Contenido creado por Federico Pereira
Seré curioso

SERÉ CURIOSO

Ache Batlle: “Voy a ser la primera mujer presidente de la República”

La exvicecanciller y flamante precandidata dice que en Ciudadanos “entregaron su cabeza” para “salvar a un ministro blanco”.

13.03.2024 09:51

Lectura: 19'

2024-03-13T09:51:00-03:00
Compartir en

Por César Bianchi

Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti

Carolina tenía poco más de 3 años, pero tiene el recuerdo vívido de su abuelo Marcos siendo anfitrión del entonces candidato Jorge Batlle, líder de la 15, en su casa. Recuerda que hacían los muebles a un lado, y solo dejaban sillas, para que militantes colorados se sentaran a escuchar a su tío abuelo, el hijo de Luis Batlle Berres.

También evoca dos consejos que el pintoresco Batlle le dio, uno a ella, otro a su madre. A su mamá le recomendó que cuando creciera un poco más, llevara a su hija Caro a estudiar chino, porque ese sería el idioma del futuro. Carolina estudió italiano, inglés y francés, y tiene en el debe la lengua de la potencia asiática. El otro consejo se lo dio a ella misma, entre 2014 y 2015: le dijo que cuando tuviera un dilema importante en política, eligiera el lugar donde sintiera mayor “libertad”. Pues, jorgista en su espíritu, Carolina Ache Batlle (43) acaba de proclamar su precandidatura en el Partido Colorado bajo el lema “Vamos por la Justa” (sí, la que cantaba Batlle Ibáñez). Y se ha convertido así en la séptima precandidatura del abanico colorado.

La exvicecanciller, quien renunció en diciembre de 2022 al Ministerio de Relaciones Exteriores primero y al sector Ciudadanos días después, repasa los sinsabores que le dejó el caso Marset: dice que no le quedó otra alternativa que grabar clandestinamente a Francisco Bustillo, que otros jerarcas “le hicieron una cama”, que en Ciudadanos “le soltaron la mano” y que ella sí se “comió un garrón”. También confiesa que un día antes de ir a declarar en Fiscalía, encaró a sus hijos para hablarles del valor de la dignidad.

Y recrea cuando le detalló todos los pasos dados a sus excompañeros de Ciudadanos: “Les pregunté si no les hervía la sangre de entregar la cabeza de una colorada, que no hizo nada incorrecto, para salvar a un ministro blanco. Pero ellos tenían su propia agenda y se abalanzaron sobre el cargo. El resto es historia, pretendieron culpabilizarme frente a la opinión pública midiéndome la ética. Todos recordamos a Adrián Peña desfilando por los medios hablando de la ‘vara la ética’”, afirma.

“Encontramos de los que tienen el único móvil de conseguir un cargo y colocar a sus amigos, y mantenerlo, y estamos los otros, los que queremos la política para lograr cambios en la comunidad en la que vivimos”

¿Cuál es el recuerdo más antiguo que tiene de la política?

Es en la casa de mi abuelo materno, Marcos Batlle. Hacían reuniones, antes de la vuelta a la democracia, corrían todas las sillas alrededor y hablaba Jorge Batlle. Ese es el primer recuerdo. Me impresionaba porque habían sacado todos los muebles en la casa de mi abuelo, y habían puesto solo sillas. Eso fue por el 83.

¿Y qué consejo atesora que le haya dado el expresidente?

En sus últimos años de vida yo iba mucho a hablar con él, y él me dijo que, en política, en cualquier encrucijada que esté, ante cualquier dilema, opte por donde haya más libertad. 

Siendo abogada, ¿qué la convenció de involucrarse en política y militar en el Partido Colorado?

Yo milité siempre con mi madre, la acompañaba. Ella tenía seis hermanos; ella iba a dar una mano y yo la acompañaba. En las elecciones juveniles de 2007 me sugirieron que abriera una lista y juntara a mis amigos, como “dando una mano” con esa lista, y terminé saliendo convencional nacional. Empecé a ir a las convenciones, y me fui dejando llevar. Pero cuando abrí esa lista fue para colaborar. Después me fui metiendo y me di cuenta de que me gustaba.

Fue en 2007, cuando se sumó a Vamos Uruguay... 

Todavía no era Vamos Uruguay, pero era como la génesis de Vamos Uruguay.

Hay quienes sostienen la tesis de Milei de que la política es el lugar de “una casta”, un montón de gente que se beneficia de la política, y vive de cargo en cargo. Otros, en cambio, con una visión más romántica, dicen que la política es el mejor lugar para mejorar la vida de la gente. ¿Cuál es su opinión?

