Por César Bianchi

@Chechobianchi

Se sacó la indumentaria de gaucho (bombachas, botas, sombrero y cinto de hebilla grande) y se fue a fumar un cigarrillo al fondo del restorán de Tel Aviv donde trabajaba de mozo. Ahí ensayó un soliloquio que le resultaría muy fructífero. Se dijo a sí mismo que él no estaba para eso y se preguntó qué era lo que más quería hacer, qué era aquello por lo que pagaría para trabajar. Y él mismo se contestó: periodista deportivo. Como no se sentía ducho para hacerlo en hebreo, se dio cuenta que era la excusa perfecta para volver al país. A los 27 años, el joven rubio de ojos celestes que estaba vestido de gaucho y que de chico aprendió a tocar el tamboril entre los negros de Sur y Palermo, pegó la vuelta y cuando vio una puertita abierta en el básquet, se metió.

Hoy es, quizás, el periodista deportivo con mayor exposición mediática. Relata el básquetbol y ahora también el fútbol en VTV con producción de Tenfield, canal donde también conduce Kapos. En TNU, el canal estatal, conduce La Hora de los Deportes los domingos por las noches y de lunes a viernes está al frente de la sección deportiva de canal 10. En este canal, además, conduce un programa de entretenimientos: Escape Perfecto, desde hace seis años (invitación que, de algún modo, indujo y sugirió meses antes). Además, tiene todas las tardes su programa deportivo en radio El Espectador. Y se lo puede ver haciendo alguna promoción de alguna marca en las tandas, en los espacios que deja la campaña electoral.

En 2016 ganó el Iris de Oro que otorga la revista Sábado Show.

Sonsol (61) repasa en esta charla en el living de su casa en Pocitos las peripecias que pasó antes de llegar a ser tan popular y conocido por todos (viajes a Inglaterra para aprender sobre maquinaria vial e Israel para buscarse un futuro, incluidos), la fama, el "verso" de que la sociedad no está preparada para saber de qué cuadro son realmente hinchas los periodistas deportivos, el momento en que le ofrecieron relatar fútbol y cómo lidia con el gusto de la gente, el antisemitismo, la intolerancia en redes sociales y el mandato de lo políticamente correcto por estos días. "¿No puedo decir que una mujer es linda porque es menor de edad? ¡Paráaa!"

-Te criaste en el barrio Palermo... ¿Un rubio que sabía tocar el tamboril entre los negros?

-Uno de los pocos... De los pocos rubios que sabía tocar el tambor. De tanto estar ahí, escuchame, entre Atenas, el barrio y las Llamadas, no había forma de no aprender. El ritmo lo tengo. Nunca desfilé en las Llamadas.

-Contó Ana Jerozolimski que te conoció como líder del movimiento juvenil MacabiTzair, de la colectividad judía. Fuiste a la escuela Mizraji, hebrea, religiosa. Pero desde chico te nutriste de ambos mundos: del "de la cole" y los del barrio Palermo y el club Atenas, donde jugabas al básquetbol...

-Macabi es una institución judía que tiene una parte social, una deportiva (la que se conoce con Hebraica Macabi en básquetbol) y alguna otra disciplina en la que compite, y aparte tiene un movimiento de gente joven que es ese, porque Tzair en hebreo es joven. Todos chiquilines de 8 a 15 años, ponele. Es una actividad social, cultural. Hay muchos movimientos así, algunos más arriesgados con Israel y otros menos. Yo me nutría de los dos mundos. Mirá, de mañana iba a la escuela Mizraji, que estaba en Andes y Maldonado, y de tarde iba a la escuela del barrio, en Gonzalo Ramírez y Gaboto. De mañana era todo en hebreo y mucho de religión, y de tarde era la escuela normal. Yo me sentía cómodo en los dos mundos: jugaba al básquetbol en Atenas, pero era líder en el movimiento de Macabi. Toda esa formación en mundos distintos, también te ayudaba a ver el mundo. No es vivir en una burbuja.

