28 de abril de 1945, 16 horas y 10 minutos, Benito Mussolini y su amante, Clara Petacci son fusilados por un comando de partisanos comunistas en Giulino di Mezzegra, región de Como, pequeña localidad del norte de Italia próxima a la frontera con Suiza.

Al día siguiente sus cadáveres son expuestos y profanados en una gasolinera de la plaza de Loreto, en el centro de Milán.

El hombre que había acabado con la democracia en Italia, que se alió con Hitler, que contribuyó al exterminio de los judíos y condujo a su país a la derrota en la II Guerra Mundial, terminó colgado por los pies, escupido y apedreado por el pueblo.

La hora final del Duce comenzó tras el fracaso de las negociaciones con el Comité de Liberación Nacional italiano, auspiciadas por el cardenal de Milán, Ildefonso Schuster. Entonces, y ante el el imparable avance aliado, Mussolini decidió retomar el proyecto de crear un último reducto de resistencia en la región alpina de Valtelina, pero en último extremo decidió retirarse hacia Como para intentar alcanzar la frontera suiza y escapar hacia ese país neutral.

El 25 de abril, una columna integrada por soldados italianos leales a Mussolini, jerarcas fascistas y una unidad de las SS comandada por el Obersturmführer Fritz Birzer, se puso en marcha en esa dirección.

Sin embargo, los planes alemanes eran muy otros. El historiador español Javier Gómez Valero, editor de la revista especializada Desperta Ferro, recuerda en un artículo publicado por el periódico La Razón que Birzer que había recibido la orden de escoltar al Duce para impedir que pudiera refugiarse en un país neutral y, en último término, conducirlo a Alemania bajo custodia.

Tras pernoctar en Como, el grupo continuó hacia Menaggio, muy cerca de la frontera suiza, donde Mussolini esperó la llegada de los 3.000 voluntarios que le habían prometido sus colaboradores, aunque sólo se presentaron doce. Birzer, tras la deserción de un gran número de italianos, entre ellos el mariscal Rodolfo Graziani, consiguió que los restantes, entre ellos el mismo Mussolini, se unieran el día 27 a una columna en retirada de 200 hombres de la FLAK (artillería antiaérea) alemana, comandada por el teniente Hans Fallmeyer.

El historiador recuerda que Mussolini estaba escondido junto a su amante, Clara Petacci, en el interior de un blindado, cuando la columna sufrió una emboscada en la aldea de Musso. El jefe de los partisanos, Barbieri, acordó con los alemanes dejar franco el paso a la columna si se le entregaba a los italianos.

Birzer disfrazó al dictador con un capote de soldado y lo subió a uno de los camiones alemanes. La columna continuó la marcha junto al coche de Marcello Petacci -en el que se había refugiado su hermana, Clara- protegido por la falsa identidad de embajador de España.

Pero a la altura de Dongo, la columna es detenida de nuevo y, esta vez los partisanos sabían a quién buscaban, debido a la delación del ministro fascista Nicola Bombacci, quien les había advertido de la presencia del Duce en el convoy. Arrestado por los jefes partisanos Pierluigi Bellini delle Stelle y Giovanni Sardagna, de la 52.ª Brigada Garibaldi Luigi Clerici, Mussolini fue trasladado al ayuntamiento de Dongo y al cuartel de aduaneros de Germasino, reuniéndose poco después con Clara Petacci, cuya cobertura había sido descubierta, Ambos pasaron juntos la noche del 27 al 28 en la pedanía de Bonzanigo.

Una vez que el CLNAI (Comité de Liberación Nacional de la Alta Italia) supo del arresto, decidió proceder a la ejecución del dictador para impedir que pudiera ser entregado a los aliados. La idea original era proceder a un juicio sumarísimo, algo que nunca sucedió.

A las cuatro de la tarde del 28 de abril, Mussolini y a su amante fueron conducidos hacia Dongo, pero a la altura de Villa Belmonte, en la localidad de Giulino di Mezzegra, hicieron descender del vehículo a los presos y los ejecutaron.

Poco más tarde, quince jefes fascistas, entre ellos Bombacci, Pavolini y Marcello Petacci, fueron también fusilados como represalia por la ejecución de quince partisanos por las tropas alemanas, ocurrida el 10 de agosto de 1944. En aquella ocasión, los cuerpos de los guerrilleros habían sido expuestos públicamente en la Plaza Loreto, en Milán. Los partisanos decidieron hacer lo mismo con los cadáveres de Mussolini, Clara Petacci y sus más cercanos colaboradores.

Los cadáveres fueron cargados en un camión que partió en dirección a Milán a última hora de la tarde, y que superó con su macabra carga los controles establecidos por las unidades partisanas y las tropas aliadas.

El vehículo llegó a la plaza Loreto poco antes de las cuatro de la madrugada, momento en que los cuerpos fueron arrojados sobre el pavimento. Corrida la voz, los restos mortales de los ejecutados fueron objeto de diversas vejaciones. Sobre las once de la mañana del domingo 29 de abril, un grupo de bomberos, tras haber lavado con agua a presión los cadáveres, los colgó por los tobillos de la estructura de una gasolinera de la empresa ESSO situada en la plaza, donde estuvieron expuestos hasta primera hora de la tarde, momento en que un grupo de partisanos los descolgó para proceder a su entierro.

La fotografía de los cuerpos suspendidos cabeza abajo, dio la vuelta al mundo y se convirtió en un símbolo del final del fascismo en Italia.



De izquierda a derecha, los cuerpos del político excomunista Nicola Bombacci, del Duce Benito Mussolini, de su fiel amante Clara Petacci, del ministro Alessandro Pavolini y del reconocido político fascista Achille Starace