara el pedido de eximición de prisión que hizo la defensoría oficial que asiste a la imputada y dejó firme la decisión del juez de Garantías Ricardo Prati de detenerla.
Según informara el medio local La Opinión, la mujer es madre de cuatro hijos y tiene a una menor a su cargo, por lo que se espera que su defensa solicite régimen de arresto domiciliario.
El caso
Marcel Xavier González, maragato de 33 años, falleció el pasado de 9 de junio en una estancia cercana a la localidad de San Pedro, al oeste de la ciudad de Buenos Aires.
Tal como informáramos, el cuerpo de González fue hallado
sobre una cama, con numerosos cortes, un cuchillo a su lado y en medio de
un charco de sangre.
Si bien el informe de la autopsia apuntaba a que las heridas fueron autoinfligidas, la fiscalía local continuó investigando.
Curiosamente, la familia uruguaya del joven se enteró de su fallecimiento 45 días después, y no lo hizo por canales oficiales, sino a través de consultas a amistades en la vecina orilla.
El pormenor resulta singular debido a que González no era un indocumentado. De hecho, al día siguiente de la tragedia La Opinión publicó una crónica del hecho, artículo en el que la víctima era mencionada con nombre, apellido y nacionalidad.
En agosto, y luego de saber del triste destino de Marcel, su familia radicó denuncia ante Interpol y logró por esa vía contactarse con María del Valle Viviani, fiscal que lleva el caso, e iniciar las gestiones para la repatriación de los restos.
La funcionaria les informó que el cadáver de Marcel tenía heridas en el hígado, el cuello, una pierna y una mano, pero descartó heridas en los genitales, como se había señalado en un primer momento.
Las circunstancias
El cuerpo del joven fue hallado desnudo sobre una cama y “todo cortado”. Lo encontró la dueña de casa, una mujer de 47 años quien tenía una relación sentimental con el fallecido. Tras hallar el cuerpo, la mujer llamó a un excompañero en demanda de ayuda, y este avisó a la policía.
En la estancia los agentes hallaron un invernáculo con plantas de marihuana, cogollos secándose en un ténder y 14 bolsas con la misma hierba, además de hongos alucinógenos, razón por la que la mujer, oriunda de la ciudad argentina de Rosario, fue imputada por el delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización y aprehendida.
En cuanto a la muerte de su compañero, la dueña de casa aseguró no haberle hecho ningún daño, y dijo que González se autolesionó. El cuerpo presentaba numerosos cortes y había sangre por toda la habitación.
Interrogada, detalló que estaban en la estancia consumiendo drogas alucinógenas. De acuerdo con su declaración, salió a caminar durante alrededor de tres o cuatro horas y al regresar encontró la macabra escena. Añadió que su novio estaba con un alto grado de intoxicación, que se metió en la piscina y que luego ella, tras encontrarlo muerto y todo cortado, entró en shock.
El mismo semanario informó días más tarde que la autopsia no fue concluyente acerca de las causas del deceso, pero descartaba la posibilidad de participación de terceros en las lesiones. Con esa información, la defensa de la mujer solicitó y obtuvo su excarcelación.
Las pericias lo cambian todo
La familia de Marcel sospechó desde un principio que la muerte del hombre no había sido un suicidio. Además de la falta de información, señalaron el hecho de que se lo sepultara como a un indigente y se lo quiera hacer pasar como una suerte de vagabundo. En realidad, Marcel tenía una profesión y contaba con ingresos fijos por el alquiler de las propiedades que tenía en San José, departamento al que viajaba mes a mes para cobrarlas y para ver a su hija de nueve años.
Por ello, los deudos contrataron a la abogada penalista argentina Sofía Sanjurjo para que se ocupara del caso y se encargara también de la repatriación de los restos. Fue entonces cuando la situación se dio vuelta.
Apenas pudo acceder al expediente, la abogada informó a la familia que el trámite de repatriación no sería posible en ese momento porque había una investigación que concluyó con una autopsia que determinó que —tal como se lee líneas arriba— Marcel se había autoinfligido las heridas en cuello, brazos y en la ingle.
En el expediente en cuestión, la profesional se encontró con una escena descrita como un río de sangre. Había un cuchillo casi en los pies de la víctima y, en las puertas de un placar, señales de que alguien se aferró y arrastró hasta caer.
Tras analizar el mencionado expediente, Sanjurjo coincidió con sus clientes en la presunción criminal y encargó una pericia independiente a dos profesionales: Manuel Armando Caro, médico perito forense, y la magíster María Virginia Creimer. El informe elevado por ambos fue concluyente: Marcel fue asesinado por una o más personas.
Según publicara el citado medio, incluso el propio jefe de la Asesoría Pericial coincidió en el dictamen de los peritos, pese a los resultados anteriores y a la opinión de la fiscal, que dijo que ella misma estuvo presente el día de la autopsia y no tenía dudas sobre la causa del deceso.
“Tras analizar todas las heridas que presentaba el cuerpo, por la multiplicidad de las lesiones y la gravedad de las ubicadas en cara lateral izquierda de cuello, abdomen y región femoral izquierda que resultan potencialmente mortales, estos peritos sostienen que hubo participación de terceros”, se lee en el reporte del mencionado funcionario.
Más allá de las pericias, las dudas, las demoras y las dilaciones, nunca pudieron asimilar que nadie les avisara que Marcel había muerto porque en sus documentos figuraba el domicilio, su pareja sabía de la existencia de familia y amigos y su celular tenía todos sus contactos y comunicaciones.
De hecho, el citado medio comprobó que el cuerpo de Marcel había sido trasladado al cementerio por la empresa fúnebre Secchi Hermanos, que es la que se ocupa de las sepulturas de “quienes por su condición de indigentes no pueden pagar su sepelio”.
Y si la situación ya de por sí resultaba sospechosa, la abogada comprobó que el certificado de defunción de Marcel se emitió después de que la noticia de su muerte cobrara notoriedad.
De momento, Marisel Solís permanece detenida en un centro de reclusión para mujeres a la espera de saber si se le permite aguardar en su casa el resultado del juicio o, por el contrario, debe quedarse tras las rejas.
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