Lo segundo. Es lo que yo viví en mi casa, lo que yo vi. Mi abuelo Marcos Batlle era una de las mejores personas que conocí en mi vida, y eso me enseñaron en mi familia. Pero ningún partido se escapa del clientelismo… Creo que hay de las dos cosas que nombraste, en política. Encontramos de los que tienen el único móvil de conseguir un cargo y colocar a sus amigos, y mantenerlo, y estamos los otros, los que queremos la política para lograr cambios en la comunidad en la que vivimos.

Trabajó con Pedro Bordaberry y con Ernesto Talvi. ¿Por qué cree que Bordaberry primero y Talvi después, ambos líderes del Partido Colorado en distintos momentos, decidieron alejarse de la política? ¿Qué los desencantó?

Lo que puedo decir es que ambos pertenecen a la categoría de los que eligieron la política para mejorarle la vida a la gente. ¿Por qué tomaron la decisión de irse? No me corresponde a mí decirlo. Talvi dijo: “No es para mí” la política. Eso implica un abanico muy grande que él en algún momento tendrá que explicar. 

Es necesario analizar el caso Marset, porque la tuvo de protagonista. Le confieso que cuesta creer que en la reunión con el Dr. Alejandro Balbi en Cancillería él le haya preguntado por la valija diplomática, pero que no le haya dicho que el destinatario era Marset... 

Yo lo que dije es lo que pasó. Y también es cierto que no tuve nada que ver con ese trámite. Él me preguntó por la valija diplomática, yo le dije que ya había salido y ahí terminó el tema. Tal cual lo he declarado en entrevistas y en Fiscalía: fue así. 

El 1° de noviembre del año pasado, el presidente aceptó las renuncias del canciller Francisco Bustillo, el ministro del Interior, Luis A. Heber, y su viceministro, Guillermo Maciel, así como también de su asesor publicitario, Roberto Lafluf. Todo tras conocerse unos audios en los que Bustillo le sugería a usted que “perdiera” el celular en una conversación telefónica que tuvieron, tras un pedido de borrar mensajes, a propósito de cómo y por qué se le concedió el pasaporte al narco Sebastián Marset. La primera pregunta es: ¿por qué grabó clandestinamente la conversación con Bustillo? Era un diálogo entre dos jerarcas de gobierno: ¿por qué grabarlo?

Lo que te respondo es que creo que se ha cambiado el foco. No es por qué yo tuve la necesidad de grabar a Bustillo. Uno es uno, pero tiene una trayectoria y una vida anterior, y yo nunca antes lo había hecho. En ese caso, no tuve opción porque era un tema de defensa en un caso que estaba en Fiscalía, y me estaba dando cuenta de que me estaban complicando. Sentí que estaba en riesgo, y decidí grabarlo. Sentí que me estaban haciendo una cama y tenía que tomar resguardos, en una causa que estaba abierta en Fiscalía, y eventualmente me iba a tener que defender.

Usted dijo en Desayunos informales que no mintió en el Parlamento.  En la interpelación por el caso Marset había dicho que nadie le había dado detalles de quién era, pero no es cierto, porque Maciel la había alertado de que era “un narco pesado y peligroso”. Si bien usted misma entregó los chats en la Justicia, ¿por qué en el Parlamento omitió ese diálogo con Maciel donde la alertaba de que Marset era “un narco pesado y peligroso”?

Eso ya lo respondió Heber. La interpelación no era a los subsecretarios, sino a los ministros, y la línea de la investigación la fijaron los ministros. Heber, después de todo este episodio, él mismo dijo que los ministros entendieron que esa información no era relevante para decirla en la interpelación. Yo acaté lo que decidieron los ministros.

¿Y hoy se arrepiente de no haberlo dicho en el Parlamento?

(Piensa) Capaz que yo hubiera tomado otra decisión. Si nadie tenía nada malo que esconder, no tendría por qué no haberlo dicho. Había una línea fijada y yo la cumplí.

“Sentí que estaba en riesgo, y decidí grabarlo. Sentí que me estaban haciendo una cama y tenía que tomar resguardos, en una causa que estaba abierta en Fiscalía, y eventualmente me iba a tener que defender”

También nos enteramos de que en una reunión en Torre Ejecutiva, Lafluf les había pedido que borraran chats del celular. Es la famosa reunión donde se le pide que “entre por el garaje” y que el presidente estaba al tanto de la reunión en el piso 11. Allí, según se supo, Lafluf le pidió que un escribano certificara su celular sin esos mensajes, y usted se negó. ¿Cuál fue, en concreto, el pedido de Lafluf?

