Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti

Vicky Ripa (38) es un torbellino arriba del escenario. Canta con una voz como pocas, y se mueve con soltura y atrevimiento. Es la cantante de la banda Croupier Funk, un combo colorido de música que invita a sentir la música en el cuerpo. Ella la siente. Y es precisamente su cuerpo su mejor herramienta de comunicación; amén de su voz, claro.

Ripa hace cuestión de su cuerpo, milita con él. Lo hizo cuando en su primera campaña publicitaria modeló con un conjunto de ropa interior transparente para una marca, ninguneando el qué dirán. Lo hace cuando acompaña a diputadas al Parlamento para que se vote la necesaria Ley de Talles en Uruguay, tantas veces frustrada. Lo hace cuando milita para el colectivo Diversa o cuando modeló para Rotunda, con talles más grandes, muy difíciles de conseguir en las tiendas montevideanas y casi inexistentes en el interior.

Hija del músico Gustavo Ripa, Victoria fue por el lado de los animales, hasta que advirtió que había una vocación dormida: la música. Estudió canto, se formó en una tecnicatura, y se presentó como aspirante a vocalista de la banda que seguía. Así se quedó con el puesto, luego escribió y cantó, haciendo funk y soul en inglés y español. Pero conforme avanzaba su carrera artística, abrazó la militancia feminista, primero, y por la diversidad corporal, después. Con sus “nuevos lentes” ve el mundo de otra forma. Y hoy le habla a empresarios prejuiciosos, invitándolos a que adviertan lo redituable que puede llegar a ser venderle a muchas más personas, de mayores dimensiones. Intenta hacerles ver que ser políticamente correctos y seguir la tendencia de vender talles más grandes, en este caso, los puede beneficiar en su negocio… y, de yapa, ser mejores personas.

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

“Cuando empecé a ver el mundo con ojos feministas primero, y con los ojos de la diversidad, entendí que hay belleza como cantidad de personas en el mundo. Y que no hay nada ni nadie que pueda definir lo que es lindo y lo que es feo”

¿Qué querías ser de niña cuando fueras grande?

Cantante.

¿Ya lo tenías claro?

No. Quería ser cantante, pero no lo expresaba. Juraba que quería ser bióloga. Pero hoy, con el diario del lunes, te digo que lo que siempre quise ser es cantante, estar arriba de un escenario. Pero cuando era niña me gustaban los animales, entonces terminé el liceo y fui a la Facultad de Ciencias, ahí estuve un año, después fui a Veterinaria, pero me vino una crisis vocacional y dejé. Y en ese momento, mi papá, que es músico, estaba haciendo unos cursos de musicoterapia. Empecé a hacer sus cursos, de ahí me empecé a colgar con la música, salí un año en Murga Joven y después hice un año en la escuela de comedia musical de Luis Trochón. Empecé clases de canto con Camila Sapin, y ahí empezó todo lo musical.

En 2018 dijiste en 970 Universal que siempre te sentiste cómoda con tu cuerpo, pero que te habías sentido y en ese momento todavía te sentías discriminada. ¿Recordás la primera vez que sentiste esa sensación? ¿Sufriste el famoso bullying escolar?

Sí, claro. Cuando se utiliza la palabra “gorda” como insulto. Ahí empecé a entender que había algo raro con mi cuerpo, algo distinto, algo que no gustaba… Y a su vez, en paralelo, la cultura de la dieta en mi familia y en la sociedad en general, cuando me dicen: “Tenemos que hacer algo para adelgaces”, y empecé a ir a Alquitos, que es como ALCO [Anónimos Luchadores Contra la Obesidad] para niños. Fue la primera vez que me di cuenta que algo estaba mal con mi cuerpo.

¿Algo estaba mal o estaba “mal”?

“Mal”. Por supuesto que no había nada mal. Es un mandato de la sociedad. Es un tema en el que vengo trabajando hace muchos años, y me vengo formando en el activismo de la diversidad corporal y toda la temática de la gordofobia. Claramente es un problema social, porque es un sistema estructural que está en todos lados. Uno padece gordofobia, sufre la gordofobia, que es la fobia o el odio de las personas hacia las personas gordas sólo por ser gordas. Eso pasa con las personas y pasa con todo. Me subo al ómnibus y no entro en un asiento o no encuentro un asiento que le quede cómodo a mi cuerpo, voy al teatro y mi cuerpo no entra cómodamente en una butaca como sí pasa con otras corporalidades, o no encuentro mi talle en las tiendas de ropa. Yo tengo el privilegio de poder pedir en el exterior o mandarla hacer a medida, entonces la accesibilidad es todo un tema cuando no tenés un cuerpo hegemónico. 

