Por Federica Bordaberry
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Durante veintinueve días, él y su hermano tienen la misma edad. El resto del año, Andrés Lima tiene un año más. Su madre quedó embarazada dos meses después de tenerlo a él, que es el mayor de tres (son dos varones y una mujer).
Vivió, desde que nació hasta que se casó, en la misma casa, la casa de su madre. A media cuadra del centro de la ciudad de Salto, la casa tenía dos plantas. La de abajo funcionó como la mueblería de su abuelo durante décadas y, la de arriba, era donde vivían él y su familia.
Habiendo nacido en plena dictadura, no tiene recuerdos vinculados con ella. Los que sí están presentes son el jardín, la Escuela Número 3 y los compañeritos, la familia, las vacaciones en termas del Arapey o en la estancia. Los recuerdos son de seguridad y tranquilidad.
La lectura y el juego eran las dos cosas que hacía y por donde pasaba su niñez. En la escuela, por quinto año, lo mandaron a estudiar sobre la Primera Guerra Mundial. Con un hábito de lectura inculcado, a Andrés se le hizo fácil. Estudió todo el fin de semana. Cuando llegó la hora de presentar solo lo dejaron hablar tres o cuatro minutos y se volvió a sentar con toda esa información aprendida en la punta de la lengua. Después, recorría con sus hermanos y su primo que vivía cerca la manzana alrededor de su casa. Entraban en todo comercio que hubiera y, cada tanto, recibían algún regalo. Eso funcionó como motivación para que salieran, incluso, los días de lluvia.
Contrariamente a lo que solía hacer la mayoría de sus compañeros, Andrés dedicó su pasaje por el Liceo Número 1 y Número 5 (hizo 5º y 6º) a leer y estudiar muchísimo. Fue en esos años cuando conoció el libro que le cambió la vida, El discurso del método de Descartes. Cuando lo entendió, empezaron los cuestionamientos, las dudas y la búsqueda de respuestas.
En la adolescencia también tuvo su lugar la pastoral de la Iglesia Católica. Los grupos de jóvenes de la parroquia Nuestra Señora del Carmen y la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ) ocuparon buena parte de su vida y le permitió conocer a otros jóvenes en Montevideo y Buenos Aires.
Pero fue a los 15 años, integrándose al gremio de estudiantes de liceo, donde empezó la militancia, aún no política, pero sí estudiantil. Hasta ese momento, Andrés venía de una familia tradicional vinculada al Partido Colorado.
Él sabía que quería ser contador así que hizo bachillerato de Economía y se fue, con 18 años, a estudiar a Montevideo. Duró poco porque no le gustó y volvió a Salto a reengancharse con el bachillerato de Derecho. Al año siguiente, entró en la Regional (hoy CENUR) a hacer el primer año de la carrera de Derecho. Seis años después, se recibió de abogado.
Ejerció su profesión de manera independiente, tomando los clientes que él quisiera, pero también hizo consultorio jurídico durante quince años, vinculándose al Partido Demócrata Cristiano. Esa militancia empezó en 1999 cuando decidió cruzar la calle de su casa e integrarse al club político que se vinculaba a la Iglesia Católica. Fue ahí cuando conoció a Ramón Fonticiella, quien sería el primer intendente electo del Frente Amplio en el departamento de Salto y fue ahí donde empezaría su vida política.
¿De dónde nace la inquietud de acercarte al Partido Demócrata Cristiano (PDC), siendo un partido de izquierda y viniendo de una familia tradicional de derecha?
Creo que arrancó cuando decidí sumarme al gremio estudiantil teniendo quince años, en el Liceo Número 1, de a poquito. Como me gustaba leer e investigar, empecé a acercarme a la izquierda, al Frente Amplio. En aquel momento los gremios estudiantiles estaban integrados por jóvenes que ya venían de familias frenteamplistas. Si no venían de eso, eran frenteamplistas y ya tenían un pensamiento de izquierda.
Entonces, al estar vinculado durante casi tres años al gremio estudiantil, de a poco, vas escuchando, te interesan los temas y te vas formando. La formación es importante y es a partir de ahí.
Cuando llegué a los 18 años empecé a votar al Frente Amplio sin ser militante, votaba independiente, el sector o el candidato que más me gustaba o que sus propuestas eran las que más me atraían. La militancia empezó en el ´99 un poco vinculado a esto de haber vivido la experiencia del consultorio jurídico.
¿Cómo fue eso del consultorio jurídico?
