Por Joaquín Symonds y Paula Barquet
La vida política del colorado Adrián Peña se desarrolló a alta velocidad. En 2014 ganó la banca en Diputados, en 2017 conoció al excanciller Ernesto Talvi y en 2020 llegó al Senado en alianza con él, para luego asumir la titularidad del novel Ministerio de Ambiente.
El actual legislador y referente de Ciudadanos suele tener todo planificado, incluso llegó a pedir un despacho en la cámara alta cerca del de Talvi, para coordinar con facilidad. La salida de Talvi de la política trastocó esos y otros planes.
También tenía planificada una futura salida del Ministerio de Ambiente, y sin embargo sus previsiones no vieron la luz luego de que el semanario Búsqueda publicara que se presentó algunas veces como licenciado en Administración de Empresas cuando, en realidad, no tenía tal título. Semanas después se comprobó, gracias a un profesor que se comunicó con Peña, que sí había terminado de cursar todas las materias y podía solicitar la expedición del diploma.
En entrevista con Montevideo Portal, Peña explicó a fondo la postura de los colorados sobre el tema seguramente más importante de la agenda política de estos días, y analizó cómo con la reforma de la seguridad social es posible trazar una metáfora entre la relación de padres e hijos y el vínculo del presidente Luis Lacalle Pou con los socios de la coalición de gobierno. También se refirió a Bordaberry, al vínculo que mantienen actualmente, y a por qué el colorado —hoy retirado de la política— se ha dedicado a criticar a Ciudadanos.
¿Cómo diría que fue la salida del Ministerio de Ambiente?
No fue la salida deseada, pero creo que las cosas estaban lo suficientemente encaminadas para no lamentar. Esto en el sentido de que los grandes ejes de la gestión estaban avanzados y próximo a ejecución todos. Nos habíamos planteado grandes líneas, que tenían que ver con el agua, el saneamiento, los residuos, algunas cuestiones en materia de conciencia ambiental y demás.
¿Y a nivel personal?
Me hubiese gustado cerrar ese ciclo de un modo más planificado. A mí me gusta planificar, tengo todo planificado por etapas y por tiempo, entonces esto claramente no era lo que tenía pensado. Tampoco iba a estar tanto tiempo en el ministerio, porque parte de la barra de Ciudadanos quería que volviera al Senado a ocupar este rol más político. Ellos decían necesitar esa coordinación, ese vínculo más cercano; afirmaban que el sector lo precisaba y también el partido. Mi tiempo en el ministerio tenía fecha de vencimiento; no estaba definida pero seguramente no iba a ser hasta 2025. Esto adelantó un poco los planes.
¿No le pareció apresurada la decisión de irse? Porque luego se supo que sí tenía el título de licenciado.
Hoy es lo que todo el mundo me dice y algunos se enojan. Hace poco fue a la inauguración de una viviendas de Mevir y un par de señoras coloradas me increparon por haber dejado el ministerio, muy enojadas. La renuncia fue genuina. Yo no la definí ese lunes y lo hice antes de que se conociera públicamente que, teóricamente, me faltaba un curso que después no faltaba. Yo el viernes tenía la decisión tomada. El jueves, cuando se conoció públicamente, todo el mundo me dijo que no había nada grave y que no había cometido ningún error importante. Pero a mí me quedó como que algo faltaba y yo el viernes no tuve ninguna duda de que tenía que dar un paso al costado porque los símbolos importan en política.
Yo no soy creyente, pero es como cuando hacen promesas los creyentes: tiene que ser algo que te duela, que te pese, porque si no, no tiene sentido. Yo ese día, después de la conferencia [en la que anunció su renuncia], llegué aliviado a mi casa. Pasé muy mal los días previos; no dormía, fueron de los peores días, pero ese día dormí tranquilamente. El error estuvo y había que pagarlo de algún modo.
También se le cuestionó la decisión de renunciar al ministerio pero volver al Senado.
La banca tiene otras connotaciones, pero no es que no me lo haya planteado. Y ahí entran otras cosas en juego, porque uno representa a un sector político.
