El 13 de octubre de 1972 quedó marcado en la historia nacional como el trágico día en que un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, que entre sus 45 pasajeros transportaba a un equipo de rugbiers del Old Christians, se estrellaba en la cordillera de los Andes.

El rescate de 16 de ellos con vida, el 23 de diciembre de ese año y cuando ya se habían suspendido las tareas de búsqueda, transformó al accidente en leyenda mundial, reeditada cada año en charlas, conferencias, documentales y películas.

Los jóvenes que pasaron 70 días en la nieve, alimentándose con la carne de sus compañeros muertos en la tragedia, siguen hasta hoy dando testimonio del sufrimiento pero también de la fuerza y la esperanza.

Con motivo de un nuevo aniversario del accidente, Montevideo Portal habló con uno de los dieciséis sobrevivientes, Antonio Vizintín.

En la cordillera, Vizintín participó en la mayoría de las expediciones que se realizaron desde el punto de caída del avión. El 5 de noviembre junto a Roy Harley y Carlos Páez bajaron por el valle en una salida de prueba, para evaluar el estado físico de los tres y ver quién acompañaría a Fernando Parrado y Roberto Canessa en la travesía hacia Chile. En esa salida se toparon con la puerta trasera del avión y algunos cacharros, regresando con mucha dificultad. Vizintín resultó elegido para la expedición que se realizó el día 17 de noviembre.

En esa segunda salida, los tres jóvenes lograronn dar con la cola del avión, equipaje, comestibles y baterías para la radio. Regresaron con sus compañeros a los restos del avión sin haber logrado el objetivo de llegar a territorio chileno.

El 12 de diciembre, el trío intentó una nueva salida. Ascendieron una montaña durante tres días, momento en que los tres decidieron que Vizintín regresara al avión, dejando su ración de comida para que Parrado y Canessa pudieran completar la difícil expedición. Varios días después, los dos llegaron a un valle en el que fueron rescatados por arrieros chilenos.

El 23 de diciembre se realizó el último viaje a las montañas para rescatar sobrevivientes. La prensa de todo el mundo calificó el episodio como un "milagro de navidad".

¿Cómo sentís, 37 años después, esa experiencia tan fuerte que te tocó vivir?

Es algo que es parte de mi vida, lo he incorporado a mi vida porque evidentemente todo lo que pasó, la pérdida de mis compañeros, el sufrimiento que tuvimos ahí, el reencontrarse con una cantidad de valores hace que lo integres. Además es una forma de recordar continuamente a mis compañeros muertos, que gracias a ellos estoy yo acá.

Además cada año se lo recuerda con mucha intensidad, es algo que marcó profundamente a la sociedad uruguaya, es imposible dejarlo del todo en el pasado...

Siempre lo reeditás... cuando tenés alguna conferencia, cuando hablás del tema, es retrotraerte a lo que pasó, traer esos recuerdos que se vivieron muy intensamente. Y la mejor forma de transmitirlos es con intensidad y con pasión. A veces lo vivís más frecuentemente de lo que quisieras, llega un momento que uno se cansa.

¿Viven de manera especial estas fechas?

Sí, por el tema de reencontrarse cada 13 de octubre, días antes o días después, con los amigos chilenos con los que íbamos a jugar. Ya hoy con cincuenta y algo de años, no es un partido sino el reencontrarse, tanto acá en Montevideo como en Chile.

Esa tragedia trajo como consecuencia que se produjera una unión entre los equipos de los dos países que trascendió a nuestros hijos y a varias generaciones. Lo bueno que tiene es que algo muy doloroso se transformó en algo muy positivo.

¿Cuántas veces regresaste a la zona del accidente?

Fui en seis oportunidades, con grupos de supervivientes, una vez con la familia de Roy Harley y la mía, porque nuestros hijos querían conocer el lugar del que tanto hablábamos, y el año pasado volví a ir con parientes y amigos.

¿Es una forma de conjurar el miedo?, porque debe darte un poco de impresión estar en ese lugar...

Te da un poco de cosa, sí. Cada vez que estás allá arriba decís "a este lugar no vuelvo más, es espantoso". Es espantoso por las ocho horas que tenés a caballo, el tener que acampar en lugares con espinas y piedras, esa incomodidad que volvés a sentir, esa ansiedad que tenés cuando estás en el lugar, el nerviosismo, y estar en ese lugar que por un lado te trae mucho dolor y por otro lado es un lugar espectacular, por lo lindo, por lo puro. Además está la cruz ahí, la tumba de tus amigos, es el lugar donde sufriste mucho, se contraponen muchos sentimientos en el lugar.

En el momento en que estaban en la cima de la montaña con Parrado y Canessa, cuando se decide que vuelvas al avión para que ellos puedan continuar, ¿cómo te sentiste?

Me sentí muy aliviado, porque estaba físicamente agotado de la subida de tres días de esa montaña. Había posibilidades de hacer alguna expedición como plan B hacia el valle y me gustaba bastante esa idea, pero era más un tema de agotamiento físico y de la necesidad de que yo les dejara mi comida a ellos.

¿Cuántos kilos perdiste en esos 70 días?

Perdí 30 kilos. Fui con 90 y volví con 60, un tercio de mi cuerpo perdí.

¿Te costó recuperarte?

No, ya para marzo había recuperado mi peso y en marzo-abril empecé las prácticas de rugby, empecé Facultad, retomé una vida normal.

Y ahora que pasó tanto tiempo, además de lo que los une como grupo humano, ¿en qué actividades seguís vinculado con el grupo?

He participado del libro "La sociedad de la nieve" con Pablo Vierci. Además, junto con Daniel Fernández soy representante del grupo, hemos realizado muchas actividades como representante de los supervivientes y en las películas también, porque somos los dieciséis los que tenemos que participar. Somos los dieciséis los que estuvimos en esto y es bueno que la historia la sigamos contando los dieciséis.

Fragmento documental