En realidad, en estos años me empecé a dar cuenta que el problema es social, que no es personal conmigo. Pero que la discriminación existe y somos responsables todos.

En redes te definís como “amante de la libre interpretación de la belleza”. ¿Cómo sería eso?

Cuando empecé a ver el mundo con ojos feministas primero, y con los ojos de la diversidad, entendí que hay belleza como cantidad de personas en el mundo. Y que no hay nada ni nadie que pueda definir lo que es lindo y lo que es feo. Es algo absolutamente subjetivo. Por eso viene lo de la libre interpretación de la belleza: lo que para mí es lindo, capaz que para vos no. Y nada está bien o mal, cada uno lo ve con sus ojos.

¿Cuál es el recuerdo más primitivo que te acerca a la música? Supongo algo vinculado a tu viejo, Gustavo Ripa...

Más o menos… Sí tiene que ver con mi padre, porque la música estaba en mi casa, pero como mi papá trabajaba todo el día en la música, cuando llegaba a casa no quería seguir con eso. Entonces, no era que en casa se diera eso de guitarra, fogón, y todo eso. Sí se escuchaban discos de pasta, de vinilo, mucha música popular uruguaya, porque mi viejo viene de ese palo. Se escuchaba también bastante jazz y soul más viejo, eso venía de mis abuelos. Los Beatles, por supuesto. Miles Davis, Nat King Cole, después yo descubrí a Ella Fitzgerald… Y bueno, eso se me fue metiendo, estaba ahí en la vuelta la música.

Mirá, tengo recuerdos con mi mejor amiga, que hoy es fotógrafa, que en la época de la escuela, ella filmaba, sacaba fotos, y yo bailaba y cantaba. Yo me había olvidado de eso. Y mi madre, de grande, me lo recordó. A veces veo fotos mías en el escenario y me veo reflejada en la niñez.

¿Y cómo nace tu participación en Croupier Funk, una banda con estilo muy propio?

Croupier Funk nace en 2008, tenía otra cantante, hubo cambios, pero básicamente la formación es casi la misma. Yo entré en 2014, porque la cantante se iba de la banda, yo era muy amiga de uno de los trombonistas —porque en un momento hice una tecnicatura de Recreación en la Universidad Católica y nos hicimos muy amigos— y, a raíz de eso, él me propuso para entrar a la banda y dije que sí. Era una banda que yo seguía, que iba a ver, que me gustaba mucho. No solo la música, la propuesta escénica, el vestuario, todo el combo artístico me copaba. Y bueno, ahí entré, empezamos a componer para el primer disco. Grabé el primer disco y ya me quedé.

Fuiste docente de canto en Masterclass, en canal 12. ¿Qué te dejó esa experiencia con los niños?

Trabajar con niños siempre es algo lindo, que demanda mucha energía. Es como contactar con lo vulnerable que somos las personas cuando cantamos. Es como que uno está muy desnudo, en algún punto, cuando canta. Creo que es hasta peor que estar literalmente desnudo delante de gente, por el cuidado que hay que tener cuando hay niños, el cuidado con las cosas que se dicen, que se hacen…

Qué curioso que utilices esas palabras. Pienso en el músico Guillermo Freijido, condenado por abuso sexual infantil… En ese momento, cuando él era un compañero de trabajo, ¿sospechaste de alguna actitud indebida de él, o te sorprendiste en 2017 al leer la prensa?

La verdad es que no intuí nada, no sospeché nada. Además, son cosas que no se te pasan por la cabeza que puedan suceder. Obviamente sucede todo el tiempo, pero uno no piensa que le pueda pasar en su espacio de trabajo y con un compañero suyo. Yo no vi nada raro. En Masterclass estábamos acompañados todo el tiempo con gente de producción. Allí en el programa creo que nunca pasó nada.

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

“Entré en Croupier Funk en 2014, porque la cantante se iba de la banda; un amigo trombonista me propuso entrar y dije que sí. Era una banda que yo seguía, que iba a ver, que me gustaba mucho. No solo la música, la propuesta escénica, el vestuario, todo”

La discriminación por tu cuerpo la seguiste notando al crecer y ser adulta, por lo que dijiste… ¿Cambió algo al ser una cara conocida? ¿O ahí advertiste la hipocresía de la gente?