En el gabinete también.
Es diferente, porque en el gabinete te designan a vos pero acá vas en una lista, en un sector; te vota la gente. No solo te vota en la lista, sino que además yo fui el titular de la lista en Canelones y allí Ciudadanos tiene una buena votación. Entonces, después de analizarlo, decidí asumir.
¿Qué fue lo que le dijo el presidente Luis Lacalle Pou cuando le ofreció volver al ministerio?
Me dijo: esto vuelve todo atrás; la razón desencadenante de tu renuncia fue la falta del curso y el curso está. El cargo es tuyo.
¿Y por qué no?
Porque la falta moral y ética existía. No era relevante para él y yo lo valoré, pero el error existió.
¿Cuál fue finalmente el error?
Fue haber permitido que me nombraran como licenciado cuando todavía no tenía el título. Si bien no me faltaba ni siquiera la tesis, sino la defensa, debía haberlo aclarado y corregido. Esto lo hice muchas veces; hay periodistas que me dicen que me conocen hace 15 años y nunca me presenté como licenciado. De hecho, en el ministerio lo corregí, en Wikipedia también, pero eso llevó a muchos errores. En un momento, como se repetía muchas veces, sacamos una circular en la que advertimos a todas las reparticiones del ministerio que se me debía nombrar como Adrián Peña Robaina. O sea, tomamos acciones sobre ese error que había pasado en algún momento.
¿Tiene sospecha de que la exvicecanciller Carolina Ache y el exfiscal de Corte Jorge Díaz fueron quienes filtraron la información?
Es real que Jorge Díaz investigó esto en la universidad porque lo reconoció. Y bueno, Díaz es el abogado de Carolina, pero bueno... quiero creer que no. No tengo cómo demostrar nada.
¿Por qué quiere creer que no?
Creo haber actuado siempre bien con Carolina, y si ellos estuvieran detrás de esto, sería una gran decepción para mí.
Pero ella no piensa que usted actuó bien.
Está bien, respeto la opinión que ella tenga, pero yo creo y siento que actué siempre bien. Hubo toda una polémica allí pero entiendo que cuando la gente pierde alguna posición y hay alguien que toma esa decisión, en este caso me tocaba a mí como coordinador de Ciudadanos, es un poco natural que se generen reacciones de ese tipo.
No fue ese el único inconveniente con Carolina en la interna del sector y yo siempre creo haber sido alguien que le dio garantías y hasta la defendió en muchísimas posiciones.
¿Cómo quedó su relación con Ache?
No me he vuelto a comunicar desde los días posteriores a la decisión que ella toma de renunciar ante una eventual falta de respaldo del sector. Unos días después intercambiamos mensajes y después de eso, no más.
¿Esos mensajes en qué tono fueron?
No fueron en mal tono, tuvo que ver con que se publicó alguna cuestión de la conversación interna de Ciudadanos. Pero ahí hubo otro punto, que no tuvo que ver con Carolina y sí con nuestra actitud con respecto al canciller [Francisco Bustillo]. Hay dos temas ahí: uno es la situación en la que eventualmente Carolina perdía respaldo del sector; pero a su vez, si eso pasaba, había una exigencia de muchos colorados de que actuáramos de igual modo con Bustillo.
Bordaberry.
Por ejemplo, y más. Entonces a mí me llegan planteos de que le pida al presidente la renuncia del canciller. Para mí era un escenario muy complejo, porque significaba que un ministro le pedía al presidente la renuncia de otro ministro, en un caso que me excede porque él es de otro partido político. Yo podía decidir sobre mi radio de acción, que era Ciudadanos, pero no en el Partido Nacional. Yo expliqué esto, y esa negativa mía a interceder ante el presidente no gustó. Ahí estaba el tema de la vara: medía con un vara a Carolina y con otra a Bustillo. Pero es que yo no tengo vara para medir al que es de otro partido.
Hablemos de la postura reciente sobre el proyecto de reforma jubilatoria. Hay quienes dicen que el Partido Colorado se quiere parecer a Cabildo Abierto y no le sale.