Fue haber salido durante un año a recorrer el interior, haber recibido a salteños de distintos barrios con sus problemáticas. Me gustó tanto esa tarea que quería seguir haciéndolo y, como la materia se terminaba con los cursos, me parecía que un espacio donde podía hacer esta tarea era en política y eso me llevó a que me sumara, a que decidiera pasar del voto solo a la militancia. En ese ´99 me sumé al PDC, primero, doblando y repartiendo listas y, después, cuando Fonticiella salió electo diputado en el mes de octubre le plantee que me gustaría sumarme a su equipo de trabajo haciendo lo que en ese momento sabía hacer que era asesorar a todo aquel salteño que no tuviese posibilidades de contactar a un abogado y necesitaba asesoramiento de manera gratuita.
Ahí empecé los primeros meses del año 2000 con esa militancia durante cinco años. Hasta el 2005 integré el equipo de Fonticiella y esa era un poco mi tarea, una tarea social de asesoramiento sobre temas como jubilaciones, pensiones, pensiones alimenticias, previsión social. Era una especie de abogado de los pobres y así lo hice durante quince años. Tenía lugares en cada barrio, tenía el domicilio de una familia que me esperaba en esa semana. Tenía un día agendado y a determinada hora iba y los vecinos de la zona se enteraban, concurrían, me planteaban sus temas y los iba asesorando. Después, los representaba judicialmente en el juzgado o iba con ellos a las oficinas públicas a hacer los trámites. Eso fue creciendo y lo hice en el interior. La primera localidad fue Pueblo Belén y, en el Interior, lo hacía los sábados o los domingos, iba a un pueblo cada domingo. Hacía el mismo formato de trabajo, buscaba un domicilio de alguien que fuera conocido en el pueblo y fue creciendo.
En 2005 fuiste elegido edil titular y al momento de ser presidente de la Junta Departamental renunciaste a ese cargo, ¿por qué?
Porque entendí que no estaba preparado para hacerlo. Era la primera vez que el Frente ganaba el gobierno, Ramón Fonticiella era el primer intendente del Frente en Salto y entendí que no estaba preparado. Más allá de que había encabezado la lista había otros compañeros que tenían más experiencia, ya habían sido ediles. En esa lista el tercer edil Daniel Dalmau, militante de la 1001, ya tenía la experiencia de Junta y propuse que fuera Dalmau el primer presidente de la Junta y fue él. A parte, era el año donde se discutía el presupuesto departamental y entendí que no era para improvisar, más cuando era el primer gobierno del Frente. Nos jugábamos mucha cosa y estábamos en la lupa de todo Salto.
Pero en 2007, fuiste elegido como Presidente de la Junta y sí lo tomaste, ¿estabas preparado esta vez?
Sí, ahí sí. Ya tenía dos años de experiencia porque por mi profesión de abogado integraba la Comisión de Legislación. En el tercer año de gobierno de Fonticiella llegó la oportunidad de ser presidente de la Junta y fue ahí cuando aparecieron las primeras dificultades con el intendente.
Enseguida después pasaste del PDC a la Agrupación Humanista, ¿cómo fue ese episodio?
La primera diferencia llegó cuando llevé la Junta Departamental porque queríamos que las sesiones de la Junta no fueran solamente en el local de la Junta que está en la calle Uruguay, es como que estuviera en Av. 18 de Julio en Montevideo. Entonces, de las primeras decisiones que tomamos fue que la Junta saliera a hacer sesiones en los barrios y el gobierno departamental no estuvo de acuerdo.
En el año 2009, ya pasada la Junta Departamental, me voy de la Democracia Cristiana porque se había hecho un congreso en el 2009 donde se votó en un congreso abierto a los candidatos a diputado que el partido iba a proponer ese año. Éramos dos en aquel momento, el otro era el Director de Tránsito de la Intendencia de aquel momento, que también integraba el PDC.
Se hizo el congreso y me eligen como candidato a diputado para las elecciones del 2009. Después del congreso y en las negociaciones del Intendente, Fonticiella plantea que el PDC no podía presentarme de candidato a diputado a pesar de lo que el congreso había decidido. Ahí se genera la partida mía del PDC. Armamos una agrupación local, departamental, a sesenta días. Hicimos campaña, no teníamos local, no teníamos recursos, no teníamos senado qué votar. Empezamos a recorrer los distintos grupos nacionales a ver quién nos autorizaba a votar en su senado y, extrañamente, nadie quería prestarnos el senado hasta que apareció el MPP. Nos autorizó a votar su senado, que encabezaba Pepe Mujica y, al final, salimos diputados. Le ganamos al candidato del MPP que, en esa elección, tuvo su candidato. Ganamos las elecciones con catorce mil votos.