Yo entiendo que me hagas la pregunta. No voy a responder sobre una causa que está en Fiscalía, que está en plena investigación. Yo respeto mucho a la Justicia uruguaya. No quiero de ninguna manera entrometerme. Yo estuve un año sin defenderme, cuando se decían cosas horribles de mí, porque no quería interferir en una cosa que estaba en Fiscalía. Cuando declaré, lo hice en el ámbito que corresponde. Y todavía es un proceso que está abierto, entonces, yo no voy a hacer comentarios sobre la causa. Los hice donde los tenía que hacer. Y lo que dije en Fiscalía, lo mantengo.

¿Se destruyeron documentos?

Eso ya lo declaré en Fiscalía, no voy a decir nada más.

¿Solo pasó a saludar el presidente?

De vuelta: es un tema que está en Fiscalía.

¿Por qué ese pasaporte terminó en manos de Marset en Dubai y de una forma tan rápida, con tanta celeridad en el trámite? ¿Sí o sí había que dárselo, y con tanta rapidez?

Yo creo que cuando la normativa te da un derecho, no hay mucho margen para no cumplirlo. Por más que no te guste el resultado.  Después, uno puede cambiar la ley, si le parece que lo que resulta no es conveniente, que fue lo que se hizo con esta ley. Yo creo que en el estado de derecho hay que respetar las normas, que estuvo dado de acuerdo a derecho, creo que sí. Ahora, si durante el proceso hubo algo que no estuvo de acuerdo a las normativas, será el fiscal el que lo determinará. Pero los requisitos se cumplían.

El decreto 129/214 habla de “circunstancias no previstas” para quitarle al Estado la obligatoriedad de la entrega del pasaporte. Este decreto ¿no le permitía al Estado no entregar el pasaporte?

Yo creo que no, que seguíamos teniendo que dárselo. De todas formas, quien tenía esa decisión era el Ministerio del Interior, no Cancillería. El que expide el pasaporte es el Ministerio del Interior.

¿Se comió “un garrón” Lafluf, como dijo el presidente? 

(Piensa) Yo sí me comí un garrón. 

¿Cree que fue más castigada en este caso por motivos de género, por ser mujer? 

Es una de las causas, sí. No olvidemos que en un caso en el que yo era la subsecretaria —no era la ministra—, había dos ministros hombres y otro subsecretario hombre, y toda la responsabilidad —que, además, no la tenía— recayó en mí. Durante un año, la responsable de todo lo que tuviera que ver con Marset era yo, la única mujer. 

Durante ese año en el que se llamó a silencio, en el que quedó desamparada en política, ¿cómo repercutió el caso en usted y en su familia?

Fue un año muy duro, por lo injusto del proceso, y además, mi familia la pasó muy mal. Mis hijos la pasaron muy mal, y mi familia cercana la pasó mal. Fueron tiempos difíciles… Y no por haber renunciado a un cargo, que sabemos que eso en política pasa, y no pasa nada, sino por todo el proceso de cómo se dio y en qué circunstancias se dio.

Te voy a contar una intimidad, algo que hablé con mi familia el día antes de ir a declarar [en Fiscalía]. Les transmití a mis hijos: “Esto ya no es una cuestión meramente política, sino un tema de dignidad. No todo el mundo tiene la posibilidad de defenderse, por diferentes motivos hay quienes no pueden hacerlo. Yo puedo y debo hacerlo. Es lo que corresponde y es el ejemplo que les quiero dar a ustedes”, les dije. Habrá quienes no compartan, pero estoy convencida de que la gente de bien, sin importar sus colores políticos, lo van a comprender y valorar. Es hacer lo correcto o no hacerlo.

“Les transmití a mis hijos: ‘Esto ya no es una cuestión meramente política, sino un tema de dignidad. No todo el mundo tiene la posibilidad de defenderse. Yo puedo y debo hacerlo. Es el ejemplo que les quiero dar a ustedes’”

Tras este episodio, usted renunció a Cancillería y al sector colorado Ciudadanos por “un tema político”, dijo. Para “descomprimir una situación”, agregó. ¿Sintió que le soltaron la mano en Ciudadanos?

En su momento, sí. Yo les había dicho a ellos cómo se habían dado las cosas, y contaba con el respaldo que, al final, no tuve. Por eso, antes de que me pidieran la renuncia, renuncié yo. 