A ver, somos distintos. El partido ha demostrado un compromiso de la coalición que hace difícil que no vaya a votar la reforma. Entonces, nuestro planteo es diferente: es trabajar para votar la reforma. Nosotros hoy no estamos votando hasta que ver los números y evaluar algunas propuestas que vamos a presentar al Ejecutivo.
En los hechos, hay una postura de querer conseguir algo y dejar condicionado el apoyo a ese algo, que no saben bien qué es todavía.
Sabemos bien qué es. Hay varias cosas y sabemos cuáles son, pero queremos actuar con responsabilidad. El acuerdo entre Cabildo y el Partido Nacional debilita la reforma, o sea, es menos sustentable a partir de este cambio. Ese no es un acto del todo responsable, en la medida en que los pilares no se podían tocar porque afectaba la sostenibilidad. Ahora estamos evaluando propuestas que toquen lo menos posible los pilares y dejen la reforma lo más robusta posible. Pero acá hay un componente político, que tiene que ver con un partido que advierte que no ha sido tenido en cuenta todo lo suficiente a la hora de esta decisión.
Es un problema para Lacalle porque, una vez que soluciona con uno, se le aparece el otro.
Y bueno, los padres a veces cometen algún error criando a los hijos (se ríe).
¿El error es del Ejecutivo?
No le llamaría error. Sí creo que ahí hubo un detalle —yo lo he hablado mucho con el presidente—: él tiene su visión del asunto y entiende que nos participó lo suficiente, pero el punto es que nosotros nos consideramos informados pero no participados de esta conversación con Cabildo. Mientras había una negociación en la que los pilares no se cambiaran, bueno, está bien. Pero nosotros lo veíamos por televisión y luego resulta que hubo un acuerdo que cambió los pilares de la reforma. Obviamente que el otro hijo te va a decir: papá, ¿por qué le diste al otro y no me das a mí? Me dijiste que no se podía esto.
La comparación es válida, entonces.
Acepto que esto puede ser un juego de equilibrio donde somos socios. Vamos a una comparación que es mucho más fácil: yo tengo una empresa con otros dos socios y los veo conversando en un bar. Yo me voy a preguntar qué hacen los dos hablando sin mí. ¿De qué van a estar conversando que yo no pueda saber?
Falta que aparezca Pablo Mieres y diga que no le gusta cómo quedó la reforma, y empiece todo otra vez.
Lo que me dice Pablo es que, por ser el ministro del ramo, participó siempre de toda esta discusión.
Pero sabemos que las negociaciones de Cabildo Abierto fueron directamente entre Lacalle y Manini Ríos.
Sí, pero Pablo siempre estuvo informado porque era su materia. Pablo ya me llamó dos veces.
¿Avisándole que no va a presentar reparos?
No, diciéndome que no está de acuerdo con los cambios, pero estuvo en las conversaciones porque no tuvo más remedio que estar. Acá nosotros estamos actuando con responsabilidad y [queremos] que el bien supremo sea la coalición. Ahora estamos analizando los números, que todavía no están claros.
Pero, más allá de eso, lo que también viene de la mano con analizar los números es: 'queremos meter alguna modificación nosotros'. Y eso es más cuestionable.
A nosotros nos dijeron que la base del proyecto era intocable, pero resulta que sí, que se puede tocar. Entonces, este es otro proyecto porque cambia algo central, no algo lateral ni marginal.
¿Algo concreto que nos pueda adelantar de por dónde irán sus propuestas de cambio?
Nosotros siempre estuvimos trabajando para ver cómo podíamos generar, en el marco de la reforma, una mejora para los sectores más vulnerables que tienen un problema real en cuanto a las jubilaciones y pensiones.
Los cambios buscan dar certezas a los que más lo necesitan, pero bueno, están en análisis porque es un tema partidario y tengo que tener mucho cuidado.
Tienen una semana para cerrar el tema.
Sí, y si podemos hacerlo antes, mejor. Nosotros somos los que menos hemos complicado al presidente; no lo complicamos.