Por supuesto que seguí sintiendo discriminación. Y también en el comentario cotidiano. La gordofobia está en decir: “Me comí esto y voy a salir rodando”, o “al mediodía me como una ensalada, porque a la noche me puedo comer una hamburguesa, y después voy a hacer ejercicio, porque tengo que contar las calorías”... Es esto de las conductas compensatorias que tenemos constantemente. O el comentario de: “Pah, estás más flaco, qué lindo que estás”, eso de asociar la delgadez con algo bueno, necesariamente. Ojo, capaz que hiciste una dieta porque querías adelgazar y está perfecto también. Pero estamos permanentemente asociando la delgadez con algo bueno, algo saludable, algo lindo, y el que engorda o es gordo se ve como algo que “está mal”.

Entiendo, pero tener sobrepeso puede derivar en graves problemas de salud. ¿O no?

La gordura es un factor de riesgo, pero no es una enfermedad. También un factor de riesgo es ser mujer y poder contraer cáncer de útero. O tener la piel muy blanca, porque puedo contraer cáncer de piel más fácil que una persona afro. La pelea no está en si es un factor de riesgo o no. Primero, que cada uno lleva sus factores de riesgo como puede, con la accesibilidad que tiene, incluso a la salud. 

Yo creo que el problema está en la patologización de la gordura. En eso de: “vos sos gordo porque querés”. Y no es así. A veces hay cuestiones hormonales, por ejemplo. O hiciste dietas, pero igual no pudiste bajar. Esto no lo digo yo. Integro un colectivo que se llama Diversa, donde trabajamos con profesionales de la nutrición y la salud mental: el 95% de las personas que hacen dieta, entre los 2 y los 5 años, recuperan el peso o, peor, hacen un efecto rebote, que fue lo que me pasó a mí durante toda la vida. Hacer dietas hipocalóricas, adelgazar a full, y después pum, efecto rebote. Y eso para la salud es nocivo. Entonces, ¿hay personas gordas que están enfermas? Sí. ¿Hay personas gordas que no lo están? También. Como hay personas flacas que están enfermas, y delgadas que no lo son. No hay una sola enfermedad que se pueda atribuir solo a las personas gordas. Yo puedo tener diabetes o hipertensión, pero vos también y el fotógrafo también. Entiendo el planteo desde la salud, el que se hace, que también para mí fue deconstruir un montón de cosas, informarme.

Pero te digo: hay que atender todo lo que genera la discriminación en la salud mental de las personas gordas. ¿Qué hablamos cuando hablamos de salud? Capaz que me dicen que hay que tener una alimentación saludable. Perfecto: yo me alimento relativamente bien, hago ejercicio, siento que tengo hábitos relativamente saludables, pero como yo soy gorda, a mí me van a cuestionar la salud sólo por mi cuerpo. Capaz que una persona delgada y yo vamos al mismo médico por una dolencia —ponele, me duele un dedo— y a mí me van a mandar adelgazar, o casi que me van a decir que me duele el dedo por gorda. Y a la persona delgada no, y capaz que yo tengo hábitos más saludables que la persona delgada. El problema es la patologización de la gordura.

¿Te cuesta conseguir talles para vos en las tiendas comerciales de Montevideo?

Sí, claro. Voy a algunas tiendas que tienen un poco más de diversidad de talles o tienen un escalado de talles un poco mejor. Hay algunas tiendas que importan ropa desde el exterior, sobre todo de China, y los talles son súper chiquitos, comparados con los cuerpos de acá (somos corporalidades muy distintas). Hay algunas tiendas que tienen diversidad de talles. También pido desde el exterior (en Estados Unidos hay más diversidad) y, a veces, pido alguna prenda a medida.

¿Cómo se dio el paso de ser activista a modelo plus size? Es una forma de legitimar la militancia, de mostrar que la belleza está desligada de los estereotipos conocidos, ¿no?

Sí, es así. En realidad, antes de ser activista empecé a hacer fotos y cosas de modelo. No me considero modelo, fue algo que sucedió. Y sí es parte de poder ocupar lugares en los que siempre se les dijo a las personas gordas que no podían ocupar: el modelaje, la publicidad. Y tratar de aportar en la representatividad positiva de los cuerpos. Pasa en la moda, pasa en que ves una peli o una película, y ¿cuál es la representatividad de las personas gordas? Es ocupar lugares que siempre nos fueron negados.

En tu primera experiencia, con Srta. Peel, posaste en ropa interior. Fue un debut muy jugado. ¿Te dio pudor o nada de eso?

No, para nada. No me preguntes por qué, pero no. Fue “cuidado”, como se dice. Hacía tiempo que tenía ganas de animarme, de mostrarme. Pasó que el auge de las redes sociales estaba sucediendo, se podría decir, entonces empecé a ver otras modelos de otros países que lo hacían, como que había una “moda” o cierta tendencia de incorporar diversidad corporal. Y dije: ¿y qué pasa en Uruguay? Y me animé.