Por eso cuando dicen: "No podés decir negro". ¿Eh? Eso no es para mí... Muchos de mis amigos eran todos negros. Y te digo más, esto de "afrodescendientes". ¡Qué me venís con eso! Si ellos mismos se ríen de ellos, como los judas nos reímos entre nosotros de los judas. El tema es si sos buena gente. Te voy a contar algo: yo era niño y cumplía años, no sé si 9, 10 u 11 años, yo vivía en Minas y Cebollatí, e invito para mi cumpleaños a los pibes de la escuela de la tarde y a los de "la cole" de la mañana, y algunos de la cole llegaban y miraban sorprendidos: "Bo, ¿y estos?" "Son compañeros míos de la escuela, son amigos igual que vos. A divertirse". Eso me marcó, porque lamentablemente la gente genera prejuicios sin conocer.

"De mañana era todo en hebreo y de religión, y de tarde era la escuela normal. Me sentía cómodo en los dos mundos: jugaba al básquetbol en Atenas, pero era líder en el movimiento de Macabi. Toda esa formación en mundos distintos me ayudaba a ver el mundo"

-¿Estuviste siempre muy consustanciado con la colectividad judía y sus costumbres?

-Sí, pero tampoco soy ortodoxo. Yo divido esto entre ortodoxos y tradicionalistas. Ortodoxo es el que sigue todo textual, como manda el ritual. Para mí, por ejemplo, los viernes son un día más, por más que cada tanto hay alguna reunión familiar. Porque el viernes arranca el "shabat" y sigue todo el sábado. Y los sábados yo trabajo todo normal. El único día que voy al templo es el Día del Perdón, pero es más por respeto a mis abuelos, a mis padres, a la tradición, después algún casamiento, alguna cosa especial. Y les dije siempre a mis hijos: "El Día del Perdón necesito una hora de su tiempo para ir todos juntos al templo". Una vez uno de mis hijos saltó y yo le dije: "Si vos no podés darme una hora por año para ir todos juntos al templo a mí que soy tu padre, no servís para nada". Nunca más. A las seis de la tarde están los tres prontos, bañados y empilchados para ir.

-¿De qué trabajaste antes de empezar en el periodismo deportivo?

-De todo, de todo. De qué no. Lo primero que me acuerdo fue con un tío que tenía una ferretería en la Ciudad Vieja, que anteriormente había sido un almacén que había puesto mi abuelo. Ahí, en la ferretería, empecé a hacer mandados, a dar una mano. Después intenté estudiar, pero era una época muy difícil para entrar en las facultades. Yo quería hacer Odontología, pero no era fácil entrar. Y empecé a laburar de todo un poco... Mi papá era representante para Uruguay de importar maquinaria vial, lo que se usa para construir rutas, carreteras, calles. Vos ves la última máquina, la que está asfaltando o poniendo el hormigón en la ruta, pero hay todo un proceso anterior donde se hacen canteras, se pica la piedra, se mezcla con el asfalto, todo eso... Mi viejo importaba para Uruguay todo ese tipo de máquinas. Hubo una época donde no se importaba nada, y otra que fue un auge impresionante. En el año 79, con 21 años, viajé a Inglaterra a especializarme en ese laburo, y conocer las fábricas de donde se hacían las máquinas, desde el primer tornillo a la máquina final. ¿Con qué idea? Con la idea de seguir en lo de mi viejo en un futuro. Porque, si bien no se vendían muchas máquinas de esas, después se generaba mucha venta de repuestos. Fui a estudiar seis meses en Leicester, la ciudad esa del cuadro que salió campeón hace unos años... Como amante del fútbol iba a ver fútbol ahí, vi jugar a (Osvaldo) Ardiles y (Julio Ricardo) Villa en el Tottenham Hotspur, en Londres, en el 79, un año después de salir campeones del mundo con Argentina.

