Su nacimiento no fue pensado, no estaba en los planes. Cuando llegó lo llevaron a vivir en una cooperativa atrás de la Escuela Italiana hasta los dos años y cuando tuvo tres lo llevaron a vivir a una casa en el Carrasco más céntrico. Esa es la casa en la que creció, en la que vivió a sus tres hermanos más grandes, en la que estuvo hasta que cumplió diez años, en la que estaba cuando murió su padre. Después de eso, se fueron a una casa en la calle Lieja y más adelante a otra en Pocitos.
En aquella segunda casa aparecen los cumpleaños, el ir al colegio cerquita en el barrio, sus juguetes. Alfonso Villagrán se acuerda muy bien de los muñecos de goma inflable que tenía. Los apretaba y sonaban. Uno era de Tom y el otro era de Jerry.
Su padre, cirujano plástico, “era un artista zarpado, yo me acuerdo que le miraba todas las diapositivas y estaba buenísimo”, dice Villagrán. Después de que muriera, su madre continuaría trabajando en clínicas.
Ese Alfonso, el que iba a un colegio, era inquieto. Iba de acá para allá, pero solo. Aunque iba a la casa de sus amigos, él sabía divertirse solo. Hubo una etapa de la infancia en la que, de hecho, le gustaba quedarse en su casa. Ahí había perros, había jardín, estaban sus cosas. “Por eso en mi familia adentro me dicen Coco, porque nació por rompecoco”, comenta.
Cuando él tenía cinco o seis años, iba a su casa un amigo de su hermano de nombre Paolo. Pintaba, era arquitecto y a Alfonso le brillaban los ojos con la intriga de poder dibujar. En su casa, incluso, había cuadros de él. Recuerda haberle pedido que le enseñara a hacer todo aquello.
A los catorce, empezó solo. En parte, también, porque su madre pintaba. Su hermano también dibujaba y, cuando compartían cuarto, le pedía que le hiciera algún dibujo para irse a dormir.
Ese Alfonso, el que fue adolescente y el que ahora es adulto, no cambió en nada. “Siento que tengo un espíritu bastante joven, me fa como una cierta forma de vivir diferente, más fresca, que no envejece”, agrega. Cuando fue niño, quiso ser todo: policía, astronauta, bombero, todo. A medida que crecía, apareció el interés por la arquitectura, la pintura, el dibujo, lo visual.
Cuando salió del liceo, logró un título de diseñador de indumentaria en Peter Hammers. Estudió fotografía y moda. Soltó todo aquello y decidió volverse artista visual. Su pseudónimo “Artis For Lovers” cobró fuerza y hoy es el nombre artístico por el que se lo reconoce y gracias al cual trabaja con marcas comerciales que le permiten vivir del arte. Ahora, dio un paso más: entró hacia el mundo del arte digital, los NFT.
¿Cuál es el momento en que decidís que se termina la moda y empezás a pintar?
Creo que hay algo muy lindo en la mujer que es que, a veces, antes de tomar las decisiones ya lo viene procesando hace seis meses. Yo, al estar trabajando con tres mujeres lo venía procesando. Estaba trabajando y estaba como desganado, cansado, no tenía ganas de hacer nada y cuando llegaba del laburo no tenía ganas de pintar. Ahí fue cuando dije que abandonaba todo y estaba seguro. Sabía que de todo eso algo iba a surgir. Dejé todo y no ganaba un mango, pero estaba pintando todo el día.
¿Dónde armaste tu espacio para pintar y para crear?
Desarmé todo mi cuarto. Dejé mi mesa de luz, dejé mi cama y empecé a pintar. Compré lienzos, pintura, las paletas de colores que me gustaban y aprendí a mezclar y a usar pinceles. Hice el proceso entero ahí porque yo no era partidario de los talleres. No es bueno, ni malo, pero te enseñan solamente lo que se sabe ahí. Yo quería aprender lo que yo podía saber o lo que yo podía descubrir .