Felipe Schipani salió a decir que eran 'los nabos de siempre'. ¿Está de acuerdo?
Creo que ese sentimiento que expresa Felipe fue el que invadió a muchos colorados en diferentes niveles. Muchas veces nos llegan los proyectos muy avanzados, las decisiones tomadas con un grado próximo ya a la ejecución, y a veces no compartís 100% pero, como el bien supremo es la coalición, no salís a enfrentar al gobierno. Pero nos venimos comiendo sapos y son muchos. Se trata de que todos tenemos que comer sapos, pero bueno, se los come todo el Partido Colorado.
¿Qué sapos?
Muchos.
¿Puede enumerar dos?
No, porque son esas que quedan a la interna. Son esas decisiones que nos hubiera gustado que tuvieran mayor grado de acuerdo y de consenso.
¿Por ejemplo?
La concesión del puerto, algo que expresamos públicamente. Generamos otro proyecto para controlar todo lo que tiene que ver con la concesión a un solo operador. A mí, como ministro, me pasaron cosas. Yo accedí a una baja del biodiesel para mejorar los números en el marco de una Rendición de Cuentas, entonces no queríamos generar un problema al gobierno.
¿Qué reacción recibió de Lacalle ante esta postura de volver a revisar la reforma?
Yo hablo del estilo que tiene, bilateral, y él me dice que no es el estilo del presidente sino que es el estilo que eligió dada la diversidad de actores. Yo le dije que no criticaba su estilo, porque de hecho funciona. Es un presidente que tiene el menor respaldo parlamentario propio desde la vuelta a la democracia y sin embargo ha logrado consolidar una mayoría inédita. Más allá de eso, digo que hacen falta otros ámbitos en los que se pueda hablar con mayor franqueza.
¿El presidente toma esa crítica?
Sí, sin dejar de decirme algo que yo reconozco, y es que ese ámbito es complejo por la cantidad y la diversidad de actores. Porque hay que ver cuántos van, quiénes van... Por el Partido Colorado va uno, pero no está representado el sector mayoritario, entonces van dos. Cuestiones instrumentales que parecen tontas pero a la hora de armar las mesas complejizan las dinámicas.
Ustedes dicen que el bien supremo es la coalición, pero si no votan el proyecto puede llegar a ser un quiebre, y además no se cumple con un compromiso de campaña.
Yo creo que la coalición sobrevive aunque no haya reforma, porque no es lo único y hay más temas trascendentes que siguen presentes. De todos modos, el objetivo es trabajar y cuidar la coalición. No está en nuestro escenario que no haya reforma y que no haya coalición.
O sea, ¿no están dispuestos a no votarla?
Hoy no la estamos votando, en estas condiciones, pero el presidente está abierto a aportes y los socios también, por lo que creemos que vamos a llegar a buen puerto.
¿En qué aspectos no están de acuerdo con los cambios que introdujo Cabildo Abierto?
Lo primero es que están llevando a un cambio de los números y de la sostenibilidad. Como estos cambios ya están acordados, tampoco son cambios sobre los que tengamos que ir, y esto es una opinión personal. Si queremos construir algo para adelante, no es chocar contra los socios que ya acordaron. Nos guste o no, está definido y es un dato. Mi posición es no volver a discutir.
¿No van a volver a insistir sobre los años considerados para el cálculo jubilatorio?
No es la posición del partido, aclaro, pero mi visión es que si hay cambios ya acordados y tenemos poco tiempo, ir contra algo eso es chocar. O por lo menos volver a una discusión en la que no estarían los votos de Cabildo.
[El de los años para el cálculo jubilatorio] es un problema, pero ahora es un dato dado. Por eso decimos que cambió un pilar y tenemos que ver qué implica, cuánto más gasto va a haber. Implica que las futuras generaciones van a tener que sacar de algún lado para pagar más. Esto supone que el Ejecutivo está dispuesto a que el impacto de la reforma en el déficit fiscal sea mayor del previsto.