En el 82 con el quiebre de la tablita, no había quién comprara una máquina de esas para la infraestructura vial. Entonces, empecé a laburar en decomiso de aduanas: yo iba a la aduana y les compraba lo que los aduaneros le sacaban a los bagayeros, y venía acá y vendía el mismo café o yerba y con factura.

-Incluso intentaste vivir en Israel... hasta que te diste cuenta que querías venirte y probar en el periodismo deportivo.

-En el 84 me fui a Israel. Primero trabajé en un hotel. Mi función era completar el frigobar en un piso entero de un hotel. Después trabajé como cadete en la Embajada de Argentina, después en una sanguchería (yo era el cajero y un palestino hacía los sánguches), hasta que un día vienen y me dice un amigo uruguayo: "Bo Alberto, mirá que en la zona de los hoteles de Tel Aviv van a abrir una parrillada impresionante. Vos acá ganás 10, y allá entre propina y sueldo vas a ganar 40", me dijeron. "Lo único que te tenés que vestir de gaucho, porque la parrillada se llama El Gaucho" y ahí arranqué, vestido de gaucho. Primer mes, gané 18, segundo mes, 22, tercer mes 25, pero nunca llegaba a los 40 que me habían dicho.

A mí me tocaba trabajar en el turno del mediodía y un día vino el gerente y me propuso que hiciera un reemplazo en la noche. Le dije que sí, pero me saqué el disfraz de gaucho y me fui al fondo a fumar un cigarro. Y allá, hablando solo como los locos, me dije: "Esto no es pa' vos. Estás preparado, sos bachiller, tenés idiomas, cultura general media... Esto no es pa' vos. ¿Qué es lo que más te gusta? ¿Qué pagarías por hacer? Periodismo deportivo". Yo me preguntaba y yo me contestaba. "Pero, ¿estás seguro?", me pregunté. "Sí, sí, periodismo deportivo. Nada más que eso". Y ahí decidí volverme, porque no lo podía hacer en Israel, por el idioma. Tenía 27 años. Cuando le dije a mis amigos uruguayos judíos que estaban allá, y eran todos profesionales universitarios, me decían: "Pero, ¿quién te crees que sos? No ves que llega uno solo en mil...". Muchos de esos hoy están acá y no lo pueden creer.

"Me saqué el disfraz de gaucho y me fui al fondo a fumar un cigarro. Y ahí hablando solo me dije: 'Esto no es pa' vos. Estás preparado, sos bachiller, tenés idiomas, cultura general media... ¿Qué es lo que más te gusta? ¿Qué pagarías por hacer?' 'Periodismo deportivo', me contesté. Y volví"

-Hablando de Atenas: siempre fuiste hincha confeso. ¿Nunca te jugó una mala pasada siendo un periodista deportivo que relata básquet?

-Naaa...Eso es un verso. Yo lo tengo claro desde el primer día: lo poquito que sé de básquetbol y lo poquito que sé de fútbol es porque en Atenas puedo decir que llegué a jugar en Primera División, segundos, pero llegué a jugar, en el Palacio Peñarol. Y jugué mucho fútbol de salón y fútbol de cancha, no profesional. Para meterte en el periodismo deportivo, vos tenés que ser hincha antes. Si no te despierta esa pasión, no te metés a hacer periodismo deportivo. Cuando vos jugaste, competiste, y no pudiste llegar: o pasás a ser juez, o sos dirigente, o periodista, técnico o profesor de educación física, no hay más. Yo nunca tuve problema en decir que soy de Atenas y de Peñarol, pero con el micrófono en la mano y una cámara encendida, soy hincha mío y de mi familia.

-A eso iba, sos uno de los pocos periodistas deportivos que ha confesado de qué cuadro es hincha en fútbol (Peñarol). La norma es no decirlo o incluso decir que son hinchas de cuadros chicos, preferentemente de la B. Dicen -como me dijo Rodrigo Romano- que la sociedad uruguaya no está preparada para saber de qué cuadro son hinchas los periodistas deportivos. ¿Vos has tenido problemas por haber dicho que eras de Peñarol?