Eso también es lo más interesante, desarrollar mi lado creativo yo solo. Ahí le fui dando duro hasta que en octubre de 2008 o 2009 me escribió la hermana de un amigo que vivía en Buenos Aires. Me dijo que tenía unos amigos que tenían una galería y quería ver si salía algo. Y salió. Saqué mi primera muestra en Buenos Aires.
¿A esa altura ya habías encontrado una forma de vivir del arte?
No lo pensaba tanto. Solo pensaba en lo que quería hacer y en la producción. Quería mechar mis experiencias de vida en la producción misma porque me acuerdo que en esta primera muestra me di cuenta para dónde era que iba. Yo pintaba lo que me gustaba nada más, pero cuando vi colgada esa muestra en Buenos Aires me di cuenta que eran estados de ánimos míos puestos en rostros de otras personas, en diferentes momentos.
Me gustaba esa cierta conexión que había y, a partir de ahí, empecé a aplicarlo siempre. A mí me encanta la fotografía y trabajo mucho con foto-referencia. Hago fotos, las mecho, las laburo y las pinto. Hago toda esa sinergia. Por eso, es casi siempre inconsciente lo que ves. Es algo que me gusta a mí y que me siento identificado, más allá de que esté representada otra persona.
Después de esa primera exposición, ¿cuál sería el siguiente gran salto que diste a nivel artístico?
El siguiente gran paso fue vender tres obras mías para Estados Unidos. Ese fue el gran paso. Era raro, yo no entendía nada. No sabía ni cómo cobrarlo, ni cómo mandarlo por correo, era todo nuevo. Me acuerdo que cuando mandé por UPS, UPS no manejaba el sistema de packaging desde acá para mandar obras, entonces tuve que hablar con un carpintero.
Tus primeras obras tienen un estilo muy diferente a lo que hacés ahora, ¿cómo es que te vas desarrollando hacia una identidad artística que hoy es la que te representa?
Creo que es, no entrenamiento, pero sí la insistencia. Porque uno se levanta más creativo, menos creativo. Es un tema de proceso laboral que tenés que tomar más como tu pasión, pero también más como laburo. Es un poco de los dos y estar constantemente haciendo. Es como que evoluciona naturalmente tu laburo porque se te están ocurriendo cosas, porque de los errores aprendés pila. Los errores, también, a veces quedan buenos y ayudan mucho más de lo que te imaginás. Hay que saber verlos y aprovecharlos en su momento.
La constancia hace que se haga efectivo. Por más de que puedas tener todo un canal de evolución, prefiero que las cosas se hagan solas y no con una presión atrás. Para mi lo natural es que me salga a mí solo, eso es lo más válido, y no haber estudiado a los ancestros de una parte de México que hicieron esto o aquello. Es algo que tiene que salir solo.
¿Cómo llega el artista, entonces, a poder vivir de lo que hace?
Comparado a lo que era antes, ahora las cosas tienen claramente otro valor. Es más fácil hacer, moverse, socializar, conectar mundialmente. Las redes sociales se llevan muchísimo. Es mi mayor canal de venta. El que se lleva el mayor porcentaje.
Antes, lo que te ayudaba era ser muy social, tener conocidos en esto, en lo otro, viajar, estar en la movida, aunque tampoco estoy mucho en la movida porque hay mucha superficialidad. Si no tenés tal apellido no servís, la típica. Pero yo creo que crecí en un momento de cambio y supe aprovecharlo antes y ahora.
Hoy todos buscan el diferencial. Por eso, lo que más me sirve es laburar con marcas que me divierten, no es que laburo con cualquier marca. Cada vez se trabaja más, se potencian más. Para mí todo apunta hacia ese lado. Al tener un poco la vieja escuela y mecharlo con la nueva escuela, está bueno porque sabés usar más recursos.
Existe la crítica al artista que vende su propia obra, o a sí mismo. Como si eso fuera algo impuro. ¿Qué pensás?
Lo mejor que puede pasar es que uno mismo se pueda vender porque no hay nadie mejor para venderse. No solo porque vos conocés bien tu laburo, sino que el otro saca una interpretación de lo que habló contigo, que también tiene un lado bueno y uno malo.