En su momento puse al tanto de todo lo que había ocurrido al coordinador de Ciudadanos [Adrián Peña] y él me dijo explícitamente que no renuncie, que me iban a respaldar. Yo no había hecho nada incorrecto y naturalmente confié. Para mí era claro que no era el PC el que debía pagar. Finalmente, el 15 de diciembre [de 2022] me reúno con la bancada de Ciudadanos para ponerlos al tanto de todo lo ocurrido. Les confirmé que todos en la interpelación tenían pleno conocimiento de los mensajes de WhatsApp con Maciel, que me estaban presionando para ocultarlos y que quien había mentido era Bustillo. 

Recuerdo que los cuestioné: les pregunté “si no les hervía la sangre de entregar la cabeza de una colorada, que no hizo nada incorrecto, para salvar a un ministro blanco”. Pero ellos tenían su propia agenda y se abalanzaron sobre el cargo. El resto es historia, pretendieron culpabilizarme frente a la opinión pública midiéndome la ética. Todos recordamos a Adrián Peña desfilando por los medios hablando de la “vara la ética”.

A la interna colorada se la cuestionó porque su abogado fue el Dr. Jorge Díaz, a quien se lo asocia con su pasado en el PCU y se lo ve como frentista. ¿Qué responde?

Una cosa es la política y otra muy diferente es la Justicia. Jorge Díaz es mi abogado, y el hecho de que pertenezca, o no vote lo mismo que yo, no debería ser un motivo de crítica, máxime en este país. Cuando uno elige un profesional —un médico, un arquitecto— no se tiene que estar fijando en a quién vota, sino que sea un buen profesional, y lo mismo aplica para este caso. 

Por otro lado, en el caso Marset, el abogado del excanciller [N. de R.: se refiere a Gonzalo Fernández, abogado de Bustillo] no solamente es sospechado de votar a un partido, sino que fue canciller, fue mano derecha del presidente Vázquez, y a él no se lo cuestionan. No son cosas criticables. 

A propósito de Ciudadanos, cuando Adrián Peña renunció al Ministerio de Ambiente por el episodio de su título, usted tuiteó: “Duros con los de abajo, tibios con los de arriba”. Y el dirigente de Ciudadanos, Ope Pasquet, dijo en una entrevista en Del Sol: “¿La doctora Carolina Ache Batlle de Romay, exsubsecretaria de Relaciones Exteriores, se considera a sí misma de abajo?”. Pasquet le enrostró la alcurnia de sus apellidos. ¿Cómo lo tomó? 

Luego de ese comentario, tuve una conversación con él. Ese caso se manejó mal, porque se hizo a través de la prensa. Yo prefiero, las cosas que tengo que decirles a mis compañeros de partido, hablarlas personalmente. Ese tema ya lo hablé con él, en una charla constructiva, y lo aclaramos. 

Está bien, pero ¿cómo le cae que le señalen los apellidos o que digan que es “una cheta de Carrasco”?

Yo no me siento ni más ni menos que nadie. No me creo más por una circunstancia de dónde me tocó nacer o vivir, o lo que tengo. Eso no me hace más que nadie, pero no solo lo digo, lo creo de verdad. Pero, además, porque soy batllista, creo mucho en la movilidad social. Es parte del trabajo, del esfuerzo, y el estudio de alguien, hoy podés estar en un lugar, mañana podés estar en otro. Y en mi caso, ni ocupar un cargo o tener una posición me hace sentir más que nadie. 

La clase social no define a las personas. Y, como colorada, si algo le hemos aportado a la historia de este país es que nosotros nunca apuntamos a la lucha de clases. Las clases sociales no te definen, la posición económica no te define. Lo que te definen son otras cosas: son tus valores, tus virtudes, tu conocimiento. Yo no diferencio a la gente por su clase social, por lo tanto, tampoco me siento diferenciada por la mía.

“Los cuestioné: les pregunté si no les hervía la sangre de entregar la cabeza de una colorada, que no hizo nada incorrecto, para salvar a un ministro blanco. Pero ellos tenían su propia agenda y se abalanzaron sobre el cargo. El resto es historia”

¿Por qué decidió presentarse como precandidata del Partido Colorado?

Porque yo me siento profundamente colorada, y creo que el Partido Colorado debe estar fuerte para tener un mejor Uruguay.  Soy consciente de que en este momento está atravesando un escenario complicado, en cuanto a intención de votos, y quiero aportar a ese necesario fortalecimiento del partido.