-Rodrigo tiene todo el derecho a decir lo que le parezca. Vos dijiste recién una palabra: la "norma". ¿Qué norma? ¿Dónde está escrito?

-Son normas tácitas...

-Te lo voy a decir clarito: a la gente le gusta lo auténtico, y eso es todo un verso, que se cae en segundos. Si el 90% de los uruguayos son de Nacional o Peñarol, explicame vos o cualquiera que esté leyendo esta nota cómo el 90% de los periodistas deportivos son de cuadros chicos. Yo no he tenido problemas. Yo voy al Parque Central y cada tanto hay algún grito, pero gritos y agresiones hay para todos, eh. Te voy a contar algo: un domingo Nacional salió campeón, dirigía el Hugo De León, bajé al vestuario y lo invité para que fuera de invitado a las 22 a La Hora de los Deportes. Lo primero que me dice cuando lo presento al aire fue: "Te voy a decir algo, Alberto. Vengo acá y me siento al lado tuyo porque sé que sos flor de manya, pero te sigo y sos objetivo. Por eso estoy acá". ¿Puede haber un mejor elogio que eso? Los hinchas de Peñarol igual me pegan cuando lo critico...

"Nacional salió campeón, dirigía el Hugo De León, bajé al vestuario y lo invité para que fuera a las 22 a La Hora de los Deportes. Cuando lo presento al aire dice: 'Alberto, me siento acá porque sé que sos flor de manya, pero te sigo y sos objetivo. Por eso estoy acá"

-¿Por qué sentiste la necesidad de blanquearlo, hace algunos años?

-Porque todos somos hinchas de algún equipo, y si el 90% de los uruguayos son de Nacional y Peñarol, ¿cómo puede ser que los periodistas deportivos sean de Miramar, de Central, de Wanderers? Hay dos tipos que sí son de cuadros chicos: el Quique Yanuzzi es de Bella Vista y Mario Bardanca es de Danubio, esos sí, y ta. Si quiero, te hago la lista ya y te digo de qué cuadro es cada uno, dejá...

-¿Cuándo te diste cuenta que habías dejado de ser un periodista deportivo más y pasaste a ser conocido por todo el mundo, popular?

-Fueron muchos años en el básquetbol. Acá está lleno de tabúes, de esas normas tácitas como decís vos. Como que si relatás básquetbol, no podés relatar fútbol. No hay ninguna duda que el fútbol es el deporte número uno, el básquetbol es el dos y después vienen los demás, de los que apasionan a la gente, digo. A mí se me entornó una puerta en el básquetbol y me metí. Me empecé a destacar y ser conocido por la gente cuando el básquetbol me dio una entrada diferente con la gente. Yo arranqué en el básquetbol en el 84 y Tenfield arrancó en el básquetbol en 2002, yo antes de eso ya era conocido en el ambiente, con el equipo que habíamos armado con Ruben Vázquez y Oscar Avero en Universal. Después, La Hora de los Deportes también incide porque es televisión. Me duele que a La Hora de los Deportes lo ignoren, no figura en ninguna medición.

-En 2014 viviste un episodio público de xenofobia, cuando el expresidente de Peñarol, Juan Pedro Damiani, te dice "judío de mierda" cuando cortaba una entrevista telefónica para la radio. Vos no llegaste a escucharlo, según dijiste. ¿Qué hubiera pasado si lo hubieras escuchado?

