Por The New York Times | Paul Sonne y Andrew E. Kramer
Ambos ejércitos tienen tanques, artillería y decenas de miles de soldados listos para enfrentarse en los campos de batalla de Ucrania en una contraofensiva ucraniana que se espera desde hace mucho contra Rusia. Pero una cosa claramente distingue a los dos bandos: el tiempo. Ucrania se enfrenta a inmensas presiones a corto plazo por parte de sus patrocinadores occidentales, ya que Estados Unidos y sus aliados consideran la contraofensiva como una prueba crítica para saber si las armas, el entrenamiento y las municiones que han enviado al país en los últimos meses pueden traducirse en una ventaja significativa. Si los ucranianos no cumplen con las expectativas, corren el riesgo de mermar el apoyo occidental. Esto causa ansiedad en los altos funcionarios de Ucrania, que saben que más allá de la fuerza y el ingenio en el campo de batalla, la victoria puede reducirse, en última instancia, a una competencia de voluntades entre Rusia y Occidente, y qué lado puede reunir más poder político, económico e industrial, quizás durante años.
Como resultado, existe la sensación en Ucrania de que se está agotando el tiempo para su esfuerzo bélico. “En países que son nuestros socios, nuestros amigos, la expectativa de la contraofensiva está sobreestimada, sobrecalentada, diría yo”, declaró el ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Réznikov, la semana pasada en una entrevista desde Kiev, la capital. “Esa es mi principal preocupación”. Las expectativas de un triunfo militar son solo un punto de presión para Ucrania. Las elecciones presidenciales en Estados Unidos del próximo año están cada vez más cerca, y con ellas el potencial de un nuevo gobierno republicano menos solidario.
El presidente ruso, Vladimir Putin, enfrenta sus propios desafíos, pero muestra señales de que está operando con un cronograma mucho más largo, agobiado por limitaciones económicas y militares, pero libre de las presiones políticas internas que hacen que el apoyo occidental continuo a Ucrania sea tan incierto. Después que movilizó a unos 300.000 reclutas en septiembre, Putin está sentando las bases para una posible nueva ronda de reclutamiento, ahora que cambió la ley para que las autoridades rusas puedan alistar hombres entregándoles una “citación digital” en línea. En conversaciones privadas, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, ha manifestado su voluntad de atrincherarse a largo plazo, al prometer que realizará más movilizaciones si es necesario y enfatizar que Rusia puede reclutar hasta 25 millones de hombres en edad de combatir, según dijo un alto funcionario europeo.
La economía rusa está bajo una presión cada vez mayor y su sector de defensa, como el de Occidente, tiene dificultades para proporcionar los materiales necesarios para el frente de batalla. Hay señales de ansiedad latente por la contraofensiva ucraniana. El viernes, Yevgeny Prigozhin, líder del grupo mercenario Wagner, criticó a los líderes militares rusos por la falta de municiones y amenazó con que retiraría, en solo cuestión de días, a sus fuerzas de los combates en la asediada ciudad de Bajmut. Pero Putin ha definido la guerra como una máxima prioridad y un interés nacional vital, pues les dijo a los rusos en un discurso de Año Nuevo que “solo debemos luchar, solo seguir adelante” contra las democracias occidentales que intentan destruir a Rusia. “Ciertamente, creo que el Kremlin estima que Rusia tiene una mayor resistencia que Occidente”, comentó Thomas Graham, miembro distinguido del Consejo de Relaciones Exteriores, quien se desempeñó como director principal para Rusia en el Consejo de Seguridad Nacional desde 2004 hasta 2007. “Piensan en estos ciclos electorales”, agregó Graham. “¿Quién sabe qué va a pasar en Estados Unidos en 2024? No está claro cuál será la posición del pueblo estadounidense en relación con la guerra a largo plazo. Creo que el Kremlin y Putin creen que, en ese sentido, el tiempo está de su lado”. Los líderes de Ucrania, ante el incierto umbral de la contraofensiva, se han esforzado en proyectar confianza, pero no demasiada. Si parecen demasiado ambiciosos, podrían generar temores de que Rusia pueda responder con un ataque nuclear táctico. Por el contrario, si se muestran demasiado modestos, surgen críticas de que miles de millones de dólares en ayuda militar a Ucrania se han gastado en vano. Los funcionarios ucranianos señalan los logros considerables que ya han conseguido: obligaron al Ejército ruso a retirarse de Kiev el año pasado; hundieron el buque insignia de la flota rusa en el mar Negro, el Moskvá; y recuperaron miles de kilómetros cuadrados de territorio en dos contraataques el otoño pasado. “Después de eso, el mundo está listo para ver la próxima etapa de esta competencia, si se nos permite usar una metáfora deportiva”, dijo Réznikov. “Muchos simpatizantes de Ucrania nos están animando”, afirmó. “Por eso esperan el próximo partido. Pero para nosotros, no es un juego de deportes. Para nosotros, es un desafío serio. Para nosotros, es la vida de nuestros soldados”. Réznikov sostuvo que la operación debe verse como parte de un panorama más amplio. “Para mí, cada logro durante esta guerra se convierte en una nueva etapa, un nuevo paso en el camino hacia la victoria”, declaró Réznikov. La contraofensiva, agregó, será “solo una historia más” en la guerra. Los analistas militares han señalado un posible periodo de ataques de exploración, fintas y asaltos de largo alcance en la fase inicial de la ofensiva. Degradar las habilidades de combate del Ejército ruso será tan importante como liberar territorio, manifestó Réznikov. Algunos analistas creen que los cálculos de Putin podrían cambiar si la contraofensiva ucraniana logra amenazar a Crimea. “En las encuestas, lo único que el público ruso no estaba dispuesto a negociar era el estatus de Crimea”, dijo Max Bergmann, director del programa Europa, Rusia y Eurasia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “Si Crimea llega a ser bombardeada, entonces es un fracaso. Creo que eso podría cambiar las cosas”. Es probable que Putin también enfrente presiones que siguen siendo incomprensibles para el mundo exterior. En un sistema autoritario, las amenazas a la estabilidad de un gobierno a menudo resultan impredecibles. Graham dijo que el mandatario ruso tiene élites comerciales, políticas y de seguridad que aún debe mantener de su lado, y señaló que “es un error suponer que Putin puede hacer lo que quiera en este momento”. “Hay instituciones de poder y centros de poder”, agregó, “que tienes que administrar, controlar y dominar de algún modo si quieres permanecer en el juego”. El presidente Joe Biden, a la derecha, es escoltado por el presidente Volodímir Zelenski de Ucrania en su visita a Kiev, la asediada capital de Ucrania, el lunes 20 de febrero de 2023. (Daniel Berehulak / The New York Times). Soldados de la 110.ª Brigada de Defensa Territorial de Ucrania practican en una zona de tiro en un campo de entrenamiento en la región de Zaporiyia en Ucrania, el 19 de abril de 2023. (David Guttenfelder/The New York Times).