Con usted ya son siete los precandidatos colorados. ¿Qué la distingue de los otros seis, además de la condición de mujer?

Eso no es menor. Me distinguen los énfasis, me distingue todo este periplo que a mí me tocó vivir. Somos siete individuos diferentes, con nuestros matices y nuestros énfasis.  

A eso voy: ¿cuáles son esos matices y esos énfasis?

Yo quiero reivindicar los acuerdos, y quiero reivindicar un Partido Colorado que no se destiña por pertenecer a una coalición.

A propósito, en su anuncio inicial dijo que lo hacía para que su partido tenga un candidato colorado “y no rosado”. ¿Cree que le cuesta al Partido Colorado tomar distancia del Partido Nacional?

Yo no diría que hay que tomar distancia, sino que tengo que reafirmar lo que soy. Es mucho más importante que la diferencia con el otro: es reafirmar lo que somos, lo que somos y hemos sido a lo largo de la historia de este país, y lo que hemos representado. Eso es lo que tenemos que transmitirle bien al electorado. Hoy los números marcan que el partido ha disminuido en la intención de voto, después de pasar por el gobierno.

En un texto de prensa del lunes 11 se plantea que entregaría en el CEN del PC una carta en la que invita a los demás precandidatos a trabajar sobre temas comunes que deberían tomarse como políticas de Estado. ¿Cuáles son esos temas? ¿Cuáles deberían ser esas políticas de Estado?

Uno, sin lugar a dudas, es la seguridad. Creo que Uruguay tiene la gran ventaja de que tenemos una cultura cívica muy fuerte, donde el sistema político tiene lazos de diálogo y de cordialidad que no se dan en toda la región. Creo que tenemos tierra fértil para enfocarnos en los acuerdos, y a partir de ahí hacer políticas nacionales.

Uno es la seguridad, porque estamos todos de acuerdo en que es un tema a solucionar. Me parece que ahí habría que marcar puntos en común, porque somos siete precandidatos, y aunque cada uno pueda tener sus propuestas, está bueno mostrar qué nos une como colorados.  

“Yo quiero reivindicar los acuerdos, y quiero reivindicar un Partido Colorado que no se destiña por pertenecer a una coalición. Es mucho más importante que la diferencia con el otro: reafirmar lo que somos”

A la hora de sentarse a pensar propuestas para su candidatura, ¿qué temática la desvela? ¿Qué es lo que más le preocupa?

Me preocupa el tema de la infancia, la salud mental también, un asunto donde las tasas de suicidio están aumentando cada año y siempre hay un nuevo récord. Hay políticas públicas, pero no están dando resultado y eso es muy peligroso para el Uruguay que se viene. También siempre me interesó mucho el tema de la migración, un Uruguay que no tiene crecimiento demográfico, y creo que ahí hay un activo para trabajar: en la migración de latinoamericanos que estamos recibiendo. Y que se tome conciencia de que Uruguay tiene que ir por acuerdos nacionales entre todos los partidos políticos, para que realmente las cosas se hagan.

Las encuestas le dan apenas un 6% al histórico PC. ¿Qué deben hacer sus dirigentes para fortalecerlo y que vuelva a tener el peso que tuvo?

Tiene que saber transmitirle a la gente que los dirigentes que están hoy están para que la comunidad esté mejor y para tratar de solucionar los problemas de la sociedad. Eso se tiene que transmitir bien, y para que se transmita bien, tiene que ser real. ¿Cómo hacer que muchos colorados vuelvan a votar en el partido? Comunicando lo que somos, comunicando lo que queremos ser y tratando de proyectar ese batllismo —que es el ADN del Uruguay— para adelante, y comunicándolo bien.

Si gana la interna colorada, quizás deba sentarse a negociar en una coalición con Álvaro Delgado, quien es asesorado por Roberto Lafluf. Por otro lado, Francisco Bustillo acompañó a figuras del gobierno en la Patria Gaucha. ¿Está dispuesta a volver a hacer política con ellos, en la misma mesa?

Yo voy a trabajar para ahora, en esta etapa, tener una buena interna, y para que el Partido Colorado después lidere esa coalición. Las cosas hay que ir viéndolas paso a paso. Hay que ver cómo se dan las cosas.

¿Se imagina presidenta de la República?

Voy a ser la primera mujer presidente de la República.

¿Es feliz?

Soy feliz.

Por César Bianchi


Te puede interesar “Proyectar el batllismo” y “volver a ser gobierno”: la carta de Ache para ser precandidata