Yo he tratado de laburar con gente que me maneje. Incluso, cuando inicié mi carrera trabajé con un hombre que me manejaba mis obras por todo Europa y laburamos bien. Después, él se tiró más al sector esculturas y seguimos otros caminos. Pero mi experiencia es que ves que otros no le meten el mismo interés, ni ganas, que uno mismo. Después se mandan papelones. Es parte del laburo, tenés que dedicarle tiempo. Está la parte de la venta, del mail, de todo un poco. Acá la firmeza de uno mismo cumple un rol importante.
Sos un artista que tiene bastante presente lo comercial, habiendo trabajado con varias marcas conocidas, ¿hasta qué punto tu arte no se vuelve publicidad?
No se vuelve publicidad si sabés cuidarlo y hasta dónde darlo. Si lo hacés medio salteado y no lo hacés seguido, igualmente creo que todo circula rápido y que como la gente se olvida rápido, no se vuelve comercial. A veces es difícil decir que no porque los proyectos son buenos, son bien pagos. Hoy en día ya no es como antes, me parece.
¿De dónde sale el nombre Artis For Lovers?
Artis nace de una canción Tenía una amiga que era muy fan de The Clash y ella me jodía con un tema de ellos. Un día decidí cambiarlo y poner Artis For Lovers. Lo tenía, justamente, para que mi arte no se volviera comercial. Para que cada vez que hiciera algo con marcas se leyera eso. Después todo se dio más para ahí y quedó Artis For Lovers, lo otro se perdió.
¿Cuál es tu proceso creativo a la hora de pintar? Los que te conocen dicen que la música juega un rol clave en tu pintura.
Sí, la música re juega un rol. El estilo de música va dependiendo de lo que vaya a hacer o esté haciendo. Cuando hago un mural, por ejemplo, que necesito mucha concentración, juega mucho la música house, que es muy seguida y tiene altibajos, pero no hay corte de música. Son sets de una, dos o tres horas. Hay cierto tipo de música que uso cuando tengo que pintar cosas más delicadas, pero el rol de la música juega mucho. Siempre está. De hecho, me he comparado laburando con y sin música y me lleva muchísimo a la concentración.
Tendés a dibujar rostros y, específicamente, rostros femeninos, ¿por qué esta temática?
Dibujar rostros es más un tema de expresión. La anatomía femenina es más sensible, más delicada, más linda de ver. Tiene otro sentido, otra atracción. Siempre me gustó mucho más eso. La mirada de la mujer es mucho más honesta. Siempre fui por ese lado porque me gusta mucho la expresión.
La mayoría de los rostros que hacer son jóvenes y quizá el primero de adulto mayor que hayas hecho es el de Adela Reta en el Sodre, ¿cómo fue cambiar a ese tipo de rostro?
Me hicieron la propuesta y acepté. Era poco fotogénica ella y era difícil proponer algo. Yo laburo bastante con el iPad, así tengo un boceto más rápido. Podes ver más o menos lo que va a quedar y saqué una foto de internet, de esas que son blanco y negro, pero medio quemadas.
Reiventé un poco ese retrato, le di más vida a los ojos. Inventé un poco la mirada, un poco más la luz que le daría a los ojos. Al ser en blanco y negro con tanto contraste se pierde la luz natural de cuando un ojo está mirando y fui por ese lado. Fue un reto zarpado porque, más allá de que la pintara o no la pintara, tenía que quedar bien por lo reconocida que es ella.
Quedé recontra feliz. Yo necesito mi momento para climatizar. En ese momento trabajo las bases, hago otras cosas, voy, vengo, recorro, todo eso antes de empezar un retrato. El día que sabía que tenía que pintar el retrato lo encaré bien temprano. Yo sabía que una vez que lo empezara, lo tenía que terminar. No me iba a dormir sin terminar ese retrato porque al día siguiente no tengo la misma fuerza, la misma energía o la misma sensibilidad.
¿En qué momento entraste al mundo de los NFT?