-Hubiera reaccionado inmediatamente... Yo en ese momento estaba con el Dr. (Alfredo) Etchandy, que para mí es de los mejores tipos del país (no del periodismo deportivo, mirá lo que te digo) por su integridad moral y ética, porque sabe los kilos. Ese día estaba Etchandy conmigo, hicimos la nota en las previas de las elecciones de Peñarol y él se ve que venía enhebrado con algo. Cuando me estoy despidiendo, cortando la nota, él dice lo que dice. Yo no lo escuché. La gente empezó a escribir por las redes y le pregunté a Etchandy si lo había escuchado y él tampoco había escuchado nada. Si yo lo hubiera escuchado, estando al aire, lo tengo que destruir... No se lo permito a nadie. Yo no lo escuché. Ojo, se deshizo, hasta el día de hoy, en disculpas. Yo sé quién soy, tengo claro cuál es mi religión, tengo el mismo orgullo de ser uruguayo que de ser judío. Pero conmigo acá terminó el partido, le dije a Juan Pedro. La ofensa la mide el que la recibe, no el que la hace.

-¿Has notado antisemitismo en Uruguay?

-Lamentablemente hay mucho, está instalado, pero no sólo en Uruguay. Este aparatito (toma su celular) con las redes sociales y los tuits, es muy bueno, tecnología pura, pero es una cueva de cobardes, porque yo todo lo que digo y todo lo que hago es con mi nombre y la gente sabe quién soy, pero acá se ponen seudónimos, ponen una foto de Hulk o de un caballo, y dicen cualquier cosa.

-Si te decían hace 10 años que ibas a conducir un programa de entretenimientos de formato internacional con preguntas y premios, ¿lo creías?

-Sí, pero te voy a decir por qué. Volviendo al inicio, aquello de Macaba Tzair, en lo juvenil, eran actividades culturales y de entretenimiento, donde yo tenía 15 o 16 años y entretenía pibes de 8, 9 o 10. De repente era una actividad de preguntas y respuestas, o de animación, entonces cuando surge lo de Escape Perfecto, yo sentí que era como volver a aquella época. Sentí que era eso: una actividad de los sábados de tarde que en hebreo tiene un nombre (peula). Y surgió de una manera especial, porque cuando a mí me llama Martín Villar para trabajar en canal 10 para la sección deportiva de Subrayado, yo le dije: "Mirá que los periodistas deportivos, sobre todo lo que salimos a trillar la calle para poder hacer nuestro laburo, nos animamos a cualquier cosa". Justo en esa época, (Federico) Buysán había conducido un programa del jet set para canal 12 y (Sergio) Gorzy conducía Buscadores, que tampoco tiene nada que ver con deportes... Y le dije: "¿Sabés cuántas veces en mi casa viendo el programa del Piñe, Salven el millón, yo me preguntaba para mí cómo me vería haciendo eso? Y yo estaba seguro que la dejaría chiquita, porque me sentía ideal para ese tipo de programas". Quedó por esa. Arrancamos Subrayado, y un tiempo después el canal compra el formato Escape Perfecto y ahí Martín (Villar) se acordó de mí. Cuando sugiere mi nombre en el canal, nadie entendía nada. Y hace seis años ya que estamos.

"¿Sabés cuántas veces en mi casa viendo el programa del Piñe, Salven el millón, yo me preguntaba cómo me vería haciendo eso? Yo estaba seguro que la dejaría chiquita, porque me sentía ideal para ese tipo de programas"

-Pero, ¿qué atributos crees que notó en vos para hacerte caso y convocarte?

-Mirá, en Escape Perfecto van uruguayos, gente común y corriente, y la idea es que cuando se abren las puertas, ir relatando lo que va pasando: "Ahí va Gerardo, ¡se lleva la tele! ¡Cuidado! ¡Agarrá la cafetera!", una especie de relato, pero con emoción... Viene por ahí.

-En los últimos años has sido la cara y la voz de varias marcas. Y en el periodismo deportivo, un estilo muy sui generis, con sus reglas propias, está normalizado que para trabajar tengas que conseguir anunciantes. ¿Te parece bien que el periodista tenga que congraciarse con empresas, con marcas, para poder trabajar?