¿Van a intentar cambiar otros pilares?
Mi idea es ir lo más por fuera posible. Si yo pudiera no tocar ningún pilar, lo haría porque soy del Partido Colorado: soy más responsable que los socios y lo quiero demostrar.
¿Qué pilares podrían modificarse?
Uno de los pilares es la edad, que es de las primeras cosas que se han planteado a nivel público, pero hay que evaluar. Esto es una decisión del partido.
Uno de los que salió al cruce de Manini Ríos fue Sanguinetti. Lo increpó por haber incumplido un compromiso. ¿Está de acuerdo con sus dichos?
Entiendo la posición del presidente Sanguinetti, porque teníamos algo acordado y veníamos por buen camino, pero no es mi rol cuestionar a los socios de la coalición. Yo creo que en esto nuestra conversa es con el Ejecutivo. Lo que el socio generó y consiguió es en el marco de su estilo de negociación y ahora es un hecho consumado y no estoy para cuestionar a Manini.
¿Es más libre Sanguinetti para decir lo que piensa?
No sé, ¿por qué? No, capaz que soy más libre.
Usted está en plena negociación.
Yo creo que es al revés, pero ta. Sanguinetti está más allá del bien y del mal, es cierto. Y creo que esto le ha molestado, pero uno tiene que entender el rol del otro socio. Hay un porcentaje importante que respaldó a Cabildo Abierto; yo no soy de Cabildo, pero a la hora de sentarse a la mesa es un socio importante. Además, siento que debemos mejorar el vínculo con Cabildo. Es algo imprescindible.
¿Por qué es imprescindible?
Porque somos socios y debemos lograr que la coalición se reedite de cara al futuro.
¿Está de acuerdo entonces con lo que dijo Sanguinetti o no?
Son relaciones entre dos personas. Ellos han negociado, yo no participé de esas conversaciones. Sanguinetti sabe qué dijo Manini y qué no. Entiendo, pero no puedo firmar al pie porque yo no participé de eso. Además, siento la necesidad de recomponer el vínculo entre los socios y voy a ayudar a Sanguinetti a recomponer el vínculo con Manini (se ríe).
¿Cómo evalúa lo que ha hecho Sanguinetti como secretario general del Partido Colorado?
Ha sido bueno. Mi principal diferencia con Ernesto [Talvi] en nuestro trabajo en conjunto fue cuando se le entregó la secretaría a Sanguinetti. La realidad es que yo creía que era el tiempo de Ernesto Talvi, entonces yo me imaginaba a Ernesto en el Senado y como secretario general del partido con toda la renovación que eso implicaba. Además, preparando su candidatura a la presidencia en 2024. Un escenario que no se dio, pero que era perfectamente probable. En ese plan, la designación de Sanguinetti ya me cambiaba la hoja de ruta, pero visto con el diario del lunes y con la salida de Ernesto de la política, ha sido una cosa buena.
Al final no estuvo tan mal...
Al final no estuvo tan mal y hoy le tengo que agradecer a Sanguinetti todo lo que ha hecho. Además del respaldo que he tenido en cuanto a la gestión.
¿Qué objetivos concretos tiene en esta etapa en el Senado?
Ahora es representar lo mejor posible al sector, tratar de que se siga consolidando a través de proyectos de ley. La idea es que a través del Parlamento se concrete gran parte de nuestro programa de gobierno. Creo, además, que le puedo seguir siendo útil a la coalición como nexo con el Frente Amplio.
¿Su candidatura a la presidencia en esta elección es posible?
Es algo que está planteado porque te lo plantean los compañeros. Yo nunca la tomé. De hecho, muchos me han pedido promoverla pero yo les he pedido que no porque puede generar ruido.
¿No le interesa?
Las candidaturas surgen naturalmente. Son consecuencia; son emergentes de los grupos, de las situaciones. El tiempo y el lugar juegan mucho. No depende casi de uno. Es cierto que hay que decidir ser candidato, pero todo lo que confluye está por ahí. Está incluso lo que hagan los otros sectores.