Ahí hay algo bien típico de la política porque, al parecer, no es solo contra otros partidos sino que hay que tener cuidado dentro del partido propio, ¿cómo funciona la política en ese sentido?
Sí, a mi me ha pasado. Varias veces hemos tenido críticas, en algunos casos, más fuertes desde dentro del propio partido que desde afuera. Tampoco estoy inventando la pólvora, le ha pasado a mucha gente y ha pasado en todoslos partidos. A veces, hay algunas diferencias internas. Creo que la virtud ahí, y en ese sentido somos responsables todos, es tratar de lograr que esas diferencias se arreglen adentro. Cuando no se puede es que surgen situaciones como estas de división o donde uno se va. Pero sí, pasa muy seguido dentro de los propios partidos esas diferencias internas que, muchas veces, se hacen públicas.
Volviendo a ese 2009 cuando fuiste electo diputado por primera vez, ¿cómo se prepara uno para la tarea legislativa?
Ya tenía la ventaja de haber estado cinco años en la Junta Departamental. Creo que eso, sumado al hecho de que era abogado, te prepara para lo que es el Parlamento. En aquel momento, la bancada del Frente de dipitados tenía solamente tres abogados. Me tocó integrar la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, participé de la discusión del presupuesto nacional del Pepe y fue una de las mejores experiencias porque durante varios meses estuvimos abocados prácticamente al estudio del presupuesto.
Yo ya había participado de la discusión del presupuesto del gobierno departamental de Salto en el 2005-2006, cuando ganó Fonticiella. Participé de la discusión de presupuesto nacional cinco años después. Tenía siempre pensado que las escaleras se suben escalón por escalón y eso te va dando experiencia. Te permite que, cuando llegás a determinada responsabilidad, ya vengas con cierto bagaje anterior y algunas tareas que, luego, te van facilitando las nuevas responsabilidades.
Más allá de todo, el parlamento nacional es una junta departamental, pero a nivel país y la discusión del presupuesto nacional, de alguna manera, la había dado cinco años antes en la Junta Departamental cuando discutimos el presupuesto departamental. Se te va facilitando.
Fuiste de menor a mayor escala.
Sí, por lo menos no llegás con desconocimiento total del tema. Por supuesto que son temas más amplios, son de alcance nacional, se manejan otros montos, otros intereses, pero también escalón por escalón te vas preparando para las responsabilidades que puedan llegar a futuro. Eso fue lo que pasó con el Parlamento, estuve dos años en la Comisión de Hacienda, después pasé a la Comisión de Vivienda y ahí estuve tres años. Después, en el plenario de lo que era la discusión de los distintos proyectos de ley que llegaban desde el Ejecutivo al Parlamento para que los tratáramos y los aprobáramos. Teníamos mayoría parlamentaria en aquel momento, así que eso también era una ventaja. O desventaja, como quieras verlo.
En 2014 fuiste reelecto diputado y como característica de esa reelección se puede destacar la alianza con la lista de Raúl Sendic. Sabiendo cómo termino esa historia, ¿te generó algún daño a nivel reputación o compromiso político?
Creo que no. Siempre digo que los acuerdos son parte de la actividad política y en cada instancia electoral se abren posibilidades a acuerdos. De hecho, en el 2009, la primera vez que fui diputado fue en acuerdo con el MPP. La segunda vez fue con el senado de la 711. En ese sentido, la política es dinámica y te permite hacer ese tipo de acuerdos.
Así que no, en ese sentido no incidió. En ese momento, yo seguía como frenteamplista independiente, con una agrupación departamental que seguía siendo la misma de la elección del 2009. A parte, unos meses antes habíamos tenido la elección interna del 2014, donde Tabaré volvió a ser candidato y le ganó por un amplio margen a Constanza Moreira. En esa visión interna habíamos tenido una buena votación y, más allá de los acuerdos o posibles acuerdos a nivel nacional en el departamento, teníamos un número muy importante de convencionales.
Y en 2015 asumís como Intendente de Salto por primera vez.
Sí. En el 2010 me habían propuesto ser candidato. Es muy común, por lo menos en el interior, que el candidato que sale electo diputado en octubre después, en mayo, sea propuesto como candidato a Intendente. En 2009, cuando fui electo diputado por primera vez el Frente planteó la posibilidad de que fuera candidato a Intendente en el 2010. Ahí también dije que no, que quería ser diputado, que había pedido el voto para ser diputado y quería estar en el parlamento cinco años representando a Salto.
Como en aquel entonces dije que no, se buscó a alguien que fuera del mismo sector y ahí aparece el nombre de Felipe Mutti, que fue candidato a Intendente en ese 2010 donde el Frente perdió la Intendencia y asumió Germán Coutinho del Partido Colorado. Después sí, en el 2015 después de la segunda diputación nos sentíamos preparados para presentar la candidatura a la Intendencia.