Me empezaron a decir que debería estar ahí, que es mi arte. Yo del mundo de los bitcoins no tenía mucha idea. Era algo tan irreal que decía que era la típica que todo el mundo invertía y después se inflaba.
Me insistieron, empecé a investigar un poco y me contactó una amiga mía en Estados Unidos, que me había comprado un par de obras. Me dijo que había dejado su laburo y que estaba metida con unos mexicanos que iban a hacer una instalación en una base e iban a hacer un lanzamiento de NFT. Ellos hacían una colección de gatos, pero yo no quería intervenir gatos, yo quería algo mío. Empecé a investigar un poco, les hice una propuesta y les encantó. Hice cuatro NFT que fue el máximo que me dejaron hacer y ahí fue cuando lancé por primera vez NFT en esta instalación de arte allá.
El NFT arrancó así. Empecé a investigar un poco y después lo había hablando con un amigo que me asesoró bastante. Me hizo entrar en confianza de lo que era el lugar. Me acuerdo que estaba en Colombia terminando de armar un usuario y lo empecé con él porque no podía hacer nada, era un queso. Ahora agarré mucho más la movida, estoy más curtido.
Otra de las críticas es que el NFT, por ser digital y no tener contacto con lo físico, es menos arte, ¿qué opinás al respecto?
Que sí tiene contacto con lo físico. Con un NFT te entregan un archivo y vos perfectamente lo podés pasar de lo digital a lo físico. De hecho, a mí me gusta eso de que no se pierda el contacto. La tecnología la tenés que usar a tu favor, para los avances, y estar siempre actualizado. Me encanta, pero tampoco hay que perder el otro lado que es súper importante.
¿Cuál fue el día más feliz de tu vida?
Es que es difícil uno solo. Cuando los cambios son buenos, son positivos, siempre está bueno. Tte marcan. Creo que el día más feliz tiene que ver con el proceso que hizo que mi familia fuera un poco más cariñosa.
Cuando se murió mi viejo había como una frialdad, después. Nació mi primer sobrino y cambió esa energía. Cambió todo para ser más cariñoso, todos más sensibles, somos todos más pegados. Ese proceso no fue un dia y fue lo que me llenó. Mi madre no era de decir “te quiero, te amo” cuando hoy en día es lo primero que te dice.
¿Cuál fue el día más triste de tu vida?
El más triste fue el de mi viejo. Eso me marcó bastante. Me marcó bastante, de verdad. Te cambia la vida cuando la muerte es de un segundo para el otro y no es un proceso. Esa sensación que yo tengo de pesadez es algo que no puedo sacar, no puedo cambiar, es algo que siempre está y hasta el día que muera va a estar. Esa sensación la tengo siempre.
¿Cuál fue el momento de tu vida en que sentiste mayor libertad?
Mi mayor libertad fue haber demostrado que se podía vivir de esto. Poder demostrarme a mí y demostrarle a mi vieja que de verdad se iba a poder. Ahí tuve mi libertad porque es donde liberás muchas cosas, muchas presiones, te sacas una mochila.
Para el artista que puede llegar a esto, o para el quiera ser artista, el apoyo del círculo, de tus vínculos es lo más importante.
¿Algo que la vida te haya hecho aprender a los golpes?
En seguir creyendo en la gente. Y a no pensar que el error fue tuyo, sino que vos confiaste, nada
Si murieras hoy, ¿irías al cielo o al infierno?
Me voy al cielo seguro. Soy una persona que no tiene maldad, me equivoco, claramente me he equivocado y me voy a seguir equivocando, pero todas las cosas que hago o que dejo de hacer siempre son sin maldad.
Me considero una persona buena. Ayudo y apoyo hasta donde yo puedo y siempre trato de ser muy sincero conmigo mismo y muy sincero con los demás. Lo que me rodea a mi es lo más importante. Yo creo que la experiencia de la vida me dio a entender que tengo que cuidarme a la hora de hablar y a saber con quién relacionarse y que mi círculo íntimo es lo más apreciado de todo. Me gané el cielo seguro.