Los primeros días de marzo, el equipo encargado del parque histórico Quinta de Capurro de la Dirección de Patrimonio de la Intendencia de Canelones descubrió una inusual afección en las palmeras Phoenix Canariensis que literalmente comenzó a matarlas.
De inmediato se identificó que la causa de la mortandad era producida por el escarabajo picudo rojo (“Rhynchophorus ferrugineus”), que hasta el momento no había sido registrado en Uruguay ni en América del Sur.
La Intendencia de Canelones estableció contacto con la Facultad de Agronomía y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) para informarles sobre la gravedad de la situación.
El picudo rojo pertenece a la familia de los gorgojos, un insecto que se alimenta de palmeras hasta secarlas y matarlas en cuestión de meses, y una vez que las infecta la afectación es irreversible.
Desde la Dirección de Patrimonio de Canelones se procedió a relevar el territorio, para diagnosticar la extensión de la afectación de las palmeras.
Para ello se identificaron los ejemplares afectados a través de síntomas visibles: achatamiento de la corona y o caída de la totalidad de sus hojas. Se tomaron muestras de larvas y adultos de picudo rojo, las cuales fueron georreferenciadas.
De esta manera se pudo constatar que hay un área afectada de 400 kilómetros cuadrados en el departamento de Canelones, donde se localizaron hasta el momento 162 palmeras con diferente grado de daño, que indefectiblemente las llevará a la muerte.
Los municipios afectados son los de Santa Lucía, Aguas Corrientes, Los Cerrillos y Canelones.
Desde la Intendencia de Canelones informaron que el pasado 20 de mayo se realizó una reunión con técnicos del MGAP para transmitir la dimensión del problema.
En conjunto con las Direcciones de Gestión Ambiental y Agencia de Vivienda y Convivencia Ciudadana, se elaboró un protocolo de actuación para responder a esta emergencia, y se está a la espera de una resolución del MGAP para hacer frente a la situación.
Por el momento, la Intendencia de Canelones está cortando las palmeras afectadas ya muertas, enterrándolas y cubriéndolas con el objetivo de que los insectos no se expandan a otros puntos del país.