29 de marzo de 1956: el futuro rey Juan Carlos I de España tiene 18 años y -franquismo mediante- se encuentra exiliado en Portugal junto a su familia.

Es Jueves Santo. Juan Carlos acudió ese día a una misa, en la iglesia de San Antonio de Estoril junto a su padre, Juan de Borbón, su madre, María de las Mercedes de Borbón, su hermano Alfonso, de 15 años de edad, y sus hermanas Pilar y Margarita. "La familia había ido a misa por la mañana. Después, doña María y Alfonsito pasaron por la modista para recoger unos trajes que ella tenía encargados allí. Comieron pronto porque a la 15:00 Alfonsito jugaba el torneo de golf Visconde de Pereira Machado", comenta la periodista Pilar Urbano autora del libro El precio del trono en declaraciones al medio madrileño El Confidencial. "Los apoyos de investigación que yo he tenido para componer el relato que aparece en este libro son apoyos que sostienen un relato que don Juan Carlos no ocultó nunca. Yo lo he sabido por él, por la reina Sofía, a quien también él se lo contó, por don Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa de Su Majestad, por amigos como Bernardo Arnoso y otros conocidos", apunta la autora.

Alfonso coincide en ese torneo de golf con Antonio Eraso, amigo de juventud del hoy Rey emérito que tiene la misma edad que el hermano pequeño de este. Después del torneo, al que "toda la familia va a jalear a Alfonso", subraya Urbano, todos regresan a casa sobre las 19:00.

"El personal de la casa libra ese día. Están allí Anne Diky, institutriz de Alfonsito; José Garrido, preceptor del infante Juan Carlos; don Juan, que se queda en la planta segunda escribiendo cartas en su despacho, y en frente, con la puerta de la salita abierta, doña María acompañada por una amiga, María Arnús. Juan Carlos y Alfonso suben a la planta tercera, donde están los dormitorios", narra Urbano.

LA TRAGEDIA


Son las 20:00 de la tarde. Un disparo resuena en la casa. Juan de Borbón acude, corriendo, al cuarto donde juegan sus hijos. Al abrir la puerta, se encuentra a Alfonsito, como lo llamaba de manera cariñosa, tumbado en el suelo y con un tiro en el rostro. Muere prácticamente en el acto. La secretaría de los condes de Barcelona (propietarios de la residencia) facilitó la siguiente nota tras el suceso: "Estando el infante don Alfonso de Borbón limpiando un revólver con su hermano, la pistola se disparó, alcanzándole en la región frontal, falleciendo a los pocos minutos. El accidente sucedió a las veinte horas y treinta minutos al regresar de los oficios del Jueves Santo, donde había recibido la sagrada comunión". Este escueto comunicado fue la puerta que abrió todo un laberinto de conjeturas e hipótesis sobre lo que realmente ocurrió. El oscurantismo se instaló sobre una de las páginas más negras de la historia de la monarquía española, algo el periodista Álvaro de Cózar pudo constatar cuando comenzó a recabar información para crear supodcast XRey, una producción de The Story Lab para Spotify que bucea a lo largo de diez capítulos en la historia y la personalidad de Juan Carlos I, desde su infancia hasta su abdicación.

"Yo antes de escribir el guion del podcast, hice una cosa: preguntar a mis amigos y familiares por aquella historia, pensando que ya se había informado sobre este hecho lo suficiente, porque ya existían artículos y libros sobre esto. Lo curioso es que vi que había mucha confusión sobre esa historia. Para empezar, la edad de los dos protagonistas. Juan Carlos tenía 18 y Alfonso tiene 14. Pero mucha gente a la que pregunté pensaba que ellos eran pequeños, niños, que el hecho había sido a consecuencia de un accidente de caza, etc. En fin, había mucha confusión. Por eso decimos en el podcast que la historia del accidente con la pistola de Juan Carlos y Alfonso dice mucho de este país, porque es la típica historia que se tapa pero de la que luego todo el mundo habla de ella en los mentideros y que al final se convierte en esa especie de rumor. En España somos un país de hablar de según qué cosas con poca claridad, pero entre nosotros existe mucho cuchicheo y rumor. Eso no hace bien a la historia de un país". "Nosotros en el podcast recreamos, con algunos testimonios, lo que pasó esa tarde de Semana Santa en Estoril, pero la realidad es que lo que pasó en esa habitación solo lo sabe el rey Juan Carlos. Desvelar lo que realmente pasó, a no ser que él lo cuente algún día, no tiene ya mucho sentido. A estas alturas no se puede hacer un análisis forense con rigor. Independientemente de lo que pasara, eso ha marcado la vida del rey Juan Carlos para siempre, eso está claro", añade Álvaro de Cózar.