-Vos para poder trabajar en periodismo deportivo tenés tres opciones bien claras: la primera es que seas empleado del medio, que seas socio del medio o la tercera, que seas el productor, que el medio te cobre el espacio, él cobra su plata, y después si vos ganás o perdés es un tema tuyo. Lo que me quedaba claro es que la uno (ser empleado) yo la descartaba, porque se paga muy poco, entonces en algunos casos era socio y en otros dueño del espacio. Eso hasta que apareció Tenfield y años después, canal 10. Tenfield me llamó para relatar el básquetbol, pasé a ser empleado y me pagó bien. Lo mismo, después, con canal 10. Ahí sí pasé a ser empleado. Yo voy a hacer mi trabajo, no sé lo que vende el canal, no sé a qué precio venden cada auspicio, pero cobro mi sueldo y listo.

No está bien que el comunicador tenga que ir a buscar auspiciantes... pero en Uruguay es así. Al principio, si lo tenés que hacer, bueno... si sos Don Nadie, lo entiendo, como para empezar. No tenés más remedio que salir a la calle a "trillar" el aviso. Pero cuando vos ya te vas ganando tu lugar y la gente sabe quién sos, estás en la consideración de la gente y tu laburo trasciende, me parece que ahí los medios tendrían que ser más abiertos, y no lo son. Te podría nombrar varios que a mi gusto superaron la barrera de la trascendencia y siguen vendiendo avisos, y eso no está bien. A un tipo como (Alberto) Kesman tenés que decirle: "Alberto, esto es lo tuyo a fin de mes, no vendas más avisos". Tendría que cobrar un muy buen salario y despreocuparse de vender avisos. Concentrarse en su laburo. Fijate que yo tengo un laburo de producción comercial y un laburo periodístico, y durante muchos años si yo no hacía producción comercial (salir, vender, cobrar) no podría haber hecho lo periodístico. Pero hoy hay muchos muchachos que tienen una frase de cabecera que yo no comparto: "Yo no sé vender". ¿Quién nace sabiendo vender? La calle te enseña a vender, darte la cabeza contra el piso una vez y otra vez otra vez, hasta que a la décima, vendiste el aviso. Y ahí aprendiste a vender.

-Pertenecer a la colectividad, ¿te ha ayudado para tener contactos y conseguir sponsors, o crees que hubieras tenido el mismo alcance a las empresas si no fueras de "la cole"?

-No, algunos sí, pero hoy la mayoría de mis clientes no son de "la cole". Te pongo ejemplos de auspiciantes duraderos: Larrique y Aprahamian, por nombrarte dos que están conmigo hace 15 años. En los arranques sí fui a amigos judíos que tenían negocio, pero fue más un puntapié inicial que una constancia en el tiempo.

-Tras el despido de Romano en Tenfield, te llamaron para sustituirlo en los relatos del fútbol uruguayo. De hecho, Rodrigo ha dicho que se enteró que estaba despedido por una llamada tuya. ¿Tuviste algún dilema moral antes de decidir aceptar la propuesta o no?

-No, ninguno. Primero porque yo ya estaba en Tenfield. Romano es una persona especial para mí, porque él empezó conmigo. Yo fui el que lo recomendé a Tenfield para relatar fútbol.

-Él siempre lo ha dicho...