Pero hay compañeros que le han pedido, ¿eso no lo volvería 'natural'?
Tenés que sentirte con ganas. Era lo que decía Jorge Batlle: un candidato lo primero que precisa es ganas, y después 10 amigos que lo ayuden.
¿No tiene ganas?
Las ganas van y vienen. A veces te vienen las ganas, que yo creo que cualquier dirigente político tiene ganas de ser candidato a algo. Jamás me planteé una precandidatura a la Presidencia. Capaz que en mi vida, en San Bautista cuando araba con bueyes, pensaba algún día ser diputado. Capaz que soñaba, porque soñaba, ser diputado. No soñé ser senador ni ser ministro.
Usted, que planifica todo, ¿no tiene planificado ser o no candidato?
No estaba en mi planificación original.
¿No estaba o no está?
No, en la planificación original no está, pero tampoco estaba ser senador ni ministro y todo eso vino.
¿Lo ve fuerte a Robert Silva como posible candidato?
Es un nombre natural del sector y tiene un grado de visibilidad importante.
¿No es de los que ve como un problema que deje la reforma educativa a medio hacer?
Es una decisión de él.
¿Usted cómo lo ve?
No veo un problema en la medida que deje encaminada la reforma, y él me enseñó que los cambios en educación son lentos, así que él no va a estar toda la vida en ese cargo, sea o no sea candidato.
Hablando de candidatos, ¿cree que volverá Pedro Bordaberry a la política?
Creo que es bueno que Pedro venga, porque generaría una interna atractiva.
¿Pero piensa que es el candidato más fuerte que puede tener el partido?
Hay que ver. Yo creo que si viene, hay que generar una alternativa. Ciudadanos estaría acompañando la vuelta de Pedro. Quiero que vuelva, pero eso no quiere decir que lo vaya a votar.
¿Batllistas sí? ¿O quedarían tres bloques?
Yo creo que si Pedro viene, se va a barajar y dar de nuevo. Batllistas tiene un liderazgo que es el de Sanguinetti, que no va a ser candidato. Entonces de ahí muchos acompañarán a Pedro, y otros generarán otra expresión. No sé, se puede configurar un nuevo escenario pero Ciudadanos va a tener su expresión. Si Pedro viene, vamos a tenerla igual y lo mismo si decide no volver.
¿Habla con él?
Sí, ahora hace un tiempo que no pero sí; me reúno con él incluso.
Y todo el episodio de sus salidas en las columnas de opinión en El País, con críticas al manejo de la salida de Ache y otros temas, ¿cómo lo ve?
Algunos comentarios no los comparto. Lo respeto, pero yo estuve dentro de las cosas y sé cómo fueron. Yo le tengo bastante respeto a Pedro porque trabajé mucho tiempo con él. Lo conozco y sé cómo piensa.
¿Por qué a Bordaberry le interesa pegarle a Ciudadanos?
No lo sé, es una pregunta para él. Supongo que no comparte algunos de nuestros posicionamientos.
También puede estar preparándose para volver.
No lo creo, porque es bastante auténtico. (Piensa). A veces me hago esa pregunta.
¿Y no le pregunta a él?
No se ha dado. Hemos hablado de otras cosas políticas, pero no de política partidaria. Está pendiente. Yo no lo creo algo personal, porque el sector es de mucha gente.
Usted seguramente lo ha escuchado, y se lo han dicho. ¿Es demasiado 'bueno' para la política?
Hay que ser duro con lo que uno cree y todos los que me conocen saben que soy. Es decir, defiendo mucho aquello que creo. Las negociaciones conmigo no son sencillas, nunca lo son y le podés preguntar a Azucena [Arbeleche]. Luego, creo que la política es el relacionamiento entre personas y entiendo que siempre debe existir esa cuestión que no agredir al otro. Eso hay que cuidarlo. ¿Eso rinde hoy? Capaz que no; capaz que rinde más el grito en la cuchilla, pero no estoy seguro porque creo que la mayoría de la gente prefiere a políticos razonables.
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