Uno de los testimonios con los que contó Álvaro fue precisamente con el de Antonio Eraso, el niño que había jugado horas antes con Alfonso al golf antes de que este muriera y quien también habló con Juan Carlos una hora después de la tragedia: "Estaban disparando a un blanco. Partió una bala con la mala suerte de que le entró por aquí [en la cabeza] y le desangró en seis minutos. Una tragedia completamente callada en España. Eso endureció muchísimo el carácter de todos. Para todos nosotros fue una tormenta. Son cosas que no olvidarás en tu vida, que un hermano sin querer mate a otro hermano", reconstruye Eraso en XRey.

"Aquella noche Juan Carlos me dijo que se quería hacer monje, pero que no podía porque estaba ya en la Academia Militar de Zaragoza", añade, haciendo alusión a lo afectado que quedó el padre de Felipe VI tras el suceso.

DIFERENTES TEORÍAS

¿Quién sostenía el arma en el momento de los hechos? ¿De dónde había salido la pistola? La primera versión oficial afirma que era Alfonso el que la sostenía. También las crónicas de la época, como la de Torcuato Luca de Tena, escritor y dueño del diario 'ABC', apoyaron esta teoría así como la de que la pistola no era de Juan Carlos. Luca de Tena asegura que, días antes, a Alfonso le habían regalado una pistola que casi era un juguete. "El infante, imprudente, comenzó a manipularla mientras don Juan Carlos se acercó para advertirle de que tuviera cuidado. Pero cuando llegó, ya era tarde. El arma se había disparado y una bala pequeña, casi como un perdigón, se incrustó entre las cejas del joven y salió por el occipital", escribe en su crónica.

Otras versiones de lo sucedido, sin embargo, han sostenido que cuando Juan Carlos llegó a Estoril, en su maleta traía aquella pistola del calibre 22. Según algunos, un regalo de Franco. Según otros, un obsequio de un compañero de la Academia. Los testimonios recogidos por Pilar Urbano le dejan muy claro a la autora que la pistola era de Juan Carlos. "Juan Carlos llega a Estoril con un regalo, un regalo personal que le ha hecho Javier Travesedo, su compañero y padre académico en la Academia Militar. Era mayor que él y en cierta manera lo protegía. El día 29, Juan Carlos muestra ese regalo a su familia, una Long Automatic Star calibre 22, un arma muy difícil de conseguir. La vieron sus padres y también un asombrado hermano pequeño, deslumbrado por el arma. Ese mismo día se fueron los dos a un jardín trasero de la casa. Solo tenía un cargador. Jugaron a disparar a las farolas y a los árboles. Cuando Juan Carlos creyó haber liquidado todo el contenido del cargador subieron al tercer piso de la casa y guardó el arma en el cajón de su mesa de escritorio", comenta Urbano al ya citado medio.

"Varios amigos me han confirmado que fue mi sobrino quien mató accidentalmente a su hermano Alfonso", escribió Jaime de Borbón, tío de Juan Carlos y Alfonso, en una carta dirigida a su secretario Ramón. Señala Urbano que Jaime de Borbón, un año después de la tragedia, también dijo que había que abrir diligencias para investigar lo que sucedió aquel día. "No puedo aceptar que aspire al trono quien no ha sabido asumir sus responsabilidades", citan las crónicas de la época. Bernardo Arnoso, amigo íntimo de Juan de Borbón, también confesó que, unos años después del suceso, Juan Carlos le había contado que había sido él quien había apuntado a su hermano pensando que la pistola no estaba cargada.