Una vez que asumiste, ¿a qué Salto te enfrentaste?
Muy complicado porque, en aquel momento, no se estaban pagando los sueldos. Cuando asumí en julio, los sueldos se habían dejado de pagar en mayo así que la situación era muy complicada. Habían muchísimas deudas, sobre todo con proveedores locales y del resto del país. No teníamos prácticamente flota de recolección. Había dos recolectoras para una ciudad de cien mil habitantes. Los ómnibus, porque la Intendencia tiene el monopolio del transporte urbano de pasajeros, había veinte coches en aquel momento, de una flota de casi cuarenta. Los veinte que funcionaban no estaban en buenas condiciones. La maquinaria de obra también estaba en muy malas condiciones.
Tampoco vamos a decir que no sabíamos en qué situación agarrábamos el departamento, pero estábamos confiados en que podíamos asumir esa responsabilidad. Fue lo que se dijo durante toda la campaña y fue una elección muy pareja. El Frente terminó ganándole al Partido Colorado por mil trescientos votos. Tuvimos un apoyo muy importante por parte de OPP y, en aquel momento, la solución que se encontró para salir de esa situación que tenía Salto en 2015 fue un fideicomiso por trescientos treinta millones de unidades indexadas. La Junta Departamental lo votó unos días antes de asumir la intendencia y hasta el día de hoy lo venimos pagando. Son quince cuotas y en este 2021 vamos pagando la quinta. Se paga anual en el mes de enero con el pago de la patente, osea que en este 2021 los primeros 180 millones de pesos que ingresaron en la Intendencia no los vimos porque eso va directo al pago del fideicomiso. Vamos a llegar a final de período pagando nueve cuotas y van a quedar seis. Es un montón de plata.
Y de tiempo.
Plata y tiempo, pero fue la salida que se encontró en aquel momento. La Intendencia se puso al día con los funcionarios y los proveedores, se pagó al sistema financiero las deudas que tenía y tuvimos que tomar una decisión difícil que fue desvincular funcionarios para poder dinamizar el funcionamiento de la Intendencia, en aquel 2015. Pero también invertimos en maquinaria para todos los sectores de la Intendencia, para poder funcionar.
La Intendencia de Montevideo, con Daniel Martínez, nos prestó tres recolectoras porque teníanmos dos y no podíamos levantar la basura con dos. La IMM pensaba venderlas como chatarra y descubrimos que eran de color naranja, el color que representa al departamento. Las trajimos y funcionaron tres años. Mientras tanto, hacíamos la compra de maquinaria y eso nos permitió sacar la recolección adelante.
En 2017 te alejaste de la Agrupación Humanista, siendo una agrupación en la cual habías estado en el germen, ¿qué pasó?
En 2017 me fui y he estado independiente, sin grupo. No respaldaban al gobierno departamental, así que esa fue la razón. La propia agrupación que habíamos creado junto a otros salteños, una vez llegados al gobierno departamental, no respaldaban nuestra gestión. No estaban de acuerdo con lo que estábamos haciendo en el departamento de Salto y como el propio sector no nos apoyaba, decidimos retirarnos. Así que en el 2017 me retiré y sido independiente.
Entonces, ¿en setiembre de 2020 ganaste la reelección a la Intendencia de Salto sin agrupación?
Sí, se dio la reelección y en este caso fue contra el Partido Nacional. En 2015 había sido contra el Partido Colorado. La diferencia fue mayor. Si en 2015 habíamos ganado por una diferencia de 1300 votos, en esta se ganó por 5000. Incluso, nuestra candidatura tuvo un respaldo mayor y eso para nosotros es una satisfacción porque hubo cuestionamientos a la gestión durante el período anterior. En 2015 mi candidatura había tenido 24.000 votos y en el 2020 tuvo 31.000 votos. Se dio algo que nunca había pasado en Salto que es que el Frente votó mejor, por primera vez, en la elección departamental que en la nacional. En la nacional obtuvo 33.000 votos y en la departamental obtuvo 37.000.
¿Cómo es gobernar un país al mando de otro partido?
Buscando el diálogo y trabajando sobre las coincidencias. Está claro que hay diferencias, pero desde el primer momento que asumimos la intendencia por segunda vez tuvimos claro que no podemos estar cinco años marcando diferencias o cinco años distanciados del gobierno nacional. Por el contrario, tenemos que trabajar.