El modelaje fue una forma de hacer activismo, ¿no?

Sí, lo es hasta el día de hoy.

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

“No me considero modelo, fue algo que sucedió. Y sí es parte de poder ocupar lugares en los que siempre se les dijo a las personas gordas que no podían ocupar: el modelaje, la publicidad”

Por estos días, volvió a discutirse en el Parlamento la Ley de Talles, que lleva adelante la diputada del MPP, Bettiana Díaz. Me consta que has militado fuerte para su aprobación y reglamentación. ¿Qué es lo que busca la ley? 

La ley de talles tiene dos grandes objetivos. Primero, tratar de ampliar la diversidad de talles que se ofrecen en las tiendas. Hoy la gran mayoría van del S al L, con suerte encontrás XL en algunas, o XS. Y el otro objetivo es intentar encontrar la coherencia entre los talles. La coherencia significa: si vos usás un M en una tienda, que sea también un M en otra tienda, y a su vez que haya una coherencia entre los cuerpos de uruguayos y uruguayas y los talles. Para eso, se va a hacer un estudio antropométrico de la población y luego una tabla nacional de talles, y bueno, pretendemos que todas las marcas se puedan acomodar a eso, reetiquetando las prendas. 

Hay un montón de cosas que se definirán en la reglamentación. Por eso es importante hacer el estudio antropométrico: para saber qué porcentaje hay de personas XXL o XXXL, y qué cantidad de diversidad de talles se le obliga a las tiendas. No es que todas deban tener desde el XXXS hasta el 8XL en stock permanentemente. Dependerá de conocer mejor las corporalidades nuestras.

Hay quienes entienden que esa obligación atenta contra el derecho de los empresarios de vender lo que quieren, y a quién le quieren vender…

Cuando se discuten proyectos de ley como este, o se pone en la agenda de derechos determinadas temáticas, es cuando se cuestionan este tipo de cosas. Por ponerte un ejemplo: está de moda la moda oversize, el sobretalle, las prendas enormes, talles aumentados. Y se cuestiona que hacer talles más grandes les sale más caro, y sí, es obvio porque hay más cantidad de tela. Pero cuando es moda oversize, eso no se cuestiona y se hace. ¿Por qué? Porque vende, porque está de moda. Entonces, hay que revisar muchísimo los prejuicios. Creo que atrás de todo eso hay un tema de prejuicio.

Me da la impresión que hay cierta miopía de las marcas de ropa. No ven lo redituable que sería para su negocio ser más abiertos a la diversidad corporal y no cerrarse a los talles únicos, ¿no?

Sí, seguro que es así. Nosotros decimos que la ley de talles es una herramienta de desarrollo para la industria local. Primero, porque va a haber una tabla nacional de talles, y todas las personas que compran ropa hoy en día acá, se van a fiar mucho más. Vas a comprar algo por web —ponele—, vas a una tabla de talles online y hoy no confiás, porque pedís y capaz que te queda chico o grande. Por un lado, las ventas online aumentarán. Y es una herramienta para diseñadores uruguayos, para vender más, y para saber a quién le estás haciendo la ropa.

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

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“La ley de talles tiene dos grandes objetivos. Tratar de ampliar la diversidad de talles que se ofrecen en las tiendas. Y el otro es intentar encontrar la coherencia entre los talles. Se va a hacer un estudio antropométrico de la población y una tabla nacional de talles”

¿Cuánto afecta el no encontrar una prenda que te gusta en la autoestima y la salud mental?

Mucho puede afectar. Depende de las personas y de las herramientas que puedan tener cómo manejan esa situación. A veces la moda o la ropa se ve como algo superficial o banal, algo que no importa, pero la realidad es que todo lo que nos ponemos, todo lo elegimos por alguna razón. Y a través de la ropa uno se identifica, se siente parte de algo. Pertenecés a diferentes grupos o colectivos, te comunicás, te expresás. Entonces, el no encontrar tu talle hace que te reprimas un montón de cosas. Te sentís excluido, que no sos parte. Y estamos hablando de no encontrar talle. También hay personas que ni siquiera pueden acceder a comprarse ropa.

Por lo general, cuando no accedemos a un talle, la gran mayoría —sobre todo mujeres— cambiamos algún hábito, algo nuestro, para poder entrar en la ropa, ya sea una dieta, ejercicio excesivo o una puerta a un trastorno de la conducta alimentaria, que lamentablemente es mucho más común de lo que creemos. Y eso tiene que ver con la salud mental. No conseguir ropa te excluye socialmente. Ponele, estuve años buscando una malla para poder ir a la playa, algo que me quede cómodo, y si no lo encontrás, no podés ir a la playa, o si no encontrás un vestido para ir a un casamiento, terminás no yendo.