-Rodrigo, Diego Jokas y Javier Díaz arrancaron conmigo, porque yo los recomendé. Cuando me llaman de Tenfield diciéndome que habían cortado la relación con Romano, lo primero que hice fue llamarlo a Rodrigo -coincidentemente ahí surge el tema de sus videos-, lo llamé y lo fui a visitar, pero no fui por lo laboral. Fui a acompañarlo en ese momento, fui con uno de mis hijos. Un par de días después me ofrecen a mí ser el relator, y ahí lo llamé y le dije: "Rodrigo, me están ofreciendo ser el relator oficial de Tenfield. ¿En qué está tu situación con la empresa?". "No sé nada, dejame hacer un llamado", me dice él. A la media hora me llamó me dijo: "sí, confirmado, no estoy más en la empresa". Le habían mandado un telegrama a un lugar donde él ya no vivía. Te repito: no es un caso más para mí el de Romano -por ser él-, pero aparte, si no era yo, iba a relatar otro, porque él ya no iba a seguir en la empresa. La gente cree que él no sigue en Tenfield por los videos, y él mismo se ocupó de aclarar que había otros temas atrás, incluso él quiso renunciar en una oportunidad y Tenfield lo retuvo... No voy a entrar en eso. Lo que yo digo es que el sol brilla para todo el mundo, y cada uno se acomoda debajo del sol como puede. Y tengo la más absoluta tranquilidad de que no hice nada malo.

-¿Y cómo evaluás la respuesta de la gente a tu relato? Porque al principio, por lo que se leía en redes, le costó a la gente aceptar tu relato, que es muy distinto al de Romano...

-La gente estaba habituada al relato de Rodrigo, sin dudas. Pero te voy a decir algo: todo lo que le pasó, que no tiene nada que ver con su despido de Tenfield (lo voy a decir de vuelta para que quede claro: todo lo que le pasó con el tema de los videos, que no tiene nada que ver con su despido de Tenfield) lo puso en una condición de víctima con la gente. La gente se cree que él se fue de Tenfield por los videos, y él no se fue de Tenfield por los videos, entonces él frente a la masa ha quedado victimizado y yo, que vengo atrás, me tuve que comer toda la comida esa. Pero es natural lo que pasó: vos llegás después de un tipo que relata de forma monopólica el fútbol por televisión y tenés todo para perder. La gente se habituó a su tono de voz, al decir, a las frases...

"Todo lo que le pasó a Rodrigo con los videos no tiene nada que ver con su despido de Tenfield. La gente se cree que él se fue de Tenfield por los videos, y no fue así, entonces él frente a la masa ha quedado victimizado y yo, que vengo atrás, me tuve que comer la comida"

-¿Has pensado en instrumentar latiguillos propios?

-Eso no se piensa, eso surge. Como pasó con el pa-pa-pá del básquetbol, eso surge solo.

-¿Te sentís un tipo popular, querido por la gente?

-Creo que en líneas generales, sí. El problema que hay acá es que parece que es un delito trabajar en Tenfield, y a mí eso me duele mucho, primero porque hay un montón de gente trabajando que vive de Tenfield, segundo, que yo trabajo en canal 10 y no escucho que nadie hable de canal 10 como hablan de Tenfield, ni de canal 4 ni de canal 12. Y seguramente pasan cosas, y despiden gente también, ¿no? Yo no tengo nada que ver con las decisiones empresariales, que se toman desde arriba. Hay una saña con Tenfield. Quizás tenga que ver con la figura polémica de Casal. El que está adentro de Tenfield lo defiende, cree que está todo fenómeno, y cobra su sueldo en fecha y labura como laburo yo en un estado de confort absoluto, y el que está afuera de Tenfield le pega, porque acá ya se hizo una costumbre. Dale nomás, todo parece ser culpa de Tenfield o de Paco. Pero yo trabajo en canal 5 y no escucho que le peguen a canal 5, que es del Estado. El producto de Tenfield es ex-tra-or-di-na-rio. Fútbol, básquetbol, ciclismo, carnaval, elegí lo que quieras, con profesionales de primer nivel.

-Desde el principio dijiste públicamente que eras hincha de Atenas en básquet y Peñarol en fútbol. ¿Y en política me podés decir con qué partido te sentís identificado?

-No, no... Yo no soy hincha de los partidos, soy hincha de las personas y de las ideas. He votado diferentes partidos a lo largo de mi vida. No creo en los partidos, creo en las ideas y en las personas.