A parte, precisamos del gobierno nacional. Sin el gobierno nacional hay muchas cuestiones que no se pueden concretar. Lo que se firmó la semana pasada, esos cuarenta millones de pesos que vienen de OPP para la construcción de la central hortícola del norte, no se construye si no hay apoyo nacional. Eso es lo que hemos intentado hacer para tener un mejor diálogo con el gobierno nacional, trabajar sobre las propuestas de desarrollo para la región y no solo la central hortícola.
En ese sentido, acompañamos propuestas. Es más, hemos presentado sumar a esa propuesta la posibilidad de construir un puerto barcaza. En el ferrocarril, las recuperación de las líneas han llegado a la zona de Queguay. De Queguay a la represa de Salto Grande son 60 kilómetros y el gobierno nacional está trabajando en esa extensión, en la mejora de las vías férreas. Lograríamos la interconexión con Argentina. La indagación que va a hacer el gobierno nacional en el aeropuerto de Salto. Hay una empresa privada que va a tomar la gestión de seis aeropuertos en Uruguay, uno de ellos es Salto, y van a invertir quince millones de dólares. Bienvenidas las inversiones porque es lo que necesitamos para Salto.
Creo que tenemos claro que no podemos gestionar sin el gobierno nacional. Creo que es suicida pretender gobernar un departamento sin el vínculo con lo nacional. Tenemos disidencias que quedarán para otro momento, no queremos estar cinco años gobernando Salto sin hacer, sin mejorar, sin progresar y más en este contexto de pandemia donde precisamos, sobre todo, inversión y empleo.
Siendo parte del Frente Amplio hace ya veinte años, ¿cuál es la diferencia entre el FA en el que empezaste y el que es ahora?
Haber gobernado quince años ha cambiado al Frente. Desde el punto de vista de la gestión estoy convencido de que hubo muchos aportes del Frente al país, desde un punto de vista positivo. Hacia la interna, quince años de gobierno generaron muchas diferencias, peleas internas por quién tenía más fuerza y quién hacía valer su posición dentro del propio gobierno. En ese sentido, hay que volver a recomponer esa solidaridad, ese sentido más humanista que había dentro del Frente.
Creo que ese es el gran desafío que tiene el Frente y creo que la elección interna del 5 de diciembre es la gran oportunidad para que el Frente se consolide internamente con una conducción nacional. También para que cada uno de los integrantes de la fuerza política, con las responsabilidades que tenemos cada uno y sin descuidar la gestión, hacer un trabajo político bajo una conducción del Frente Amplio y pensando en la elección nacional del año 2024. Sin descuidar la gestión porque estamos convencidos de que es clave la gestión de Montevideo, de Canelones, de Salto, de los municipios donde el Frente es gobierno, la gestión que puedan hacer los integrantes de las fuerzas políticas que están en las distintas juntas departamentales, en los consejos, municipios.
Todo eso es clave y creo que la mayoría de los uruguayos vota cada vez más gestión y candidato. Por lo tanto, en todo este proceso se necesita una buena gestión de cada uno de los integrantes del Frente que está con alguna responsabilidad en cualquier punto del país. Después, sí, una conducción que tenga las cosas claras y un liderazgo firme para los próximos años.
Mientras todo esto pasaba en tu vida profesional, ¿qué pasaba en casa?
Soy casado dos veces. Me casé en 2004, la primera vez, y la segunda en 2020. Tengo cuatro hijos. Mi primera esposa es de Paysandú así que tengo dos hijos que viven ahí y aquí en Salto tengo dos más. Tienen diez, ocho, cuatro y dos años.
¿Sos profesor de piano?
Sí, soy profesor de piano. Me recibí en el conservatorio municipal, pero nunca enseñé. Estudié porque me gusta la música. Mi otro hobby es leer y publiqué, en 2019, mi primer libro, Un orden para las cosas, que es más que nada académico. Este año vamos a hacer la presentación de un segundo libro de cuentos cortos que se llama El viaje.
¿Cuál fue el día más triste de tu vida?
El día que falleció mi padre, sin duda.
¿Y el más feliz?
Cuando nacieron mis hijos.
¿En qué momento de tu vida sentiste mayor libertad?
No sé si mayor libertad, pero mayor seguridad y tranquilidad de niño.
¿Algo de lo que te arrepientas en la vida?
Muchas cosas, he cometido muchos errores, tanto en lo familiar como en la actividad pública. He tenido aciertos, pero también errores.
¿Un sueño por cumplir?
Seguir disfrutando de mis hijos.
Si murieras hoy, ¿irías al cielo o al infierno?
No sé a dónde iría, no depende de uno. En la vida he tenido aciertos y errores así que no sé.
Por Federica Bordaberry
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