Capaz que viene alguien y le dice a otra persona que está mucho más gordo que la última vez que lo vio, y quien hace ese comentario humillante no sabe por lo que la otra persona está pasando. Y capaz que después va y se mete los dedos para vomitar… 

Y si lo agarra en un momento de depresión, la cosa puede terminar mucho peor…

Seguro. Hay muchas personas que terminan en suicidio. Digo, para ir al extremo. 

En tu caso, ¿la música influyó en tu empoderamiento, en aumentar la autoconfianza?

Sí, sin dudas. La música, el escenario, para mí es como una plataforma de desarrollo personal, desde ese lugar. Una cosa es todo mi trabajo interno, que trato que sea hacia afuera. Pero también aprender a cantar, y las dificultades que eso trae, la música, los desafíos personales, hacen un trabajo muy fuerte en la confianza y la autoestima. Pero más allá del físico: para vencer las inseguridades y las vulnerabilidades de cada uno. 

¿En las redes has sufrido ataques o burlas?

Poco, porque mi Instagram tiene un sesgo de personas que adhieren a mi forma de pensar, son de mi entorno. Tengo Twitter, pero lo odio. Me pasó hace unos años, cuando hice una campaña de Stadium, que fue muy masiva, y al salir un poco de tu burbuja cuidada y la gente que piensa como vos, llegaron los ataques. Por supuesto que sí.

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

“Capaz que viene alguien y le dice a otra persona que está mucho más gordo que la última vez que lo vio, y no sabe por lo que la otra persona está pasando. Capaz que después va y se mete los dedos para vomitar… O se suicida”

¿Qué tan progresista es la sociedad uruguaya? Yendo más allá de la agenda de derechos, ¿somos más tolerantes con todo lo diverso, lo que rompe los esquemas y sale de los estereotipos?

Creo que falta muchísimo, sin dudas. Se han podido instalar un montón de temáticas, pero hay que seguir. Yo al feminismo le reclamo hablar de diversidad corporal, pero se han confluido en un montón de cosas positivas, y con la diversidad también. Cuesta mucho salir de lo aprendido. Y también depende mucho de qué apertura o de qué ganas de cuestionarse cosas que uno tenga. No tenés por qué entender todo, lo que sí está bueno trabajar es respetarlo.

Es un proyecto de ley que ya fue presentado en dos oportunidades y terminó encajonado. ¿Por qué?

Creo que hay una resistencia muy grande de parte de las empresas, las grandes. Algunas, no todas. Entiendo que puede generar un cambio de logística, pero bueno, son cosas que se pueden hacer. Sobre todo, porque hay un montón de emprendedores que están muy a favor del proyecto de ley, y que realmente entienden que es necesario. ¿Es por un tema que no se vende? Si no hay un estudio de mercado respecto a los talles en Uruguay, ¿cómo pueden saberlo? Hasta un tema de prejuicios, o incluso, sé de marcas que han dicho: “Yo no quiero venderle mi marca a gente gorda”. Eso lo sé.

Te considerás feminista. ¿Cómo llegaste a esa convicción?

Fue algo que se fue construyendo de a poco. Obviamente con el movimiento que en los últimos años ha ido creciendo y es cada vez más fuerte, me fui identificando con esa ideología. Es como que también el feminismo te da otros lentes, una nueva forma de ver todo. Es una construcción de igualdad de derechos, y es en lo que creo.

Después de Funkaleidoscopodelic (2020), ¿cuáles son los próximos planes de Croupier Funk?

Este año vamos a festejar los 15 años de la banda. Tenemos toda la intención de volver a Argentina. Y esperemos el año que viene grabar otro disco o, por lo menos, componerlo. No solo yo escribo las letras, tenemos una composición bastante colectiva. Hemos hablado de lo importante de escribir más en español, porque es nuestro idioma. Es la forma de defenderlo.

Sos mamá desde hace cinco años. ¿Cuál es la principal enseñanza que te ha dejado Bruno, tu hijo?

(Piensa unos segundos) La verdad es que es permanente el aprendizaje como madre. Primero, que hay un montón de cosas que no puedo controlar; segundo, que no puedo con todo. Y bueno… es un desafío muy zarpado ser madre. Quiero que mi hijo se críe de la forma más libre posible, pero, por otro lado, vos le estás incorporando un montón de cosas, que yo supongo que están buenas. Y un amor que… realmente, no se siente por ninguna otra cosa.

¿Sos feliz?

Bueno, en términos generales sí. ¿Qué es la felicidad? Ni idea.