-¿Y ya sabés a quién vas a votar en las internas y en las elecciones nacionales?7

-Lo más probable es que haga dos cosas distintas, dos votos a personas distintas. Acá no te digo nada, el voto es secreto. Pero te doy un dato: no soy colorado, ni blanco ni frentista. Soy hijo de las ideas, del tipo que me transmite seguridad, cristalinidad, que me seduce para mi país y para mis hijos.

-En octubre te criticaron muchas feministas por elogiar futbolistas mujeres en el Mundial Sub 17 de fútbol femenino ("¡Qué lindas deben ser las finlandesas!" o "Las morenas lindas deben ser una exquisitez", dijiste). ¿Te arrepentiste después de haber dicho eso, en tiempos en donde la mujer se siente empoderada y el feminismo ha ganado terreno?

-No. Yo no creo en el hombre y la mujer, para mí existen las personas capaces o las incapaces.

-Pero acá estamos hablando de belleza, no de capacidad, y de menores de edad...

-Pero si no le puedo decir a una mujer que es linda, entonces me tengo que ir del país. Qué menores... Si vos a las neozelandesas te las imaginás rubias, lindas, esbeltas, o una morena de Ghana, dije que debían ser divinas. ¿No podés decir que deben ser lindas las mujeres porque son menores? Todo un entrevero de ideas... Yo creo en la mujer, como en el hombre, si es capaz o no es capaz. ¿Vos te pensás que yo voy a elegir a alguien para trabajar conmigo porque es linda o fea? Hace bien lo suyo o no lo hace, lo mismo en el gobierno o en cualquier actividad. ¡Acá no podés decir nada! Si decís "negro", ¡aaahh!, si decís "qué linda que es una mujer", ¡aaaah!... Pero pará, loco... Lo políticamente correcto conmigo no va. Yo me crié en otro país, en otra sociedad, donde la conquista de una mujer era una cosa maravillosa, y estar con mis amigos negros de Atenas era maravilloso. ¿Y no les puedo decir negros? No, pará, se lo discuto al que venga. Y que las futbolistas sean menores qué tiene que ver, le buscaron la vuelta a algo que no existe. Conmigo no existe.

-¿Te sentís realizado profesionalmente?

-Sí... Aparte hoy tengo el placer de trabajar con mis hijos, tienen la misma pasión. El chico, Lali, es como yo, fogoso, pasional, Diego es más como mi padre, más cerebral, racional, pero a la larga pensás también de esos, porque si no, somos todos locos.

-Por las dudas, ya tenés dos hijos incursionando en el relato y el periodismo deportivo, a los que le pasarás la posta en algún momento...

-Lali (Alejandro) relata y Diego jugó al fútbol profesionalmente... Mirá, yo tengo la dicha de tener en mi equipo a Jorge Seré, que fue campeón de América y del Mundo con Nacional, y jugó en la selección, y tengo la otra cara del fútbol, que es mi hijo Diego, que la peleó, la luchó igual que Jorge, pero no llegó. Entonces ahí tenés las dos visiones. Cuando me fui de radio Sport me fui solo con mi hijo Lali, y tenía que armar un equipo de fútbol y otro de básquetbol. Y Jorge Seré era compañero mío en Kapos, en Tenfield, y reunía un montón de condiciones que me gustaban, entre otras, que era bolso. Como yo soy confeso manya, tenía que nivelar la cosa. Me gustaba su decir, su forma de ver el fútbol y su humildad. Y cuando pasó a integrar el equipo, me demostró que es mucho más humilde de lo que yo pensaba.

-¿Sos feliz?

-Sí, sí... Te diría que estoy en los mejores momentos de mi vida. Mis hijos trabajan conmigo, estoy felizmente casado hace más de 30 años, lamentablemente perdí a mi padre hace poco, mi mamá todavía vive, y... hay una cosa que me la tengo que guardar por salud familiar, pero que algún día la haré trascender porque corresponde. Estoy muy feliz.