El historiador inglés Paul Preston, en su libro ‘El rey de un pueblo', narra que el propio rey Juan Carlos le confirmó la versión del disparo accidental a su hermano. En este caso, Preston añade un detalle que, según dice, el rey le contó, el de un accidente provocado por el golpe que le produjo una puerta cuando él estaba situado en un mal lugar en el momento menos indicado. Gracias a los valiosos testimonios de los que Pilar Urbano dispone para elaborar su libro ‘El precio del trono', la autora es capaz de recrear lo que ocurrió como si hubiera estado allí mismo viéndolo con sus propios ojos: "Juan Carlos repasa apuntes de clase cuando su hermano Alfonso irrumpe en el cuarto simulando que dispara con una metralleta, provocando a su hermano para que juegue con él. Juan Carlos, harto, abre el cajón de su mesa y saca la pistola. Él supone que el cargador está vacío. Alfonso se anima más en el juego al ver aquello. "¡Ríndete, cobarde. Eres hombre muerto!", le grita a su hermano mayor. Juan Carlos apunta, jugando con su hermano. "Tú sí que eres hombre muerto", le responde extendiendo el brazo y apuntándole con la pistola. Para dar más verismo al juego, Juan Carlos aprieta el gatillo. Ese es el momento clave. El propio Juan Carlos cuenta este momento con palidez y dice que esperaba que el disparador cediese y lo notase blando, al estar vacía la recámara. Pero no. Él notó que el dedo índice combado sobre el gatillo vencía la resistencia del muelle y se percató de que había una bala. Pero ya era tarde. El proyector ya se desplazaba por el ánima del cañón. Fue una milésima de segundo. Vio cómo Alfonsito se desplomaba fulminado. Juan Carlos describe que la bala le perforó la frente, entre ceja y ceja. Asegura que no oyó el disparo, no sabe si por la conmoción".

"El régimen tapó la historia porque no quería que se asociara ese hecho al posible heredero. Además, Juan Carlos ya estaba en la Academia Militar en ese momento y eso tampoco hablaba muy bien de su manejo de las armas ni de la instrucción que había recibido. Lo curioso y lo llamativo para mí es que además de que el régimen lo tapó, es que se formó en torno a esa historia toda una suerte de rumores no confirmados y que fueron torciendo toda la historia hasta convertir el hecho en casi un accidente de caza con una escopeta", agrega Álvaro de Cózar.

"Por orden de Franco, la nota de la muerte de Alfonso la redactó un miembro de la Embajada de España en Lisboa, Ignacio Muguiru. También por orden del Gobierno español y de acuerdo con el de Portugal, donde estaba el dictador Salazar, no hubo autopsia ni informe del médico forense. No se abrieron diligencias indagatorias. No hubo caso", apunta Pilar Urbano. Cuentan las fuentes de la época que Juan de Borbón envolvió el cuerpo de su hijo con una bandera española que arrancó rápidamente de un mástil. También que, días después del entierro, desolado por lo ocurrido, tiró la pistola al mar. "Se me paró la vida", asegura Pilar Urbano que contó tiempo después la madre de don Juan Carlos al recordar la tragedia. Cuando Abreu Loureiro, el médico al que alguien del servicio avisó, llegó, nada pudo hacer ya por la vida del joven.


MARCADO DE POR VIDA


¿Cómo marcó a Don Juan Carlos aquel episodio el resto de su vida? "En la entrevista que le hizo Eva Lamarca a Antonio Eraso, este dice que el Rey creció de un día para otro, que le hizo más introspectivo, más adulto. Puede ser que muchos de los silencios del emérito, esos momentos de ensimismamiento que han visto todos los que le han conocido y que tiene en muchas ocasiones, se deban a ese acontecimiento. Es una tragedia que marcaría la vida de cualquiera", reflexiona Álvaro de Cózar. "Hay unas palabras que a Juan Carlos se le quedaron dentro, grabadas como una cuchillada. Son las que su padre le dijo, según me relató Don Antonio Fontán, catedrático, amigo y consejero de don Juan Carlos, cuando velaban el cuerpo de Alfonso: 'Júrame que no lo has hecho a propósito", asegura Pilar Urbano.

Alfonso de Borbón fue enterrado con la más estricta intimidad en Estoril el día 31. Varios nobles españoles llevaron bolsas de tierra recogidas de España para ponerlas en su tumba. Allí permaneció hasta 1992, cuando se trasladaron sus restos al panteón familiar en Madrid. "Inmediatamente después del entierro, al llegar a casa, Juan de Borbón le dice a su hijo que no se quite el uniforme, que no se queda en casa y que se vuelve a la Academia. Allí regresó, como un zombi, hundido, melancólico, sin ganas de bromas, de conversación ni de juerga. Sus compañeros lo veían. Su amigo Travesedo confirmó que le temblaban las manos a don Juan Carlos la primera vez que volvió a coger el mosquetón en la Academia", nos detalla Urbano, quien añade que el hoy emérito tuvo pensamientos de quitarse del medio, de renunciar a sus derechos sucesorios y de encerrarse en un monasterio. "Incluso hizo unos días de retiro espiritual".